- 29.- UN FILÓSOFO EN BERLÍN - (Premio Nacional de Cuentos y Fabulas)
Escritor Colombiano
Berlín,
una ciudad fría, lluviosa y oscura, allá fue a parar David, mejor conocido como
“Deivid”, un Barranquillero inquieto, estudioso y educado que cursaba el quinto
semestre de Filosofías y Letras en la Universidad pública de su tierra natal.
Con
miles de trabajos acudía todos los días a la Universidad en su bicicleta vieja,
sin pintura y sin freno, desde un barrio del sur oriente de la capital del
Atlántico-Colombia, al zapato derecho le agregó una doble suela de cuero, para
poder frenar la llanta delantera de su bicicleta y no estrellarse contra
cualquier obstáculo en la vía.
Sin
importarle la lluvia o las olas de calor en invierno. Cargaba un morral negro
con franjas rojas y dentro de él, los libros de segunda envueltos en una bolsa
de polietileno para que no se mojaran, comprados en la plaza de San
Nicolás a los revendedores.
Una
Beca por buen desempeño le dio el aval para seguir estudiando su carrera en la
fría ciudad de Alemania, con los pocos ahorros de sus padres el joven empacó
sus maletas y partió al viejo mundo buscando un mejor vivir siempre acordándose
de sus progenitores que se levantaban bien temprano a atender su colmena en el
mercado público, donde vendían frutas y verduras.
Ya
instalado y con las dificultades del Idioma, la falta de colaboración, el
compañerismo, el cambio brusco de una ciudad caliente, brisada, pachanguera y
carnavalera, acostumbrado a jugar bola de trapo en su barrio, a comer
chicharrón con bollo de yuca, extrañaba todo ese ambiente y su conglomerado.
Con sus
metas trazadas, su persistencia y las ganas de salir adelante le daban fuerzas
a “Deivid” para soportar todas esas vicisitudes que el entorno de la ciudad
fría le ofrecía y le cambiaban su modo de vivir.
Culminando
sus estudios de pregrado en Filosofía, conoce a una mujer que a primera
vista lo cautiva, lo orienta y lo lleva poco a poco por el buen sendero de las
letras y la literatura.
Annemaire
Dogger, una poeta reconocida en Europa, profesora en la Universidad de Berlín,
maestra y guía del joven Barranquillero; se les veía por la Avenida Unter den
Linden, por la calle Ku´Damm y el parque Tiergaten, en vuelta de unos meses se
convirtió en la esposa del aventajado filosofo que por sus notas altas fue
nuevamente becado para estudiar una especialización que lo llevaría a ocupar
uno de los puestos más altos de esa alma mater.
A estas
alturas “Deivid” gozaba de buen prestigio dentro del estudiantado y su núcleo
de trabajo, ya su esposa se encontraba en embarazo y fue el momento oportuno
para mandar a buscar sus padres y su hermana que en vuelta de tres meses
dejaron su ciudad, su colmena con verduras y comestibles y su hermana estaba
preparándose para ir a la universidad.
Estos
cambios climáticos y de adaptación de un país a otro generan una serie de
inconvenientes que la familia superó y se adaptaron a la ciudad fría y oscura,
con todas las garantías que “Deivid” les brindaba, el cariño y el aprecio de su
esposa hacia su familia, era incondicional.
Todo
estas comodidades se las trazaba este joven en su mente, juicioso y estudioso,
por eso no aprendió a jugar billar, buchacaras, a empinarse una botella de
licor, su pasión era jugar bola de trapo y estudiar y estudiar para
perfeccionarse en este difícil mundo carente de oportunidades.
Sus
compañeros de barrio se reían de él, y le decían:
-
Hey Deivid, el propio filósofo culo, te vas a volver loco
estudiando
“Deivid”
les contestaba:
Ustedes
se van a volver locos por no estudiar, así no van a llegar a ninguna parte, ojo
con los parásitos de la sociedad.
Al cabo
de unos diez años, “Deivid” y su familia completa, su hermosa esposa Annemaire,
blanca de color, chapiada del frio, con una estatura de casi dos metros y sus
dos hermosos hijos, Borke y Chay, todos hablando el idioma Alemán, aterrizaron
en el aeropuerto de Curramba la bella, que ahora para “Deivid” estaba más
bella.
Una
comitiva de estudiantes de la U. y compañeros del barrio fueron a recibir a un
joven que al partir era delgado un poco maltratado por las vicisitudes de la
vida, renegrido del sol y el ambiente que lo rodeaba, del cual sus compañeros
se burlaban y le decían palabras soeces de alto calibre, que no llegaría a
ninguna parte, acababa de aterrizar en un vuelo de muchas horas de camino.
Un
cambio total en su físico, experimentaron la comitiva de bienvenida a “Deivid”
y su familia, un hablado en español un poco atravesado, pero seguía siendo el
mismo muchacho humilde y educado como el día en que partió para lejanas tierras
en busca de un buen futuro para él y su familia, saludó efusiva
mente a sus compañeros de juego de la bola de trapo y de una vez los
invitó a un partidito en la calle larga y polvorienta de su cuadra, que a estas
alturas ya estaba pavimentada, su reencuentro con sus profesores y
compañeros de la U.
Dándoles
a cada uno un agradecimiento por la gestión de la beca que lo llevaría a ser un
gran hombre de letras.
Así,
con esfuerzos, dedicación, constancia, perseverancia y mucho estudio, se
forma el futuro y bienestar de las personas que creen en ellas mismas.
Para
“Deivid” y todas las personas que piensan como él, que son ejemplo de Sociedad,
van estas palabras escritas por el Filósofo y poeta MARK NEPO:
“Los
Maestros surgen de algún lugar en mi interior que está más allá de mí, tal como
la tierra oscura que, no siendo la raíz, abraza a ésta y alimenta a la flor”.
Caminante
no hay camino, se hace camino al andar. (Antonio Mercado).
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