EL PILON DE CEIBA ROJA
Por Francisco Cadrazco Diaz
Escritor Colombiano
Por allá por la década de los
cincuenta, cuando abrí mis dos ojos color café y mis oídos captaban el pun, pun
del pilón, en la calle de las avispas en mi hermoso pueblo, me fui
familiarizando con ese sonido, el cual cogió fama, cuando Miguel Emiro Naranjo,
un Licenciado, lo escucho y de allí, con su banda de música sabanera, saco un
hermoso porro.
Puedo afirmar sin temor a equivocarme
que ese pun, pun, pun , se escuchaba a las tres de la tarde en casi todo el
pueblo, eran las mujeres de mi tierra, con un puño de arroz subido, metido en
un pilón de madera tolua roja dos manos
de pilón, madera fina en forma de cachiporra desmenuzando el grano color marfil,
sesnido en un catabre de bejuco Martín moreno, sacándole el afrecho, venteado
hacia donde la brisa novenbrina corría.
No era fácil, porque debían
las dos personas llevar esos compas y tratar por todos los medios mentales, no
equivocarse en el pun pun, porque entonces se convertía en Pun Pan y caía esa
porra en los dedos del otro par, o sea que saber pilar era un arte.
Las gallinas, pavos y cocadas,
estaban a la expectativa de comer cada grano que el pilón votaba, hoy recuerdo
a ese pilón de tolua roja y sus dos manos de pilar el arroz, el maíz y el
ajonjolí, pero con más alegría recuerdo a mis dos hermanas Aida y Arelis, trenzadas
en ese pun pun, les decía mi mama Chave Román, si no pilan el arroz, esta tarde
no hay comida, mi persona colaboraba en algo, porque mi estatura y mi edad no
me permitían pilar el sabroso arroz volado.
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