EL PATO YUYO Y EL MANATÍ
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano Región Caribe
Hermosa laguna de agua dulce
que baja a través del río y su último recorrido es el mar, en sus orillas
pastan los patos, las tangas, los piscingos, garzas blancas y
morenas, gallitos de ciénagas, collongos y barraquetes, tortugas, hicoteas,
babillas y caimanes, ponches o chigüiros y las verdes iguanas.
En especial el pato yuyo, que
con su vista dotada de lentes intraoculares y mira telescópica, hace un trabajo
de alimentación hundiéndose en las profundas aguas para sacar entre su pico un
brillante pez que sin pensarlo realiza la operación de engullir en menos de un
segundo.
El manatí un pez exótico de
las ciénagas y pantanos, tapones y caños se dio cuenta de la ligereza y certeza
del pato yuyo para sacar peses y se le acercó con la propuesta de hacerse socio,
partirían la pesca mitad por mitad, a cambio de dejarlo pescar en su
territorio, un caño viejo, abundante en peses y rayas con dos agujas en su
cola.
Va jugando dijo el pato, pero
me tienes que quitar los tapones y tarullas para poder realizar con comodidad
la pesca, no se puede dijo el manatí, ese es mi refugio y mi alimento
secundario, si te parece bien saco los
peses a playa abierta y tú te encargas de atraparlos, cerrada la negociación,
el manatí comenzó a revolver las aguas del caño y los peses comenzaron a salir,
el pato a sacar peses y depositarlos en la orilla, pero no contaban con la
presencia del caimán, la babilla y las aves carroñeras como la Laura, el golero
y la pigua.
Al darse cuenta el pato que se
estaban llevando los peses de la orilla,
le dio aviso al manatí que su parte estaba en la orilla, cuando el manatí quiso
salir a buscar su parte ya se la habían llevado los enemigos.
Mientras el pato yuyo tenía la
barriga llena de peses, que se le movían en su saco y ya no le pasaban de la
garganta, el manatí le reclamo al pato diciéndole que ese no era el trato que
habían pactado, a lo que el yuyo le contestó que él no tenía cara de bobo y lo
que pretendía era juntar los peses en la orilla tragárselos y no dejarle nada.
El Pato vio las malas
intenciones del Manatí que cada vez se le acercaba más y sus reclamos eran
airados con ganas de tragárselos, entonces el yuyo sacó su mejor cualidad que
es “comiendo y cagando”, en pocos minutos evacuo de su estómago los peses que
se había tragado y le dejó un montón de desechos al manatí, estiró sus alas y
voló bajito a través de la hermosa laguna, jurando no volver a hacer tratos con
animales de doble personalidad, como el Manatí del caño de Cecilia.
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