sábado, 9 de septiembre de 2017

LA GALLERA, EL CERRO Y EL ARROYO UN ESPECTÁCULO



LA GALLERA, EL CERRO Y EL ARROYO UN ESPECTÁCULO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Dos amigos, netamente campesino de esos que llevan impregnada la tierra en sus uñas, que usan franela amansa locos, ya sea de color morada, amarilla o blanca, manga largas para evitar picaduras y el inclemente sol que los hace sacudirse el sudor y apalearse con su sombrero concha de coco, hablando de la hermosa tierra costeña.

Galileo y Germando, conocidos popularmente, bien temprano ensillaban sus burros para ir a cultivar la parcela y criar cerdos de engorde, los viernes retornaban a casa y el sábado bien temprano alistaban sus gallos finos para carearlos en singular gallera de propiedad de Félix.

Música, ron y apuestas entre los asistentes, todo como una diversión y satisfacción de ver ganar a su gallo, alimentado con maíz cariaco y entrenado en el patio de la casa contra el perro negro nerón, grande y juguetón.

El último sábado de gallera, las cosas se salieron de su cauce, lo mismo que el caudaloso arroyo que atraviesa el hermoso pueblo costeño, donde el telar es acompañado por una mujer que le da  lampazos a su hilo para tejer como la araña una artesal figura de descanso y sueños.

Tremendo aguacero en medio de las peleas de gallos, el inconveniente era bajar la loma empinada de la gallera, un barro rojo a punto para hacer ollas, resbaladero de caimán, los asistentes borrachos y los gallos finos cantando, unos por su triunfo y los otros por haber perdido una pelea, que ellos no buscaron, pero como el mundo está bien hecho, tenga y lleve.

Galileo y su amigo Germando bajaron de nalgas, pero se acordaron que no cobraron sus apuestas e intentaron subir la loma resbalosa que daba a la gallera y pasaba por la iglesia del pueblo, ellos fueron los gestores del primer festival porque fue un espectáculo ver a los dos amigos tratar de subir la loma de la gallera llena de barro.

Los demás asistentes a la gallera hicieron lo mismo y se formó la recocha de la resbaladera de la loma de la gallera, se fue aglomerando la multitud de personas y al filo de la tarde no había un ser asistente  que no haya participado de tan magno evento.

Después acudían al arroyo con sus aguas cristalinas a sacarse el barro rojo de la loma de la gallera, ese es otro espectáculo a la luz de la luna clara y al son de una tambora, un pito atraveso y una linda mujer, meneando sus polleras.


Hoy está institucionalizada las fiestas de la loma de la gallera a la que acuden una muchedumbre de gente a presenciar la resbaladera de humanos a pelear gallos y rodar cuesta debajo de la loma, si ese día no llueve, traen carro tanques con agua del rebombeo y la ponen a punto. 

Esto sucede en un hermoso pueblo de mi querida región caribe, al norte de un singular país Colombia.

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