MANO PECHI, HOMBRE AVENTAJADO A LAS TROMPADAS
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Región Caribe
Amaneció una parranda en un
Sardinel de esos de cuatro escalones, allí estaban once de los amigos del Víctor
(El Pechi), él no participó en la parranda, porque su mujer no lo dejó salir,
pero al día siguiente tenía que ir a buscar una malanga a la sierra porque ya
estaba arrancada y se podía dañar.
Salió el Pechi en su mulo
negro de la casa, a la siguiente esquina dobló hacia la casa del pretil porque
escuchó la música, el bebedor sigue el sonido del picó, así como la culebra
patoco blanco sigue el pun pun del hacha tumba montaña.
Allí estaban sus once amigos
del alma y del ron, tan pronto lo vieron venir destaparon la botella y fueron a
su encuentro, hombe mi amigo, tómese un trago, bébase otro y lo bajaron del
mulo, ya estaban completos, cuando le habían dado media botella de ron le
dijeron que anoche habían peleado con los Madariaga y que por él no estar allí,
perdieron la pelea.
Enseguida dijo el Pechi, bueno
vamos a buscarlos a ver si hoy nos ganan, hay que aclarar que esas peleas eran
a puño limpio, de vez en cuando tiran bancas si iban perdiendo la pelea y no se
metían los particulares, iban para el Anzuelo donde estaban amanecidos sus
enemigos, el Pechi decía en su borrachera que le dejaran a Manuel Madariaga
hombre de trompada firme para poner a dormir a cualquier humano.
Esperaron un rato, ya viene la
gente, me voy a alistar para aporrear el mío, dijo uno, ya había pelea en el
billar el Anzuelo, Cecilio Mercado ya estaba peleando en la cantina contigua,
en eso el Pechi estaba sarandete así como palo de coco en mes de brisa,
rezagado de la borrachera que tenía, venia Manuel Madariaga y sin mediar palabra le
metió una patada en el flanco derecho, que indefenso se fue a tierra.
En el billar tiraban bancas de
madera, botellas de cervezas y todo objeto volador que tuviera peso, iban
perdiendo la pelea, los doce apóstoles del ron y las trompadas, el Pechi es nuestra salvación, aquí está un
mierda en el suelo, gritó uno de los doce, porque nos van aporreando los
Madariaga, en esa venía entrando Manuel Madariaga y gritó, “El Pechi uuuuuu, ya
lo volteé antes de llegar, más bien corran porque voy a comenzar a tirar
trompadas.
A tanta jarana en el Billar el
Anzuelo, el nieto del Pechi, un borregon de catorce años fue a asomarse y los
demás mirones le decían, el Pechi, el Pechi y señalaban donde estaba el hombre
que más jala trompadas en la región de San Ángel, El Difícil y Chibolo
Magdalena, tirado en la arena, gozando de su tercer sueño, y su esposa lo hacía
llegando a la sierra cargando el mulo con los dos bultos de Malanga.
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