DEJEN Y LES CUENTO,
PACHITO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Decían
los ancianos respetados de mi época, de mi niñez, que todo acto que realices en
la vida, que sea de mala fe, da la circunferencia del bobo y regresa a ti,
siempre los ancianos decían la verdad, la palabra empeñada, sin firmas en papel y el refrán palabra de
gallero, daban el aval. En esta época en que la tierra da la vuelta a su alrededor
en menos tiempos, no sé, como tampoco meto las manos al fuego por nadie.
Aconteció
que Pachito con sus diecisiete años cumplidos vendía loterías para subsistir,
buscando caminos que lo llevaran a tener una mejor vida. Una vez un capitán de
aviación civil lo llamó y le dijo, si tú me acompañas a realizar una diligencia
en esta avioneta, yo te compro toda la lotería que llevas allí.
Como
no había nada que perder, sino ganar, por primera vez el joven surca los cielos
de su país, el capitán le iba indicando por donde se encontraban, en la tierra
se veían los ríos convertidos en unos arroyuelos, las casas de techo de zin,
alumbraban el firmamento y las montañas con surcos y senderos parecían caminos
hechos de cabellos en cabeza de una hermosa mujer raizal.
Ese
día le dieron la orden de cuidar la nave parqueada debajo de un frondoso árbol,
buen desayuno, almuerzo y una nevera pequeña llena de bebidas, tanto alcohólicas
como refrescos.
Acto
seguido, tipo cuatro de la tarde se apareció el capitán con unas cajas las
acomodó y las amarró dentro de la nave y emprendieron vuelo de regreso, al
llegar a la pista de aterrizaje, parqueo la nave y dentro de ella le compró a
Pachito toda la lotería que llevaba para la venta de la semana.
Advertido
el joven de que no se debía enterar nadie de la odisea, partió para su casa
satisfecho por la jornada, al día siguiente le avisaron que vendió el premio de
la lotería de ese día, que al darle la
noticia al capitán su alegría fue infinita.
En
otra ocasión en un retén de policía, un dragoneante con mando le quitó toda la
lotería que pachito llevaba para la venta, resulta que él no sabía que pasar de
un departamento del país a otro, la lotería queda siendo de contrabando y si
sucedió que de San Pedro sucre, al pasar a Magangué, en esa época la lotería
comprada en Sincelejo, era de contrabando por no pagar los impuestos
establecidos por el gobierno departamental, eso no lo sabía Pachito, dejen y
les cuento.
Fue
despojado de la lotería por el Dragoneante Sarmiento, un señor delgadito,
fileño de gafas trasparentes, figura desagradable, tanto que Pachito le rogó, no comprendía los motivos de la
detención y despojo de la lotería, hasta le lloró al uniformado, para que lo soltara y devolviera la lotería,
dieron aviso al mayorista de la lotería y este arregló el chico, pero se la
descontó.
Pasaron
tres escasos años y como dijo el chavo del 8, sin querer, queriendo Pachito se convirtió
en policía nacional y por sus buenos estudios en la escuela le condecoraron con
una dragona o agente distinguido, lo mismo que aquel dragoneante que le había
quitado la lotería y hacerle pasar un mal rato.
Como
a ese personaje no se le olvida el momento en que su madre lo trajo a este maravilloso mundo, menos se le iba a olvidar
el rostro del Dragoneante Sarmiento, ya en el departamento de policía
atlántico, en las filas de la vigilancia, divisó la figura y la observó
detenidamente y concluyó, que era la misma persona que estaba haciendo reten en
el corregimiento de Camilo Torres Bolívar, dejen y les cuento.
Instalado
en oficina de la pagaduría, entre las funciones a desempeñar a Pachito le
correspondia cada mes liquidar la nómina y en un sobre de manila depositarle el
sueldo a cada miembro de la policía nacional del departamento del atlántico,
con su hecho pensado y con la complicidad del jefe del área, a quien le contó
tan tremenda odisea con el Dragoneante Sarmiento, allá en Camilo Torres
Bolívar, llegando a Magangué, le descontó los trescientos pesos, con intereses
que dejo de recibir por la pérdida de la lotería tres años a atrás, cuando era
solo un civil.
No
paso el tiempo, solo media hora, cuando el Dragoneante Sarmiento con cara
arrugada estaba reclamando el faltante de su sueldo, la tiraron a la pelea en
la oficina, llevaron el pleito delante el jefe y fue cuando Pachito soltó el
bombazo, que tenía atragantado en su garganta, con pelos y señales, le expuso
al capitán lo sucedido tres años en retroceso del tiempo. El policial quedó
pensativo, retrocedió el tiempo en su memoria y reconoció el hecho, pidió
disculpas y manifestó que era en cumplimiento del deber, envolvió su sobre con
el dinero restante y le entregaron un recibido del dinero descontado con los
intereses de mora, lo felicitó por tener retentiva y buena memoria fueron sus
palabras y el oficial en relación general expuso el hecho sucedido entre el
Dragoneante Sarmiento y el civil Pachito. Dejen y les cuento.
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