sábado, 31 de enero de 2015

EL TURCO "AGUAMANIL"


EL TURCO "AGUAMANIL"
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe










En el siglo antepasado y mitad del siglo pasado, por toda la región caribe Colombiana, en pueblos y ciudades, se oían nombrar y ver a los turcos, que no eran turcos sino palestinos, pero como venían con pasaporte de Turquía, le llamaban turcos.

En las costas de la lejana y remota alta guajira, en esa época, muchos barcos llegaban con mercancías   de contrabando a sus puertos, entre ellos los de: Dibulla, Camarones, Uribía, Riohacha, Manaure y otros puertos más, surtían a las ciudades de Colombia de elementos Losa, electrodomésticos y telas, en especial, lo mismo sucedía con los puertos marítimos de Tolú, San Antero, San Bernardo del Viento y toda la costa del Golfo de Morrosquillo y el Urabá Antioqueño.

Dentro de esos elementos venían las Aguamaniles, hermosas jarras y jarrones que adornaban la mesa auxiliar del comedor, servía para depositar en ella, agua al clima para lavarse las manos, antes de llegar al comedor, como complemento lujosos manteles con figuras decorativas, que hacían ver la opulencia del hogar. Pero las aguamanil, también habitaban los hogares de clase media y baja y, cumplían la misma labor.

Una vez se presentó un turco a un remoto pueblo vendiendo telas y jarrones de aguamanil, decorados con figuras hermosas, que por acá no se habían visto nunca y llamaban la atención, como los vestidos de las gitanas inmigrantes.

Marianita, una joven hermosa, hija de un prestigioso ganadero, miró la mercancía que vendía el turco y entre todo, le gustó un aguamanil blanco decorado con una figura de mujer árabe, le dijo a su madre que se lo comprara.

Los aguamaniles por seguridad traían la tapa sellada para que no se fueran a romper tan delicada prenda y lo costosa que era.

Ya en casa de Marianita, el jarrón adornaba la mesita auxiliar de comedor, pidieron a la señora del servicio que lo destapara, lo lavara y le echara agua caliente con el fin de desinfectarlo de los trajines del viaje, del lejano medio oriente.

Bien temprano, Caribia, la señora del servicio, una mulata de aproximadamente 32 años, cogió el aguamanil y se lo llevó para la cocina, le dio tres vueltas a la tapa y, de inmediato salió un polvillo blanco en forma de nube e invadió el lugar, una voz suave le hacía señas con el dedo en la boca y un silbido siiiiiiiiiii.

La sentó a una silla y le contó que era un mago atrapado en el Aguamanil desde muchos años, le ofreció dinero para que lo escondiera y que hablarían en la noche en su casa.

Caribia guardó silencio y escondió en su bolso personal al mago, en horas de la noche, abrió su bolso y emergió de adentro un hombre grande con barbas negras, nariz grande y larga, dedos gruesos llenos de anillos de oro.

Para el mago y la señora caribia, había un problema y era que había que confesarle a su esposo la presencia del mago, cosa que se hacía difícil, pero había que afrontar la situación, tan pronto llegó el campesino, recibió de su esposa media totuma de agua fresca de la tinaja de barro, acto seguido reposando en un taburete recostado al frondoso palo de mango, Caribia se le acercó a su esposo y en voz baja y amable como era ella, le expresó a su esposo la presencia del mago.

Con todas las precauciones del caso, el campesino, rula en mano se dirigió con su esposa al segundo cuarto, donde se encontraba alojado el mago, se saludaron, hablaron largo rato los tres.

Propuso el mago a los esposos un viaje que les cambiaría la vida, después que le conquistara el corazón a la bella Marianita, un premio a  dos personas humildes y trabajadoras por parte de un mago de esos tiempos, que llegó encapsulado en un jarrón aguamanil.

La joven Marianita, su madre y la familia, se quedaron a la espera que llegara Caribia, quien trabajaba con ellos desde niña, allí también trabajó su mamá y en la finca, trabajaba el esposo de Caribia,no los vieron más.

Bien temprano se presentó el Mago en casa de Marianita, quien al oír la aldaba grande de la puerta principal, quitó el cerrojo de cadena y del lado afuera había un apuesto hombre de unos 30 años, ese que ella estaba esperando, porque el tren del sol ya le estaba pisando los talones, incluyendo los de Aquiles.

Con el pretexto de hablar con su papá entró a su casa y fue amor a primera vista, a los pocos días se casaron y partieron en compañía de Caribia y su esposo.

Dicen los vecinos de Caribia, que en las noches, cuando el mundo estaba durmiendo y la chismosa de la vecina despierta, escuchaban una música melodiosa, tocada con flauta, guitarras panderetas, tambores y algarabía de muchas personas bailando y aplaudiendo.

En otra parte del mundo, en un lejano país, en una fábrica de jarrones de Aguamanil, se encontraba el esposo de Caribia laborando, su dueño el famoso mago, quien les brindó su protección, Vivían en una mansión adornadas con vitrales de colores, ventanas grandes con vidrios transparente, puertas de aluminio, como un día se lo soñaba la humilde Caribia, obsequiada por el mago del jarrón de Aguamanil y atendía a Marianita.

A los pocos meses de haber partido Caribia con su esposo, se presentó el turco con sus telas y los jarrones de Aguamanil, al pasar por la casa de la pareja, la vecina lo llamó y le entregó un sobre cerrado que le había dejado Caribia y el Mago.

En horas de la noche, en el hotel donde se alojaba el turco, en su habitación, procedió a abrir el sobre, que contenía una carta y una gruesa suma de dinero, donde el Mago le explicaba que en uno de sus jarrones de aguamanil, venia atrapado él, y que por muchos años quiso hablarle para que lo liberara de allí destapando el Aguamanil.

Gracias a Caribia que trabajaba en casa de Marianita, destapó el jarrón y se ganó el premio, ofrecido hacía muchos años por el mago, que en un acto de magia, había quedado atrapado en el Jarrón de Aguamanil.

Desde ese momento al turco vende jarras, le llamaron el “Turco Aguamanil” y como se vio con dinero, montó un negocio de telas en Maicao Guajira, a donde atendía a toda su clientela, en especial a los amigos Wayuu, de la alta Guajira Colombiana.



sábado, 24 de enero de 2015

UN LUCERO DEL FIRMAMENTO

UN LUCERO DEL FIRMAMENTO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.



Como en este mundo suceden cosas tan increíbles, que la mente humana no comprende, entre ellas los amoríos de un Lucero del Firmamento y una hermosa Ballena Azul.

Todas las noches, cuando la Luna estaba bien clara y el firmamento completamente azul, haciendo juego con el inmenso mar, una ballena deja ver su hermoso cuerpo y su figura esbelta en las aguas frías del mar  y juguetona le envía unas señales al lucero más grande que alumbra en el firmamento.

Ráfagas de agua salían de su cuerpo en forma de fuente, levantaba chorros y hacia figuras de corazones, cintas entrelazadas y ramilletes de flores y por último una mano de agua blanca estirada, invitaba al lucero a que bajara hacia ella.

El lucero captó la señal desde lo alto y comenzó a pendulearse de un lado para otro, un sereno de la noche que lo veía siempre que se desprendía de un lado y salía raudo hacia otro, le decía:

Dios te Guie, Dios te Guie.

Y el lucero se pegaba a otro lado, sin poder bajar a donde la hermosa ballena Azul lo invitaba, pero una noche, el sereno llegó con unos tragos encima y se durmió por espacio de media hora, tiempo suficiente que aprovechó el lucero y se desprendió del firmamento, con la complicidad de la Luna y el Mar y, en picada se precipitó direccionado por la ballena, quien abrió su vientre y el Lucero fue arropado en su gran estómago.

Cuando el sereno quiso reaccionar, ya su amigo con quien hablaba todas las noches, no estaba en su lugar, sorprendido por la novedad, miró hacia varios lados del firmamento y no encontró al lucero, fue entonces cuando se acordó que el lucero le había confesado sus amoríos con una hermosa ballena que todas las noches le hacía pantallas.

El Lucero brillaba dentro del vientre de la Ballena Azul, que se encontraba muy complacida por tal hecho y a los tres meses decidieron casarse, colocaron como padrinos a el firmamento y la luna.

Después de un largo periodo, el lucero volvió al firmamento a ocupar su espacio y siguió brillando, pendiente de la ballena que a los pocos meses parió a un hermoso cachorro ballenato, que alumbraba su cuerpecito con la luz de lucero y le colocaron por nombre Luce bello.

Todas las noches Luce bello y su madre la Ballena Azul, hacían figuras al respirar, para agradar al Lucero del Firmamento.

Ya grande Luce bello, se casó con una Sirena y de esa unión engendraron dos Sirenitas, tan lindas que el sol se enamoró de una de ellas y como la quiere tanto, su carita, es la representación del sol y solo se puede mirar por unos segundos, la otra se casó con Marte, un día martes y procreo una docena de marcianos, que periódicamente visitan la tierra y se alojan donde su familiares en las profundidades del mar.

La Ballena Azul, vive esperanzada a que el Lucero regrese por ella, Luce bello y la Sirena, viven en el inmenso Mar y son visitados por el Sereno, cómplice de las noches de bohemios entre un Lucero del Firmamento y la Ballena Azul.


Los marcianos están estudiando las posibilidades de invadir la tierra, porque según ellos, acá se vive mejor, además somos sus parientes.

sábado, 17 de enero de 2015

EL PAJUIL, AVE DE LA MONTAÑA

EL PAJUIL, AVE DE LA MONTAÑA
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.




Desde el centro de la montaña, se escucha el eco del cantar de un pajuil, mingo, un hombre de hacha y machete, se interna en la espesura, lleva en sus hombros un hacha cortante y una rula bien afilada, la misión de hoy es cortar un árbol maderero de cuatro metros de largo por 0.50 centímetros de ancho, un encargo que le hizo el carpintero, con el fin de hacer una hermosa puerta tallada, sellada con espigas de madera y pega de cola.

A medida que avanzaba mingo, se escuchaba más cerca el canto del pajuil, que según las enseñanzas de los ancianos, él canta cuando su hembra está calentando los huevos en el nidal, o cuando consigue alimentos.

Precisamente era el árbol perfecto para el querer del leñador, donde el pajuil anidaba a una altura de veinte metros.

En el punto exacto mingo preparaba sus herramientas para derribar el árbol, trozarlo y arrastrar con sus dos mulos, que se hallaban parqueados con soga larga a unos metros de distancia, hacia el pueblo.

El Pajuil macho, no estaba dispuesto a dejar talar el madero de Teca fina, la primera advertencia fue un sobrevuelo cerquita de mingo, dejándolo un olor que emana de su estomago, sustancia que poco a poco lo fue adormitando, perdió el equilibrio y pun, al pavimento acolchonado de hojas secas.

Cantó de nuevo el pajuil, con un tono grueso como llamado de auxilio.

Transcurrieron dos minutos de tiempo y mingo se encontraba abobado, sin aliento, sin fuerzas corporales y veía que muchas aves y animales salvajes, lo tenían rodeado.

El pajuil, le decía que ese árbol no lo podía cortar, porque en el copito de sus ramas, se encontraba su compañera anidada, calentando dos huevos que estaban a punto de picar desde adentro, los polluelos de pajuil.

Que a cambio le colocaría en la puerta de su casa, un madero con las especificaciones requeridas por el carpintero.

Se quedó profundamente dormido Mingo, soñó que miles de hormigas acompañadas de muchas aves, cargaban un pedazo de madero, con dirección a su casa, en el camino se unieron a la caravana burros, mulos y caballos cargueros.

Al despertar del día siguiente, mariposas amarillas, rojas y cobrizas, revoloteaban en su ventana, dándole aviso de la odisea del pajuil para cumplir la promesa a mingo, con el fin de que no le talara el árbol donde anidaban sus polluelos.

Sorprendido mingo, se levantó y en su puerta había tirado un hermoso tronco de madera de corazón rojo, los dos mulos ensillados que supuestamente llevó a la montaña para jarrear el madero.

Un hermoso canto del pajuil, se escuchó en el copito del árbol de mago del patio de la casa, demostrándole y recordándole a mingo, que la palabra empeñada se cumple a cabalidad.

Días después en el mismo árbol de mango, aterrizaban de un vuelo muy largo, el pajuil, su hembra y dos hermosos polluelos de pajuil, cantando de alegría al unísono, agradeciéndole al humano, haberles permitido nacer con vida.

Mingo, se asomó a la ventana posterior de su cuarto y se deleitó con el canto de la familia de aves pajuil.

¡Es preciso, que tengas que soñar, para que exista un equilibrio entre, el hombre, los animales y la naturaleza!.



sábado, 10 de enero de 2015

LA APUESTA DE TÍO BURRO CON MANO MORROCOYO

LA APUESTA DE TÍO BURRO CON MANO MORROCOYO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.















Rifa, un burro brioso y juguetón, mañoso en su andar, cuando estaba de mal humor, se orillaba a la cerca de alambre de púa, para quitarse la carga que llevaba más el peso de su dueño.

Cuando lo liberaban de la carga, lo bañaban y lo soltaban para que descansara, rebuznaba, tiraba coces y emprendía veloz carrera a los playones, donde lo esperaban las burritas y sus hijos.

En un día de descanso de tío burro, se tropezó con mano morrocoyo en el camino, lo miró en su andar y se dijo:

Mano Morrocoyo vamos a apostar a que yo soy más veloz que usted.

A lo que mano morrocoyo sin pensarlo le contestó:

Que vamos a apostar y desde donde comienza y termina la carrera.

Desde el cayo de la tía hasta el pueblo, apostaremos a que si pierdo la carrera, no rebuznaré durante dos meses, arriaré el agua y no me juntaré con las burras durante ese periodo de la apuesta.

Y tu mano Morrocoyo, si pierdes la apuesta, te pierdes de este territorio y te llevas los tuyos.

Tío burro daba por seguro ganarle la apuesta a mano morrocoyo, lo desluciría delante de los demás animales.

Aceptada la apuesta, megáfono en mano, el parlanchín del pueblo anuncio la carrera de velocidad entre el Rifa y mano morrocoyo.

Mano Morrocoyo, sabía de antemano que en la meta de llegada, lo que había eran morrocoyos y que alguno de ellos sacaría la apuesta con tío burro.

Contaron, uno, dos y tres y salieron en gran carrera, dejando tío burro a mano morrocoyo rezagado, este al ver que la apuesta estaba perdida, se echó a dormir debajo de un árbol de algarrobo.

Cuando el burro llegó a la meta, un ciento de morrocoyos, estaban apostados en la raya de llegada y se burlaban de Rifa, el burro avispado.

A los cinco días de haber hecho la apuesta, rifa se sentía mal y se tiró al suelo y se hizo el muerto.

Se regó la noticia, de la muerte de tío burro el Rifa, nombre que recibió de su dueño, porque se lo ganó en una rifa, el morrocoyo se enteró de la muerte de Rifa y acudió a su entierro.

Cuando estaban para tirar al burro en un zanjón, tirarle tierra encima, se acercó a él mano morrocoyo, le cogió la oreja derecha y en voz baja le dijo que había hecho trampa el día de la carrera.

Rifa al escuchar tremenda confesión de mano morrocoyo, dio un brinco, se sacudió y patio al morrocoyo, quedando este en la zanjón y con las patas hacia arriba, en espera de que alguien lo volteara, para poder andar.

Ante la autoridad confesó mano morrocoyo su estrategia para dejar en entredicho las osadías de Tío Burro, a sabiendas de que por su condición y estructura corporal era imposible ganarle la carrera a un asno brioso, mañoso y avispado como Rifa.

Sacaron a mano morrocoyo del zanjón, por orden de la autoridad y le impusieron el castigo a mano burro, de cumplir la apuesta.

Moraleja: No subestimes la capacidad, condición y ventajas, que tú, crees tener, sobre los demás.

viernes, 2 de enero de 2015

LA PERRA DE TOÑO

LA PERRA DE TOÑO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano

La abuela manda a su nieto Gustavo de siete años, a la tienda a comprar veinte centavos de ajo, diez centavos de cebolla roja,  diez centavos de pimienta de olor, y medio cuarto de aceite de comer.

Mentalmente, el joven va repitiendo el encargo y a la vez va enrollando una pita al trompo que su abuelo le fabricó.

Al pasar por la cerca de palitos de su vecina, Nerón, un perro grande y bravo, al notar que el muchacho no le sonó la cerca con un pedazo de madera, se extrañó:

“Ve que le pasará a Gustavito hoy, no quiere jugar con migo, será este el susto del día que va a tener ese muchacho”.

Nerón emprende feroz carrera, del lado adentro de su patio y ladra, embravecido al muchacho, que iba distraído del lado afuera de la cerca de su vecina, Jauuu Jauuu, Jauuu del susto, se le olvidó todo el encargo de su abuela, emprendiendo carrera hacia la tienda, donde llegó agitado y de color pálido tirando a blanco.

Díaz, el tendero le pregunta, ¿Que te pasó Tavito, que vienes pálido y agitado?

Tavo contesta, ese hijeeeputa perro del Nerón hoy está más bravo que nunca.

Contesta Díaz el tendero, vistes lo que te pasa por estarte metiendo con esa fiera, siempre que pasas corriendo y sonándole  la cerca de madera de su casa, ya te cogió rabia.

Seguido le pregunta al muchacho ¿qué vas a llevar?.

Tavo se toca el bolsillo de su pantalón corto, mete la mano y solo encontró diez bolitas de cristal, con que jugaba la volita de uñitas en la arena, con sus amigos, en la puerta de su casa, se le había perdido el billete de cincuenta centavos, que le dio su abuela para comprar y el trompo que iba enrollando.

Para no quedar mal con el tendero, con quien se jugaba mucho y le pedía la ñapa, después de haberse metido en la boca de rapidez, un pedacito de queso del mostrador y engullírselo de un solo jalón, esta vez no pidió ñapa, solo dijo:

Mi abuela que le fie, una libra de queso y cinco libras de yuca, despachado y anotado el fíao en un papelito de bolsa de azúcar, se marchó para su casa, esta vez, no pasó por la casa de la vecina, donde estaba Nerón, se dio la vuelta de la manzana y apareció del otro lado.

Al llegar a casa, la abuela lo recrimina por lo que hizo, él le dice la verdad a la abuela de lo sucedido con Nerón, en ese momento se para el perro en la puerta falsa o segunda entrada, traía el billete de medio peso en la boca, lo deja caer y le pone las querellas a la abuela del comportamiento de Gustavo hacia él:

“Me tira piedras, pasa corriendo y me suena con un palito la cerca de mi casa y, además me la monta siempre que quiero hacer el amor con Susi, la perra de Toño”, a y el trompo vez a buscarlo al patio de mi casa.