LA GALLERA, EL CERRO Y EL ARROYO UN ESPECTÁCULO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Dos amigos, netamente
campesino de esos que llevan impregnada la tierra en sus uñas, que usan franela
amansa locos, ya sea de color morada, amarilla o blanca, manga largas para
evitar picaduras y el inclemente sol que los hace sacudirse el sudor y
apalearse con su sombrero concha de coco, hablando de la hermosa tierra
costeña.
Galileo y Germando, conocidos
popularmente, bien temprano ensillaban sus burros para ir a cultivar la parcela
y criar cerdos de engorde, los viernes retornaban a casa y el sábado bien
temprano alistaban sus gallos finos para carearlos en singular gallera de
propiedad de Félix.
Música, ron y apuestas entre
los asistentes, todo como una diversión y satisfacción de ver ganar a su gallo,
alimentado con maíz cariaco y entrenado en el patio de la casa contra el perro negro
nerón, grande y juguetón.
El último sábado de gallera,
las cosas se salieron de su cauce, lo mismo que el caudaloso arroyo que
atraviesa el hermoso pueblo costeño, donde el telar es acompañado por una mujer
que le da lampazos a su hilo para tejer
como la araña una artesal figura de descanso y sueños.
Tremendo aguacero en medio de
las peleas de gallos, el inconveniente era bajar la loma empinada de la
gallera, un barro rojo a punto para hacer ollas, resbaladero de caimán, los
asistentes borrachos y los gallos finos cantando, unos por su triunfo y los
otros por haber perdido una pelea, que ellos no buscaron, pero como el mundo
está bien hecho, tenga y lleve.
Galileo y su amigo Germando
bajaron de nalgas, pero se acordaron que no cobraron sus apuestas e intentaron
subir la loma resbalosa que daba a la gallera y pasaba por la iglesia del
pueblo, ellos fueron los gestores del primer festival porque fue un espectáculo
ver a los dos amigos tratar de subir la loma de la gallera llena de barro.
Los demás asistentes a la gallera hicieron lo
mismo y se formó la recocha de la resbaladera de la loma de la gallera, se fue
aglomerando la multitud de personas y al filo de la tarde no había un ser
asistente que no haya participado de tan
magno evento.
Después acudían al arroyo con
sus aguas cristalinas a sacarse el barro rojo de la loma de la gallera, ese es
otro espectáculo a la luz de la luna clara y al son de una tambora, un pito atraveso
y una linda mujer, meneando sus polleras.
Hoy está institucionalizada las
fiestas de la loma de la gallera a la que acuden una muchedumbre de gente a
presenciar la resbaladera de humanos a pelear gallos y rodar cuesta debajo de
la loma, si ese día no llueve, traen carro tanques con agua del rebombeo y la
ponen a punto.
Esto sucede en un hermoso pueblo de mi querida región caribe, al
norte de un singular país Colombia.
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