miércoles, 31 de mayo de 2017

JOCHA Y JOCHE




JOCHA Y JOCHE
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Zona Norte

El Adulto Mayor vive una etapa hermosa, donde la persona se encuentra en reposo, después de largos años y ardua jornadas de trabajo, en casi todas las personas el fenómeno de la sordera y otros males de la vejez afloran en la vida y más en este era de la tecnología de punta y en esta querida ciudad, la Arenosa, en donde no hay para comer en los barrios pobres y semi-pobres, pero si hay un escaparate (Llámese Picó), con todos los tubos de diferentes diámetros, el que más suene, sin tener en cuenta a los vecinos, igual da que la cama brinque y abandone el piso.

Pero lo imperdonable es una conversación entre una pareja de esposos, Jocha y Joche, ella en el segundo piso de la casa y él en el primer nivel: Jocha hazme el favor de regalarme un vaso con agua mija, te agradezco, jocha contesta allá quien sabe qué cosa y se presenta con unos zapatos que estaban en el patio.

A Joche solo le queda reírse, porque en verdad su compañera Jocha es su amor, su vida, además él está más mayor que ella y vienen años de comprensión, cariño y ternura, al igual que los niños en sus primeros años de vida. Joche cerrasteis las puertas, desconectasteis la nevera, prendisteis los focos.

Haaaa, que me dices Jocha, ella es un poco impaciente y responde desde el segundo nivel, ya casi dormida: Nada, Nada tú veréis (es Vallenata por el hablado),  a ver si las dejas abiertas, conectada o apagados los focos. Yo no te oigo nada Jocha, sube Joche y ya Jocha está dormida, cada día habla más al pacito, que vaina dice Joche.

A la mañana siguiente Joche le pregunta que decía ella anoche al tiempo de acostarse, veis Joche tu estáis loco, y noo te he hablado; a no; nooo, a bueno no, vea que contradicciones de la vida y eso que Jocha está cincuentona y Joche pisando los setenta, pesos más, pesos menos.

Joche en su pensamiento, se le vienen luces de cómo serán esas dos criaturas de Dios más adelante, quien atiende a quien, le comenta a Jocha lo que se le pasa por su mente a lo que ella contesta: Juuu Joche, ahorita es que vendo esa estufa y la lavadora, porque así como tu estáis Jubilado, yo también me voy a Jubilar, ajá Jocha y que vamos a comer, bueno contesta Jocha sancocho de tienda, acordarte que estoy pidiendo para mí 150 años de vida, le dice Joche alegremente.

Allá en mi hermoso pueblo, la gente dice, que todo aquel que se va, por diferentes motivos, vuelve después de viejo, así sea para morir, yo lo estoy pensando Jocha, porque ahora el escucha no nos está sirviendo y otras cosas más. Jocha le contesta al estilo del cuento del Riohachero, ese es problema tuyo Joche, bueno pues yo me voy para el Valle, Joche le responde de igual manera, ese es problema tuyo Jocha.

A pesar de todos los inconvenientes de la vida esta pareja, está pareja, jocosamente decidieron llamarse Jocha y Joche, recordando a un personaje de un hermoso pueblo que vendía leche en unos cantaros de inagrario, cuando la venta era de contado escuchaba clarítico cuantos cucharones de leche servía, pero cuando eran fiados o sea pagos después, no escuchaba nadititica, la persona se cansaba de repetirle que dos cucharones de leche, el personaje se colocaba la mano en la oreja izquierda y decía: Haa que viene pocheche, hasta que el muchacho se cansaba y se iba para su casa, sin leche.


Lo bueno de este cuento, es que no hay gritos, groserías y el respeto prima sobre cualquier desavenencia, Jocha y Joche, hermosa pareja.

sábado, 20 de mayo de 2017

MI HIJO SICO, DE PASEO POR EL CEMENTERIO



MI HIJO SICO, DE PASEO POR EL CEMENTERIO
Poor Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Costa Norte

Al igual que el miedoso del negrito en Aguas Blanca Cesar Colombia, hay un personaje que se las tira de bravo y dice que no le tiene miedo a nada, ni a nadie, me refiero a mi gran amigo el hombre  de la guitarra mágica, nacido en Urumita con el cuento de la gallina subida en el palo de mango, que le cayó en la cabeza, pero eso es de bocas hacia afuera, la franqueza del compadre Sico, está a prueba de balas y torpedos, siempre ha dicho que es miedoso, de eso no cabe duda, en especial a las Iglesias y los cementerios, más cuando era monaguillo que le tocaba ayudar a enterrar a los muertos y cerrar la basílica menor del señor de los milagros en la villa a las ocho de la noche.

Vea que las costumbres han cambiado con el transcurrir del tiempo, cincuenta años atrás. No se veían humanos vivos transitando por el cementerio en horas de la noche, amén de visitar a los seres queridos que ya partieron hacia la eternidad, o el día de los difuntos a llevarles flores, encenderles velas y limpiar sus tumbas.

En mi vida, he recibido sustos, buenos y malos, hablemos de los malos, por ejemplo, el día que el burro moro, rebuznó a mitad de camino cargado de leña, y con mi persona encima hurgándolo de los pelitos del lomo para que aligerara el paso. Ese día en especial supe lo que es hablar un burro, pero como no me creyeron.

O la vez que me resbalé de la boca del volcán el tesoro en San Antero Córdoba, y fui a dar a diez metros en tres patas, por la terquedad de no soltar un frasco bocón de vidrio lleno de lodo. Una voz me decía, no lo dejes caer mijo Sico.

Pero para morirse de susto, ver a una mujer vestida de blanco blanco, atravesando el cementerio de norte a sur a las cuatro y cuarenta y cinco de la mañana, hay que tener “cojones”, más que alza una de las manos con guantes blancos y chalina en su cabeza, me saluda sin conocerme…

Me tenían en una silla plástica sentado y dándome agua de azúcar, cuando abro mis ojos color miel, me preguntan mi nombre y seguido que hacía en el cementerio a esa hora, ya recuperado y con mis seis sentidos en función, recuerdo a la mujer vestida de blanco que nuevamente venia hacia mí con un pocillo con café tinto cerrero, de esos que levantan el ánimo.

No me tenga miedo, dijo, estoy viva todavía, lo que sucede es que vivo del lado atrás del cementerio y por no dar esa vueltona…. Atravieso todas las mañanas el cementerio cuando voy para misa de cinco, todas las personas lo hacen, hay una entrada al fondo.

Ahora dijo la mujer de blanco, ¡Quién es usted, es forastero?. Bueno podría decir que si soy forastero, le contesté, tengo cincuenta años aproximadamente que me fui de acá, vengo muy poco, porque solo tengo a los viejos que me criaron, en el cementerio, al milagroso y medio pueblo que son mis familiares, soy el Cubita de la placita, criado desde niño por Isabel Román y Francisco Javier Cadrazco García (Calderón).

La señora de blanco exclamó “Haaa tu eres mijo Sico”. Si señora así me decía mi mamá, me abrazó se presentó con su nombre y apellidos y salió siendo mi familiar, nacida diez años  antes de mi partida de mi hermoso pueblo “La Villa de San Benito Abad”.



sábado, 13 de mayo de 2017

KATHERINE





CON TODO CARIÑO, LE DEDICO ESTA HISTORIA DE VIDA Y AMOR, REAL Y VERDADERO, A TODAS LAS MADRES DE ESTE PRECIOSO MUNDO, EN ESPECIAL A MI ESPOSA, POR DARME LA SATISFACCIÓN DE SER, HIJO Y PADRE.

KATHERINE, LA JOVEN “IMAGINARIA” MÁS HERMOSA DE LA PLACITA EN SAN BENITO ABAD. Por Francisco Javier Cadrazco Díaz Román.


Katherine, era la Joven más hermosa de la cuadra de la placita donde me críe. A su corta edad sobresalía en belleza e inteligencia ante sus amigas del colegio, decían los vecinos mayores, que esa joven iba a ser una gran mujer. Tenía la piel rosada al igual que sus pómulos, su cabellera era de color rojizo, muy sencillita y tímida al mirar, parecía haber nacido en el Departamento de Boyacá. Para esa época mi persona, era un adolecente que daba media vida por esa hermosa y agraciada jovencita, con deseos de estar a su altura y pretender algún día hacerla mi esposa.


Sus padres y abuelos la adoraban y la consentían, era la mimada del hogar, única mujer, los demás hermanos era varones.

Bajo la potestad de sus abuelos y el cariño de sus tíos a esa joven no se le acercaba ningún pollito, eran muy celosos, en la finca “La Concepción” donde se crío había mucho Ganado, en la mía solo había un burro viejo que serbia para conseguir el sustento de la familia, en su casa la comida sobraba y en las tardes, con ella alimentaban a los perros, las gallinas y los pavos. Miren que contradicciones de la vida. En mi mente Katherine era la reina de mi hogar, era mi diosa, la mujer más linda en la creación de mi Dios, la veía acompañada de unos hermosos hijos, para cerrar la felicidad de mi hogar.

Solo eran ilusiones, ella estaba destinada a un hombre de alta alcurnia, tenía asegurado su futuro al lado de sus padres, abuelos y tíos.

En ese tiempo mi futuro era incierto, solo esperaba un milagro de mi Dios, solo esperaba una oportunidad en la vida, eso sí, con mucha fe y unos deseos de superarme y con una decisión firme a lograr mis objetivos.

Muchos años pasaron y no volví a acordarme de Katherine, la mujer "imaginaria" más hermosa de la cuadra de la placita, a quien amaba en silencio por la edad que le llevaba y por la brecha económica que nos separaba. No veía alternativas para pretender a Katherine, me preguntaba ¿Será que la puedo hacer mi esposa y mantenerle sus caprichos de mujer?
Con mis cortos estudios de primaria, una secundaria en veremos y una profesión a largo plazo, tal vez sí.
En la sala de mi casa, con pisos de arena y tres hermosos parches de cenizas y barro rojo, que servían de adorno, colgaban dos cáñamos para guindar mi vieja hamaca artesanal, marca made in Morroa, en ella, mis pensamientos de adolecente me llevaban con el viento a bellos lugares remotos del mundo que no conocía, avenidas, malecones, cafeterías al aire libre, viñales, gente bella, ataviadas con bufandas y vestidos elegantes, universidades, flotas de buses, sitios que daban esperanzas de volver a ver a Katherine.

Pasaron muchos años en mi vida, mi Dios y los hombres no me fallaron, encontré poco a poco el camino en la vida que andaba buscando, el camino al progreso, al estudio, al trabajo, al buen vivir, a un buen hogar, a una hermosa familia, una profesión, el camino de la rectitud de los valores, de la ética y la moral. No fue fácil la lucha por estos logros, los obstáculos estaban a orillas de mi camino. Siempre fui fiel a los lineamentos trazados por mis padres que me adoptaron desde mis primeros meses de nacido y con la dirección de los sacerdotes españoles, a quien acudí a mis escasos 8 años como sacristán y luego como seminarista hasta mis 17 años de edad, cuando ellos decidieron que debía tomar un rumbo distinto al de ser ministro de Dios en la tierra, por no contar con los recursos necesarios para Ordenarme.

Katherine seguía en mi mente, donde estará, como será ahora como mujer, estará casada.

De lo que sí puedo estar seguro, es que ella no debe acordarse de mí, a pesar de la sonrisa que me brindaba cuando joven.

Me decía, un día cualquiera de mi vida, me voy a encontrar con Katherine y le diré que la quiero mucho, que siempre la he amado con el corazón y la mente, sin barreras, sin tiempo y sin espacio.

En el piso 33 del edificio de mi vida a tres escalones para llegar al 34, me encontré con Katherine, una mujer hermosa sencilla de ojos café de color blanco, igual como se la imaginaba mi mente, lucia ese día una falda larga estampada con periódicos, unos zapatos blancos con pocos tacones, una cabellera negra larga que le llegaba más allá de la cintura, tenía una mirada de mujer cariñosa, como era tiempo de pre carnaval en esta tierra Currambera que me adoptó desde el año 1.974, un domingo de verbena, “A pleno Sol”, allí estaba Katherine, cuando me miró me ofreció su sonrisa, llevaba en su boca unos brakes de colores que la hacían más bella, le correspondí a su sonrisa, compartí con ella toda la tarde, bailamos, me dijo que venía de Aguas Blancas-Valledupar Cesar, la llevé a su casa, un año después la hice mi esposa, les juro que desde ese momento no me he separado de ella un solo instante.

Katherine una mujer bella, una buena compañera y una excelente madre de tres hermosos hijos, Vanessa, Joeth, Diego y mi bello nieto Matías, has compartido con mi persona 32 años de vida, momentos de felicidad, de alegría y tristezas y muchas cosas más, con orgullo recibiste en la placita, la bendición de mi madre Isabel María Román Madera, tienes el cariño y la estimación de gran parte de mis familia y mi persona cuenta con el cariño, aprecio y respaldo de toda tu numerosa familia, en fin Katherine eres la esposa perfecta, como la soñaba e Imaginaba, acostado en una hamaca, en la sala de mi humilde hogar en la esquina de la placita en “La Villa” de San Benito Abad, Sucre Colombia.


Solo te puedo expresar mi hermosa y bella Rubis Alicia Páez De la Hoz (Katherine), que por siempre te voy a amar. (CADRAZCO, Díaz Román Francisco Javier). Libro Huellas en el Transcurrir de la Vida, I Edición.




sábado, 6 de mayo de 2017

PIOJITO Y PIOJÍN


PIOJITO Y PIOJÍN
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano-Zona Norte

Bueno hermano, nos ganamos cipotes de remoquetes, gracias a la pequeña estatura que tenemos, pero no te preocupes que de esta vamos a salir airosos, refiriéndose al trampolín de diez metros de altura donde se encontraban en una carpa de circo, Piojito y Piojin.

Piojito y Piojín solo se diferenciaban por un lunar que cargaba Piojin en la planta del pie, difícil obsérvalo, eran gemelos de nacimiento, huérfanos y explotados por los dueños del circo, viajaban de un lado para otro, lo que ganaban lo consignaban en una cuenta común, querían ser empresarios, les gustaba el comercio.

De abajo movieron la cuerda en señal de que la función comenzaba, Piojin se trabó de sus piernas y entrelazó sus diminutos pies, Piojito se amarró a su cintura un cáñamo y se lanzó al vacío.

Una hermosa señora que estaba en él publicó gritó, se mató y abrió sus brazos cayendo Piojito en su regazo, la señora se levantó y salió del circo con Piojito en brazos, le daba besos y besos, cuando llegó a su casa ya el diminuto hombre estaba roncando.

Como pudo Piojín se soltó y cayó en una tina de almohadas acolchonadas que se encontraba en el piso por si alguno de ellos perdía pies, se sacudió cogió un taxi y siguió a su hermano que iba en un lujoso automóvil  dormido, se coló en la mansión y espero al día siguiente para entrar en la casa.

Tan pronto el jardinero de la mansión abrió la puerta, Piojin entró, reparó el entorno y adujo que su hermano mayor estaba en el cuarto numero dos que tenía la puerta entre abierta, pero allí no se encontraba, observó los movimientos y vio salir a la Madan, al poco rato entro nuevamente a la alcoba y fue cuando Piojin vio a su hermano compartiendo cama.

Piojin enfrentó a su hermano y este le dijo que se quedara, que él tenía una nueva vida al lado de la Madán, se lo presento y ambos se quedaron viviendo en la mansión de la mujer más rica de  ese pueblo.

A los dos días siguientes fueron al Banco y con la plata ahorrada comenzaron a comprar verduras y granos y vender al por mayor en los mercados, los dos hermanos se ganaron un puesto y el respeto, los mayoristas Carlos y Juan, los mellos.

Pasaron los años y Piojito o Carlos se hacía acompañar de sus cuatro hijos varones, cuál de ellos fuera más grande, superando el 1.70 de estatura. Piojin o Juan también se casó con la hermana de la Madán y se hacía acompañar en sus labores por sus cinco hijas esbeltas, echadas para adelante en los negocios, administraban y daban órdenes a sus colaboradores  a quienes los mellos trataban bien y les daban buena paga.


Las oportunidades de la Vida, llegan cuando menos se esperan, hay que perseverar y trazarse metas y objetivos. Piojito y Piojín actores de circo ya viejos reposan en el patio de la mansión, en unas sillas reclino maticas, bajo la atención de sus esposas e hijos.