sábado, 31 de diciembre de 2016

EL GATO RATERO (Anécdota Familiar)


EL GATO RATERO (Anécdota Familiar)
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Región Caribe


En casa de la Prima Mana, vivía Santa, un muchacho bravo con los puños, pero cobarde del miedo, más en horas de la noche, su prima en horas del día le dijo Vee Santa tu sabéis que esta casa la habitamos tu y yo porque las muchachas están pequeñas y el Mono está por fuera,  tu eres el hombre de la casa y por lo tanto debes responder con carácter y Bravura a cualquier intento de meterse algún ratero a la casa.

Hombe Mana como vas a dudar de mí, vea el que intente meterse tú lo agarras por la mano y yo con esa rula le mocho el brazo, abro la puerta y lo vuelvo picadillo, la Mana se quedó viéndolo y dijo entre pensamientos bueno estoy respaldada, no hay nada que temer, Santa dormía en una hamaca en la tercera habitación de la casa y, la Mana en la primera habitación.

A media noche se escucha un zumbido, la Mana abre un ojo y alerta al oído derecho, suena una vasija en la cocina, la mente le decía: Mana se entró el ratero, Mana se entró el ratero, con todo el cuidado del caso la Mana se levanta en bata de dormir, se asoma a la sala pensando que santa tenía la rula en la mano, pero nada en el primer cuarto se escuchaba un ronquido a leguas, llega a la alcoba, entra y muy sutilmente llama a Santa: Santa, Santa, Santa, al tercer llamado brinca  de la hamaca pega tres gritos: Hay, Hay, Hay mi madre, levanta los brazos y sale detrás de la Mana, quien huía del monstruo dormido y cagado del miedo, pensando que iba por la Rula.


En la Cocina maúlla un gato, Miaaaaauuuu de miedo y salta la tapia por una Ventana, la mana ya estaba sentada en una silla Made In Sampues, alii permaneció por espacio de media hora, hasta que el susto se le pasara, cuando ve que la cortina de la habitación de Santa, se va abriendo paulatinamente, se asoma una nariz chata, después toda la cabeza, venia riéndose de sus payasadas, la mana al verlo se le pasa la rabia y a esa hora se fueron de risa hasta la seis de la mañana, al tercer canto del gallo basto, montado en el palo de totumo en el patio de la casa de la Mana, mi prima hermana.

sábado, 17 de diciembre de 2016

EL REY GUAJIRO

EL REY GUAJIRO

Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Agatha, una gata de color blanco y pintas negras, llegó como Mascota al hogar de Los More, era la consentida de ese hermoso hogar, ella se podía acostar en los muebles de la casa, en la cama y hasta en el carro tenía su sitio, nadie podía sentarse en él.

Llegó Tobby, un gato callejero, zaramullo y feo y se enamoró de Agatha, de esa unión nacieron treinta y ocho, cuarenta y don Ferna, fueron creciendo al cuidado de su mamá animal y de los More, tanta fue la atención hacia ellos que Agatha se enceló y un día que la familia salió de paseo en el carro, hicieron una parada por el treinta Guajira y la madre gata se bajó se internó en los cardonales  y ni dijo adiós.

Los tres consentidos de los More, fueron creciendo a peso de leche de chiva y hoy en día son tres hermosos gatos que lo que encuentren se lo comen. Uno de esos pajaritos enjaulados como el de la vecina la cachaca, fue víctima de las garras y dientes de don Ferna, esa discordia está como corazón de quemadura, palpitando.

More, se trajo de Macho bayo un Rey Guajiro que le regalaron, es un hermoso pájaro de color rojo con copete, que canta a toda hora, su jaula está fuera del alcance de los tres gatos hijos de  Tobby el malo, como ellos hablan en un lenguaje no castellano, menos inglés o mandarina, pero se entienden.

Por las noches tan pronto se acuestan los more, comienza la segunda del noveno, don ferna el gato más cuajado y ágil, a pesar de su nacimiento arrastrando las dos paticas traseras, hoy es el rey de la casa y por su puesto le da rabias al oír, disque el rey guajiro imponente y copetón.

Escuchen mis lectores los tres gatos han hecho lo imposible por sacar al Rey Guajiro de ese hogar, él canta y canta y nadie lo entiende, le derraman el alpiste fino que le compran, le botan el agua, le mesen la jaula durante toda la noche, están tratando que los more dejen la escalera por olvido en el sitio donde lo suben al techo de la casa,  le dicen, vea primo, usted no va a llegar a viejo, o te vas o nos los comemos con ti plumas.

Aconteció que tan pronto llegó el Rey Guajiro a casa de los more, la vecina se enamoró del pájaro, ellos los more por pena y con la deuda de don Ferna, le dijeron que le iban a conseguir uno similar, eso sí que tuviera paciencia de espera porque no se consiguen fácilmente están en vía de extinción, cada uno vale millón quinientos y si cantan valen cinco millones de pesos, por eso don Ferna el gato más cuajado, lo quiere exterminar.

Se fue More masculino a trabajar y quedaron los animales y pájaro al cuidado de More Femenina, tanto te quiero Rey Guajiro, que se lo iban a regalar a Tío Mañe, que ya venía en camino a recogerlo, los tres gatos contentísimos al escuchar tan semejante propuesta, esa mañana maullaron de alegría, la more colocó la gran escalera y peldaño a peldaño subía, bajó con el Rey Guajiro y lo colocó en el piso,  se lo encomendó a treinta y ocho, cuarenta y don ferna y, se fue a buscar una jaula más grande.

Tan pronto estuvo fuera de la mira, treinta y ocho le mandó un zarpazo a la jaula dejándole una abertura, que fue aprovechada por el Rey Guajiro y tomó vuelo hacia el techo, la fiesta fue en grande, los tres gatos brincaban y le hacían guerra al pajarito, el más fino de los pájaros Guajiros, después de mi persona, cuando llegó la more, pájaro a donde, les preguntó a los gatos y estos miraron hacia el cielo raso de la casa, pegado en el bombillo de la energía estaba el Rey Guajiro, diciéndole a la More, sálvame vee, sálvame veee.

Los vecinos acudieron al llamado de capturar al Rey Guajiro, la vecina a quien don Ferna se le comió su pájaro se colocó en la puerta de entrada principal, por allí se fue el rey guajiro, el pájaro más fino de todita la guajira y el Valle. Ahora está la duda si el rey Guajiro salió con consentimiento o no de la Vecina que lo miraba con los ojos de gato, hijos del gran Tobby. Y que le van a decir a more cuando regrese del trabajo.

Libre y enamorado se encuentra el Rey Guajiro en el Cerro Pintao, en las noches se reúne con el trio de oro y la hermosa amistad de los tres monitos, cantando y parrandeando bajo la voz de Leandro Díaz y Poncho Cotes Junior, con el espejo de la Luna llena en el río Marquesote, donde llega a beber Agua bien  fría que baja de la gran Sierra del Perijá.

Agatha, se volvió montañera y se convirtió en una hermosa tigresa de la selva Guajira, olvidándose de sus hijos treinta y ocho, cuarenta y don ferna.

sábado, 10 de diciembre de 2016

EL HUESO DEL LOMO DEL TORO NEGRO

EL HUESO DEL LOMO DEL TORO NEGRO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

En la finca Palo Negro, había en sus potreros un toro de color negro azabache, viejo, lo tenían de Padrón, o sea para reproducción de la especie, pero con el tiempo el toro se engordó y ya no cumplía su tarea.

El dueño de la finca lo mandó a sacrificar y a repartir su carne entre todos los mozos de la finca y sus vecinos de alderredor. Eso sí pidió el cuero para mandar a forrar cien taburetes, cincuenta tambores de cumbia, veinte bombos, diez redoblantes y cinco aperos de sillas para caballos, vea compadre ese toro era grande.

Con el hueso del lomo del animal que media cinco metros, desde la tabla del pescuezo hasta el musengue del rabo, lo salaron y colocaron al sol por un mes, cuando ese lomo estuvo seco, que ya las moscas no lo determinaban, lo enrollaron como culebra boa y lo guardaron en la alacena donde depositaban las quinientas arrobas de queso que producía la finca, mensual.

Los campesinos de la región, sabían de la existencia del hueso del lomo del toro, la primera estrenada fue en una sopa que se hizo en la finca para alimentar a cien trabajadores que contrataron para tumbar una montaña.

Ese día la negra Adelma y sus doce hijas, más el capataz de la finca y sus mozos, se pusieron en acción bien temprano, unos arrancaban treinta matas de yuca y veinte gajos de cuatro filos, otros cortaron dos burros de leña, los otros fueron a la ciénaga a jarrear agua, y los últimos se fueron para la Villa a comparar los condimentos para el gran sancocho de hueso de rabo del toro negro.

A las diez de la mañana ya estaban los tres bindes colocados en triangulo, con las tres entradas de leña por sus lados y arriba de ellos una olla de barro rojo, boca ancha, con sus respectivos cucharones de palo y la paleta de madera para menear la olla.

Construyeron un andamio alrededor de la olla con una escalera de madera para llegar al borde e introducir el hueso, que hirvió y espumeó por espacio de cinco horas, al cabo del cual sacaron el hueso del lomo del toro negro y lo colgaron en una vara de tierra santa a mitad del sol para que nuevamente se secara.

A las doce del mediodía, una voz fuerte gritó:

Golpeeee de mano, golpeeeee de mano, ese grito en el argot campesino, ganadero y en la pesca significa: A comer, a comer.

Todos los trabajadores tiraron sus rulas y hachas, de desmontar y acudieron a almorzar.

Habían servido el almuerzo en una mesa de tabla de camajón seco, y unas bancas de listones de guarumo, de aproximadamente diez metro de longitud lineal, sobre la mesa unas hojas de plátano verde, cien totumas de calabazo, las treinta matas de yuca, una loma de arroz subido y sus respectivas cucharas de palo. Cinco frascos  con suero preparados  con ají picante, cebolla y ajo morado.

La carne, brilló por su ausencia debido a que el hueso lo sacaron de la olla y nuevamente se estaba secando al sol,  para prestarlo a los vecinos que le fueran hacer sancocho a los mozos para tumbar montañas.

Para no alargarles este cuento, el hueso del toro negro, fue tan famoso que en toda la región caribe lo solicitaban para hacer sancochos, duró más de cinco años, entrando y saliendo de la olla, de un lugar a otro, su estructura se desgastó y hoy reposa en el museo de los recuerdos de mi hermoso pueblo, “La Villa de San Benito Abad Sucre Colombia”.

Acompañado de un ciento de tabaco negro ovejero, un puño de arroz subido, una yuca mona blanca, un bagre pintao de metro y medio, un sábalo escama de plata, cinco moncholos de rio, una docena de cazabes, un pavo, una gallina criolla pescuezo pelao, un porro palitiao y tapao, tocado por la banda de música sabanera vieja de la Villa, en una rueda de fandango en la placita y, un cuento bien jalao ¡carajo!.



sábado, 3 de diciembre de 2016

MANO PECHI, HOMBRE AVENTAJADO A LAS TROMPADAS


MANO PECHI, HOMBRE AVENTAJADO A LAS TROMPADAS
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Amaneció una parranda en un Sardinel de esos de cuatro escalones, allí estaban once de los amigos del Víctor (El Pechi), él no participó en la parranda, porque su mujer no lo dejó salir, pero al día siguiente tenía que ir a buscar una malanga a la sierra porque ya estaba arrancada y se podía dañar.

Salió el Pechi en su mulo negro de la casa, a la siguiente esquina dobló hacia la casa del pretil porque escuchó la música, el bebedor sigue el sonido del picó, así como la culebra patoco blanco sigue el pun pun del hacha tumba montaña.

Allí estaban sus once amigos del alma y del ron, tan pronto lo vieron venir destaparon la botella y fueron a su encuentro, hombe mi amigo, tómese un trago, bébase otro y lo bajaron del mulo, ya estaban completos, cuando le habían dado media botella de ron le dijeron que anoche habían peleado con los Madariaga y que por él no estar allí, perdieron la pelea.

Enseguida dijo el Pechi, bueno vamos a buscarlos a ver si hoy nos ganan, hay que aclarar que esas peleas eran a puño limpio, de vez en cuando tiran bancas si iban perdiendo la pelea y no se metían los particulares, iban para el Anzuelo donde estaban amanecidos sus enemigos, el Pechi decía en su borrachera que le dejaran a Manuel Madariaga hombre de trompada firme para poner a dormir a cualquier humano.

Esperaron un rato, ya viene la gente, me voy a alistar para aporrear el mío, dijo uno, ya había pelea en el billar el Anzuelo, Cecilio Mercado ya estaba peleando en la cantina contigua, en eso el Pechi estaba sarandete así como palo de coco en mes de brisa, rezagado de la borrachera que tenía,  venia Manuel Madariaga y sin mediar palabra le metió una patada en el flanco derecho, que indefenso se fue a tierra.

En el billar tiraban bancas de madera, botellas de cervezas y todo objeto volador que tuviera peso, iban perdiendo la pelea, los doce apóstoles del ron y las trompadas,  el Pechi es nuestra salvación, aquí está un mierda en el suelo, gritó uno de los doce, porque nos van aporreando los Madariaga, en esa venía entrando Manuel Madariaga y gritó, “El Pechi uuuuuu, ya lo volteé antes de llegar, más bien corran porque voy a comenzar a tirar trompadas.

A tanta jarana en el Billar el Anzuelo, el nieto del Pechi, un borregon de catorce años fue a asomarse y los demás mirones le decían, el Pechi, el Pechi y señalaban donde estaba el hombre que más jala trompadas en la región de San Ángel, El Difícil y Chibolo Magdalena, tirado en la arena, gozando de su tercer sueño, y su esposa lo hacía llegando a la sierra cargando el mulo con los dos bultos de Malanga.


sábado, 26 de noviembre de 2016

BELLA Y MAGÍCA DURMIENTE


BELLA Y MAGÍCA DURMIENTE
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano de la Región Caribe

Como la mente humana hurga y camina dormida y despierta, en su mundo del subconsciente, un negro esclavo de la vida y el amor, llegó a tocar la puerta de un castillo encantado, insistió en sonar la aldaba de hierro fundido contra la madera de un viejo portón, hasta que alguien con voz suave y tierna de mujer, sacaba las aldabas que la aseguraban, ya voy, ya voy.

Hermosa figura angelical, creación divina, para estar en un pedestal, vio y pensó el negro sin mirar, pero ya la había visto, ella abrió una ventanita diminuta y asomó su ojo izquierdo, azul como las bolitas de cristal con que jugaba en mi niñez. Que desea señor dijo, deseo trabajar en su mansión, que sabe hacer. Siembro y corto rosas, claveles, le quito las espinas, siembro nardos y cardones, amapolas y tulipán.

En eso viene la madre de la Bella Durmiente que se desaparece, abre el portón y pregunta ¿que desea señor?, ahora no tengo nada que regalarle, vuelva mañana, el negro le dice: No señora yo busco trabajo en esta mansión, no tengo trabajo a aquí señor vivo sola y soy auto suficiente, dice la señora entrada en edad, con facciones limpias y señorial, sola?, preguntó el señor, sí sola, tengo una hija pero está dormida desde hace treinta años y no despierta, es aquella que está en esa estatua del jardín. La mente rápida y audaz del negro reacciona y dice:

Mi persona se la hace despertar, reinará en ella el amor, la felicidad y la esperanza, será el amanecer de la vida, dijo el negro, no mire mi señor aquí han llegado muchas personas y no han podido lograr ese sueño tan anhelado, ver a esa bella dama caminar y actuar, subir peldaños hasta llegar a lo infinito de la vida, ella está así porque le han marchitado su corazón, dijo afligida la hermosa señorial.

Entre señor, no lo voy a descartar, daría mi vida entera por la felicidad de la Bella Durmiente y a usted lo recompensaría con Oro y Plata, si lo llega a lograr, no mi bella señora, a mí el oro y la plata no me interesan, yo solo quiero felicidad, amor y comprensión.
Fue alojado el negro en una habitación con vista a esa hermosa estatua del Jardín, donde la luz de la luna en noches de primavera, alumbra con más fulgor, a las doce de la noche el negro se levanta y camina hacia el jardín acompañado de mil luceros, mira a todos los lados y le estampa un beso en los labios de la Bella Durmiente, como magia y encanto, revolotearon las golondrinas, las mariposas aletearon formaron un corazón, los nardos abrieron sus capullos y la bella durmiente se fue levantando lentamente, se despoja de sus mantos y se lanza en brazos del esclavo de la vida y el amor.

Como un resorte desde su cama, su madre se incorpora, aletargada por su sueño y grita: Despertó, despertó, mi hija despertó, entra a la mansión en brazos del negro y pregunta ¿Que me pasó?, su madre le dice: hija has estado durmiendo por espacio de treinta años, en espera de un beso de amor,  se sientan en la mesa del comedor, silla de honor para el Príncipe encantado, a su derecha la bella durmiente y a su izquierda la madre de ella, quien cumplió su promesa y acepto una relación libre y amorosa entre su hija, la Bella Durmiente y el negro esclavo de la vida y el amor, reinó la felicidad y la comprensión, en esas del subconsciente, suena el timbre del reloj por tres veces,  poco a poco, el negro va despertando y se encuentra tendido en cartones de ilusiones y cabeceras de ese otro mundo mágico, surreal y verdadero existente en los humanos, que lo hacen soñar con Bellas Durmientes.

“No importa el color de la piel, valen los sentimientos intrínsecos del ser humano, sus valores y virtudes para interactuar en la vida, ficción o realidad, al fin sentimientos”.


sábado, 19 de noviembre de 2016

TIMOTEO, UN GALLO BASTO, BASTO


TIMOTEO, UN GALLO BASTO, BASTO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Entre los gallos finos que cuidaba mi Bisa en el paso de los chivos, se coló un pollo grande comelón, era un huevo de gallina basta, o sea no de cría para pelear, a ese pollo había que esconderlo cuando el Blanco Pérez llegaba en su Jeep Willis modelo 53, color Rojo, procedente de Corozal Bolívar.

Allí viene el Blanco, gritaba mi Bisa, de inmediato salía una andanada de muchachos a coger el gallo basto Timoteo, ese nombre lo sacaron de una predica del Padre Mamú, el párroco de la Iglesia en ese tiempo, a Timoteo lo metían en un guacal, hasta que el señor Pérez se iba de la finca gallera.

Los sábados apartaban los gallos finos que se encontraban en mejores condiciones para pelear el día domingo, en cualquier gallera del país, Timoteo lo habían motilado al estilo gallo fino, una estrategia de mi Bisa con el fin de camuflarlo entre los finos finos, esos que no permitían que un humano se les acercara, porque lo levantaban a picotazos.

Ya cuando llegaba el señor Pérez, no había que esconder a Timoteo, al contrario el Blanco se enamoró de ese gallo canillón de pescuezo rojo como el de mi suegro y, llegó el día en que faltaba un gallo para pelear y señalaron a Timoteo “Ese dijo el señor Pérez”, mi Bisa cambio de color y se le levantaron las espinas que le cubrían la cabeza, hombre Blanco está todavía muy pollo, déjelo unos meses más, no Manuel Vicente es ese.

Llegaron a la Gallera con los huacales de gallos finos cantando, el único que no cantaba era Timoteo, creo que iba asustado pero no miedoso, criado con maíz cariaco y tomas de Mejoral en agua dulce, va de primero dijo el señor Pérez, sacó mi bisa de su mochila secreta dos calzas pequeñas, hizo su trabajo, cuando los fueron a confrontar en el centro de la Gallera se formó el alboroto que ese gallo era basto, mandaron a buscar a una enfermera para que le sacara la sangre y ellos determinaban si era basto.

Cuando la enfermera iba con el tarrito de sangre de Timoteo, de la carpa gallera salió una mano que la jaló, era su jefe político que había apostado a favor de Timoteo, le dieron un rollo de billetes de cincuenta centavos y le cambiaron el tarro, la prueba era negativa, ese gallo era fino, de la cuerda de los españoles Andaluz que vinieron de gitanos a echar la suerte, pelear gallos y comprar caballos. De todo esto el Bisa no supo nada porque el solo sabía entrenar gallos de pelea, fueran bastos o finos.

Estaban en juego miles de pesos en apuestas, a regañadientes aceptaron los contrarios la pelea, pero era la palabra de un gallero la que valía aquí y en la Conchinchina, carearon  los gallos, gritaron del centro de la valla, “Pelea”, Timoteo que era un gallo un poco payaso, salió corriendo y se le entrepierno a mi Bisa. La multitud gritando es basto, es basto, en eso sonó en las gradas la banda vieja de la Villa, mi Bisa le habló al oído a Timoteo, este con la cabeza decía que sí, nuevamente al centro del Cuadrilátero que era redondo, Timoteo cogió al fino por el cuello con el pico, le dio cuatro vueltas y lo soltó, repicándose contra la valla de madera de camajón, no se levantaba, Timoteo miro al Bisa, este le hizo seña que fuera por él, nuevamente lo cogió con el pico por una pata, le dio cinco vueltas de campana y en la última le clavó las dos espuelas en la cabeza y adiós gallo fino.

Se repartieron las ganancias de las apuestas, les querían comprar a Timoteo por un trueque de cincuenta novillas, más cien gallos finos, pero no fue aceptado por parte del señor Pérez, él sabía que su gallo no valía tanta plata canjeada.

Tan pronto llegó mi Bisa a la finca el paso de los chivos le dijo a mi Bisabuela que preparara una olla con agua hirviendo que Timoteo no iba más, un cerdito amigo de Timo, escucho con sus dos orejotas y le avisó a Timoteo, este habló con sus hermanos gallos finos e idearon un plan de fuga, el uno soltaba al otro con el pico donde estaban amarrados de una pata, ese día hubo una fuga de gallos finos y Timoteo llegó al camino real, cogió la Chiva la Melón y no regresó más.


Dicen que se fue para Venezuela, las malas lenguas hablan en el pueblo, que en tiempo de fiesta, llega un tipo con cara de gallo, se va para la Rancha a beber cerveza y cuando ya está picao comienza hablando de Chico, conchaleee vale, coño madre. 

“Será Timoteo”?.

sábado, 12 de noviembre de 2016

UN VEHÍCULO EN REVERSA


UN VEHÍCULO EN REVERSA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe


De las fincas Industrializadas Durania, Aseleco, Clara Alicia, y Boca e Tigre, salía la plata que le mandaban a Jassir el hijo único del Patrón, un muchacho con plata, loco y creativo, quien se encontraba en Europa estudiando una carrera a fin con la Agricultura, la Ganadería y la Industria maderera, puntal de lanza y vanguardia de las ganancias en exportaciones hacia otros países.

Las más modernas máquinas para pulir la madera y auto suficientes en talleres de arreglo de tractores y vehículos al mando de los hermanos Pichón de Barranquilla, mecánicos de reconocida trayectoria, sacados del corazón del Boliche.

Después de cinco años de estudio regresó Jassir a casa, al día siguiente su papá lo mandó a la finca Durania para que aplicara todos sus conocimientos, aprendidos en su carrera, lo primero que hizo fue reunir a los trabajadores del taller para exponerles la idea loca de hacer un carro de madera que no se atollara en las lagunas de agua de los caminos, así no tener inconvenientes en sacar la madera de las montañas, cosa que les gustó a los hermanos P. Eso sí era sin el consentimiento del Patrón Principal.

Carlitos Pérez era el hombre encargado de escoger la madera y manejar el carro, su trabajo en las finca era de tractorista, con una experiencia de más de veinte años, se dispuso a internarse en la montaña con cinco hombres más, lo primero que hicieron fue hacer un tambo, con el fin de no ser devorados por los tigres que merodeaban ese sector, a diez metros de altura y bajo un invierno pertinaz hicieron la troja, nadie hizo el control de calidad y a media noche cuando todos dormían Carlos oyó el ronquido de tigre detrás de su oreja, abrió su ojo derecho, se sobó el izquierdo levanto su cabeza y adivinen, cinco tigres debajo del tambo, tratando de subirse a comer carne humana.

Cogió su escopeta balín cero y disparó a oscuras, los dormidos despertaron, corrían de un lado a otro, allá a diez metros del suelo, los tigres se espantaron y corrieron a un mismo lugar, con tan mala suerte que se llevaron por delante uno de los cuatro postes que soportaban el peso del tambo, este se vino al suelo y le cayó a los tigres que luchaban por salirse y escapar.

Después de ese suceso cortaron la madera y retornaron a la finca, los mecánicos se pusieron a la tarea de armar el carro, Jassir se fue a la capital, realizó unas llamadas al exterior y en treinta días calendarios llegaron unas cajas dentro de un container al puerto de Barranquilla. Vía marítima.

Con todo el equipo y herramientas necesarias Jassir con su destreza y los mecánicos duchos, armaron el carro, con carrocería de madera, timón a la derecha y potencia en sus motores, Carlitos, el tractorista hizo la prueba de encendido, todo bien, rugía más que los tigres de la montaña, con decirles que los tigres se desaparecieron.


El problema surgió al colocarle el cambio de primera para desplazarlo, el famoso carro fabricado en los talleres de mecánica de la finca Durania en el sector de Copey Cesar, solo se desplazaba hacia atrás, desarmaron la caja y esta estaba armada con los piñones al revés, no sirvieron la experiencia de los hermanos pichón y los cinco años de estudio de Jassir, para volver a armar al derecho la caja de piñones del Vehículo.

Se resignaron a que el carro anduviera en reversa y manejado diestramente por el tractorista, la sensación cuando salía al pueblo a buscar provisiones y manejaba de espaldas, todos lo llamaron  El Canadá, por sus emblemas de motor.

sábado, 5 de noviembre de 2016

LOS DURMIENTES DEL FERROCARRIL, DON JUSTO Y DON PERFECTO CABALLERO



LOS DURMIENTES DEL FERROCARRIL, DON JUSTO Y DON PERFECTO CABALLERO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe

En la Segunda mitad del siglo pasado, casi todos los sabaneros, bajeros del Magdalena, Sinú y del San Jorge, tan pronto se acababa la pesca, alistaban su maletín, afilaban la rula y se disponían a partir para las distintas partes donde había trabajo, lugares como Venezuela, Codazzi Cesar, San Diego,  El Copey, Los Braciles, Becerril, Fundación y toda esa región algodonera y Bananera.

Nataniel un hombre moreno, bajito, con vises de atleta de tanto jalar chinchorro, tumbar montañas a hacha y machete, era el jefe, el contrataba y su cuadrilla de diez hombres ejecutaban a la perfección cualquier trabajo que se les presentaba.

Salían juntos del pueblo y juntos regresaban, no se quedaba nadie, la plata ganada se la repartían por igual y lo que era con uno, también era con el otro, el que intentaba salirse de las consignas establecidas, se enfrentaban a la manopla humana del Jefe Nataniel. Cuando llegaba el mes de octubre, se miraban los unos con los otros y cuando el primero empacaba sus corotos, todos lo hacían, ya el jefe había hablado con el blanco para que los liquidara.

Don Carlos Restrepo Contratista del Ferrocarril del Magdalena, para hacer la carrilera del tren, se encargaba de cortar y colocar los Durmientes de madera por donde transitarían los vagones, todo el semestre de Mayo a octubre la cuadrilla de Nataniel trabajando, jarreando y colocando durmientes, trozos de madera fina que soportarían un riel de hierro y el peso del tren.

El día de la liquidación ya cada uno de los trabajadores sabia cuanto de dinero recibirían en pago, llega don Carlos y le entrega un cheque a cada uno por el valor ajustado y con aquella tranquilidad les dice: Bueno muchachos gracias por su trabajo, los espero el año que viene, aquí tienen su paga para que lleguen al Almacén Pintoso en Fundación y lo hagan efectivo, Nataniel le contesta, Blanco y si lo cambiamos en el Banco, don Carlos le dice, no mijito como vas a ir tan lejos a cambiar esos cheques, cuanto se van a gastar en pasajes de aquí al Banco Magdalena.

Ya así las cosas no pintaban bien, pero sin embargo fueron al almacén el pintoso y tuvieron obligados a comprar una docena de camisas, tres pantalones mínimos y un par de abarcas Sabaneras para cambiar los cheques, sabe quién los atendió, Don Carlos Restrepo el Contratista de los Durmientes del Ferrocarril, era el dueño del almacén, además los cheque estaban posfechados para hacerlos efectivos los diez primeros días del siguiente año.

Don Justo y Don Perfecto Caballero, hombres de la ganadería y la siembra de algodón en la región del Magdalena, tenían un contrato de suministros para sus haciendas con el Almacén Valla y Venga, su propietario un señor de apellido Pitre de la alta guajira, buenas personas los dos Caballeros y don Pitre como lo llamaban, el encargado de despachar y recoger el valor de las facturas era Juan Pabón, un hombre de armas tomar, malgeniado y pleitisco.

Lo mandó el jefe a la finca de los Caballeros con tres facturas que sumaban un dineral, producto de suministros entregados hacían tres meses, hay un dicho mal dicho que dice, si no me cobras no te pago, eso les paso a los algodoneros por sus múltiples quehaceres, llegó Juan a cobrar las facturas donde  don Perfecto y don Justo Caballero, le dijeron a Juancho que ellos pasaban el fin de semana por el almacén y que con mucho gusto cancelarían las facturas, que le saludaran a Don Pitre.

Cosa que no le gustó a Juancho Pabón, porque si le pagaban a él, se ganaba el 10% del valor de las facturas y al verse sin ese dinero se le vino la sangre a la cabeza y con un tono airado vociferó, quebáaa, ustedes, ni son Justos, ni son Perfectos, menos Caballeros, montó en su caballo alazán y se fue rabiando.


domingo, 30 de octubre de 2016

EL VENADO ENGRAPADO, EL TIGRE AL REVÉS Y UN VIAJE DE GALLINAS.

EL VENADO ENGRAPADO, EL TIGRE AL REVÉS Y UN VIAJE DE GALLINAS.
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe


De los tantos cuentos que nos refería ese hermoso viejo en la ronda de la placita, después de ocultarse el sol y entregarle el turno nocturno a la brillante luna, acompañada por millares de luceros, nosotros los niños, jóvenes y adolescentes, bajo la inocencia de la época, siempre pendientes al desprendimiento de uno de los luceros, para decirle con mucha alegría Dios te guíe, se me vino a la memoria presente, estos tres cortos cuentos.

Rufo, solía salir todas las tardes armado de una cauchera y cincuenta piedras chinas, dos docenas de grapas y un martillo dentro de su mochila de fique, con el fin de cazar animales para su supervivencia y la de su familia, lo demás, para arreglar los portillos de su parcela, cuando el Toro de Magín, se embellacaba y se pasaba en busca de sus tres vacas parceladas.

Esa gran noche entre oscuro y claro y fuera de lo natural, al frente y a la distancia se le venía en carrera un Venado grande de cuatro cachos, ojos marrones brillantes, barba espesa y orejas grandes, tiempo suficiente para sacar la cauchera y dos bolos de piedra y acorta distancia le puso la mira telescópica en el centro de la frente, sitio mortal, estiró la cauchera ochenta centímetros por sobre de su pecho, cerro el ojo izquierdo y con el derecho justo al punto mortal.

Siguió el Venado después de ese tiro y con más brío se acercaba a él, por segunda vez el tiro certero con la piedra dio en el blanco, allí Rufo se dio cuenta que esa cauchera no era el arma de caza para ese gran Venado, sacó una grapa de la mochila y justo cuando el venado venía pegado a una ceiba grande disparó la grapa y sin más recursos el golpe le prensó la oreja izquierda contra la bonga y quedo grapado. Al verse perdido el venado le habló a Rufo, rogándole que lo dejara libre y prometiéndose no hacerlo más.

Ese mismo Venado que le incumplió su palabra a Rufo, se le apareció en forma de Tigre, con lo que no contaba era que a Rufo, no se lo brinca un chivo, menos un tigre, le salió de la manigua, no dándole tiempo a sacar su cauchera, menos los bolos de piedras, y se le abalanzó, Rufo le atravesó el martillo en la boca del tigre, metió su mano llegó hasta el rabo y con su pierna derecho lo sujeto bien y jaló y jalo, hasta que el tigre quedó como cuando la ropa se lava al revés.

Y por último, decía mi hermoso viejo, que una vez lo contrataron para que trasportara como viaje de ganado trescientas cincuenta gallinas ponederas, de la orilla de la ciénaga a un corregimiento en las faldas de la montaña, aproximadamente quince kilómetros.

Como era una gran burla a su oficio de vaquero, Rufo le dijo al blanco que con mucho gusto, que por ese trabajo debería darle  su hija como esposa más un dote de un millar de pesos, el blanco casi se ahoga con una pepa de mamón que se estaba chupando, pero el reto le gustó, solo pensaba como iba a vaquear esas gallinas.

Rufo esperó la noche, enguacó las gallinas y a las nueve en punto pasado meridiano llegó el capitán Arrieta en su avioneta “La Avispa” y en menos de lo que canta un gallo, estaban las trescientas cincuenta gallinas en el sitio.

A cumplir su palabra llegó el Blanco de mano de su hija al altar de Dios, que ya no era blanco porque tenía que entregar a su hija, menos  un millar de pesos que se le salieron por querer humillar a Rufo, un trabajador de campo, que en vuelta de diez años era el hombre más rico de la región y con diez hijos de la unión de Blanquita, la hija del Blanco. 

El pensamiento de ese anciano ronda permanente por su cabeza, “Como hizo Rufo para transportar esas gallinas, sin dejar rastros o huellas de ellas”.


sábado, 22 de octubre de 2016

RUSPECTO “EL CONEJO TRAVIESO”

RUSPECTO “EL CONEJO TRAVIESO”
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Aminón era un conejo de color gris, que unos gitanos trajeron consigo del viejo mundo, ellos lo tenían depositado en una jaula de dos por dos m2, lo que no supieron jamás los gitanos era que Aminón hablaba y escuchaba todas sus conversaciones y por las noches se escapaba de su jaula a comer zanahorias en una huerta cerca donde ellos tenían su carpa.

Una de esas noches, Aminón se encontró con una manada de conejos traviesos que lo convidaron para que hiciera parte de ellos, sobre todo por su color y le encomendaron la misión de conquista a Noni, la más bella de las conejas, para que le cogiera raza, tarea que fue fácil a los pocos meses estaba preñada Noni de Aminón el conejo extranjero.

A esas el conejo se escapó de la jaula y se volvió cimarrón, como no hablaba el idioma Castellano pasó trabajo los primeros meses de estar en el monte, pero al anuncio de que iba a ser padre la confianza entró a su cuerpo y comenzaron a brotar de su boca palabras castizas.

Nació un hermoso conejo al que por unanimidad fue llamado Ruspecto, el nombre de su tatarabuelo materno, de la cabeza hasta la mitad del cuerpo era su color blanco y el resto gris, cuando ya Ruspecto creció y aprendió a defenderse solo, se le presento una noche un conejo viejito que sus barbas le llegaban al suelo y le dijo que le pasaría sus poderes para que se defendiera de los humanos sus perores enemigos.

Ya lo habían visto y lo llamaban el conejo de dos colores, era un blanco perfecto para darle caza, lo que no sabían los humanos de Ruspecto, eran sus travesuras, ninguna piedra tirada con cauchera o resortera daba en su cuerpo, las flechas se torcían, se desaparecía y aparecía en otro lugar, con una barita les hacía cosquillas en las orejas a los humanos.

Entrada la noche, salió una brigada de humanos con jaulas, trampas, resorteras, piedras palos y todo elemento de caza, la misión era darle muerte a Ruspecto, el conejo travieso, toda la noche estuvieron batallando con Ruspecto, hasta que se les terminó la munición de piedras, palos, les desarmaba las trampas, los hizo perder el rumbo a casa, hablaban en otro idioma y deambulaban por la manigua.

A los dos días de haber salido los humanos en busca de Ruspecto el conejo travieso, fueron vistos en los playones, comiendo barro y bebiendo agua llovida en las pisadas del ganado, traídos al puesto de salud, donde solo decían Ruspecto, allí está Ruspecto, y señalaban a un cuadro de una enfermera colgado a la pared,  que con su dedo los mandaba a callar,  “Ruspecto el Conejo travieso”, hijo de Aminón el conejo Gitano y Noni, la coneja criolla más bella de las Conejas.


martes, 18 de octubre de 2016

YA SE VA JUANCHO

YA SE VA JUANCHO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe


Reviviendo el Acervo Cultural de las Sabanas de Aguas Blancas, Valencia de Jesús,  la tierra del gran Maestro Calixto Ochoa Campo y Pueblos del Magdalena, me permito narrar el Cuento de “ya se va Juancho”, un hombre muy popular, querido por su pueblo que lo vio nacer y crecer, como casi todos los Aguas blanqueros que han llegado a estás Sabanas llenas de Algodón, buscando mejores horizontes de vida, progreso y familia.

Juancho decidió irse del pueblo y se regó la bola una semana antes de su partida, por donde quiera que pasaba le lanzaban la pregunta “¿Es verdad que te vas Juancho?”, que te hemos hecho en el pueblo para tomar esa radical decisión, él con un movimiento de cabeza afirmaba el sí, pero a la vez se le salían  las lágrimas, en ese orden le rogaban que no se fuera, que el pueblo lo quería mucho, les iba a hacer falta para que los hiciera reír con sus cuentos y chuscadas.

Ya el día cero de irse Juancho estaba fijado, sus vecinos organizaron la despedida y contrataron dos Bandas de Música Sabanera, un día antes en la tarde hicieron su entrada triunfal y recorrieron las dos calles, recogieron los puercos, los perros y las minas ensucia chancletas, para que no estorbaran, los pelaos de esa época a pies descalzos y sin camisa iban detrás de las Bandas y a Juancho lo llevaban  cargado en hombros dándole vivas, los totes o voladores surcaban los cielos y caían en la ciénaga después de alcanzar su fuerza 0.

A las 18:00 horas, situaron a la Banda 12 de Octubre de Caimito en la puerta de Juancho Dávila y la Banda de Manguelito al frente, donde su mejor amigo, sonaron toda la noche intercaladas, el ron caña ya hacia su efecto, el fandango mueve polleras y las espermas quemando manos duró hasta las seis de la mañana del día siguiente, a esa hora Juancho bajo una borrachera se alistaba para salir del pueblo que lo vio nacer, vociferaba que tenía 60 vestidos de paño entero, dentro de su escaparate de madera tolua roja, pero a Aguas Blancas no llegaron, por último se despidió de sus paisanos: “Adiós adiós, ya me voy a despedir, las piedras llorarán sangre y el Sol no quiso salir”:

Para no alargarles el cuento a Juancho sus paisanos se resistían a dejarlo partir, tuvieron que sacarlo por la puerta falsa y dirigirlo en caballo hasta un sitio clandestino donde lo esperaba una canoa con Johnson fuera de borda, así llegó Juancho Dávila a Aguas Blancas Cesar Colombia, en la calle del Barranquillero donde echó raíces y regó su familia como la verdolaga. Al igual que en su pueblo de nacimiento, sus vecinas, Los Narváez, su amigo entrañable El Negrito Narváez, Geraldito Salas la señora Fidelina y todos sus paisanos, aquí también todos lo queremos y lo recordamos con mucho amor.


MARROCO VALDEZ, UNA LEYENDA AGUASBLANQUERA

MARROCO VALDEZ, UNA LEYENDA AGUASBLANQUERA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Como la mayoría de los habitantes de las Sabanas de Aguas Blancas y Valencia de Jesús, por su vocación algodonera y finquera, de un día para otro llegaban forasteros en las chivas Cosita Linda y allí se quedaban, ese fue el caso de Marroco Valdez, un afrodescendiente, nacido en la región del Bolívar grande, que con su sonrisa se fue ganando el cariño y aprecio de los habitantes de la región, eso sí, Marroco demostró que le gustaba el ron caña.

Era Mantero, garrochero y torero, tiraba machete y trompadas cuando lo provocaban, se instaló en la finca GUAPANGO, de propiedad de Baldomero Quintero, un hacendado de Villanueva Guajira, los fines de semana entraba al pueblo de aguas blancas y hasta que no se gastaba el último centavo de su paga, no se iba del pueblo.

Salió Marroco de la Finca a Aguas blancas y de allí hasta el Valle, recibió su paga en efectivo y cuando la fue a meter a la cartera no tenía la Cedula, se le había quedado en la finca Guapango, se embarcó en la Chiva Cosita Linda hacia aguas blancas, donde le daría rienda suelta al ron caña.

Cuando iba llegando a la caja de ahorros, la chiva que venía de María Angola le hizo señas al otro conductor, sacó la mano por la ventana y los dos se pusieron a conversar, el que venía de María Angola le dijo al otro, ten cuidado que en aguas blancas hay unos policías muertos en la carretera, Marroco se alertó y dijo: Hombre precisamente hoy que no traigo cedula y comenzó a maquinar el cerebro, ahora lo mínimo es que estén requisando y como no llevo cedula me ponen preso, me llevan para las catorce ventanas y ni quien me saque de allí.

El miedo se apoderó de él, mando a parar la chiva y se bajó frente a la finca caja de ahorro, se cruzó el alambre de púa dejando un cuarto de camisa enganchada, reventó  potrero y fue a dar a caminos vecinales y llegó a la finca guapango con la ropa destrozada y puyado del bejuco rabo de Iguana y de la salsa pela polla.

Los compañeros de la finca le preguntaron porque venía así reventado y que con quien pelasteis, entonces Marroco les contó que en Aguas blancas había una mortandad de policías en la carretera, sus amigos de parranda se miraron y soltaron al unísono una carcajada, llena de burla y lo señalaban, le dijeron noo Marroco fue que colocaron unos resaltadores para bajarle la velocidad a los vehículos cuando pasan por el pueblo.


Hombee Melito, Wii, Rafa y tío papi, ese si es perder el tiempo, contestó Marroco y se tiró el trago al fondo del Galillo y soltó su risa característica de hombre feliz.

sábado, 3 de septiembre de 2016

MARROCO VALDEZ, UNA LEYENDA AGUASBLANQUERA

MARROCO VALDEZ, UNA LEYENDA AGUASBLANQUERA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Como la mayoría de los habitantes de las Sabanas de Aguas Blancas y Valencia de Jesús, por su vocación algodonera y finquera, de un día para otro llegaban forasteros en las chivas Cosita Linda y allí se quedaban, ese fue el caso de Marroco Valdez, un afrodescendiente, nacido en la región del Bolívar grande, que con su sonrisa se fue ganando el cariño y aprecio de los habitantes de la región, eso sí, Marroco demostró que le gustaba el ron caña.

Era Mantero, garrochero y torero, tiraba machete y trompadas cuando lo provocaban, se instaló en la finca GUAPANGO, de propiedad de Baldomero Quintero, un hacendado de Villanueva Guajira, los fines de semana entraba al pueblo de aguas blancas y hasta que no se gastaba el último centavo de su paga, no se iba del pueblo.

Salió Marroco de la Finca a Aguas blancas y de allí hasta el Valle, recibió su paga en efectivo y cuando la fue a meter a la cartera no tenía la Cedula, se le había quedado en la finca Guapango, se embarcó en la Chiva Cosita Linda hacia aguas blancas, donde le daría rienda suelta al ron caña.

Cuando iba llegando a la caja de ahorros, la chiva que venía de María Angola le hizo señas al otro conductor, sacó la mano por la ventana y los dos se pusieron a conversar, el que venía de María Angola le dijo al otro, ten cuidado que en aguas blancas hay unos policías muertos en la carretera, Marroco se alertó y dijo: Hombre precisamente hoy que no traigo cedula y comenzó a maquinar el cerebro, ahora lo mínimo es que estén requisando y como no llevo cedula me ponen preso, me llevan para las catorce ventanas y ni quien me saque de allí.

El miedo se apoderó de él, mando a parar la chiva y se bajó frente a la finca caja de ahorro, se cruzó el alambre de púa dejando un cuarto de camisa enganchada, reventó  potrero y fue a dar a caminos vecinales y llegó a la finca guapango con la ropa destrozada y puyado del bejuco rabo de Iguana y de la salsa pela polla.

Los compañeros de la finca le preguntaron porque venía así reventado y que con quien peleasteis, entonces Marroco les contó que en Aguas blancas había una mortandad de policías en la carretera, sus amigos de parranda se miraron y soltaron al unísono una carcajada, llena de burla y lo señalaban, le dijeron noo Marroco fue que colocaron unos resaltadores para bajarle la velocidad a los vehículos cuando pasan por el pueblo.


Hombee Melito, Wii, Rafa y tío papi, ese si es perder el tiempo, dijo Marroco y se tiró el trago al fondo del Galillo y soltó su risa característica de hombre feliz.

sábado, 27 de agosto de 2016

EL SUEÑO POR EL DINERO

EL SUEÑO POR EL DINERO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Todas las mañanas antes de que el gallo basto que se encontraba montado en el palo de totumo, marcara las cuatro de la mañana con su reloj biológico, Kico  ya había maquinado las actividades, metas, proyectos y soluciones a la vida que pondría en marcha al día siguiente.

Esa noche en particular, comenzaron a fluir soluciones a los inconvenientes de la vida, el que más le llamó la atención fue la de una mesa rustica de seis tablas de cativo que tenía en su comedor, que a la hora del golpe de mano, estaba llena de pescado frito con yuca harinosa, ella a esa hora de la noche no le cabían  las pacas de billetes de a cincuenta mil pesos, billetes emitidos y moneda corriente activa en el comercio.

A esas, se le vino en mente un familiar lejano que tenía a quien no conoció por las distancias de tiempo y lugar, a quien investigo sus historias, sus hazañas de vida, quien más podía traer a su vivienda tanto dinero?. Listo solucionada la vida familiar se dijo, con mucha prudencia cavó un hueco en la sala de su casa y depositó tan semejante cantidad de dinero forrado en polietileno, resistente a la polilla, el comején y la avaricia del humano.

Durante un largo tiempo permaneció el silencio y el dinero depositado, hasta que el capitán un perro sabueso entrenado en la policía para detectar valores, comenzó a ladrar y a cavar, su dueño el vecino retirado de la milicia, lo miró y dijo caramba vecino que tiene enterrado allí, desembuche. Ni su esposa con todo lo sabueso que es ella sabía del dinero, el perro insistía en ladrar y cavar en el sitio.

Situación que lo puso nervioso y de una le cambió la conversación al vecino agarró el perro por el cuello y los condujo afuera de la calle, su esposa lo codeaba y decía, mijo kico que te pasa, él balbuceaba y le contestaba, el dinero, el dinero, el perro, el perro y nuevamente se quedó dormido.

Al día siguiente, cuando se levantó su esposa le llevó el tinto o café negro a la cama como de costumbre, allí le lanzó la pregunta del millón, de que dinero me hablabas anoche, y cual perro, cuéntame de ese dinero, con un poco de incomodidad le dijo no has visto la mesa de comedor taquiaita de billetes de cincuenta mil pesos moneda colombiana.

Ella le contesto: No allí no hay nada, está es la sala escarbada como si un perro sabueso hubiera sacado un tesoro, vea Kico voló de la cama y exclamó con rabia, nojodass el perro del vecino sacó los billetes, cogió el revolver calibre treinta y ocho los cincuenta cartuchos indumil salió a la calle y ya le estaba reclamando al vecino por su plata, por la que los humanos se hacen matar y matan a los demás seres con razón y sin razón de ser. 

Observó de frente a la distancia la silueta humana de su lejano primo, riéndose de los pensamientos y sueños, fuera de lo común.


sábado, 20 de agosto de 2016

LA DE LA TANGUITA ROJA

LA DE LA TANGUITA ROJA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe

Despuntaba el día D, para la operación de los ojos de Chucho Palma, un joven que casi no veía y era el hazmerreír en su colegio cuando lo sacaban al frente a leer la cartilla número cuatro, la última de las tres que traía el diccionario enciclopédico de Bruño, el Peruano en el siglo pasado, no es por alabar el currículo educativo  anterior, pero el que daba la número cuatro, aprobaba el sabor de la regla de madera y el perrero el cuatrimotor, estaba listo para la sociedad, la familia y personalmente.

Chucho había entrado a la U. con sus dificultades de la vista, con la idea de programarse su cirugía de lentes intraoculares, lo mejor de la moda en la época, cuatro horas duró la cirugía, ocho días vendado y ansioso de ver mejor y de una vez por todas salir de ese bulín de sus compañeros y compañeras de estudio.

Cuando fue a la primera consulta, después de operado, en sus manos llevaba el libro de derecho romano, uno de sus preferidos y más difícil de leer, esa era la prueba de que la operación fue un éxito, y sí, comenzó a leer nítido: 

IUS: Voz latina que dieron los romanos al derecho en sentido objetivo y subjetivo. TRIA IURIS PREACEPTA: Los tres conceptos del derecho romano. HONESTE VIVERE: Vivir honestamente. ALTERUM NON LAEDERE: No dañar a otro. FAS: Normas religiosas. IUSTITIA: Justicia. IUS PUBLICUM: Derecho Público. IUS HONORARIUM: El Derecho de los magistrados. 

Muy entretenido estaba Chucho con su diccionario romano cuando la Secretaria del médico le  interrumpió la lectura, la tenía al frente de él,  notó que a la secretaria del doctor a pesar de tener la bata de medico puesta, podía ver el color de su pantaleta, cerró los ojos y volvió a enfocar a la Secre, era una realidad, quedó bien operado.

Chucho estaba listo para seguir comiendo libros, una pasión desde niño, él sabía que debía aprovechar su juventud para educarse, ser una persona de bien y demostrarse el mismo cuánto valen los sacrificios, mientras sus hermanos se quedaban con medio bachillerato, indispuestos a enfrentar la vida.

Fue recibido por sus compañeros de la U. con las mismas burlas, que ahora si veía doble, que bueno para hacer los exámenes y ayudar a sus amigos de grupo y más, como se encontraban sentados en la cafetería de la U. le dijo a cada una de sus compañeras que se levantaran de las sillas donde estaban sentadas y a cada una de ellas les adivinó de qué color tenían sus pantis: Pepa Blanca, Matilde, amarilla, Ella verde, Sofía negra, María roja, Toña sin color.

Se formó un remolino de dudas y en eso venia la Profesora de Procedimiento Penal, una de las más cuchilla en clase, o estudiabas o te quedabas rezagado en su materia, con decirles que habían alumnos repitiendo la materia desde hacía cuatro semestres atrás, traía una falda estampada, con picos largos y cortos, acompañada de unos zapatos tacón altos de color rojo y un bolso de cuero de chivo muerto también rojo, muy elegante, preguntó que festejaban que todavía no había calificado los exámenes y que entraran a clase.

Matilde, la más avispada y la que hablaba por los demás alumnos, le dijo al oído, que Chucho adivinaba de qué color tenían las mujeres los pantis, ella la profesora dijo, no seas tan ingenua Matilde, eso no puede ser, a lo que contestó la alumna, se somete seño, porque no, contestó. Chucho que ya había mirado con sus lentes intraoculares incrustados en la órbita de sus ojos, con su mente tan adelantada le dijo: seño si le adivino me pone un cinco en el examen que le debo, si no me coloca un uno.

Atractiva la apuesta con la seño, y comenzó a cantar ese pegajoso merengue que puso a bailar a la juventud en la década de los noventas. “La de la tanguita roja, la de la tanguita roja”, sus compañeras bailaban y aplaudían,  la maestra dio media vuelta y dijo, al salón de clases”, desde ese día todas las compañeras del salón de clases del cuarto semestre de derecho, las profesoras y femeninas, le caminaban a Chucho de a medio lado.



sábado, 6 de agosto de 2016

EL STORNUDO DE VACA

EL STORNUDO DE VACA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe


En la finca Flor de Cataca, vivía Antonio en compañía de sus padres Micaela y Joselito, este último le sobraba el dinero, pero lo administraba su hijo Antonio, con la siembra de Sorgo y Maíz vivían cómodos, además en sus fincas pastaba mucho ganado.

Micaela tenía una hermana llamada Erika, un día se encontraron en el pueblo y compartieron  almuerzos, Micaela le decía a su hermana que Toño su hijo había vendido su carro Foo y que en remplazo se iba a comprar un gran carro fino de nombre Stornudo de Vaca, Erika una mujer letrada, se quedó atónita al oír tremendo cambio que pretendía hacer su sobrino, vender un carro para comprarse un Stornudo de Vaca.

En esos momentos entra Antonio al restaurante donde estaban las dos hermanas conversando y les dice mamá, tía ya compre el Studebaker modelo 53, vengan a verlo.

Ese mismo día,Micaela le ofrece una compra a su hermana que vivía a pocas cuadras del supermercado donde se encontraban, un bulto de Arroz, un bulto de Azúcar, una caja de panela ceciliana, los condimentos, la yuca, el plátano, los limones, las verduras o revueltos y otras cositas más. Porque a decir verdad en la ciudad todo es comprado, mientras que en las veredas y parcelas se siembran alimentos para cosechar y ser auto-suficiente, así el dinero rinde y se puede guardar en las ollas de barro enterradas en los patios.

El tendero conociendo a su vecina Erika, manda los bultos de compra en un Jeep Willis de color azul modelo 1957, pero en estos tiempos donde la tecnología arrasa y atropella a muchas personas, al conductor le entra una llamada en su celular y en vez de frenar, asegurar el cambio de su vehículo, siguió su marcha y contestó aló, quien allá, acá hablo yo.

No se dio cuenta  donde fue que bajó la compra porque discutía por celuar con su mujer, que lo tenía sudando y con la frente que relumbraba de la rabia y la calor de este hermoso sol que alumbra con sus baterías al máximo en nuestra querida costa caribe colombiana.

Ya cansadas de farolear por las calles y cayendo el sol al poniente, las dos hermanas se despidieron con fuerte abrazo, Erika le dijo a su hermana Micaela que muchas gracias por la compra que le regaló, cada una cogió camino, al llegar a casa Erika pregunta por la compra a su esposo, su hija y nuera y ninguno da razón. Al día siguiente bien temprano se fue al supermercado a ver dónde fue que llevaron la compra.

Mandan a buscar al conductor del Jeep Willis y este los lleva donde el creyó que había dejado los bultos, no aparace la compra, pero como siempre hay unos ojos que ven, un joven de 12 años, se acerca y les dice en voz baja, cuanto me dan y les digo donde están los bultos.

Imagínense, la compra de Erika la repartieron dos vecinas de ella, aduciendo que no sabían que esa compra era de su vecina, para no alargarles el cuento, le devolvieron una parte, el supermercado le envió de nuevo a Erika la compra ahora se la están descontando al que contesta por el celular: “Acá hablo Yo”.


Antonio el hijo de Micaela le da pena cuando su mamá habla del Stornudo de Vaca, su nuevo Vehículo. No mamá es Studebaker, ella le contesta eso mijo.