sábado, 21 de marzo de 2015

HISTORIAS DE LA TIERRA PRIMITIVA

HISTORIAS DE LA TIERRA PRIMITIVA
Por Francisco Cadrazco Díaz
Terrícola y Escritor Colombiano, de la Región Caribe.

Nuestro Planeta, La Tierra, así como la hicieron, según la historia, quedo bien hecha, superado el impase por parte de Nicolás Copérnico, si es redonda o achatada, como la nariz de un boxeador, para nosotros los humanos que la habitamos, es lo de menos.

El mundo nació inocente de toda maldad, así permaneció por muchos años, los terrícolas, vivíamos arrastrándonos por el suelo, acompañados de los animales, sin ley y sin fronteras, comíamos de lo que la naturaleza nos proveía, nos tapábamos con unas hojas, usábamos flechas para cazar, y los alimentos que al sol se secaban, sin sal, sin comino y pimienta, eran deliciosos, nutritivos y saludables, también había una estructura familiar, mandaba la mujer.

El matriarcado funcionaba como el primer reloj, el sol, nada de irse para la calle, ¿cuáles calles? si no existían, las cantinas con las chicas provocativas, con cara de mono aullador y, un sinnúmeros de situaciones, que nos han complicado la vida a los humanos.

El licor de esa época era la chicha, que se hacía de maíz fermentado o de yuca pasada por un colador, artesanal que filtraba el agua de yuca, que por espacio de quince días mínimo se fermentaba y ese era el ron, o en su defecto la parte más tierna de una palma, se le hacía una abertura con una rula colín y por allí se filtraba el vino, que se echaba en un bangaño amargo, se le tapaba con un pedazo de palo y se dejaba diez días, les aseguro que la borrachera era grande que algunos iban a parar al cepo de madera.

En esa época de la vida de los humanos, no se hacían transacciones con moneda, era en trueque la forma más correcta de negociar especialmente los alimentos de la subsistencia.

Alguien se acordó de Judas y comenzó a negociar con monedas para venir a dañar el sistema de vida de los alegres terrícolas, dando pie a la envidia, el rencor, la avaricia, otro avispado que se le dio por convencer a los demás a comprar y vender, a vestirse con telas, a tener comunicación instantánea, solo con el sonar de un cacho de vaca, un caracol de mar sin la pulpa, o una señal de humo a la distancia, se sabía que había venta de cerdo, pescado, carne de res, o alguien se murió, convocar  a una reunión para ponerse de acuerdo a la siembra del arroz o maíz. Lo demás, se lo dejaban a la Luna o el sol en sus fases.

¿Por qué le pusieron precio a la vida?, si la vida no tiene precio alguno, las parejas se unían y procreaban, los partos eran normales, de pie o en cuclillas, asistidos por una matrona, sin anestesia y parían por donde la naturaleza ordenó salir al humano, así como los animales lo hacen.

La medicina, la sacaban de las plantas, los humanos se morían pocos, los cementerios estaban vacíos, los carpinteros elaboraban angarillas para burros y mulos, taburetes y camas, no usaban clavos de hierro sino espigas de madera, que pegaban con cola de vejiga de vaca.

Las casas eran de maderas y paja, embutidas de barro, los pisos eran de arena prensada, el agua bajaba del cielo, los ríos no se desbordaban, no había tsunamis en el mar, los arroyos corrían raudos por quebradas y ensenadas y daban sin tropiezos al mar, las familias eran numerosas, apostaban al que tuviera más hijos y todos comían y dormían, las culebras se arrastraban por los pies de los humanos y no las mataban, ni ellas mordían al humano, hoy en día no se puede tener culebras, menos por dinero.

Quien fue el desadaptado que se le dio de dividir nuestra tierra en porciones, limitándonos a seguir esa vida de nómadas, a dormir donde nos cogiera la noche, hacer lo que nos venía en ganas y vivir felices en manadas, con las jerarquías establecidas, la casa, la pesca, la siembra y cosechas de productos comestibles que almacenaban para repartir en épocas malas, todos trabajaban y todo se repartía equitativo, no había hambre, no había rencor, el que se salía del límite establecido lo metían en cintura, y no lo volvía a hacer.

La tierra era libre, sin dueños, los animales los había cimarrón, los habitantes eran casi todos familiares, los mares, los ríos, las montañas y toda la tierra era libre.

Los humanos, de acuerdo donde se encontraban, el clima de los polos y las grandes cordilleras, así era su pigmentación de la piel, pero no se discriminaban entre ellos, todos eran hermanos, vivían en sociedades bien constituidas, todos daban un  saludo y eso que no había nacido Carreño y su Urbanidad, las leyes eran costumbres no escritas y se cumplían a cabalidad.

Antes los animales no se les perseguía hasta exterminarlos, solo se cogían para la subsistencia humana, las hicoteas, los caimanes, las tortugas, los sábalos de ríos, el ponche o chigüiro, el saíno, el armadillo o jerre jerre, el tigre, el león, la guartinaja, la paloma torcaza, la pava congona, el toche, el chupaflor, el sinsonte, aves exóticas que nos enorgullecían, el rey golero, el águila pero no la cerveza,  donde quedaron, se han esfumado de la faz de la tierra.

Porque las medidas de pesos, si antes era al ojo y al tino, así la vida era bella, porque dividieron al mundo terrícola, en naciones, en estados, en regiones, en departamentos, en municipios, en corregimientos y caseríos, si así libres en la tierra vivíamos mejor, ¿por qué las jerarquías, sociales, religiosas, políticas y económicas?.

Quien inventó el papel moneda, ya debe estar bajo cinco metros de tierra, a dejarnos tremendo problema, que si no tienes dinero no comes, no vives, no eres nadie, no tienes vida, el carro, el yate, el avión, las mansiones, nada de esto es indispensable.

Las jerarquías  familiares recaían en el padre y la madre, los demás obedecían, ahora hay un poco de personas que se creen superiores, de quien y de que, si aquí en la tierra todos nacimos de una mujer, vinimos a este mundo en cueros, todos iguales.

Nadie es superior a otro, todos tenemos derechos de vivir en igualdad de condiciones, a repartir las riquezas de la naturaleza, depositar los alimentos y conservarlos como las hormigas, o es que no nos da pena que tengamos que coger ejemplo de un minúsculo animal, que al igual que los humanos, son terrícolas.

Quien dijo que se debe pagar dinero para ir a otro lugar de la tierra, ¿por qué la tramitología, los controles, la discriminación racial?, ¿por qué varias lenguas, si solo debe haber un código al hablar?, ¿a quien se le ocurrió la idea de acumular riquezas para una sola persona y los demás qué?, la desigualdad genera molestias a los humanos y eso no debe ser.

Hoy, hay humanos menospreciados, sin dinero para subsistir, pero también hay ricos de dinero que atropellan a los demás, también hay unos que se hacen llamar la autoridad monetaria que tienen la obligación de equilibrar, de repartir los bienes de la tierra en igualdad de condiciones, quien les da derechos a ser omnipotentes.

Que dolor, que pesar, para nosotros los humanos inteligentes, que nos hayan metido en tremendo bololó con eso del dinero, de la sociedad, de la división, resta y multiplicación, la economía, los idiomas y los limites terrenales, ya no somos libres y lo peor de todo este cuento es que nos estamos destruyendo uno por uno, quien dijo Guerra, es la eliminación del humano por el humano.

Se llegará el tiempo en que no quedará un espécimen de esta raza en la tierra, solo quedaran cenizas y arenas como en otros planetas, de aquí allá éste humano terrícola que está reflexionando, no debe existir, porque la tendencia del humano es a morir.

Allá los que acumulan riquezas en dinero, para que, los que maltratan, los que se creen superiores a que o quien, los que remplazaron a los patriarcados y  matriarcados, con la diferencia que aquellos trabajaban y acumulaban alimentos para todos.

Por todo lo anterior, solo quiero decirles que este mundo terrícola, ha retrocedido desde que el dinero entró a manejar al mundo.

La globalización de la tierra, la libertad, la igualdad de condiciones de cada individuo, el respeto a la vida, al buen vivir, a la naturaleza y a todo aquel ser viviente, con memoria o sin ella, que por algo están en este planeta.

Hay muchos ojos aguaitando, tomando notas de nuestro comportamiento, visitándonos, incrustándose en nuestro cuerpo, dispuestos a recuperar su identidad, a ellos no les conviene que destruyamos el planeta, ellos se nutren de las riquezas que tiene la tierra. No crean que estamos solos, no señor.

Referenciando a nuestra costa caribe, esa porción de tierra privilegiada, deseo que volvamos a despertar con el canto del gallo, las mañanas del domingo, frescas y alegres, esperemos con anhelo, la plaza de mercados para adquirir los productos comestibles, los vestidos para salir y trabajar, como la franela amansa locos, * juguemos el “montucuy” como lo hacían los indígenas Zenúes, en la región de las sabanas de la costa, que regresen las carreras de a caballos con jinetes acoplados, la esgrima a machete, la pólvora bien manejada y el ron (“ñeque” o “chirrinche”) y resultará la gran fiesta costeña típica hoy y de siempre.

Al llegar  los extranjeros e invadirnos nuestra privacidad, se revolvieron las sangres al compás del amor libre en miembros de las tres razas que se formaron, con mulatas y mulatos, zambos, cuarterones y tentes-en-el-aire, hasta contribuir a la mezcla triétnica que caracteriza al pueblo costeño.

Los abolengos, la nobleza, aquí no existía, lo que se formó  * fue”la raza cósmica” triétnica de la que hablaron el pensador mexicano José Vasconcelos. Los de “oro”, los de  “plata, los de cobre y hojalatas”, según la posición social resultante: Una morena pelirroja de ojos claros, el blanco de labio grueso y apretado cabello cuscús, el de piel zapote con cabello dorado y rizado, hasta el moreno con nariz aguileña y pelo lacio, que podían ser todos hijos de un mismo padre, así que déjense de pendejadas, más bien abran sus brazos y arropemos al conglomerado humano y tratémonos como hermanos.


Para reflexionar, piensa, mientras estés vivo, pon a funcionar esa materia gris, en bien de los demás, solo utilizas un cuarto de tus capacidades mentales y desperdicias el resto, abandona el complejo del “dejao”, estas actitudes tiene que ver con tendencias al descuido o apatía en la gente, que conlleva a la indisciplina, la informalidad e incumplimiento, esto es permitir que se hagan las cosas o avancen por inercia un poco antes de comprometerse en firme y personalmente con ellas.

Nada de lo anterior sucedía en este hermoso planeta, antes de la llegada del dinero, del espejo y de la violencia racial. Abrámosle las puertas al mundo, quitemos las barreras maginaría e imaginarias para que los terrícolas circulen sin dificultad, por todo el planeta.
Recordando a Candelario Obeso, el poeta Momposino, recogió en 1869, este importante sentimiento del costeño en su Canto del montará:
·        
       Esta vida solitaria que aquí llevo, con mi jembra y con mis hijos y mis perros, no la cambio poc la vida de los pueblos…., no me facta ni tabaco ni alimento; de mi pacmas ej er vino má que gueno, y er guarapo de mi caña estupendo, los animales tienen todo su remedio; si no hay contra conocía pa er Gobiecno, conque asina yo no cambio lo que tengo, poc las cosas que otro tienen en los pueblos…

Por todo lo anterior, la mayoría de los humanos, en especial los terrícolas asentados en el paraíso de “Región Caribe”, donde bien temprano, canta el gallo, solo deseamos la plena libertad, la igualdad de condiciones, la paz y la hermandad.

*Fals, Borda Orlando su libro Mompox y Loba.




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