EL PATO CUCHARO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor
Vivía Demetrio con su esposa y sus ocho hijos a
orillas de la ciénaga de doña luisa, siempre se quejaba porque venían del
pueblo a casar las aves que llegaban a
alimentarse a la inmensa ciénaga, una mañana se levantó Demetrio, miró al fogón
de leña y su mente le comunicó que no había nada que cocinar, se quitó el
sombrero, se pasó la mano por su frente y mentalmente le dijo a mi Dios, señor
alimenta mi cuerpo, mi alma y el estómago de mi prole, dio cinco pasos hacia el patio y en ese
instante cayó del firmamento un hermoso Pato Cucharo (Cucharo por su pico, en
forma de una cuchara), botó el sombrero y corrió a cogerlo. No lo iba a dejar
volar, estaba herido con unos tiros de escopeta
impregnado en su cuerpo, cuando ya lo tenía levanto su vista hacia el palo de
mango frondoso por donde iba a salir el sol.
Llamó a su esposa y le dio la buena nueva, ya
tenemos comida mi amor, ajunta el fogón y calienta el agua, era la
supervivencia, además en ese tiempo lo que habían eran patos en esa ciénaga.
Buscaron los condimentos, montaron la olla de barro el cucharon de palo, la
yuca y lo demás.
Cuando estaban las sopas hirviendo llegó a la puerta
el cazador de aves, buscando un pato Cucharo a quien le había disparado hacían
media hora, y le dijeron que había caído en ese patio, Demetrio lo atendido
amablemente, lo hizo seguir a la cocina y le contó que el pato cayó en sus
predios y con él iba a alimentar a su
familia, que lo que podía hacer era darle participación de ese manjar, el cazador
pretendía a las malas que sacaran el pato de la olla y se lo entregaran, al fin
después de una larga conversación llegaron a un acuerdo, que tan pronto
estuvieran las sopas, sacarían al pato de la olla y se lo entregarían.
Así se hizo, ya despidiéndose el cazador,
escucharon un zumbido en el patio y salieron a ver que sucedía, era un coyongo,
ave de ciénaga de cuello negro más grande que el pato Cucharo, la señora de Demetrio lo cogió y en tono alegre y
jocoso le dijo al cazador, este también le disparó usted, se lo quiere llevar?.
El hombre agachó la cabeza y se marchó con su pato Cucharo hervido y desabrido.
“Al que le van a dar, le guardan”.
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