jueves, 2 de abril de 2020

UN PERRO CON CARA DE SAÍNO




UN PERRO CON CARA DE SAÍNO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Decían los viejos del siglo pasado que la Semana Santa hay que respetarla, son días de recogimiento, de oración y de perdón, pero hay humanos que piensan que su ánimo viene de la hombría y no hacen caso a los preceptos y Mano Beto era uno de ellos, siempre quería andar por la mitad de la calle, por el centro de los caminos, por los atajos de la vida, no era obediente, hacia lo que a el le parecía bueno llevando la contraria a sus padres, vea no hay palabra más efectiva que la que dicen nuestros padres.

Un viernes santo se le dio a Beto de salir a montear con sus cuatro perros, entrenados para casar conejos, saíno, ponche, guartinaja, iguanas y cuanto animal de monte se encontraran, siempre traían algo a casa cuando los montes y montañas estaban llenos de animales.

Sus hermanos lo vieron alistarse y el mayor de ellos le dijo: No creo mano Beto que hoy en especial sea día de ir a montear, su madre lo  recrimino, pero al fin su hijo y le dio la bendición, camino al monte mano Beto iba reflexionando a cerca de lo que le dijeron sus hermanos y en especial su mamá, llegó al cayo de monte y de una vio al saíno que se espantaba de los perros, estos emprendieron carrera detrás del animal y se internaron en la espesa vegetación, cada momento se alejaban más, sólo se oía el ladrido de los perros, mano Beto los seguía a la distancia guiado por los ladridos.

A la hora de camino ya los perros le anunciaban a mano Beto que el animal estaba acorralado, debía ser en una cueva porque el saíno no trepa  árboles, hasta ese momento todo iba bien, el hombre se alegró cuando vio a tres perros ladrando y quejándose, señal de que el animal estaba en la cueva, buscó una vara y la entró, tocó al animal, le colocó nariz a la vara y su olor era de perro, se dijo ese es el cuarto perro que esta allá adentro persiguiendo al animal y no se puede salir.

Midió por fuera la cueva y trazó una raya a la distancia de la vara, los tres perros estaban inquietos y se retiraron a la sombra de un campano frondoso, pero seguían quejándose, Beto los recriminó hajaa perros pendejos y ahora que es ese quejido, parecen factos.

Cavo y cavo con la punta de la rula y saben que encontró, su cuarto perro con cara de Saíno, botó la rula y emprendió carrera a su casa por un atajo o corte de camino, los tres perros cogieron por donde vinieron y llegaron a casa ladrando y quejándose con sus ojos brillantes, el hermano mayor de Beto le comunicó a su madre que tres de los perros habían llegado en mal estado de ánimo y que Mano Beto y un cuarto perro no aparecían.

De inmediato su padre dio orden de buscar a Mano Beto, ellos todos presentían que algo malo le había ocurrido, viernes santo con su noche los familiares de Beto buscándolo con mechones y palma se alumbraban el camino, le gritaban Mano Beto, Mano Beto y fue infructuosa su búsqueda, pero no dejaron de buscarlos, porque a casa no podían llegar sin él, esa era la orden, encontrarlo.  El Sábado santo a las doce del día encontraron  sus hermanos a mano Beto y su perro, debajo de un frondoso árbol de Algarrobo, ambos dormidos y roncando.

En el camino de regreso Mano Beto no habló, solo miraba a sus hermanos y se le salía una lagrima por el ojo izquierdo, vea tuvieron que buscar al cura del pueblo quien lo roció con ramas de toronjil y agua bendita, recuperando el habla, habla y hablaaa. Todas las noches en las bancas del parque, refiere a sus paisanos con pelos y señales, que el perro tenia cara  de saíno.


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