259. CERRO DEL CORCOVADO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
El Cerro Corcovado pertenece al Departamento de Bolívar en
Colombia, exactamente en la Serranía de San Lucas.
Está clasificado como: Orográfico (Montaña con una altura superior a los 300 metros)
Latitud: 8.4333333
Longitud: -74.45
UFI: -581287
UNI: -820568
UTM: WQ63
JOG: NC18-15
Longitud: -74.45
UFI: -581287
UNI: -820568
UTM: WQ63
JOG: NC18-15
La serranía
de San Lucas es una formación montañosa en Colombia, ubicada en el
extremo norte de la cordillera Central perteneciente
a la cordillera de los Andes;
tiene una extensión de 16 000 km², con alturas que oscilan de 0 a
2700 msnm.
Se ubica en los departamentos de Antioquia y Bolívar en
la confluencia de la llanura de la costa Caribe con las elevaciones de los
Andes colombianos. La región limita por el oriente y sur con el curso medio
del río Magdalena, por el occidente con el río Cauca, y al sur
occidente con el Departamento de Antioquia.
Dicho
todo lo anterior, me permito describir el corcovao como lo percibimos desde la
niñez en mi hermoso pueblo San Benito Abad Sucre “La Villa”.
Para
mi persona no era un Cerro, era un trueno ruidoso que comenzaba quejándose cuan
niño con malestar de estómago. No les puedo describir exactamente a cuantos
kilómetros está de la Villa, pero sí sé qué hacía mucho ruido antes de caer un
torrencial aguacero, los mayores lo escuchaban y decían “Oye el corcovao, viene
una tormenta”, el mundo del pueblo y sus alrededores se oscurecía, las gallinas
se recogían en el palo de totumo en el patio de la casa, los perros buscaban
refugio en las cenizas del fogón de leña apagado, pavor y miedo entre los
habitantes, en especial los niños, más todavía si la tormenta compuesta por
vientos, agua, relámpagos y trueno, era en horas de la noche.
Cuando
sonaba sus trompetas y bombardinos en horas de la tarde, mis vecinos y paisanos
pescadores de Jarpón y atarraya, el Tito Pupo, Gonzaga, Lalo y Alejandrito
Ortega e hijos no salían de su casa, al día siguiente no comíamos pescado
fresco.
También
pasaban por mi casa en la placita del barrio el Prado, José Morón, Héctor
Atencia, El Nello Montes De Oca Herrera, Juan Pavón, Vicente Ballestas, personajes
encargados de recoger el ganado de los playones y llevarlos a los corrales.
Después
de la tormenta viene la calma, refrán que no calaba en la Villa, eran hasta
cuatro horas lloviendo, con todas esas implicaciones de una tormenta, árboles caídos,
matas de plátanos arrasadas, matas de maíz, de yuca, las ceibas de la estaca
arrancadas de raíz, las pozas los reventones, el cantil y la chambita
desbordadas corriendo a velocidades hacia el rio san Jorge. El arroyo la
dorada pasaba por sobre las tablas de
los puentes de palo, la loma del guasto, dándose su gusto de no dejar pasar
ningún carro, se volvía rebelde cuan resbaladero de caimán.
Salía
de servicio el telégrafo, las vacas muertas quemadas por un rayo eléctrico, a
mis siete años me mandaba mi padre de crianza a buscar el burro a las ensenadas
de la playa llamada rincón largo, a ver si estaba vivo, era el único medio de
subsistencia y la herencia material.
Después
del desayuno pasaban por la placita, Guillermito Cadrazco Luna y Ezequiel Benítez
Villarreal, empleados de Telecom, con los aparejos al hombro, vía san Roque a
buscar el daño del telégrafo en una distancia de la Villa a Sincé Sucre
Colombia.
Hasta
que un día de mi vida comprendí, que el Cerro del Corcovado no era un una
tormenta, con rayos y centellas, era un hermoso cerro cubierto de vegetación, lleno
metales preciosos en el subsuelo, se ve inmenso e imponente desde el río Cauca
y Magdalena, arterias fluviales y medios de transportes de esa hermosa región.
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