LAS CHARADAS DE
ROBERTICO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
En
el caribe Colombiano, o sea la parte norte, existen unos personajes con
características especiales, que con solo hablar, se identifican de los demás,
no le hacen daño a nadie, pero si distraen la atención y concentración de los
presentes.
Tenía
su padre una pequeña parcela de una herencia familiar, allí sembraban tabaco
amargo, maíz, arroz y una huerta destinada para el Ganado. Una vez Robertico llevó
a la parcela a su novia y los padres de esta, al llegar se los presentó a su
padre, le guiñó el ojo izquierdo y dijo: Padre vamos a hacer un recorrido por
la finca, repleta de ganado cebú, buen pasto, pero esa era del vecino, un
hacendado que vivía en el exterior, pegada a la parcela ordeñaba todas las mañanas las vacas del
ganadero, parecía que fueran las de Robertico pero no.
Decía Robertico a su
Papa, para presumir delante de los padres de su novia, viejo voy a ordeñar las
"vaca que pueda," contesta el Papa, vale hijo, yo ordeño "El
Resto, Solo habían dos vacas La que pueda y El Resto.
Además de la Parcela Robertico
manejaba un taxi en la ciudad y en las tardes después de la jornada llegaba a
un depósito de comestibles a aprovisionarse y llevar para la parcela, ya los
dependientes lo conocían y sabían que iba a salir con su charada, cargaba un
palillo para limpiarse los entre dientes y lo cogió de costumbre.
Llegaba al depósito y saludaba
muy amablemente a los presentes, acto seguido lo saludaban los dependientes,
buenas tardes don Roberto que va a llevar, despacharme dos bultos de arroz, una
lata de aceite, un bulto de azúcar, melaza para el ganado, dos bultos de sal
yodada de esa de Manaure Guajira, un cuajo para cortar el queso, una caja de
panela etc. etc.
Ya el dependiente sabía que
era un pedido ficticio, solo llevaba, dos panelas, una libra de azúcar, dos
libras de arroz, el aceite, una libra de sal y pare de contar.
Acto seguida miraba alrededor,
como el deposito estuviera lleno soltaba la perra, vea muchachos como hay súper
producción de leche, ahora para semana santa les voy a regalar un cántaro de
leche a cada dependiente para que hagan los dulces y las panelitas, y ese día
que venga a todos los que estén comprando en el depósito también les voy a
regalar tres cucharones de leche, porque ese ganado de mi finca si está dando
leche.
A don Camilo el dueño del
Depósito le dijo que le compraba una Toyota todo terreno que tenía parqueada en
la calle, don camilo le dijo que le diera ochenta millones, sin pedir rebaja,
sacó una chequera del maletín y le expidió un cheque, los presentes se quedaron
atónitos y para rematar se metió la mano al bolsillo y sacó un rollo de
billetes de a dos mil pesos y les repartió a todo los presentes.
Esas eran las charadas de
Robertico, sin saber que el futuro suegro era amigo del vecino de la hacienda,
se encontraron los tres en un Supermercado y el hacendado le ofreció la finca
al suegro de Robertico, este abrió sus ojos y miró a su futuro yerno, quedando
este al descubierto y confesar que la finca por donde lo pació no era de él.
Esos personajes viven la vida
sin complicaciones, su único fin es pretender embolatar a los demás.
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