lunes, 13 de enero de 2020

EL GALLERO DE ORO

  1. 13.- EL GALLERO DE ORO
  2. Por Francisco Cadrazco Díaz Román
  3. Escritor Colombiano

En honor a Manuel Vicente Díaz Vanegas (Barros), mi bisabuelo...


Me contó mi bisabuelo que en un camino se topó con un ataúd y cuatro velas encendidas, debajo de unos árboles frondosos de bolombolo...

Era mi bisabuelo un indígena, enrazado entre Wayuu y Zenú, su Padre Manuel Vicente Díaz Barros nacido en Urumita Guajira y su madre una indígena de apellido Vanegas, de la región del rio Sinú, Lorica, Córdoba;

Esta mezcla se da cuando Manuel Vicente, Padre, visita en una feria Gallística a Lorica, él era cuidador de gallos finos en Urumita, no era apostador.

En esa feria conoció a la mamá de mi bisabuelo, se la rapto y se la llevó para Urumita, Guajira, allá nació mi bisabuelo. Con el tiempo y en el afán de cuidar gallos finos, se mudaron para Lorica,  ya crecido  mi bisabuelo aprendió a cuidar gallos finos y acompañaba a su papa en las correrías a distintos pueblos de la costa Caribe.
Una vez había una feria de gallos finos en los Palmitos, Sucre, donde acudieron a la invitación "los dos Manuel Vicente"; trajeron sus gallos a pelear, era una cuerda  famosa y ganadora , un amigo de los palmitos de apellido Pérez los invitó a su casa  a un almuerzo; una de las hijas del amigo le puso el ojo a los galleros desde que llegaron pero la flecha era para mi bisabuelo, quien se fue emocionado con la mujer de color claro, ojos pequeños, nariz larga, cabellos negros que le llegaban más allá de la cintura, alta , hermosa y le juró que vendría por ella y formarían un hermoso hogar lleno de hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y ensarta corral..

Manuel Vicente "Padre", siempre vivía dándole consejos a mi bisabuelo, diciéndole que en esta vida las cosas eran difíciles, que además de lo que la naturaleza divina enseñaba, había que aprender otras cositas ocultas para defenderse del enemigo, y mi bisabuelo captaba todo lo que su padre le decía, sabía que ese indígena Wuayuu conocía mucho; ya lo había comprobado cuando en una gallera se formó tremenda pelea, que las botellas de cerveza de doble fondo de color verde volaban por los cielos; todos se protegieron debajo de la gallera y la trifulca estaba en todo su furor, los dos galleros al momento de la pelea cogieron distintos rumbos, hasta que Manuel Vicente "hijo" escuchó la voz de su padre que gritaba:

-¡Échenme otro!

El hijo salió de su escondite viendo a su padre con la camisa rota y los puños cerrados, en  mitad de la gallera y tres docenas de parroquianos tirados en el suelo, en un sueño profundo, como cuando a un paciente le ponen anestesia para operarlo en un hospital.
Salieron de la gallera sin musitar palabras, al  papá se le notaba que la rabia no se le iba a pasar por mucho rato, jipiaba como niño pechichón, esperaron  el Jeep que los trasportaba siempre, embarcaron  los guacales con los gallos y retornaron  a Lorica.
Pasaron muchos días para que mi bisabuelo le preguntara a su papá,  porqué peleo en la gallera y como hizo para arrumar (tumbar) a tantos hombres, porque a decir verdad mi bisabuelo no era un hombre fornido, era delgado, fileño, con rasgos indígena por los dos lados, hablaba en voz baja, pausado y su carta de presentación era un lunar negro en alto relieve en la mejilla derecha de la cara, pienso yo que con esos rasgos era su padre.

Un día de verano, cuando los arboles de Acacias y los Matarratones estaban florecidos, a mi bisabuelo se le dio por  independizarse para  cuidar gallos finos, ya él sabía todos los secretos para mantener un gallo en condiciones de pelear y sobre todo de cuidarlos; el oído del canto del gallo, era común para él, decía: 

-Cantó "el Canelo", cantó "el guajiro", "el javao", "el chino", "el pisa papel", "cuatro en uno", "tres puntá", "el colorao", "Bisuaca", "mata guapos",  "cuello rojo", "el galillo ripiao", "el canta bonito", "Cesar el rey", "el culebro", "pico de oro", "el cenizo", "gallo giro".

Y muchos nombres más, él sabía que en una hacienda mínimo habían unos 50 gallos y también sabía con qué alimentarlos para que fueran fieros a la hora de la pelea; fama tenía su papá, donde quiera que pisaba una gallera, decía:

-“Hoy vamos a aguantar hambre, porque no va a haber sancocho de gallo marica”.

Y así era,  sus gallos eran ganadores, por eso mi bisabuelo cogió el mismo oficio de su papá.
Volviendo a la pelea protagonizada por el papá de mi bisabuelo, ya reposado más de dos meses, y con todo el respeto que su padre se merecía, Manuel Vicente "hijo"  le lanzó  temeroso la pregunta del millón a su papá, ¿Por qué peleo en la gallera y como se defendió de las tres docenas de parroquianos?, porque a decir verdad,  esa es una exageración para esta época y para este siglo XXI, quizás van a decir ustedes señores lectores que mi persona es un mentiroso, pero hasta eso de decir la verdad y nada más que la verdad lo aprendí de mi abuelo, Francisco Javier y de mi Bisa, Manuel Vicente, o a lo mejor van a decir  ¿por qué esa herencia no traspasó de generación en generación?, ¿Qué tal uno ahora con secretos para pelear a puño limpio?, cuando en este tiempo le sacan a uno un cañón corto, ¡tengan juicio!.
El Padre le dijo:

"Bueno mijo, ya tu eres un hombre hecho y derecho, algún día vas a tener que defenderte a puño limpio, sin retroceder y con la mente bien puesta; concéntrate, porque si no te matan. ¡Mucho Ojo con el puñado de arena fina en los ojos y la patada voladora en el número 100 de la cabeza!, porque esa si es mortal, lo mínimo que pude pasar es que despiertes a los tres días en el puesto de salud del pueblo viendo a un enjambre de murciélagos guindaos del techo mirándote fijamente, burlándose de ti porque perdiste la pelea. A tu alrededor una Bacinilla  de peltre y un pato de aluminio pa´  orina y dos tanquecitos, también de peltre, con mangueras para metérselas por el fundillo pa´ que botes todo lo que te comiste".

Después de decirle lo anterior, le confesó a su hijo que cuando su gallo fino Javao de cuello largo y pico curvo ganó la pelea, el perdedor le gritó que a su gallo fino le habían echado bisuaca.

- "Vea mijo la peor ofensa pa un gallero es que el perdedor diga que su gallo perdió porque le echaron bisuaca.  Esa es una ofensa pa el gallero ganador, es como decir: tú me hiciste una brujería. Cuando ese hombre vociferó que yo le había echado bisuaca a su gallo, tiré el javao pa´ las gradas, ¡eso sí! sé quién lo cogió, me lancé a puño y trompá; al ratico me cayeron los perdedores, saqué de la manga de la camisa tres docenas de muñequitos (niños en cruces) y los puse a peleá, el enemigo que se me acercara le pintaba la cerca e dedos de la mano o una patá voladora  en el número 100 de la cabeza con el pie de ñame criollo de diez libras".

Así fue como Manuel Vicente Días Vanegas (Barros) heredó de su papá todos los secretos de los gallos finos y otras cositas más, porque a decir verdad esos viejos de antes si sabían secretos, claro, los utilizaban para defenderse en la vida.

Ya les conté  que mi bisa se independizó de su papá, armó tolda aparte y se fue a buscar a su princesa a los palmitos, bueno, así fue que mi bisa se preparó para visitar a la  Princesa, llevaba un sombrero Sinuano número 21, una camisa caqui manga larga con dos vueltas en los puños de la camisa, y un pantalón de Súper naval del mismo color, unas abarcas tres puntá, con una suela de llantas de vehículos marca Good Year elaboradas en Chinú Córdoba y una Mochila tejida por la etnia Wayuu de la hermosa Guajira.

Lo malo fue que no llegó a su casa, le pagó a un  muchacho cinco centavos con una moneda de cobre y le mandó a decir que la esperaba en el camino real que daba para Corozal y que si no venía,  no lo veía más nunca en su vida.

La princesa acudió al llamado y  mi bisabuelo le propuso que se saliera con él, a lo que la princesa le respondió que fuera hombre,  que le diera la cara a su papá que él no se lo iba a comer, que el papa no era un tigre. Mi bisa con los nervios de punta y el cabello erizado como un Jabalí; al poco rato llegó a  regaña dientes a la casa del papá de la princesa, eso sí,  mi persona les puede afirmar que mi bisabuela Bienvenida Pérez era una princesa, se le notaban sus facciones finas a pesar de su vejez y del hollín del fogón de leña, donde hacia los más sabrosos cafongos y bollos (Guapitos), en el barrio "el puerto" de la Villa de San Benito Abad, Sucre, de la Región Caribe en Colombia..

Mi Bisa le dijo a el señor Pérez, padre de mi Bisabuela, que él estaba enamorado de su hija y que tenía buenas intenciones de hacerla su esposa y procrear una numerosa familia, de la cual orgullosamente pertenezco, mi bisa visitó a la Princesa unas cuatro veces y después se la llevó para una finca gallera en San Benito Abad con el nombre de “El paso de los Chivos”, llamada así porque en esa finca habían muchos chivos (carneros); pero también habían allí  más de cien gallos finos,  que sacaban el fin de semana a las diferentes galleras de la costa a pelear.

En esa finca gallera de propiedad de un hacendado de Corozal nacieron los hijos, nietos y hasta bisnietos de Manuel Vicente Díaz Vanegas y Bienvenida Pérez.

Fue en esa finca Gallera, en el camino que venía de San Benito, donde mi Bisa se tropezó una media noche con un Cajón de Muerto y Cuatro velas encendidas a mitad del camino debajo de unos árboles de Bolonbolo cuando venía en tres  quince de la villa, con  un aguacero, ráfagas de vientos  y truenos (Tormenta). Tenía mi Bisabuelo un burro moro, marca Chó, alto, de paso ligero y acompasado, con unas ojeras blancas, casco redondos y un par de medias blancas en las canillas, ensillado con  una angarilla forrada con dos esterillas de junco, con un pellón amarillo y dentro de él dos botellas de ron Kilómetro cero conocido como ñeque, ese ron le da animo hasta a un miedoso,  también sacó del pellón un cáñamo tejido de la concha de un palo de Guásimo y una yesquera de fruta de Arizal, dentro de ella, unos fósforos, una  docena de tabacos comprados a la señora Pía Calderón García, mi bisabuela por parte de mi papá.

A mi bisa se le pasó la pea, bajó de su burro moro y se acordó de las palabras de su papá, cuando le aconsejaba que estuviera alerta y que utilizara los secreticos que le enseñó.  Bajó del Chó, lo amarró en un Bolombolo, sacó la botella de ron, se enjuagó el guargüero y luego botó el buchao de ron, sacó su cáñamo de entretejido de guásimo,  sus tabacos, encendió uno protegido con el  sombrero concha e´ coco porque estaba lloviendo y comenzó a soltar humo de la boca, se acercó a la caja de muertos y allí en ella dormía una bella dama.

Sacó del pellón una vela e´ cuba, la frotó con la candela del tabaco y se la sobó en las coyunturas de las piernas y codos de las manos, cogió la punta del cáñamo y le amarró a los  pies, subiéndole una pierna sobre la otra, así como las tenía Jesús el Salvador del Mundo, cuando lo crucificaron para salvarnos de la maldad, pero ahora somos más perversos.

Después con el mismo cáñamo le amarró las manos y se las colocó en el pecho, amarró  la caja en forma de cruz y se sentó en un tronco de Árbol a los pieceros de la caja a fumar tabaco y beber ron ñeque, no importándole la tormenta que había en ese lugar.
Él sabía que antes de las cuatro de la mañana la bella dama que estaba en la caja debía despertar y volar hacia el más allá. Así fue, cuando los cien gallos de la finca cercana dieron la hora con su reloj biológico,  la bella dama abrió sus ojos de color gris claro, trató de moverse y no pudo, mi bisabuelo la tenía precisada, no espabilaba, estaba alerta, no a que le tiraran un puñado de tierra fina, tampoco la patada voladora en las peleas de galleros, menos las peleas de los alumnos de la escuela primaria en la esquina de la niña pupo en mi niñez,  la cosa era de más quilates, se levantó mi bisabuelo y le dijo:

“Aaaaaaaah con que querías asustarme pa´ que mi esfínter piloro se aflojara y corrieran chorros de arropillas"

Al verse la bella dama que no tenía otra opción, le rogó que la soltara, que ya era hora de partir y que su esposo se iba a percatar de su ausencia en la cama, lloró y lloró; pero esta vez  se tropezó con un hombre  que si sabía por dónde y cómo se cogen las brujas del camino al paso de los chivos en la villa de San Benito Abad. Mi bisabuelo le dijo que eso no lo hiciera más, que buscara juicio, porque la próxima vez le iba a quitar las piernas y los brazos y los alzaría en los árboles de Bolombolo y se iría para  su casa,  donde cantan los gallos finos.

Con el ritual y la paciencia del caso, mi bisabuelo, el gallero de oro, fue soltando a la bella dama sin cometer  errores, y al verse suelta trato de volar y no pudo, le dijo a mi bisa que le quitara la vela de cebo e´ cuba de las rodillas y codos, después de esto voló,  voló y voló .

Ahora el de la pregunta para mí bisa la formulaba mi persona: ¿Quién era la bella dama? Ese querido y adorado bisa, que me consentía, me cuidaba y deseaba para mí lo mejor, que vivía  en la calle del puerto a orillas de la ciénaga la Chambita,  se salió por la tangente a mi pregunta, él sabía que yo tenía  la  grabadora humana encendida, me dijo:

"Mijo te enseño a pelear, a cuidar gallos finos, a tener modales, a defenderte de los problemas de la vida, a escribir libros, poesías, componer canciones, echar cuentos, lo que sea, menos a revelarte el nombre de la bella dama, ni a enseñarte a cogé Brujas".

Bueno, tuve que conformarme con secreticos  que me enseñó mi bisa que me han amparado de la ráfaga de males que me han querido joder la vida, por eso es que hoy desempolvando casette en mi memoria,  tiro esta historia sucedida a comienzos del siglo pasado, contada por mi Bisa a mediados del siglo anterior. A los secretos, decía  mi bisa Manuel Vicente y mi Abuelo de crianza Francisco Javier "el cuba",  cómo quitarle una gusanera al ganado, burros, caballos, alejar una tormenta, saber quién va a llegar a casa, rezar a un niño con mal de ojos,  levantarse a una bella dama, espantar las culebras, de las dos clases, las que pican y las que andan en moto y a curar las mordeduras de reptiles, sacarse una tarea de monte, una pesca milagrosa.  Mi Bisabuelo fue un hombre longevo, partió de este mundo a los 115 años, ¡mis recuerdos Bisa!

Ahora, pregunto: ¿Todavía saldrá la Bella dama  en el camino hacia el paso de los chivos en la Bella Villa de San Benito Abad? ¡Tengan cuidado!








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