sábado, 2 de julio de 2016

EL PATO YUYO Y EL MANATÍ

EL PATO YUYO Y EL MANATÍ
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe

Hermosa laguna de agua dulce que baja a través del río y su último recorrido es el mar, en sus orillas pastan los patos, las tangas, los piscingos, garzas blancas y morenas, gallitos de ciénagas, collongos y barraquetes, tortugas, hicoteas, babillas y caimanes, ponches o chigüiros y las verdes iguanas.

En especial el pato yuyo, que con su vista dotada de lentes intraoculares y mira telescópica, hace un trabajo de alimentación hundiéndose en las profundas aguas para sacar entre su pico un brillante pez que sin pensarlo realiza la operación de engullir en menos de un segundo.

El manatí un pez exótico de las ciénagas y pantanos, tapones y caños se dio cuenta de la ligereza y certeza del pato yuyo para sacar peses y se le acercó con la propuesta de hacerse socio, partirían la pesca mitad por mitad, a cambio de dejarlo pescar en su territorio, un caño viejo, abundante en peses y rayas con dos agujas en su cola.

Va jugando dijo el pato, pero me tienes que quitar los tapones y tarullas para poder realizar con comodidad la pesca, no se puede dijo el manatí, ese es mi refugio y mi alimento secundario, si  te parece bien saco los peses a playa abierta y tú te encargas de atraparlos, cerrada la negociación, el manatí comenzó a revolver las aguas del caño y los peses comenzaron a salir, el pato a sacar peses y depositarlos en la orilla, pero no contaban con la presencia del caimán, la babilla y las aves carroñeras como la Laura, el golero y la pigua.

Al darse cuenta el pato que se estaban llevando los  peses de la orilla, le dio aviso al manatí que su parte estaba en la orilla, cuando el manatí quiso salir a buscar su parte ya se la habían llevado los enemigos.

Mientras el pato yuyo tenía la barriga llena de peses, que se le movían en su saco y ya no le pasaban de la garganta, el manatí le reclamo al pato diciéndole que ese no era el trato que habían pactado, a lo que el yuyo le contestó que él no tenía cara de bobo y lo que pretendía era juntar los peses en la orilla tragárselos y no dejarle nada.

El Pato vio las malas intenciones del Manatí que cada vez se le acercaba más y sus reclamos eran airados con ganas de tragárselos, entonces el yuyo sacó su mejor cualidad que es “comiendo y cagando”, en pocos minutos evacuo de su estómago los peses que se había tragado y le dejó un montón de desechos al manatí, estiró sus alas y voló bajito a través de la hermosa laguna, jurando no volver a hacer tratos con animales de doble personalidad, como el Manatí del caño de Cecilia.



No hay comentarios:

Publicar un comentario