sábado, 5 de abril de 2014

PRIMERO, SEGUNDO Y TERCERO, LOS ESPANTAPAJAROS

PRIMERO, SEGUNDO Y TERCERO, LOS ESPANTAPAJAROS
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Caribeño Colombiano.


Primero, Segundo y Tercero, tres muchachos que su padre decidió bautizarlos numéricamente en orden, pues su idea era tener una docena para que en esa casa rindiera el trabajo y no faltara nunca el pan de cada día, la mamá de ellos nunca estuvo de acuerdo con esos nombres, pero allí, en esa casa campesina el que mandaba era el hombre.

Ya grandecitos peleaban entre ellos y se le fueron saliendo de las manos a sus padres por la forma de crianza que recibían, nunca fueron a un colegio, porque  los necesitaban era en el monte.

Salían con su padre a las cinco de la mañana y regresaban a las siete de la noche, maltrechos, rasguñados y con hambre de todo un día de labores en el campo, cosechando arroz, maíz y yuca.

En  horas de la noche, cuando en el pueblo todos estaban dormidos, Sinforosa, (Sinfo) para los allegados a la familia, madre de los numéricos hijos, hizo un reclamo a su esposo con relación a los jóvenes que no habían pisado un plantel educativo, aspiraciones que ellos tenían y su madre los apoyaba, le dijo:

“Si no dejas que mis hijos vayan a la escuela, no paro un muchacho más”.

La ira y el tono de Fredonio aumentó, entró en cólera y se faltaron el respeto el uno al otro, por último Fredo, le puso la mano encima  a Sinfo, y esta en un estado de nerviosismo le gritó a su esposo:

“Prefiero ver a mis hijos siendo unos espantapájaros, clavados en una vara en la roza, que no verlos estudiar, además dijo”:

 “No te paro un muchacho más, pare tú desde el cuarto al duodécimo”.

Primero, Segundo y Tercero, escucharon tremenda gresca entre sus padres, se levantaron y en un rincón del cuarto tomaron la decisión de ser unos espantapájaros en la roza de su padre.

Tan pronto amaneció, salieron los tres hermanos hacia la parcela, a armar los espantapájaros, muñecos harapientos vestidos con retazos de telas  viejas, zapatos en desusos, pelo de cascaron de maíz y sombrero concha de coco maltratado por el inclemente sol y el agua.

Llegaron a la parcela y procedieron a colocar los tres espantapájaros con su ropa, sombreros y sus abarcas viejas, los ubicaron en sitios estratégicos y se marcharon bien lejos de su hogar, cuando su padre llegó, se sorprendió al ver a sus tres hijos convertidos en espantapájaros, acordándose de las palabras sabias de Sinfo, dio media vuelta y en feroz carrera se devolvió llorando hacia su casa.

Sinfo, notó que sus hijos no amanecieron en casa, un poco preocupada porque ella sabía que sus tres numéricos escucharon la trifulca y temía por lo que pudiera suceder con su padre.

Desde la primera casa en la entrada al pueblo Fredo vociferaba en llantos que sus hijos se volvieron espantapájaros y que la culpable era Sinfo, desde ese momento el hombre perdió la razón.

Una multitud de curiosos se agolparon en la parcela de Fredonio a observar detenidamente a los tres espantapájaros y decían que si eran ellos en personas, algunos los tocaban y los llamaban por sus nombres.

Afrodísio un amigo de Primero, dijo que el espantapájaros le pico el ojo y se echó a reír con él.

Sinforosa, arrepentida, pegada de la sotana del cura del pueblo, pedía perdón a Dios, por esas palabras pronunciadas a media noche en medio de la ira e intenso dolor por la pelea con su esposo.

Así pasaron seis meses, tiempo en que la cosecha sembrada había que recogerla en presencia de los tres hermanos espantapájaros, quienes aguantaban sol y agua y ya se encontraban deteriorados.

Anunciaron la recolección de la cosecha, muchos vecinos se ofrecieron para ayudar a la señora Sinfo, quien luchaba día a día en recuperarle la memoria a su esposo y con la pena de que sus hijos se convirtieron, en lo que ella los quería ver.

Oscureció ese día, la noche fue larga, Sinfo no pegó ojos, los perros aullaban en la calle y se escuchaban murmullos de muchos hombres caminando hacia la salida del pueblo, las puertas se habrían y se cerraban al instante y muchas cosas más que pasaron por la mente de Sinfo esa noche.

Al día siguiente las brigadas de vecinos salieron a recoger la cosecha y hallaron en el sitio dos mil quinientos cincuenta bultos de arroz, dos mil bultos de maíz y cinco mil bultos de yuca, debidamente empacados y los tres espantapájaros habían desaparecido.

Primero, Segundo y Tercero, los hermanos numéricos, se convirtieron en hombres de bien, todos profesionales, con la ayuda de una tía materna a donde llegaron después de armar los tres espantapájaros en la roza de su papá, se cambiaron sus nombres, regresaron a los diez años a recoger a sus padres, Fredonio quien había recobrado la cordura después de recoger la cosecha y Sinforosa su madre quien sufría de pena moral, por haber convertido a sus hijos en unos espantapájaros.

Vivieron juntos el resto de sus vidas y jocosamente entre la familia se hacían llamar Primero, Segundo y Tercero, los espantapájaros.


















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