EL VOLVO ROJO, EL CANADÁ AMARILLO Y EL CANADÁ AZUL, TRES
MODELOS 50.
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Al igual que el carro de
Encarna, un camión mixto, pasajeros, carga, que comenzaba a pitar a las tres y
media de la mañana, recorría las calles del Piñón, Cerro de San Antonio y
Salamina, recogiendo pasajeros vía Pivijay- Fundación Magdalena, para llegar a
las doce del mediodía a su destino, después de sortear la carretera destapada
con huecos y pozas llenas de barro rojo y cruzar los innumerables puentes de
palo que habían sembrados en la única carretera que comunicaba del atlántico al
magdalena.
Otro guerrero un Ford 52, El
carro de Mamola, su dueño (Alberto Mercado), le costó $12.000.oo pesos,
trabajaba en la desmotadora de algodón, sacando el producto de las fincas de la
otrora Aguas Blanca, también hacia viajes, mudanzas y jarreaba leche de las
fincas, sustento diario para la numerosa familia, hoy reposa en el patio taller
de Mamola, allí está esa insignia de la lucha tenaz de un hombre popular y
servidor.
El Volvo rojo, lo manejaba Emilio
González, el Canadá azul, era conducido por
El Nando Gamarra, este lo trajo de Valencia de Jesús y luego lo
conducía Maguake y el Canadá amarillo comprado
en los Venados, lo manejaba El Negro
Mellao, de la finca taller y fábrica de la madera en Aguas Blancas Cesar
Colombia, de propiedad de Víctor
Redondo, tres vehículos cincuentones que le pesaba la responsabilidad de sacar
trozas de madera de las montañas y que contribuyeron a forjar el progreso de
esa región, sembrando durmientes de madera cuando se trazaron los rieles del
tren y surcaban los caminos y montañas el Expreso El Sol que salía de Santa
Marta a las sabanas de Cundinamarca y el tren de cargas que sacaba el banano y
las cosechas de arroz del valle del cesar y magdalena.
Para ese tiempo llegaron a
Aguas Blancas Esperanza Meza y su esposo que venían de las Sabanas de San Ángel
Magdalena, trayendo consigo un traga níquel, formando la primera tienda
cantina, con las ganancias de la tienda compraron La Estrella Divina un camión
Mixto, que recogía pasajeros a las tres de la mañana en Mariangola y Aguas
Blanca con destino al valle de upar, pasando por Valencia de Jesús, su
conductor Emilio González, un mecánico de profesión y de los buenos, que le
gustaba el ron, regresaba a las cuatro de la tarde cargado de pasajeros y
compras, allí en la tienda cantina Emilio le metía monedas al traga niquel y el disco de la
Patillalera Juana Arias, que crio a su hija pechichona y un dueño de carro carro,
sinvergüenza, nariz parada, cargó con ella y se quedó con la Estrella Divina.
De Tío Goyo Magdalena, un
camión Mixto, marca Chevrolet, una reliquia salía todos los días vía Salamina
Magdalena atravesaba el Ferry y salía a la carretera oriental con destino al mercado público de Barranquilla, con
pasajeros y en la parte posterior, traía bultos de yuca, maíz, ajonjolí, millo,
carbón de leña, gallinas pavos y más, se regresaba en la tarde y entraba a Tío
Goyo en horas de la noche.
El Camión Mixto de Los Villalba en
Corozal Bolívar-Sucre, sustento diario de la familia, manejado por don Alfonso
Villalba y sus hijos mayores, sacaba la arena del arroyo grande, para las
construcciones, cargaba las baldosas de la fábrica Corozal, en el barrio San
Juan, hacia viajes y mudaba a los habitantes de la región, entraba a la Villa y
sacaba el arroz de los agricultores, en horas de la tarde reposaba en el patio
grande de arena, en donde jugaba el Cubita, cuando niño.
Y cerrando el ciclo de los
vehículos cincuentones teníamos a la Melón, un bus redondo, forrado de hojalatas con estructura
de madera, traído de Chinú Córdoba a la Villa de San Benito Abad, era la
encargada de transportar pasajeros y carga recorría tortuosos caminos de barro rojo, cruzaba
arroyos por la vía San Roque Corozal, posteriormente abrieron camino carretera
Sampués la Villa si llovía, no llegaba, porque la famosa loma del gusto, no la
dejaba subir, si salía el sol, con la
tarde emprendía su viaje de regreso y dejaba sus pasajeros casa por casa.
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