domingo, 10 de octubre de 2021

“EL CUBITA”, UN GALLO FINO

 

“EL CUBITA”, UN GALLO FINO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano

 

Hablando de gallos finos, recuerdo en mi niñez a mi bisabuelo materno, un gallo rejugado en las lidias y cría de gallos finos, herencia de su padre, que por tradición familiar traía la vena de buen entrenador.

Que sitio más hermoso que “El Paso de los Chivos”, en San Benito Abad, vía al corregimiento de  la Ceiba, antes de llegar había una gran corriente de agua y si llovía no había pase ni para los chivos de cría, sólo se escuchaban los cien gallos que con esmero y paciencia entrenaba mi Bisa.

De esa cuerda guajira nació el Cubita, enrazado con la cuerda de gallos de “Los Cadrasco”, de la calle de las Avispas, en la Villa. Era el Cubita un pollo bravo, el rey de la placita, se enfrentaba a cualquier pollo que quisiera atropellarlo, de eso pueden dar noticias en la escuela primaria, los docentes y allegados. Daba tabla, eso causaba peleas a la salida de clase, allá en su  hogar llegaban sofocados a decirle a su Padre abuelo:

-          Vea cuba, el pollo Jabao está peleando en la esquina de la niña Pepa.

A los 15 años cumplidos le salieron las espuelas, le crecieron las alas y cantó con buen galillo:

-          ¡Cocoro yo!

Su Bisabuelo lo motiló, lo entrenó y lo tiró a la gallera, su representante orgulloso  era su padrino Cristóbal Flores Quiroz.

-          Apuesten señores que este Jabao va para el ruedo.- Manifestaba.


Después de esa Pelea que por su puesto Ganó “El Cubita”, saldó cuentas con los Villeros y con un paz y salvo, abandonó ese ruedo en busca de mejores galleras, quien recuerda a El Cubita, tiene que ser una persona mayor, porque a decir verdad van más de cinco décadas por fuera de la Villa, en la placita quedaron sus primeras plumas,  pero como buen gallo, nunca olvida su gallera, menos de quien recibió granos de maíz.

Tampoco le molesta el recordar de  sus paisanos ese gran apodo que lo enorgullece y así lo ha hecho saber sus condescendientes, unos pollos de fama y de buena raza, que cogen espuela natural de su padre “El Cubita” y de su ancestro el General José Antonio Páez.

Galleras como el Pico de Oro de Enrique Coronado,  La Uniatlántico, La Autónoma del Caribe, La Simón Bolívar, La CUN y la CUA y el Ateneo Técnico Comercial, son cartas de presentación de las mejores galleras por donde ha  pisado ese gallo. Por todos estos motivos es que nadie se atreve a colocarle visuaca.

Tiene el récord de haberle ganado a gallos como la adversidad, la ignorancia, el hambre, el qué dirán y a no tragar entero granos de maíz, de manos de personas que se creen saber por dónde le entra el agua al coco, no señor. Aprendió a jalar chinchorro, a esquivar las puyas manca tigre de las playas villeras, al sabor y dolor de una puya de rayas, un blanquillo y un barbul. Sabe de vista como se tumba una montaña y conoce a leguas el grito de victoria de un leñador, una manta de yolofos en un arrozal, amigo del corcovao de la serranía de San Lucas.

Gallo de letras, de la  Filosofía, del Derecho y la Administración, tanto pública como privada, de la Contaduría y Los Valores Éticos, pisando firme por donde quiera, pollo de confianza de la mejor empresa de Colombia, capaz de subirse en un vuelo con Simón Bolívar, el sabio Caldas, Gabriel García Márquez, la Indígena Emberá y el Poeta Julio Garavito, entre otros estampados en Billetes de la imprenta nacional; de su mente prodigiosa brotan palabras fluidas y pensadas del lenguaje de Castilla- La Mancha, con cuatro libros publicados, dos composiciones en Vallenato y trescientos sesenta Cuentos Culturales de las costumbres Caribe, algunas palabras en Latín y otras en Ingles Urumitero, porque de allá es su raza gallera.

Jamás, óigase bien, jamás, ese gallo fino  villero se le ha pasado por su mente hacerle daño a nadie, aquí incluimos  a los humanos, animales y menos a la madre naturaleza, por defecto tiende, alargar las conversaciones, porque  tres palabras no le bastan en su poder de convencimiento a su intención de enderezar este mundo.

“El Cubita”, un gallo rejugado, que canta en cualquier gallera, primo hermano del gran gallo Guacharaco, bisnieto del Gallero de Oro Guajiro, a quien no se lo brincaba un Chivo. Y por último a ese  gallo “El Cubita”, lo atropella la humildad, porque sabe de dónde viene y para donde va.

 

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