lunes, 18 de abril de 2016

CUANDO TU IBAS, YO VENÍA

CUANDO TU IBAS, YO VENÍA
Por Francisco Cadrazco Román
Escritor Colombiano, Región Caribe

Así es, Manuel Jacinto a La Cintura, cogió camino en su canoa de cinco varas, punteada por su socio Carlos José con un palo de tres metros una horqueta en su punta y navegaba por una tabla de cativo al lado derecho de la gran embarcación, mientras tanto Manuel Jacinto la timoneaba sentado en una tabla, con un canalete de dos metros.

Río arriba cargado de plátanos, que vendían la mano a dos pesos, recordando que la mano de plátano o pescado es de cuatro unidades, por eso de las matemáticas inexactas, y en cada veinte plátanos o cinco manos se le agregaba un plátano más.

La mercancía la contaba Carlos José bajo la mirada de águila de Manuelito Jacinto, allí estaban las ganancias de tanto trabajo y navegando el inmenso rio Cauca, en esa correría llegaron a la boca del Cura, llamado así a un caño que mandó a abrir  un Cura Párroco religioso de las Misiones de Burgos España en Guaranda Sucre y que comunicaba los ríos cauca y san Jorge.

En los albores del día, salieron los amigos a cerrar el recorrido, desde la otra orilla un negociante de panelas sacó un pañuelo blanco y lo ondeaba cual bandera izada, esa señal o código de río da aviso a que la canoa llegue a esa orilla.

Era Camaleón, un hombre de esos que el ojo le jugaba y al menor descuido sacaba su partida, se alertaron los dos hombres, pilas que es Camaleón, se saludaron y el hombre de la orilla del río le dijo a Manuelito Jacinto que tenía unos bultos de panela para canjearlas por plátano, aceptaron el canje se orillaron y comenzó el conteo, primero contaron las panelas.

Cuando habían contado veinte panelas Camaleón paró el conteo, porque no habían colocado la panela del vendaje, Manuelito le hizo ver que la panela no tenía vendaje, menos eran cuatro la mano, porque la panela no tiene mano.

Al terminar de contar la panela habían quinientas panelas que serían cambiadas a palo limpio por quinientas manos de plátanos según los códigos mercantiles de la Costumbre y la razón Comercial del siglo diecinueve y veinte, en nuestra costa caribe Colombiana, donde las reglas se imponían de palabras y que palabras.

Había un pero en esta transacción comercial, como era un canje de productos no había vendaje a las cinco manos de plátanos, cosa que no le gustó a Camaleón y volvió a alegar con Manuelito y Carlos más los cargueros que tenía Camaleón, fue cuando Manuelito le dijo a Camaleón que cuando él iba ya yo estaba en casa reposado, allí fue donde Camaleón cambio de color, mandaron a buscar al inspector más cercano y este determinó que Manuelito estaba actuando en razón, que en Canje de Mercancías y Fiaos de las mismas no había vendaje.

A los comerciantes se los cogió la noche en esa orilla, contrataron a un celador para que cuidara las dos canoas cargadas con plátano y las quinientas panelas canjeadas.

Cuando la madrugada comenzó a despuntar a orillas de río, al celador se le caló el frío en la espina dorsal, que ni el tabaco habano que se estaba fumando para espantar los mosquitos, quitar el sueño y el hambre pudieron  y sus parpados se entrelazaron y comenzó un concierto de ronquido, que hasta las babillas se saltaron a la orilla a bailar.

Momento que aprovecharon cuatro hombres fornidos que había mandado Camaleón a robar la mercancía de Manuelito y Carlos que a esa hora departían en la cantina del pueblo dos botellas de ron Ñeque o ron campesino, ese que hace pelear hasta un cura.

A la mañana llegaron a la orilla desamarraron su gran canoa y se largaron para sus casas a tres tabacos de distancia. Mientras tanto Camaleón le daba una fuerte muñequera a los cuatro ladrones que se robaron la canoa de él. Y el celador cogió playón porque lo andaban buscando por dejarse robar.

Cuando tú ibas, yo venía, ese fue el letrero que dejó escrito Manuelito con carbón de leña de mangle en el costado de la canoa del vivo de Camaleón. Cuando camaleón quiso llegar al puerto donde desembarcaron los dos negociante a reclamar, ya un camión de estaca estaba en el mercado de la capital desembarcando la panela.


Cuando tu Ibas,  yo Venía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario