jueves, 25 de abril de 2019

LA PESADILLA DE ERNESTO







260. LA PESADILLA DE ERNESTO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Salió Ernesto con su familia bien temprano de la madrugada, del pueblo para la urbe Metropolitana, su fin hacerse un chequeo médico y su esposa un curso de floristería y de paso visitar a su hermano Pacho que vive en la ciudad llamada la Ventana al Mundo.

Al salir de casa como buen costeño o caribeño se tomó un Tinto y un pintado que le llaman en el eje, al café en con leche en pocillo pequeño, no había traspasado el bus la primera curva del piñal, cuando Ernesto mi hermano gemelo estaba roncando, similar al Corcovado, su esposa iba en la silla del lado, lo miró de reojo y le dio un codazo, pero este hombre no estaba dispuesto a despertar, menos a iniciar una conversación con su compañera, al llegar a María la Alta, con la bulla de los vendedores de chicharrón y arepa e huevo se despertó, se empacó en su estómago dos arepas, acompañadas de un café con leche y volvió a roncar.

La faena de ronquido se volvió aguda, el río de babas cogió la zanja de la boca y corría por su pecho, la prótesis a punto de salir huyendo, hasta que la pesadilla se apoderó de él, brincaba de la silla y volvía a caer en ella, musitaba no palabras de amor, llamaba a su esposa Yaneth, manoteaba y se puso roja su cara, su compañera pedía auxilio, en el bus iba de pasajero un médico y acudió al llamado, sacó su pañuelo, le abrió la boca a las malas y le extrajo la chapa que ya iba camino al esófago con sus dieciséis dientes.

Ya recuperado buscó el pasillo del bus, agarrado de los pasamanos llegó a su destino, reposado en casa de su hermano gemelo, contó su odisea como un terremoto de magnitud 5.2 en la escala del bus, dependiendo el comportamiento  del automotor en la carretera, con sus consabidos baches, huecos, resaltos, policías acostados ect. Para Ernesto era un Terremoto, acompañado de dos arepas de huevo, un café con leche, la chapa flojita y sus ronquidos.

Lo peor del caso citado es que como Ernesto y mi persona, somos Gemelos, a esa misma hora en mi habitación, luchaba de igual manera con un Terremoto, este más violento que me hizo saltar de mi hamaca cinco rayas, fabricada en Morroa Sucre.

Motivos teníamos para iniciar en compañía de la familia, una tertulia sabanera y recordar momentos vividos en la capital de sucre y sus alrededores, ya Ernesto pernotó a su pueblo con la recomendación y correctivos para  no volver a soñar con terremotos.

Comer suave al viajar, puede ser una viuda de Bagre seco, con yuca harinosa, o en su defecto un calentao de arroz de fréjol y guiso de hicotea con sumo de coco. Así somos los Sabaneros Ribereños y anfibios palafitos de esa hermosa región del San Jorge y Sinú. En especial mi Bello Pueblo San Benito Abad Sucre “La Villa”, Visitarlo.


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