EL GATO RATERO (Anécdota Familiar)
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Región Caribe
En casa de la Prima Mana,
vivía Santa, un muchacho bravo con los puños, pero cobarde del miedo, más en
horas de la noche, su prima en horas del día le dijo Vee Santa tu sabéis que
esta casa la habitamos tu y yo porque las muchachas están pequeñas y el Mono
está por fuera, tu eres el hombre de la
casa y por lo tanto debes responder con carácter y Bravura a cualquier intento
de meterse algún ratero a la casa.
Hombe Mana como vas a dudar de
mí, vea el que intente meterse tú lo agarras por la mano y yo con esa rula le
mocho el brazo, abro la puerta y lo vuelvo picadillo, la Mana se quedó viéndolo
y dijo entre pensamientos bueno estoy respaldada, no hay nada que temer, Santa
dormía en una hamaca en la tercera habitación de la casa y, la Mana en la
primera habitación.
A media noche se escucha un zumbido, la Mana
abre un ojo y alerta al oído derecho, suena una vasija en la cocina, la mente
le decía: Mana se entró el ratero, Mana se entró el ratero, con todo el cuidado
del caso la Mana se levanta en bata de dormir, se asoma a la sala pensando que
santa tenía la rula en la mano, pero nada en el primer cuarto se escuchaba un
ronquido a leguas, llega a la alcoba, entra y muy sutilmente llama a Santa:
Santa, Santa, Santa, al tercer llamado brinca
de la hamaca pega tres gritos: Hay, Hay, Hay mi madre, levanta los
brazos y sale detrás de la Mana, quien huía del monstruo dormido y cagado del
miedo, pensando que iba por la Rula.
En la Cocina maúlla un gato,
Miaaaaauuuu de miedo y salta la tapia por una Ventana, la mana ya estaba sentada
en una silla Made In Sampues, alii permaneció por espacio de media hora, hasta
que el susto se le pasara, cuando ve que la cortina de la habitación de Santa,
se va abriendo paulatinamente, se asoma una nariz chata, después toda la
cabeza, venia riéndose de sus payasadas, la mana al verlo se le pasa la rabia y
a esa hora se fueron de risa hasta la seis de la mañana, al tercer canto del
gallo basto, montado en el palo de totumo en el patio de la casa de la Mana, mi
prima hermana.
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