martes, 18 de octubre de 2016

YA SE VA JUANCHO

YA SE VA JUANCHO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe


Reviviendo el Acervo Cultural de las Sabanas de Aguas Blancas, Valencia de Jesús,  la tierra del gran Maestro Calixto Ochoa Campo y Pueblos del Magdalena, me permito narrar el Cuento de “ya se va Juancho”, un hombre muy popular, querido por su pueblo que lo vio nacer y crecer, como casi todos los Aguas blanqueros que han llegado a estás Sabanas llenas de Algodón, buscando mejores horizontes de vida, progreso y familia.

Juancho decidió irse del pueblo y se regó la bola una semana antes de su partida, por donde quiera que pasaba le lanzaban la pregunta “¿Es verdad que te vas Juancho?”, que te hemos hecho en el pueblo para tomar esa radical decisión, él con un movimiento de cabeza afirmaba el sí, pero a la vez se le salían  las lágrimas, en ese orden le rogaban que no se fuera, que el pueblo lo quería mucho, les iba a hacer falta para que los hiciera reír con sus cuentos y chuscadas.

Ya el día cero de irse Juancho estaba fijado, sus vecinos organizaron la despedida y contrataron dos Bandas de Música Sabanera, un día antes en la tarde hicieron su entrada triunfal y recorrieron las dos calles, recogieron los puercos, los perros y las minas ensucia chancletas, para que no estorbaran, los pelaos de esa época a pies descalzos y sin camisa iban detrás de las Bandas y a Juancho lo llevaban  cargado en hombros dándole vivas, los totes o voladores surcaban los cielos y caían en la ciénaga después de alcanzar su fuerza 0.

A las 18:00 horas, situaron a la Banda 12 de Octubre de Caimito en la puerta de Juancho Dávila y la Banda de Manguelito al frente, donde su mejor amigo, sonaron toda la noche intercaladas, el ron caña ya hacia su efecto, el fandango mueve polleras y las espermas quemando manos duró hasta las seis de la mañana del día siguiente, a esa hora Juancho bajo una borrachera se alistaba para salir del pueblo que lo vio nacer, vociferaba que tenía 60 vestidos de paño entero, dentro de su escaparate de madera tolua roja, pero a Aguas Blancas no llegaron, por último se despidió de sus paisanos: “Adiós adiós, ya me voy a despedir, las piedras llorarán sangre y el Sol no quiso salir”:

Para no alargarles el cuento a Juancho sus paisanos se resistían a dejarlo partir, tuvieron que sacarlo por la puerta falsa y dirigirlo en caballo hasta un sitio clandestino donde lo esperaba una canoa con Johnson fuera de borda, así llegó Juancho Dávila a Aguas Blancas Cesar Colombia, en la calle del Barranquillero donde echó raíces y regó su familia como la verdolaga. Al igual que en su pueblo de nacimiento, sus vecinas, Los Narváez, su amigo entrañable El Negrito Narváez, Geraldito Salas la señora Fidelina y todos sus paisanos, aquí también todos lo queremos y lo recordamos con mucho amor.


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