sábado, 7 de noviembre de 2020

UNA PELEA A PUÑOS, FICTICIA

 



UNA PELEA A PUÑOS, FICTICIA
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor Colombiano

Hablando de mano Víctor, un hombre que se espanta hasta de su sombra, no hay ser humano masculino que se atreva a mirarlo fijo a los ojos, cuando llegaba al billar a jugar con sus amigos, como en el oeste norte americano, los demás se largaban de ese sitio, hacia gárgaras con el trago de ron, lo retenía en su boca hasta por quince minutos, luego se lo tragaba, nadie sabía cuál era el truco de ese trago, cuando no estaba bebiendo ron, mantenía una chuaca (pedazo)de tabaco negro en su boca y lo cacheteaba como el bolo alimenticio de la vaca.

Una tarde que se encontraba en su parcela, sorpresivamente se le presentó su mejor amigo, todo aporreado, camisa rota y arrastrado de barro rojo, como el de la plaza de la Villa en los años 50, al verlo mano Víctor vota el barretón con que estaba arrancando la yuca y dice “madecio sea mi amigo quien te hizo eso”. El amigo le cuenta que se trompeo con un señor parecido a Chipilín, que lo vino a buscar para que lo defendiera, que el tipo lo estaba esperando en el billar, mano Victo dijo en su mente si es como chipilín me le mido, ese no me gana a mí ni en las corvas, salieron para el pueblo, mano Víctor sofocado del canicular sol, llegan cerca a los billares y divisan al tipo de la pelea, media dos metros de estatura , sus brazos como nido de guarapeándola, casi le caían al suelo y era fornido.

Mano Víctor le dijo a su amigo,  ese tipo no se parecía a Chipilín, su amigo le contesta, si mírale la cara son igualitos, eran mellos pero uno salió chaparrito y el otro grande, mano Víctor la pensó, con ese no voy a pelear, no he debido venir porque a decir verdad, ese no es mi problema, le dijo al amigo espérame aquí, voy a hablar con él. Cuando le llegó cerca le dijo, vea mi amigo la gente piensa que nosotros vamos a pelear, los amigos no se pelean, además nosotros tenemos fama de trompeadores, unámonos para cuando alguien nos quiera buscar bronca y nos hacemos más famosos. Le voy a dar un abrazo en señal de paz y amistad y lo abrazó, en ese instante el amigo no comprendía que sucedía, porque se estaban abrazando y no peleando. Se despidió mano Víctor del hombre de dos metros que al abrazarlo le daba por la cintura.

Llego donde el amigo y le dijo, asunto arreglado mi amigo, el tipo no me quiso pelear, me dijo que yo tenía mucha fama, que te dijera que el mas nunca se va a meter con usted. Asunto arreglado, sin pelea, primó la inteligencia de mano Víctor y se escapó de una tunda que le hubiera dado el hermano de Chipilín.
Aaaa, lo del trago, lo compartía con los niños en cruces que cargaba entre pecho y espalda.


BARCINO

 


BARCINO
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor Colombiano

 

Hablando de Perros de cuatro patas, me permito contarles el siguiente hecho:
Una mañana bien temprano, cuando el astro rey no había asomado sus narices calientes en mi pueblo “La Villa”, se presentó a la puerta de la casa un perro cachorro de color barcino, mi papá lo espantó tres veces y no le hacía caso, se me enroscó en mis piernas y de allí no hubo quien lo despegara, rogué para que lo dejaran en casa y gané la petición, después de advertirme que tenía que buscarle comida, hacerle una choza para que durmiera. Se llamaba Barcino, por su color.

Al poco tiempo lo tenía domado, le enseñé a acostarse, a dar la mano y lo mejor a montear conejo, atacar a los patos coyongo que caían a la charca del volcán, un medio día salí a las huertas cerca de la casa a cortar unas chiribitas (Barusas de árbol secas), en compañía de Barcino, el exploraba y rastraba en las huertas el olor y madrigueras de conejos.

Lo escuche ladrando fuerte, pidiendo auxilio para atrapar un conejo orejón que se le había escondido en un árbol seco de matarratón, que se encontraba en una cerca de alambres, ese árbol estaba hueco y allí se metió el conejo, corte una vara larga y la introduje en el hueco del árbol y sentí que había algo anormal allí, como soy una persona nerviosa fui por ayuda de un vecino mayor, al palpar con la vara me dijo es una culebra boa y le pregunté y el conejo?.

Buscó un hacha y le fue sacando astillas al árbol seco, a prudencia distancia, vi que algo se movió y sacó la cabeza, una boa grité, pensé correr pero Barcino ladraba desesperado, se aglomeraron los vecinos y colaboraron en sacar la boa de dos metros y medio, tenía en su barriga un pronunciado como mujer preñada, o eran culebritas o era el conejo.

La colgaron de un árbol, le sacaron el conejo que estaba vivo, el Barcino lo reclamaba, decía que era de él, le dije si te lo alcanzas es tuyo.


AL CALABOZO

 


AL CALABOZO
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor Colombiano


Mi Persona, o sea Yo, tengo un Tío Político, Víctor De Oro Vergara, heredado de mi esposa, como soy popular, servicial y buena gente de nacimiento, a cualquier árbol que me arrime, hecho raíces. Este ser humano, es el hombre de los cuentos, las peleas y la fama, pero solo en palabras, porque a decir verdad, no mata ni una mosca, él se labró esa fama  para sobrevivir en un mundo hostil en  donde se desarrolla. Siempre que nos topamos me dice en forma jocosa “Epaaa, se encontró el hambre con la comida”, ya sé que me va a referir sus cuentos empapados de ficción, pero al fin cuentos.

Estaba Tío Víctor durmiendo a media noche, a dos cuadras donde La Cachaca Matilde en  Aguas Blanca Cesar, en el salón de baile,  alguien compró una boleta de veinte pesos para bailar toda la noche con una agraciada dama, nadie puede quitársela, aquí no hay lugar al barato,  pero como no faltan los pleitiscos, formó una pelea, en los oídos de tío Víctor se escuchaba un picó, que con la brisa se venía el sonido y luego se iba distanciando, sonaban las melodías de moda, Calixto Ochoa con su charanga campesina y los menejos todos parrandeando, la garganta le pedía un trago de ron caña, al rato se oyen unos señores discutiendo y fue suficiente para decirle a su esposa que iba a salir porque le oyó la voz a su hermano Oneile pidiendo auxilio porque lo estaban masacrando a puños. Ayy ve One ya llevaba tres sueños en la finca la Concepción, al lado del cementerio.


Se levantó se colocó la camisa y despertó a su esposa, Tula, Tula, estás oyendo la pelea, es mi hermano a quién están aporreando, voy a defenderlo, Tula semidormida le dijo, Vee Víctor no vallas para allá, quitó la tranca de la puerta, miró la luna en la hora dos de la mañana, llegó al recinto y ya la parranda se había terminado con la pelea, la dueña llamó la Policía y cuando esta llegó, encontró a Tío Víctor enclaustrado en el marco de la puerta, brazos abiertos y desafiando a los presentes “ Bueno llegué Yo, a ver quién es el machito que quiere darse trompada conmigo, partida de cobardes, venirle a pegar a mi hermano, que salga el más guapo y le daba puños a la pared”. Claro con esa fama de trompeador que cargaba, nadie se atrevía a desafiarlo.

Por estar en su lleré no se dio cuenta que la policía estaba detrás de él, escuchando su hombría, lo cogieron entre dos, le colocaron los brazos atrás y lo  esposaros, momento que cambio su discursos pidiéndoles a los policías que no se lo llevaran, que no era el de la pelea, para rematar no tenía documentación de  identificarse. No alcanzó a saborear un trago de ron.

Al día siguiente amaneció en una mazmorra como chiquero de puerco en invierno, con olor a salvado de maíz, fermentado. Su esposa se presentó con la documentación ante la policía y le dieron la salida, el regañón y las palabras de la esposa imagínenselas.


martes, 3 de noviembre de 2020

FEROZ

 


FEROZ

Francisco Javier Cadrazco Díaz 
Escritor Colombiano
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Feroz, era un perro cazador, cuando traspasaba los cuatro hilos de alambre de púa, no había voz de humano que lo detuviera y la preocupación de sus dueños era que se ensañaba contra los chivos que pastaban en la pradera, era un perro flaco y larrrgo, orejas grandes caídas, ojos llorosos por su edad, muchas veces intentaron reemplazarlo por un cachorro, por sus travesuras. 

Esa tarde su amo estaban encerrando el ganado, momento que no desaprovechaba el can, de repente se frenó, miró hacia la montaña de arboles frondosos, de más de veinte metros, madereros ya en fase de cortar, y vegetación espesa, jau, jau, jau, jau y se internó, fue la ultima vez que vieron con vida al animal, a los años tumbaron la montaña, sacaron la madera, sembraron árboles nuevos, estos crecieron, habían dejado un árbol de la primera cosecha porque estaba hueco, tenia una entrada de veinte por vente circular al metro y medio del pie, allí se quedo, no serbia, este se secó y a los quince años lo cortaron, media diez y ocho metros, al trozarlo encontraron a un fósil disecado, con los dientes pelados y cara de feroz, atrapado en las paredes del árbol y mas adelante en donde el hueco se cerraba, encontraron a un conejo en huida. 

Pienso yo, que con lo fiero que era feroz, el conejo lo desafío a que se lo alcanzara y ninguno de los dos pudo retroceder, al entrar al árbol. Como tampoco los gusanos se los devoraron por el olor que emana el árbol maderero de tecas. Si Señooo.

 


domingo, 25 de octubre de 2020

LOS TROCHEROS DE MI PUEBLO

 



LOS TROCHEROS DE MI PUEBLO
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz (El Cubita)
Escritor Colombiano

 

Llamémosles así a aquellas personas que un día lejano se juntaron en el ala derecha, parte norte de la finca La Marquesita, buscando un mejor vivir a la orilla de las ciénagas bañadas por el Rio San Jorge. No había nada en ese bajo, solo un promontorio de árboles de peralejos.

Visualizaron esos colonos una ensenada de aguas cristalinas, un arroyo que la alimentaba y muchos peces plateados sacando la cola. La historia no nos permite saber a ciencia cierta quienes llegaron, lo que sí les puedo afirmar era la presencia de la etnia Zenu, con un cacicazgo llamado Tacasuán, vestigios de ellos reposan en esas hermosas ensenadas, llamadas playas por los nativos de la Villa.

Otra afirmación escrita y narrada por los mayores que nos antecedieron dan cuenta de la mudanza del pueblo de las sabanas de Córdoba al lugar donde se encuentra. Sin embargo, desconozco las fechas exactas de estos acontecimientos.

Ahora, ¿cuál es el soporte de mis afirmaciones?  Queriendo dejar huellas que rastrearan nuestros jóvenes en un mañana, partiendo de un punto distante en conversaciones o tertulias de nuestros mayores del pueblo, aquí no les voy a hablar de lo político o politiquero, arraigado en el atraso y abandono de un pueblo al que solo se llegaba por agua, éramos netamente anfibios.

Según lo expresado por el Sociólogo Orlando Falds Borda, narrado escuetamente por personas de la vida pública en tiempos pasados y que es valiosa información para el engranaje y conformación del acervo político, económico y cultural de la villa.

Magangué, Bolívar. Centro de emporio y progreso, acompañado de la Señorial Santa Cruz de Mompox, eran referencias de los habitantes de las orillas de los ríos: Magdalena, Cauca y San Jorge; su comercio era movido, sus puertos los comparo con los mercados de los persas, hablando de historia.

Muchos años antes que mis ojos se abrieran, ya la circulación comercial de la vida estaba en su apogeo, fueron llegando familias y organizándose en sociedad: Los Imbett Arrieta, los Cadrasco, los Mier, Cárcamo. Los García. Los Benítez, Buelvas, Martelo, los León, los Ramos, los Muñoz, Tovio, Campo, los Rodríguez, los Villalba, los Gómez, los Barreto, Sierra, Gaibao, Vides, Villarreal, Ortega, Díaz, Montes De Oca, De la Ossa, Martínez, Quiroz, Román, Galán, Villarraga, Narváez, Pupo, Barbosa, Ballestas, Naizzir, Alvarez, Gazabón, Morón, Garavito, Blanquicet, Guerrero, Alemán, Caldera, Cruz, Salcedo, Tuirán, Tous, González, Castillo, Baldovino, Carriazo y otros más en la lista de este hermoso pueblo San Benito Abad, “La Villa de Tacasuán”, en otra época.

Todos estos Apellidos venidos de otros lares conjugaron un nombre y un prestigio, cada uno en sus quehaceres, en sus profesiones, sus creencias, labraron un `Goodwill´, en respeto, honradez y palabra, a base de trabajo y sacrificio. Hoy en pleno siglo XXI, podemos afirmar los hijos y nietos, que su tarea humana fue valiosa, los podríamos  llamar: Los Trocheros de la Vida.

Gracias a ellos existen estos nuevos barcos fluviales, con sus remolques, cargados de arroz, panela, pescado y cuanto cachivache se encontraba a la orilla de los ríos, acompañados de las rulas y hachas Colín y cornetas. Las pitas tejidas en chinchorro, de esas almas aventureras que un día dejaron a los suyos y se establecieron en ese pujante y próspero pueblo, en donde  la hermandad, el compadrazgo y la familiaridad, dieron sus frutos y las cosechas, fueron  similares a los arrozales de Madre de Dios, Palitos, Cuba  Babilonia, a las mochilas de Bagre, Pacora y Bocachicos de las ciénagas Machado, Cholén y Playa Rica, a los jolones de cuero repletos de queso, suero y carne de res, al jabón de monte, al casabe,  la algarroba, al turrón y las arropillas de panela, las puyas del diablo y los pirulí, los cortes fino y las cuatro calles de mi terruño San Benito Abad, “La Villa”..

Es una historia que debemos contarle a la juventud contemporánea, ensimismada en la modernidad, en el estudio y el progreso, afirmo que un árbol crece de acuerdo a la profundidad de sus raíces.

 


martes, 13 de octubre de 2020

EL TOLDO AZUL Y LA SERPIENTE BOA

 


EL TOLDO AZUL Y LA SERPIENTE BOA
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor

 

A la orilla del río San Jorge, entre Segeve y el remolino de la Pipa, a la margen izquierda, llegaban los pescadores de la Villa en el mes de noviembre a tirar las redes y sacar una buena cosecha hasta el mes de mayo.

En ese lapso de tiempo se generaba una linda convivencia, mutua de familiares, amigos y paisanos, allí llegaban los jóvenes entre los diez y quince años a ganarse media parte de lo que le pagaban a los mayores, ese dinero servía para comprar los libros y vestir en el colegio de primaria. A comienzo de febrero regresaban a la villa, listos para estudiar.

Patricio, un joven fornido, metido en los trece años, era uno de ellos, allí en ese sitio las cosas eran duras de trabajo, a cada quien le asignaban una función que hacer y lo supervisaba el dueño del chinchorro.

Sucedió que la señora que nos iba a atender llego en embarazo y en los primeros quince días de la estadía dio a nacer un hermoso niño, que lloraba día y noche y los chigüiros le hacían el coro, los toldos o carpas para dormir las abríamos en toda la orilla del río, siendo la primera la de Patricio.

Por cuestiones de supervivencia alimenticia, salieron los mayores y de regreso trajeron una porcelana de aluminio llena de carne fresca, que en menos de una hora era guiso, acompañado de plátano verde y arroz bolao.

Patricio salía en horas de la mañana hacia el pajonal o hierba alta que cubría los alrededores del rio y en su recorrido se encontró un cuero de serpiente boa salao secándose, estirado en dos estacas de mangle, lo bajó y se lo llevó para su toldo, envuelto en el pajonal.

Serían como las dos de la mañana, Patricio estaba dormido con el cuero de boa debajo del petate y la hierba, la boa atraída por el olor a bebé recién nacido y a su compañero que se encontraba debajo del petate de Patricio, cuando lo despertó un apretón en la cintura que lo estaba dejando sin respiración, lo estaba comprimiendo para luego tragárselo entero, como pudo grito como un ratoncito recién nacido, la señora que estaba amamantando a su hijo a esa hora, escuchó con su oído fino de madre y llamó a su esposo, quien se levantó azorado, medio dormido, cogió la rula que la tenía al lado enterrada en el barro blandito y se dirigió a donde salía el pequeño y agudo chiflido.

Directo al toldo de Patricio, con la rula colín rasgó el toldo o lienzo de popelina fina, casi transparente y encontró la escena del joven abrazado con una hermosa boa de pies a cabeza, llamó a los diez pescadores que lo acompañaban, prendieron mechón de petróleo y se formó un fandango de gritos e ideas para salvar a patricio de una estripada.

A alguien con inteligencia, experiencia de la vida y el trabajo se le dio por ponerle un pajon prendido en la cola del reptil que poco a poco fue aflojando y desenrollándose del cuerpo de Patricio, la enlazaron por el pescuezo, la guindaron de una mata de mangle y al día siguiente estaba en función el fogón con un exquisito guiso de boa, acompañado con ñame y agua de panela.

Después del desayuno, vieron a Patricio desguindando el toldo y enrollando el petate y en el primer Johnson que pasó para San Marcos se embarcó y se fue, cuando voy a mi pueblo le pregunto a sus hermanos por él y me contestan vive en Venezuela con su Familia.

En esa semana que se marchó Patricio de la orilla del río, como nunca llegaron los chigüiros a comerse el cuero de la primera boa que sacrificaron para la supervivencia de los humanos, que se encontraba debajo de las hierbas donde dormía Patricio, en esos hermosos tiempos de la vida.


lunes, 7 de septiembre de 2020

EL ARRIERO

 


EL ARRIERO
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor

Nos vamos a situar en el Corregimiento de Aguas Blanca Cesar Colombia, a la faldas de la Sierra Nevada, subiendo montaña hay una planicie llamada “El Diluvio”, allá el Blanco de la Hoz y su hermano Hito, sembraron veinte hectáreas de maíz, como no había carreteras, sino caminos de herraduras, la cosecha fue prospera. En el pueblo había dos harrieros con unas recuas de burros, dispuestos a ser contratados para bajar las cargas de la sierra, uno era Wilson Barrera, hermano de Edsiarito Barrera que lo nombran en una canción Vallenata, Wilson poseía 12 burros cargueros.

El otro arriero era Juan Pacheco poseía 13 burros, el Blanco De la Hoz, negocio el Maíz en Aguas Blanca, donde habían dos depósitos del Cachaco Botero y el otro de Enrique Royero, quien les adelanto un dinero para la siembra. El Blanco y mano Hito contrataron a Juan Pacheco para que bajara la cosecha del diluvio.

A las tres y media de la mañana Juan ensilló sus burros con sus aperos para subir a la sierra y bajar la cosecha, a las siete ya Juan había cargado 12 de los trece burros, dejó uno sin carga para el montar, cuando ya venía a mitad de camino, en un peladero decidió descansar y a cabuya larga puso a pastar a los burros con carga encima, momento oportuno para contar los animales, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce, pensó y exclamo “Carajo”, me falta un burro cargado.

La memoria le decía devuélvete a buscar el burro que te hace falta, se devolvió hacia el diluvio, llego muy asustado y le preguntó a mano Hito, este le dijo, tu cargaste los trece burros, es posible que te hayas distraído y se te extravió en la sierra.

El compadre Misael Barreto iba subiendo y se encontró con los doce burros cargados que por el hierro en la tabla del pescuezo, supo que eran de su compadre Juan Pacheco, sorprendido se decía que la habrá pasado al compadre, él no se despega de sus animales, menos cargados, en eso lo divisó que venía de la sierra un poco cabizbajo.

Lo abordó de inmediato, ajaa compadre Juancho que le sucede, encontré los burros pastando aquí solos, Juan le dijo Hombree compae Misa, se me ha extraviado un burro con las dos cargas de maíz, con que le salgo ahora al Blanco De la Hoz, tan correcto que es él, Misael le dijo cálmese compadre y me cuenta como se le extravió ese burro, Misael  le pregunta cuántos burros cargó usted allá en el diluvio’, Juan le comenta cargue los trece burros que traje de Aguas blanca.

Misael Barreto, sabiendo que su compadre Juan era muy acelerado y distraído, en voz alta contó uno por uno los burros; uno, dos tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce y miró a su compadre Juan montado en burro número trece, acto seguido soltó unas cincuenta carcajadas, se revolcaba en la hierba y no daba para decirle a su compadre que el burro que faltaba estaba cargándolo a él.

 


EL HACENDADO

 


EL HACENDADO
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor

 

Un hacendado compró una semilla de Pasto de muy buena calidad, para sembrarla en sus potreros, tan pronto cayera el primer aguacero, la tierra estaba árida, hacían cinco meses que no llovía, Otoniel su vecino hacia lo imposible por darle de comer a sus cuatro vacas, dos caballos cinco mulos y tres burros. Siempre Otoniel tenia palabras con su vecino porque este le reclamaba el mal comportamiento de sus mulos, que se pasaban para la gran hacienda, solo le quedaba callar y hacerle la venía al hacendado.

Mandadito de mi Dios, cuando el hacendado venia en su camioneta los cinco bultos de semilla se salieron del platón de la camioneta cuando iba pasando por la parcela de Otoniel y la brisa la esparció en su terreno, nadie vio nada, cuando el Hacendado llega a su finca ordena a los trabajadores bajar los bultos de semilla, al no encontrarlos le informan al patrón, este se devuelve, hace el recorrido y no encuentra nada, llega al almacén ganadero e informa que los bultos de semilla no llegaron, el dueño del almacén pregunta quien subió los bultos a la camioneta, los tres trabajadores se miran y dan un no, el dueño del almacén ordena subir los cinco bultos de semilla al vehículo, supervisados por el dueño del almacén y el hacendado.

Llega el primer aguacero, siembran la semilla de pasto en la gran hacienda, a los días va creciendo y se percatan que no es de pasto sino de arroz, mientras tanto en la parcela de Otoniel va naciendo tupida la hierva y al mes ya daba un metro, tan así que se metió en la gran hacienda. Al notar el hacendado le va a hacer la reclamación a Otoniel y este le dice, pues blanco hagamos cambio, a mí me sirve ese arroz y a usted la hierba de mi parcela, fue tanto el arroz en cosecha que Otoniel con ese dinero le compró la hacienda al Blanco, y este tan pronto el ganado se comió el pasto, tuvo que venderlo porque no tenía hacienda, tampoco con que darle de comer al ganado. Sii, señóoo.


domingo, 6 de septiembre de 2020

EL PATO CUCHARO

 


EL PATO CUCHARO
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor

 

Vivía Demetrio con su esposa y sus ocho hijos a orillas de la ciénaga de doña luisa, siempre se quejaba porque venían del pueblo a casar las aves  que llegaban a alimentarse a la inmensa ciénaga, una mañana se levantó Demetrio, miró al fogón de leña y su mente le comunicó que no había nada que cocinar, se quitó el sombrero, se pasó la mano por su frente y mentalmente le dijo a mi Dios, señor alimenta mi cuerpo, mi alma y el estómago de mi prole,  dio cinco pasos hacia el patio y en ese instante cayó del firmamento un hermoso Pato Cucharo (Cucharo por su pico, en forma de una cuchara), botó el sombrero y corrió a cogerlo. No lo iba a dejar volar, estaba herido con unos tiros  de escopeta impregnado en su cuerpo, cuando ya lo tenía levanto su vista hacia el palo de mango frondoso por donde iba a salir el sol.

Llamó a su esposa y le dio la buena nueva, ya tenemos comida mi amor, ajunta el fogón y calienta el agua, era la supervivencia, además en ese tiempo lo que habían eran patos en esa ciénaga. Buscaron los condimentos, montaron la olla de barro el cucharon de palo, la yuca y lo demás.

Cuando estaban las sopas hirviendo llegó a la puerta el cazador de aves, buscando un pato Cucharo a quien le había disparado hacían media hora, y le dijeron que había caído en ese patio, Demetrio lo atendido amablemente, lo hizo seguir a la cocina y le contó que el pato cayó en sus predios y con él iba a alimentar  a su familia, que lo que podía hacer era darle participación de ese manjar, el cazador pretendía a las malas que sacaran el pato de la olla y se lo entregaran, al fin después de una larga conversación llegaron a un acuerdo, que tan pronto estuvieran las sopas, sacarían al pato de la olla y se lo entregarían.

Así se hizo, ya despidiéndose el cazador, escucharon un zumbido en el patio y salieron a ver que sucedía, era un coyongo, ave de ciénaga de cuello negro más grande que el pato Cucharo, la señora  de Demetrio lo cogió y en tono alegre y jocoso le dijo al cazador, este también le disparó usted, se lo quiere llevar?. El hombre agachó la cabeza y se marchó con su pato Cucharo hervido y desabrido.

“Al que le van a dar, le guardan”.


lunes, 24 de agosto de 2020

“LA MALA HORA”

 

 

 

“LA MALA HORA”
Por Francisco Cadrazco Díaz 
Escritor Caribeño

 

Bien clarito me lo dijo mi mamá de crianza, mijo Sico, no te dejes coger la noche por esos caminos, siempre hay gente que quieren hacer la maldad, me cogió la noche en el arrozal de madre de Dios, me puse a jugar bolitas de uñita con unos amiguitos que vivían en unas parcelas cerca de la roza de mi papá, como iba perdiendo la mitad de una media de calzado, tenía que recuperarlas, además la luna estaba bien clara, mi persona corría bastante, era como si fuera volando bajo, la luz del playón no iba a perseguirme porque no era el día de ella salir, el toro candelillo estaba en la placita acompañado del ganado, caballos, burros y mulos, todos ellos cimarrones, solo había un gran peligro, el tigre de la placita que acechaba por la vía del cantil, por allí venia yo.

Llené mi media de calzado, de canicas, dije no juego más y cogí camino, pasé por el cementerio de San Roque y debajo del palo de mango frondoso que había en el centro, con la mirada del ojo izquierdo vi un bulto negro que me llamaba, las orejas se me pusieron pesadas y aligeré el paso, ya a distancia del cementerio volví a mirar de reojos pero con el ojo derecho y no vi nada, por recomendación de papá Ye, oraba mentalmente y rezaba el padre nuestro, el credo y el ave maría, todos esos rezos me los enseño mi profesora la niña Cristy, después de media hora de camino venia lo bueno, la entrada al pueblo, los solares vacíos llenos de monte, donde pastaban en la noche criaturas imaginarias de mi mente.

Como venía a pies descalzos y con un pantalón mocho, sin camisa porque a los jóvenes de esa época, estaba prohibido usar pantalones largos y camisas manga larga, eso era para los hombres adultos, la charca de agua que corría desde la ceja y venía a dar a la hermosa chambita, estaba a reventar, agua a la cintura supere en cinco minutos el paso, después venia la esquina y primera casa de mi Pariente Berania Cadrazco, esquina con el patio de la niña Matilde Buelvas seguido la casa de la Familia Hernández Gómez, con un súper patio, seguido un solar sitio predilecto del Toro Candelillo, cuando llegue a esa dirección, observe, óigase bien No miré, Observé una sábana blanca, blanca que se levantaba en punta hacia el cielo, ya llevaba como dos metros de altura, ahora si se me espelucó el cabello como puerco espín, me faltaba superar la placita, empujar con el hombro la puerta principal y caer a mitad de la sala, pidiendo auxilio, no sé cómo lo hice pero llegué, cuando escucho en ese solar un estropicio como cuando se caen al piso de cemento mil platos de loza encarrados uno sobre el otro.

Alcancé a decir  “Hay mi Madre”, la respiración se me acortó, las canicas se regaron en el suelo, mi mamá en mitad de la sala orando para que se desapareciera La Mala Hora. Eso a acompañado de un regañón, fue lo que oí cuando me pusieron un trapo con alcohol en los huecos de la nariz. Al día siguiente, cuando salió el sol, fui a inspeccionar el sitio, a ver si había pedazos de platos de lozas esparcidos por el lugar de los acontecimientos, pero no, todo estaba normal.

 

lunes, 22 de junio de 2020

TODOS PENSAMOS, DIJO EL DEL QUESO





TODOS PENSAMOS, DIJO EL DEL QUESO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor

Dos arrobas de queso traía Mano Migue en hombros del túnel, bien arriba de la sierra Nevada por los lados de Aguas blanca Cesar, bajo un inclemente sol, camino lleno de piedras lomas y cruces de ríos. Lo había recibido como pago de quince días de trabajo en una finca ganadera y lo traía al pueblo y lo colocaba en Granero Geiner, de eso vivía.

Había recorrido varios kilómetros y esperaba salir a campo abierto, pero el peso de la carga lo venció, se sentó a reposar debajo de un peralejo frondoso y a la distancia observó que venía un jinete en la misma dirección hacia el pueblo, pensó que era un conocido, pero no, era un forastero, al acercarse el jinete se saludaron, mano migue le pidió el favor de que le llevara en su caballo las dos arrobas de queso seco y se lo dejara en la parcela siguiente cerca al pueblo, que él lo recogería, sin pensarlo el jinete se negó, que su caballo estaba aperado y que no era para cargar queso y menos a un desconocido, mano migue le pidió disculpas al jinete y este se marchó.

Ya había recorrido el jinete dos kilómetros y reaccionó, vee, yo si soy pendejo, como me voy a negar a esas dos arrobas de queso, ese tipo no me conoce y se devolvió, el mismo pensamiento tenia mano migue debajo del peralejo, “bueno y yo en que estaba pensando, entregarle a un forastero dos arrobas de queso, la comida de mi familia, que pendejo soy”, en eso ve donde viene el jinete de regreso, mano migue le dice ajaaaa amigo  se devolvió, contesta el jinete: Si señoo vengo a hacerle el favor, lo pensé bien y me devolví.

A lo que el del queso, le contestó: TODOS PENSAMOS, ya no me haga ningún favor.

Yo también lo pensé y muy bien.


domingo, 21 de junio de 2020

EL MONO PÁEZ




EL MONO PÁEZ
Cosas de mi Pueblo
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor
20/06/2020
En la finca Taller Urania, donde el pajuil y el tigre pintado se les confundía su roncar, trabajaban unos treinta hombres, sacando trozar de madera para los durmientes del riel del tren que venia de las sabanas de bogotá hasta el puerto de Santa Marta.

Un treinta y uno de diciembre, a las tres de la tarde comisionaron al Mono Páez llegar al pueblo y comprar unas cuarenta botellas de ron, cosa que le agradó al Mono Páez que cogió el tractor mas elegante de la finca y en compañía de su amigo y paisano partieron para el Copey, compraron el ron, pero el amigo le dijo, ajaaa Mono mira lo prendió que está este pueblo, vamos a encerramos a beber en la finca, quedemosnos un ratico y convencido el Mono Páez dio a guardar el ron encargado donde la Prima "Ague" y se fueron a parrandear, tragos viene, tragos van, bailaban fandango al aire libre, a las doce se abrazaron y felicitaron los dos amigos, así perdieron la noción de tiempo y espacio y les amaneció en la plaza Principal del pueblo, el amigo le dijo Mono vamos a llevar el ron que esta gente debe estar esperándonos, imaginen que esa fiesta era para el treinta y uno en la noche y ya era primero de enero en la tarde.
Fueron y reclamaron el ron y partieron para la finca, tuvieron un apoteosico recibimiento de parte de sus compañeros que los recriminaba por tan vil acción.
Llegó el dueño de la finca y se enteró de lo sucedido y manifestó en voz burlona "Hombeee como se les ocurre a ustedes mandar un 31 de diciembre a comprar ron al Mono Páez, el hombre más parrandero y alegre de esta empresa, den gracias que regresó a traérselo y no se lo bebió todo en compañía del sinvergüenza de su amigo Pello Castillo". A esa hora fue que comenzó la Parranda en la Finca Taller Urania, donde el Pajuil y el Tigre Pintado confundían su ronquido.

En honor a mi Suegro Andrés Avelino Páez Arrieta "El Mono Páez, tataranieto y más del General Páez, compañero de Bolívar, el libertador.




LOS MANGOS DEL JOBO





LOS MANGOS DEL JOBO
"Cosas de mi Pueblo"
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor
18 de junio de 2020

A mediados de la década de los años sesenta, que muchacho se resistía en la Villa de San Benito Abad, llegar a los Jobos a comer mangos donde "Amiguito".

Nadie. Sólo la historia lo diría, sin nombres ni charretelas, un Joven estudiante de tercer grado de primaria de la Escuela San Luis Gonzaga barrio Palo Alto, al lado del puesto de salud, hoy Alcaldía Municipal. No llegó a la escuela de lunes a viernes, o sean cinco días, el viernes el Docente Gustavo Benjumea vio pasar al padre del alumno y lo llamó, preguntando por la ausencia de su hijo, como los viejos de antes eran sabios, salio para su casa y trajo una soga de enlazar toros bravos en la corraleja, se paró en el dintel del colegio y señaló a un alumno, amiguisimo del que no había entrado a clases por cinco días consecutivos y lo sapió, el docente entró y señalo a cinco alumnos, los más cuajaitos, entre ellos mi persona, nos dejó a ordenes del señor padre, solo dijo acompáñelo.

Salimos playon vía a los jobos. rodeamos el cayo de monte en donde habían cinco palos de mango de chancleta y de azúcar. Divisamos la figura sentado al pie de un mango frondoso, sin camisa, botando manteca de su cuerpo y con la cara sucia de mango, cuando quizo reaccionar ya lo teníamos amarrado con el cáñamo, en lazado como toro, así lo trajimos hasta la escuela y delante todos los alumnos el papá se quitó el cinturón de cuero de babilla y canilla pelá, le dio cinco veces en las piernas, ahora vengo yo, dijo el maestro, tambien se quito el cinturón y mando a los compañeros alumnos a contar, uno, dos, tres, cuatro, cinco y como no lloraba siguió hasta diez.

Después vino la reculada del ovejo macho, uno por uno de los que fuimos a buscarlo se dio trompada con él. Mi persona se salvó porque eramos parientes y buenos amigos, hasta la presente. Hoy es un prestigioso Profesional al servicio de la Sociedad.

EL MACHETE




EL MACHETE
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor
17 de junio de 2020
Hablando de la U: Habia un Joven bien inteligente que le decían tres pueblos, en primera instancia dijo que era del Piñón, en la segunda instancia afirmó su patria chica en Cantagallar y por ultimo Juró que era de Sabanas, todos estos bellos pueblos en el Departamento del Magdalena Colombia. Bueno eso sería lo de menos, lo que era espectacular y que rayaba en su personalidad eran la pena, o sea los nervios se lo comían vivo, todos sus compañeros sabían que el tipo estudiaba, que problema en las exposiciones y en el tablero, se agarraba de los dos brazos, enlazaba las manos y se contorsionaba como gusano molongo, balbuceaba como niño en sus primeras letras y terminaba rajao.

Ya comenzaban los mama gallos del salón a llamarlo tres pueblos, despistado en su andar, una noche al salir de clases se subió en la Ruta de buses que no le correspondía, allí iba el mas perequero del salón, que al verlo le preguntó que para donde iba, el con su boceita delgada le contestó que para su casa, soltó el burlón la risa y le dijo que había cogido la ruta equivocada. Y por ultimo, un dia de examen final, minutos previos al examen, estaba cuchilla, todas las preguntas del cuestionario se las sabia, es más sus compañeros afilaban uñas con su elocuencia, tan pronto entro al salón de clases, adiós cuchilla, se quedo de ultimo al entregar el examen y cuando la maestra lo apretó que entregara, por equivocación le soltó la hoja del machete.
La Docente miró la hoja semi-arrugada, ya él estaba recogiendo su bolso y guardando el examen original, cuando escuchó un grito: Fulano, que es esto, el se acercó y adivinen ustedes que era: El machete, lo tenia la docente en sus manos, el pobre tres pueblos sólo alcanzó a decir: Hay Profesora disculpe, le entregué fue el MACHETE y cambio la hoja. Hoy es un gran profesional, al servicio de su región.
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