lunes, 13 de enero de 2020

UN FILÓSOFO EN BERLÍN




  1. 29.- UN FILÓSOFO EN BERLÍN - (Premio Nacional de Cuentos y Fabulas)
 Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Berlín, una ciudad fría, lluviosa y oscura, allá fue a parar David, mejor conocido como “Deivid”, un Barranquillero inquieto, estudioso y educado que cursaba el quinto semestre de Filosofías y Letras en la Universidad pública de su tierra natal.

Con miles de trabajos acudía todos los días a la Universidad en su bicicleta vieja, sin pintura y sin freno, desde un barrio del sur oriente de la capital del Atlántico-Colombia, al zapato derecho le agregó una doble suela de cuero, para poder frenar la llanta delantera de su bicicleta y no estrellarse contra cualquier obstáculo en la vía.

Sin importarle la lluvia o las olas de calor en invierno. Cargaba un morral negro con franjas rojas y dentro de él, los libros de segunda envueltos en una bolsa de polietileno para que no se  mojaran, comprados en la plaza de San Nicolás a los revendedores.

Una Beca por buen desempeño le dio el aval para seguir estudiando su carrera en la fría ciudad de Alemania, con los pocos ahorros de sus padres el joven empacó sus maletas y partió al viejo mundo buscando un mejor vivir siempre acordándose de sus progenitores que se levantaban bien temprano a atender su colmena en el mercado público, donde vendían frutas y verduras.

Ya instalado y con las dificultades del Idioma, la falta de colaboración, el compañerismo, el cambio brusco de una ciudad caliente, brisada, pachanguera y carnavalera, acostumbrado a jugar bola de trapo en su barrio, a comer chicharrón con bollo de yuca, extrañaba todo ese ambiente y su conglomerado.

Con sus metas trazadas, su persistencia y las ganas de salir adelante le daban fuerzas a “Deivid” para soportar todas esas vicisitudes que el entorno de la ciudad fría le ofrecía y le cambiaban su modo de vivir.

Culminando sus estudios de pregrado en Filosofía, conoce a una mujer que a primera  vista lo cautiva, lo orienta y lo lleva poco a poco por el buen sendero de las letras y la literatura.

Annemaire Dogger, una poeta reconocida en Europa, profesora en la Universidad de Berlín, maestra y guía del joven Barranquillero; se les veía por la Avenida Unter den Linden, por la calle Ku´Damm y el parque Tiergaten, en vuelta de unos meses se convirtió en la esposa del aventajado filosofo que por sus notas altas fue nuevamente becado para estudiar una especialización que lo llevaría a ocupar uno de los puestos más altos de esa alma mater.

A estas alturas “Deivid” gozaba de buen prestigio dentro del estudiantado y su núcleo de trabajo, ya su esposa se encontraba en embarazo y fue el momento oportuno para mandar a buscar sus padres y su hermana que en vuelta de tres meses dejaron su ciudad, su colmena con verduras y comestibles y su hermana estaba preparándose para ir a la universidad.

Estos cambios climáticos y de adaptación de un país a otro generan una serie de inconvenientes que la familia superó y se adaptaron a la ciudad fría y oscura, con todas las garantías que “Deivid” les brindaba, el cariño y el aprecio de su esposa hacia su familia, era incondicional.

Todo estas comodidades se las trazaba este joven en su mente, juicioso y estudioso, por eso no aprendió a jugar billar, buchacaras, a empinarse una botella de licor, su pasión era jugar bola de trapo y estudiar y estudiar para perfeccionarse en este difícil mundo carente de oportunidades.

Sus compañeros de barrio se reían de él, y le decían:
-       
      Hey Deivid, el propio filósofo culo, te vas a volver loco estudiando

“Deivid”  les contestaba:

Ustedes se van a volver locos por no estudiar, así no van a llegar a ninguna parte, ojo con los parásitos de la sociedad.

Al cabo de unos diez años, “Deivid” y su familia completa, su hermosa esposa Annemaire, blanca de color, chapiada del frio, con una estatura de casi dos metros y sus dos hermosos hijos, Borke y Chay, todos hablando el idioma Alemán, aterrizaron en el aeropuerto de Curramba la bella, que ahora para “Deivid” estaba más bella.

Una comitiva de estudiantes de la U. y compañeros del barrio fueron a recibir a un joven que al partir era delgado un poco maltratado por las vicisitudes de la vida, renegrido del sol y el ambiente que lo rodeaba, del cual sus compañeros se burlaban y le decían palabras soeces de alto calibre, que no llegaría a ninguna parte, acababa de aterrizar en un vuelo de muchas horas de camino.

Un cambio total en su físico, experimentaron la comitiva de bienvenida a “Deivid” y su familia, un hablado en español un poco atravesado, pero seguía siendo el mismo muchacho humilde y educado como el día en que partió para lejanas tierras en busca de un buen futuro para él y su familia, saludó efusiva mente a sus compañeros de juego de la bola de trapo y de una vez los invitó a un partidito en la calle larga y polvorienta de su cuadra, que a estas alturas ya estaba pavimentada, su reencuentro con sus profesores y compañeros de la U. 

Dándoles a cada uno un agradecimiento por la gestión de la beca que lo llevaría a ser un gran hombre de letras.

Así, con esfuerzos, dedicación, constancia,  perseverancia y mucho estudio, se forma el futuro y bienestar de las personas que creen en ellas mismas.

Para “Deivid” y todas las personas que piensan como él, que son ejemplo de Sociedad, van estas palabras escritas por el Filósofo y poeta MARK NEPO:

“Los Maestros surgen de algún lugar en mi interior que está más allá de mí, tal como la tierra oscura que, no siendo la raíz, abraza a ésta y alimenta a la flor”.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. (Antonio Mercado).











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