Derek
Zimerman Kohl, un joven delgado Alto de
color claro ojos grises, cuyos padres
eran de origen Alemán, nació en Barranquilla en el barrio abajo, estudioso de las artes,
licenciado en La Universidad Bellas Artes de Sevilla
España, en Diseño Gráfico y publicidad.
Su
padre Baldwin Zimerman y su madre Ankel
Kohl, deseaban para él lo mejor, ya graduado hablaron con el Mr.
Hollopeter, quien tenía a su cargo la
dirección del Acueducto de Barranquilla, para enganchar a Derek en esa empresa,
que de inmediato comenzó a hacer parte de esa numerosa y prestigiosa familia.
Con su
nuevo trabajo de Jefe de Publicidad y diseño Gráfico, Derek Zimerman fue
adquiriendo experiencia, allí conoció a Adell, una barranquillera hermosa tanto
por fuera como por dentro, quien compartió sus años de juventud al lado de él.
Con el
paso de los años Derek comenzó a beber licor y a llegar tarde a su hermoso
hogar, a los reclamos de Adell este se volvió agresivo, hasta que en una mañana
de invierno, la bella joven amaneció con unas gafas Rayban oscuras en su cara,
pidió un taxi y partió para el aeropuerto cargada de maletas, con una pañoleta
Andaluza, su cara tapada y sus Rayban que le ocultaban los morados del puño de Derek en su rostro.
Derek
se despertó, sacudió su cabeza, la llamó dos veces “Adell, Adell”, salió a la
sala y en la mesa del comedor había un sobre, que al leerlo decía:
“Me voy
para siempre, no me busques, has perdido la cordura y la razón, quédate bebiendo con tu amigo Sancho”. Para Adell
Sancho era un amigo de tragos que tenía Dereck, quien le obedecía todo lo que
el disponía.
Después de la partida de Adell, Derek, soltó la perra a beber y beber a
nombre de su esposa Adell y en compañía de amigo Sancho.
Con
veinte años de trabajo la empresa lo pensionó, Derek se encontraba en un estado lamentable por el
vicio del licor y quien sabe que más porquerías, se quedó sin casa y buscó la
calle, dormía envuelto en papel periódico y sobre cajas de cartón y lo
acompañaba su amigo Sancho a pesar de que este se encontraba en mejor estado
que Derek.
Sus
Padres no pudieron hacer nada por él, ambos fallecieron y Derek no supo cuando
sucedieron esos hechos lamentables, en su estado cuerdo, pintaba cuadros que vendía a menor precio y
canjeaba por vicio, sus barbas amonadas crecieron hasta llegarle a su pecho, el
cabello se trenzó y formo unos gajos tesos y mal formados, su aspecto cambio de
ejecutivo a pordiosero, su mente no coincidía con sus locas actuaciones.
Se
hacía llamar Don Alonso Quijano de la Mancha, recordando a los caballeros
andantes que se colocaban el apellido y el sitio de donde provenían.
Derek,
deambulaba por las calles céntricas de Barranquilla, sin un rumbo fijo, pedía comida en los restaurantes, recogía cartones y chatarra
para comprar vicio, duraba hasta tres días durmiendo en las terrazas de las
viviendas desocupadas, no se bañaba, sus harapos eran pedazos de telas y sus
calzados, ¿cuáles calzados?, si andaba pies
descalzos.
En la
zona Céntrica de Barranquilla, había una gran señora llamada Marlena que tenía un almacén de
calzados y ropa en General, ella se quedó sola porque su esposo falleció.
Derek
le traía recuerdos de su esposo cuando ella lo observaba recogiendo cajas de
cartón en la puerta de su almacén y
dibujando en ellos, la figura de su amada
Adell, que no supo apreciar.
Marlena
no aguantó la curiosidad y le preguntó a Derek:
-¿Señor
quién es esa mujer que usted dibuja y donde aprendió a dibujar?
Él en
sus escazas palabras le dijo: “esa era mi esposa” y de allí nació esa bonita
amistad, que a pesar de las advertencias de los empleados del almacén de
calzado a su jefa, ella siguió indagando quien sería ese hombre misterioso y
pordiosero a quien todos los días abordaba, le daba comida y hablaban un poco
con él.
Se
preguntaba a media noche cuando el insomnio la dominaba por los recuerdos y la
atracción de ese hombre a quien no sabía sus nombres y apellidos, de pronto se
le vino a la mente:
“Bueno
y si ese señor se le hace un aseo personal general, baño, afeitada, corte de
cabello, ropa nueva, calzados y hogar,
¿cómo se vería?”.
A la
propuesta de Marlena, Derk aceptó de irse a casa de ella a bañarse en horas de
la tarde, ya estaba una señora esperándolo para el aseo general, la ropa estaba en un cuarto sobre
una cama de un solo cuerpo, con tendidos y almohadas esperando al Caballero Don
Alonso Quijano de la Mancha, como él se
hacía llamar en sus cuerdas locuras.
Pasaron
los días con sus noches y Derek se sentía cómodo en ese hogar, ya no se
acordaba de su amigo Sancho, quien andaba en un burro arreando agua para vender
y subsistir en los barrios del sur, los
que pusieron el grito en el cielo fueron los empleados del almacén de doña
Marlena.
-“Ahora
si la jefa se enloqueció, recogiendo locos de la calle, ella debe buscarse un
buen hombre para compañía”.
En las
tardes de regreso a casa, Marlena encontraba la casa aseada, una ponchera con
agua tibia, para sus pies cansados, la basura en la canastilla para que el
carro de mula del aseo se la llevara, la terraza barrida, el jardín arreglado y
rociado con agua de manguera y Derek sentado en la terraza del segundo piso
esperándola para conversar y responderle
a sus preguntas.
Su
Cabello estaba plateado de las canas, sus barbas rojizas, su cara
chupada del maltrato de los años perdidos, momentos de lucidez y otros de
lagunas mentales, que a través de los días fue recuperando, contándole a
Marlena su desdichada vida por culpa del licor y otras cosas más:
-“Mi
nombre es Derek Zimerman Kohl, Soy licenciado en Diseño Gráfico y Publicidad de
la Universidad Bellas Artes de Sevilla España, mis padres eran alemanes, no sé
si están vivos y donde están, tenía una bella esposa y la perdí una noche de
borracheras, se fue para nunca volver, no he vuelto a ver a mi
amigo Sancho. Estoy pensionado de las Empresas Públicas Municipales de
Barranquilla. Tengo el deseo de rehabilitarme, si usted me pudiera ayudar,
estaría todo el resto de mi vida agradecido”.
Marlena
la conmovieron todas esas palabras que iban brotando poco a poco de la mente de
Derek, que después de esa historia y su buen trato con ella, su comportamiento ejemplar, siendo un milagro
de Dios su rehabilitación, recobró su pensión, regresó Adell, que fue
localizada a través de detectives pagos por Marlena, legalizaron su divorcio
porque ella tenía pareja e hijos en Estados Unidos de América, Derek se casó
con Marlena, localizaron a Sancho en el sur de Barranquilla, ambos se abrazaron
lloraron delante de Adell y Marlena que se hicieron buenas amigas.
Adell
regresó a EE.UU. y Derek en compañía de Marlena con el dinero acumulado de su
pensión, abrieron tres almacenes en el centro y norte de Barranquilla.
Derek
Zimerman Khol, de rodillas le dijo a su amigo:
-Sancho,
perdóname por todas las locuras que hice y por las que te obligue a hacer.
Sancho
le dijo a su amigo:
-“Levántese,
vamos por los caminos a buscar aventuras y a encontrar a su dulcinea del
toboso”.
Derek
Zimerman Khol, al igual que un hidalgo quijotesco, se dio el lujo de vivir su
vida como loco y morir cuerdo.
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