BARCINO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano
Hablando de Perros de cuatro patas, me permito
contarles el siguiente hecho:
Una mañana bien temprano, cuando el astro rey no había asomado sus narices
calientes en mi pueblo “La Villa”, se presentó a la puerta de la casa un perro
cachorro de color barcino, mi papá lo espantó tres veces y no le hacía caso, se
me enroscó en mis piernas y de allí no hubo quien lo despegara, rogué para que
lo dejaran en casa y gané la petición, después de advertirme que tenía que
buscarle comida, hacerle una choza para que durmiera. Se llamaba Barcino, por
su color.
Al poco tiempo lo tenía domado, le enseñé a acostarse,
a dar la mano y lo mejor a montear conejo, atacar a los patos coyongo que caían
a la charca del volcán, un medio día salí a las huertas cerca de la casa a
cortar unas chiribitas (Barusas de árbol secas), en compañía de Barcino, el
exploraba y rastraba en las huertas el olor y madrigueras de conejos.
Lo escuche ladrando fuerte, pidiendo auxilio para
atrapar un conejo orejón que se le había escondido en un árbol seco de
matarratón, que se encontraba en una cerca de alambres, ese árbol estaba hueco
y allí se metió el conejo, corte una vara larga y la introduje en el hueco del
árbol y sentí que había algo anormal allí, como soy una persona nerviosa fui
por ayuda de un vecino mayor, al palpar con la vara me dijo es una culebra boa
y le pregunté y el conejo?.
Buscó un hacha y le fue sacando astillas al árbol
seco, a prudencia distancia, vi que algo se movió y sacó la cabeza, una boa
grité, pensé correr pero Barcino ladraba desesperado, se aglomeraron los
vecinos y colaboraron en sacar la boa de dos metros y medio, tenía en su barriga
un pronunciado como mujer preñada, o eran culebritas o era el conejo.
La colgaron de un árbol, le sacaron el conejo que
estaba vivo, el Barcino lo reclamaba, decía que era de él, le dije si te lo
alcanzas es tuyo.
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