domingo, 6 de agosto de 2017

LOS CUENTOS DE KAKO OJEDA



LOS CUENTOS DE KAKO OJEDA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano


El tiempo en la Vida Humana es Impredecible, tenía más de cuarenta años de no encontrarme con Cornelito Montaño, uno  de esos personaje de la otrora  Aguas blancas Cesar, cuando el algodón corrían sus motas por el pueblo y la pujanza de las familias tenían nombres y apellidos propios, cada quien tenía su característica particular, era una hermandad llegada de los pueblos del Magdalena Grande y la Guajira.

En esa tertulia estaba Hernán Maestre, ellos me contaban de la vieja Aguas blancas, cuando los campesinos y pequeños hacendados sembraban cosechas en lo que le llamaban las sabanas, allí recogían Maíz, yuca, fréjoles, cosechas de arroz, y ordeñaban sus vacas para el sustento familiar, la leche de las haciendas, todas las mañanas llegaban los niños a beber espuma de leche de vaca prieta, esa que da cañaña.

La camaradería estaba en su punto más alto, Vivían felices, tomaban ron y trabajaban arduamente para labrarse un futuro, muchos lo consiguieron, a pesar de los ensañamientos de algunos compatriotas, susados por jefes y gamonales enraizados en el poder de este país, llegados de otras regiones que desestabilizaron la tranquilidad y el buen vivir de un pueblo pujante.

Cornelito Montaño me contaba una anécdota de tantas que tenía Kako Ojeda, que un día amaneció sin plata para beber ron, ya era viernes once de la mañana, sus amigos no le prestaban dinero y la desesperación llegó a su punto final, llamo al más malo de esa época que era el diablo, era el único que le podía resolver ese inconveniente: En la noche cogió caminos vecinales y allá debajo de un árbol frondoso de Cañahuate, se toparon. Ajá que quieres Kako, Hombe diablo te he invocado para que me prestes un dinerito, que no tengo para comprar el ron.

Cuanto necesitas, bueno diablo que sean cien mil, hombe Kako esa es mucha plata, no me la vas a poder pagar, no te preocupéis que de alguna manera te la pago, bueno te la presto con una condición que al año vengo por ti, listo diablo, pero yo también te pongo una condición y es que tienes que venir cuando yo esté borracho, el diablo se quedó pensando y concluyó, y este cuando es que no esté borracho.

Pasó el tiempo y el Kako emparrandado todos los fines de semana, la gente se preguntaba que donde consiguió plata para beber, es más le pagó una cuentecita que debía en el Bejuquero y en el foquito rojo, estaba saldado, hasta que se fue aproximando la fecha, dos semanas antes dejó de beber y se preocupó mucho, no salía a la calle, su familia lo extrañaba lo mismo que sus amigos, hablo con la mamá y ella lo mando para donde el cura a confesarse, el cura le recomendó que no bebiera más y que se refugiara en la Sacristía, que allí no entraba nadie.

La noche precisa, viernes fin de semana, el diablo buscó con afán a Kako Ojeda y no lo encontraba, como buen cobra diario se fue por la ventana de la Sacristía y le gritó: Kako Ojeda, no te escondas que vengo por ti, el cura que lo estaba asistiendo en sus últimos minutos sacó su recursiva idea enviada por Dios y le dijo: Kako dile que ya tu no tomas ron y que no estás borracho.

Kako apretó pulmón y le gritó, Diablo acabas de perder la plática, ya yo no bebo ron y menos estoy borracho, así que márchate. El diablo se quedó en silencio, y le dijo al rato, está bien Kako Ojeda, pero acuérdate que me debéis cien mil pesos más los réditos, allá en el infierno te espero.

Kako ya con ánimos le contestó: Ve diablo mejor que me condonéis esa deuda ahora mismo, porque lo que soy yo, no pienso coger para allá, ni quiero quedar debiéndote, apuesta es apuesta y palabra de gallero es palabra de gallero y si es guajiro más.

El diablo se fue refunfuñando en voz baja, solo se le escuchó decir, otra platica que se me pierde, no vuelvo a hacer tratos con borrachos, a este pueblo no vuelvo más. .


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