sábado, 13 de abril de 2019

CERRO DEL CORCOVADO




259. CERRO DEL CORCOVADO

Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
El Cerro Corcovado pertenece al Departamento de Bolívar en Colombia, exactamente en la Serranía de San Lucas.

Está clasificado como: Orográfico (Montaña con una altura superior a los 300 metros)
Latitud: 8.4333333
Longitud: -74.45
UFI: -581287
UNI: -820568
UTM: WQ63
JOG: NC18-15

La serranía de San Lucas es una formación montañosa en Colombia, ubicada en el extremo norte de la cordillera Central perteneciente a la cordillera de los Andes; tiene una extensión de 16 000 km², con alturas que oscilan de 0 a 2700 msnm.
Se ubica en los departamentos de Antioquia y Bolívar en la confluencia de la llanura de la costa Caribe con las elevaciones de los Andes colombianos. La región limita por el oriente y sur con el curso medio del río Magdalena, por el occidente con el río Cauca, y al sur occidente con el Departamento de Antioquia.
Dicho todo lo anterior, me permito describir el corcovao como lo percibimos desde la niñez en mi hermoso pueblo San Benito Abad Sucre “La Villa”.

Para mi persona no era un Cerro, era un trueno ruidoso que comenzaba quejándose cuan niño con malestar de estómago. No les puedo describir exactamente a cuantos kilómetros está de la Villa, pero sí sé qué hacía mucho ruido antes de caer un torrencial aguacero, los mayores lo escuchaban y decían “Oye el corcovao, viene una tormenta”, el mundo del pueblo y sus alrededores se oscurecía, las gallinas se recogían en el palo de totumo en el patio de la casa, los perros buscaban refugio en las cenizas del fogón de leña apagado, pavor y miedo entre los habitantes, en especial los niños, más todavía si la tormenta compuesta por vientos, agua, relámpagos y trueno, era en horas de la noche.

Cuando sonaba sus trompetas y bombardinos en horas de la tarde, mis vecinos y paisanos pescadores de Jarpón y atarraya, el Tito Pupo, Gonzaga, Lalo y Alejandrito Ortega e hijos no salían de su casa, al día siguiente no comíamos pescado fresco.

También pasaban por mi casa en la placita del barrio el Prado, José Morón, Héctor Atencia, El Nello Montes De Oca Herrera, Juan Pavón, Vicente Ballestas, personajes encargados de recoger el ganado de los playones y llevarlos a los corrales.

Después de la tormenta viene la calma, refrán que no calaba en la Villa, eran hasta cuatro horas lloviendo, con todas esas implicaciones de una tormenta, árboles caídos, matas de plátanos arrasadas, matas de maíz, de yuca, las ceibas de la estaca arrancadas de raíz, las pozas los reventones, el cantil y la chambita desbordadas corriendo a velocidades hacia el rio san Jorge. El arroyo la dorada  pasaba por sobre las tablas de los puentes de palo, la loma del guasto, dándose su gusto de no dejar pasar ningún carro, se volvía rebelde cuan resbaladero de caimán.

Salía de servicio el telégrafo, las vacas muertas quemadas por un rayo eléctrico, a mis siete años me mandaba mi padre de crianza a buscar el burro a las ensenadas de la playa llamada rincón largo, a ver si estaba vivo, era el único medio de subsistencia y la herencia material.

Después del desayuno pasaban por la placita, Guillermito Cadrazco Luna y Ezequiel Benítez Villarreal, empleados de Telecom, con los aparejos al hombro, vía san Roque a buscar el daño del telégrafo en una distancia de la Villa a Sincé Sucre Colombia.

Hasta que un día de mi vida comprendí, que el Cerro del Corcovado no era un una tormenta, con rayos y centellas, era un hermoso cerro cubierto de vegetación, lleno metales preciosos en el subsuelo, se ve inmenso e imponente desde el río Cauca y Magdalena, arterias fluviales y medios de transportes de esa hermosa región.

No hay comentarios:

Publicar un comentario