LOS CUENTOS DE KAKO OJEDA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano
El tiempo en la Vida Humana es
Impredecible, tenía más de cuarenta años de no encontrarme con Cornelito
Montaño, uno de esos personaje de la
otrora Aguas blancas Cesar, cuando el
algodón corrían sus motas por el pueblo y la pujanza de las familias tenían
nombres y apellidos propios, cada quien tenía su característica particular, era
una hermandad llegada de los pueblos del Magdalena Grande y la Guajira.
En esa tertulia estaba Hernán
Maestre, ellos me contaban de la vieja Aguas blancas, cuando los campesinos y
pequeños hacendados sembraban cosechas en lo que le llamaban las sabanas, allí recogían
Maíz, yuca, fréjoles, cosechas de arroz, y ordeñaban sus vacas para el sustento
familiar, la leche de las haciendas, todas las mañanas llegaban los niños a
beber espuma de leche de vaca prieta, esa que da cañaña.
La camaradería estaba en su
punto más alto, Vivían felices, tomaban ron y trabajaban arduamente para
labrarse un futuro, muchos lo consiguieron, a pesar de los ensañamientos de
algunos compatriotas, susados por jefes y gamonales enraizados en el poder de
este país, llegados de otras regiones que desestabilizaron la tranquilidad y el
buen vivir de un pueblo pujante.
Cornelito Montaño me contaba
una anécdota de tantas que tenía Kako Ojeda, que un día amaneció sin plata para
beber ron, ya era viernes once de la mañana, sus amigos no le prestaban dinero
y la desesperación llegó a su punto final, llamo al más malo de esa época que
era el diablo, era el único que le podía resolver ese inconveniente: En la
noche cogió caminos vecinales y allá debajo de un árbol frondoso de Cañahuate,
se toparon. Ajá que quieres Kako, Hombe diablo te he invocado para que me
prestes un dinerito, que no tengo para comprar el ron.
Cuanto necesitas, bueno diablo
que sean cien mil, hombe Kako esa es mucha plata, no me la vas a poder pagar,
no te preocupéis que de alguna manera te la pago, bueno te la presto con una
condición que al año vengo por ti, listo diablo, pero yo también te pongo una
condición y es que tienes que venir cuando yo esté borracho, el diablo se quedó
pensando y concluyó, y este cuando es que no esté borracho.
Pasó el tiempo y el Kako
emparrandado todos los fines de semana, la gente se preguntaba que donde
consiguió plata para beber, es más le pagó una cuentecita que debía en el
Bejuquero y en el foquito rojo, estaba saldado, hasta que se fue aproximando la
fecha, dos semanas antes dejó de beber y se preocupó mucho, no salía a la
calle, su familia lo extrañaba lo mismo que sus amigos, hablo con la mamá y
ella lo mando para donde el cura a confesarse, el cura le recomendó que no
bebiera más y que se refugiara en la Sacristía, que allí no entraba nadie.
La noche precisa, viernes fin
de semana, el diablo buscó con afán a Kako Ojeda y no lo encontraba, como buen cobra
diario se fue por la ventana de la Sacristía y le gritó: Kako Ojeda, no te
escondas que vengo por ti, el cura que lo estaba asistiendo en sus últimos
minutos sacó su recursiva idea enviada por Dios y le dijo: Kako dile que ya tu
no tomas ron y que no estás borracho.
Kako apretó pulmón y le gritó,
Diablo acabas de perder la plática, ya yo no bebo ron y menos estoy borracho,
así que márchate. El diablo se quedó en silencio, y le dijo al rato, está bien
Kako Ojeda, pero acuérdate que me debéis cien mil pesos más los réditos, allá
en el infierno te espero.
Kako ya con ánimos le
contestó: Ve diablo mejor que me condonéis esa deuda ahora mismo, porque lo que
soy yo, no pienso coger para allá, ni quiero quedar debiéndote, apuesta es
apuesta y palabra de gallero es palabra de gallero y si es guajiro más.
El diablo se fue refunfuñando
en voz baja, solo se le escuchó decir, otra platica que se me pierde, no vuelvo
a hacer tratos con borrachos, a este pueblo no vuelvo más. .
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