JACO, UN CAMPESINO INTELECTUAL
Por Francisco Carrasco Díaz
Escritor Colombiano de la Región Caribe.
Por Francisco Carrasco Díaz
Escritor Colombiano de la Región Caribe.
Sale el sol, sus rayos
penetrantes ponen en movimiento a Jaco, un muchacho popular, que nunca dice no
a las personas con quien trata, a pesar de su corta edad, sus conceptos de vida
están bien cimentados, su cuerpo y su estatura no coinciden en la realidad,
todos los días va al colegio a doble jornada y los días Sábados y Domingos se
va a ayudar a su padre a sembrar cosechas de maíz.
La particularidad de Jaco es
admirable, sus sueños se hacen realidad, ya las palabras del joven son
creíbles, todas las mañanas le cuenta a su madre con lujos y detalles lo soñado
en sus noches de insomnios, donde comienza a ver fantasías, a experimentar y
maquinar ideas que rayan fuera de lo común.
Europa es un continente que Jaco
conoce como la palma de sus manos marcadas con unas líneas en forma de M, una
gitana le dijo a su mamá que ese niño que tenía en brazos, sería muy importante
en la vida.
Por ejemplo uno de sus sueños
semidormido es que está en metido en unos viñedos recogiendo la cosecha de
uvas, compartiendo trabajo con personas que piensan distinto a él.
Otras veces sus sueños lo llevan
a la vida intelectual de las hermosas ciudades de París, Madrid, Londres y
Moscú, compartiendo un café, en una de esas cafeterías situadas a la orilla de un gran rio, por
donde surcan barcos de turismo y de carga.
Otra de sus testarudas ideas
nocturnas, es de ser una persona con muchos poderes, capaz de movilizarse a
través del tiempo y el espacio con la fluidez y la naturalidad que Dios les
concedió a las aves de alto vuelo.
Como si fuera verdad, todo lo
narrado y ocurrido a Jaco en las noches de insomnio, al día siguiente amanecía
cansado, con el casete mental dispuesto a contar, donde estuvo, que hizo y con
quien se encontró.
Eran tan efectivas las palabras
de Jaco, que todos los politiqueros de la región, lo buscaban para que les
asesorara su campañas politiqueras, los novios pagaban para saber si sus novias
los amaban, los campesinos le preguntaban por las cosechas, los tenderos le
consultaban sobre a quién se le podía fiar y a quién no, los pescadores le
consultaban, a donde tirar sus chinchorros para sacar buena pesca.
Pasaron los años y Jaco se
desapareció del mapa de su pueblo y alderredor, su amigo Honorio, su padre lo
mando a estudiar una carrera política a Europa y en una de esas salidas a coger
el aire de la ciudad a orillas del río, encontró a Jaco sentado, tertuliando
con unos amigos, se saludaron, intercambiaron conceptos y desde ese momento Jaco
asesoró a su amigo y paisano en la tesis de doctorado para poderse graduar.
Manuelito, otro amigo de Jaco en
su niñez, se fue a especializarse de Médico Pediatra a Madrid, su gran sorpresa
encontrarse a Juaco, dictando una Cátedra de Derecho Internacional en la misma
Universidad donde él se especializaba.
A ambos le dijo que sus carreras iban a ser
exitosas, pero a Manuelito le dijo al oído izquierdo que no se preocupara, que
tan pronto llegara al pueblo, comprara una mesa ovalada, de ocho puestos, que
le colocara un lujoso mantel y la situara en el centro de la sala y esperara
que el Duende Alambrito se la llenara de billetes de Cincuenta mil pesos
Colombianos, todo eso acordándose que Manuelito lo llamaba loco por los sueños
de vida que ocurrían durante las noches y lo humillaba por su pobreza en el
vestir.
Honorio un prestigioso Político
con Ética Profesional, a Manuelito, la vejez se lo cogió, no ejerció la medicina,
se quedó solo en su casa al morir sus padres, todos los días se levantaba bien
temprano y miraba para la sala, guardando las esperanzas que el duende alambrito le llenara la mesa de ocho
puestos, de billetes de Cincuenta mil pesos Colombianos, afirmaba, que Jaco no
le podía fallar.
Jaco, el campesino intelectual,
en su pueblo casi no se acuerdan de él, pero Manuelito afirma haberlo visto en
Madrid, es más lo asesoró en su tesis de grado, pero la gente no le cree,
porque está loco, jamás ha salido de su entorno familiar.
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