YA SE VA JUANCHO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe
Reviviendo el Acervo Cultural
de las Sabanas de Aguas Blancas, Valencia de Jesús, la tierra del gran Maestro Calixto Ochoa Campo y Pueblos del Magdalena, me
permito narrar el Cuento de “ya se va Juancho”, un hombre muy popular, querido
por su pueblo que lo vio nacer y crecer, como casi todos los Aguas blanqueros
que han llegado a estás Sabanas llenas de Algodón, buscando mejores horizontes
de vida, progreso y familia.
Juancho decidió irse del
pueblo y se regó la bola una semana antes de su partida, por donde quiera que
pasaba le lanzaban la pregunta “¿Es verdad que te vas Juancho?”, que te hemos
hecho en el pueblo para tomar esa radical decisión, él con un movimiento de
cabeza afirmaba el sí, pero a la vez se le salían las lágrimas, en ese orden le rogaban que no
se fuera, que el pueblo lo quería mucho, les iba a hacer falta para que los
hiciera reír con sus cuentos y chuscadas.
Ya el día cero de irse Juancho
estaba fijado, sus vecinos organizaron la despedida y contrataron dos Bandas de
Música Sabanera, un día antes en la tarde hicieron su entrada triunfal y
recorrieron las dos calles, recogieron los puercos, los perros y las minas
ensucia chancletas, para que no estorbaran, los pelaos de esa época a pies
descalzos y sin camisa iban detrás de las Bandas y a Juancho lo llevaban cargado en hombros dándole vivas, los totes o
voladores surcaban los cielos y caían en la ciénaga después de alcanzar su
fuerza 0.
A las 18:00 horas, situaron a
la Banda 12 de Octubre de Caimito en la puerta de Juancho Dávila y la Banda de
Manguelito al frente, donde su mejor amigo, sonaron toda la noche intercaladas,
el ron caña ya hacia su efecto, el fandango mueve polleras y las espermas
quemando manos duró hasta las seis de la mañana del día siguiente, a esa hora
Juancho bajo una borrachera se alistaba para salir del pueblo que lo vio nacer,
vociferaba que tenía 60 vestidos de paño entero, dentro de su escaparate de
madera tolua roja, pero a Aguas Blancas no llegaron, por último se despidió de
sus paisanos: “Adiós adiós, ya me voy a despedir, las piedras llorarán sangre y
el Sol no quiso salir”:
Para no alargarles el cuento a
Juancho sus paisanos se resistían a dejarlo partir, tuvieron que sacarlo por la
puerta falsa y dirigirlo en caballo hasta un sitio clandestino donde lo
esperaba una canoa con Johnson fuera de borda, así llegó Juancho Dávila a Aguas
Blancas Cesar Colombia, en la calle del Barranquillero donde echó raíces y regó
su familia como la verdolaga. Al igual que en su pueblo de nacimiento, sus
vecinas, Los Narváez, su amigo entrañable El Negrito Narváez, Geraldito Salas
la señora Fidelina y todos sus paisanos, aquí también todos lo queremos y lo
recordamos con mucho amor.
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