sábado, 25 de abril de 2015

DOS COLOSOS DEL BOXEO

DOS COLOSOS DEL BOXEO
Por Francisco Carrasco Díaz
Escritor Colombiano Región Caribe


En el siglo pasado y en las lidias del boxeo, no se había visto una pelea desprogramada, callejera, campesina y ganadera, protagonizada por dos hombres, amansadores de vestías, como el caballo, el mulo y el burro chó, aquí no hubo ring, tampoco los amantes del boxeo a puño limpio, pagaron entradas y como si fuera poco, la cantidad de humanos que presenciaron a dos colosos dándose trompadas.

María José, un hombre con nombre de mujer, así lo bautizaron sus padres, ellos tendrían motivos para hacerlo, al contrario de su nombre  María José, se crió entre Vacas, Caballos, Mulos, aves de corral, rudo como su padre el capataz de la hacienda Los Patos II, con sus pastizales llenos de Toros de lidia, con avisos en sus alambradas, no entre, toros bravos.

Sus padres, no tuvieron la delicadeza de mandarlo a un colegio, al contrario lo subieron a un burro a jarrear agua de la tapa cercana, después lo enseñaron a amansar caballos cerreros y termino garrochando toros en las corralejas.

Con todo esa experiencia, María José, se sentía súper hombre, a pesar de su nombre femenino, no se lo brincaba un chivo de un año de nacido, andaba en busca de lo que no se le había perdido, siempre protagonizaba peleas a puño limpios, atropellaba a los transeúntes con su caballo, azotaba a sus contrincantes con una vara de guayaba suaza.

Hay un refrán que dice, que “el bravo llega hasta donde el cobarde se lo permite”, a María José le tenían sentenciada una puñera, que se acordaría de ella toda su vida.

En la Iglesia Católica del pueblo, se unieron en matrimonio Chucho y Adelis una hermosa morena de quien estaba enamorado María José, quien se enteró del matrimonio en horas del mediodía, se apuró a la cantina y comenzó a sufrir y a beber por haber perdido a la mujer de sus sueños, ella no estaba enamorada de él.

Advertido por el tío de la joven, un hombre a quien le llamaban Popeye, pero no el marino, era un poeta de la décima, famoso por ganar el primer premio en el festival del pito atravesado, en Morroa Sucre, dotado de dos brazos largos, gruesos, con músculos grandes, acostumbrado a romper las camisas cuando se estiraba su cuerpo, vaquero de profesión, amansador de vestías, mujeriego y bebedor, ya entrado en edad, pero con la misma vitalidad que su contrincante que sabía de las cualidades de Popeye.

Llegó María José, en su caballo domado, lo paraba en sus dos patas delanteras, lo arrodillaba, lo obligaba a hacer la venia, se alejaba de la fiesta y regresaba en carrera con dirección a la puerta principal y allí lo frenaba, agitaba la vara de guayabo y la hacía silbar, con ganas de darle a alguien y ese alguien era Chucho el desposado, en fin llegó dispuesto a dañar la fiesta del matrimonio.

El tío  Popeye estaba durmiendo en el patio en una hamaca artesanal, reposando la primera de las cinco borracheras por el matrimonio de su sobrina querida. Alguien fue a avisarle que María José, estaba borracho, dando espectáculos en la puerta de la casa donde se estaba festejando el matrimonio.

Semidormido se levantó el tío, se colocó su camisa, se amarro una panola roja en la mano izquierda y salió a enfrentar al intruso, quien estaba haciendo su segunda retirada y venía con la vara de guayaba a azotar a Chucho por haberse robado en corazón de su novia platónica.

El tío tuvo tiempo para estudiar la forma de pegarle una trompada a María José, lo esperó a medio lado y cuando pasó al frente de él, se impulsó como un resorte y le colocó su puño izquierdo en pómulo del intruso, quien cayó  por el lado derecho y fue alcanzado por el cose de la pata derecha trasera de su caballo.

Le tiraron agua lluvia del tanque, de esa que no necesita hielo para enfriarse, se incorporó y para tomar ventaja, lanzó su pierna derecha contra la humanidad de Popeye, oportunidad que aprovechó este para cogerlo de la pierna y voltearlo como puerco muerto para la venta, amarrado en un árbol de matar ratón en plena vía, a exhibición de los presentes y de los que iban llegando.

En la tarde ya reposados ambos contrincantes, Popeye bajó a María José y entonces si se formó la pelea del siglo pasado, yo le iba a Popeye porque era mi tío, además ya tenía un pedazo de palo de guadua seca para arrecostarselo a María José en las costillas, pero no hubo la necesidad, porque Popeye le lanzó un derechazo a María el pómulo derecho, que lo mandó al barro amarillo a comer tierra.

Se despertó María José en el hospital Las Mercedes de Corozal Sucre a  los tres días siguientes del matrimonio de Chucho y Adelis, quienes a esa hora se encontraban de luna de miel en las paradisiacas playas de San Andrés Islas. Tenía calcados en los dos cachetes, del lado izquierdo los cuatro dedos de la mano de Popeye y, del lado derecho una herradura de la buena suerte, del casco de su caballo.

Desde esa fecha, María José, el hombre con nombre de mujer, no se ha visto más, en la faz de la tierra.

En la mente de los niños, hay gravado hechos que los mayores les parezca insignificante, pero la película está intacta, para la muestra un trompón.


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