EL GALLO, DE EUCLIDES
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe
Cantó el gallo basto de
Euclides a las cuatro de la mañana, montado en el árbol de totumo, sigiloso organizó
la levantada de sus gallinas, sus pollos y polluelos, una por una, las gallinas
fueron bajando al vuelo desde lo alto del árbol.
Celosamente el basto hizo un
conteo, estando su gallinero completo, pero le sobraba un ave, minuciosamente
volvió a contar y analizar que animal estaba infiltrado, si era gallina bienvenida,
pero si era el gallo de su vecina Prudencia, la cuestión era a otro precio.
Por esos gallos peleando,
Euclides y Prudencia habían tenido un encontrón días pasados, ya que el gallo
de Prudencia tenía las espuelas grandes y afiladas porque era un gran gallo de
pelear que había recorrido varias
galleras, en cambio que el gallo de Euclides era basto, sus espuelas eran
toscas y romas, pero con la ventaja de pegar mas fuerte por su corpulenta
figura y su imponente cresta.
Después del segundo conteo,
el basto de Euclides notó la figura diminuta del gallo de Prudencia, aparto los
pollos y polluelos del camino, las gallinas culecas y los polluelos recién
venidos a este mundo y, sin mediar palabras lo enfrentó.
Las gallinas cacarearon y se
formó un alboroto en el traspatio de la casa de Euclides, solo se escuchaba,
dale bastían, dale bastían, no te dejes ganar de ese enano, tu mandas en este
gallinero.
Prudencia, escuchó el
ajetreo de los animales y pensó que la zorra, se estaba comiendo a las
gallinas, escopeta en mano con doce cartuchos salió a su patio, camino diez
pasos y vio a Euclides animando a su gallo basto, en contra del fino, el que le
daba a Prudencia para la comida, ya que toda pelea en la gallera se la ganaba.
Lo que Prudencia no vio, era
que Euclides estaba apartando los gallos, cogiendo al fino para tirarlo al
patio vecino, para evitar una pelea más con su vecina Prudencia.
“Quieto Euclides, no te
muevas que te vuelo la oreja izquierda”, vociferó Prudencia desde su patio, a
esa voz, el hombre soltó al gallo fino, levanto las manos y le dijo a
Prudencia:
“Que vas a hacer mujer, solo
estaba apartando los gallos para evitar una muerte del basto”, a lo que la
mujer contestó, “si eso es lo que quiero, que tu gallo muera”.
No había terminado de
pronunciar la palabra, cuando se oyó un sonido Q”ueeeeeeeooooo, era el gallo
fino de Prudencia que caía al piso, dando vueltas como ruleta sin control,
ambos humanos miraron la escena y se dieron cuenta que el gallo basto de
Euclides, había matado al fino de Prudencia, solo quedaba desplumarlo meterlo a la olla, colocarlo
al fogón de leña con los condimentos característicos de los pueblos y
acompañarlo con yuca harinosa, arroz blanco y pare de contar.
Prudencia se pasó al patio
de Euclides, recogió su gallo fino, le dio auxilio boca a boca, notó que tenía
pulso, lo colocó debajo de una totuma y comenzó a darle toques, por espacio de
medio día, Prudencia lloraba a su gallo,
en la nochecita le fue retirando despacio la totuma, sonrió y pensó en la
venganza a su vecino.
Euclides corrió a refugiarse
en su casa, antes de que Prudencia apretara el gatillo de su escopeta
Wínchester calibre 12, niquelada y no salió hasta que llegó la autoridad, el
inspector de policía a arreglar este entuerto entre los vecinos del barrio
tripa larga.
Prudencia era una mujer
soltera, eso sí de armas tomar, heredado de su padre, quien era un gran oficial
de caballería de la hacienda Cocoa, usaba botas largas de cuero, acostumbrada a
tomar decisiones, como la de ser la Esposa de Euclides a las buenas o a las
malas, lo que el hombre no sabía eran las intenciones de la mujer, porque cada
vez que se encontraban se decían barbaridades, sopretesto de la pelea de sus
gallos.
Conciliaron delante del
Inspector de Policía del corregimiento, tasaron el valor del gallo fino, la
indemnización a Prudencia, debido a que el gallo era su sustento diario, en
suma total, prudencia pidió la hacienda de Euclides, mas cien cabezas de
ganado, por la muerte del gallo fino.
Euclides sorprendido y
viéndose arruinado por Prudencia, le pidió matrimonio delante del inspector,
para arreglar de una vez por todas sus diferencias de gallos, de peleas y de
vecinos, ambos estaban solteros, a Euclides lo único que no le cuadraba era el
mal genio de Prudencia, tenía que trabajarla mucho, amansarla como yegua
cerrera y vivir feliz con su vecina y sus gallos.
Se casaron Euclides y
Prudencia, mandaron a tumbar la cerca de palitos que separaban a los dos
vecinos, así sus gallos y gallinas tendrían espacio para crecer y alimentarse
mejor, lo que notaron fue la desaparición del gallo basto de Euclides, le
preguntaron a las gallinas y no dieron razón, entonces como los niños no
mienten, le lanzaron la pregunta a un
polluelo, grande y avispado, que sin respirar dijo:
“Mi papá se fue, porque él
no acepta ni tolera a la madrasta Prudencia, además el presentía que lo iban a
sacrificar el día del matrimonio, también dijo que no se prestaría para peleas,
entre el gallo basto de Euclides contra el gallo fino de Prudencia, mi tío
papujo trajo razón, que habían visto en el cruce de la gallera, al gallo fino
de Prudencia y el bastían (perdón) o sea mi papa, bebiendo ron en la cantina de
la Tica.
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