sábado, 14 de marzo de 2015

EL GALLO, DE EUCLIDES

EL GALLO, DE EUCLIDES
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe


Cantó el gallo basto de Euclides a las cuatro de la mañana, montado en el árbol de totumo, sigiloso organizó la levantada de sus gallinas, sus pollos y polluelos, una por una, las gallinas fueron bajando al vuelo desde lo alto del árbol.

Celosamente el basto hizo un conteo, estando su gallinero completo, pero le sobraba un ave, minuciosamente volvió a contar y analizar que animal estaba infiltrado, si era gallina bienvenida, pero si era el gallo de su vecina Prudencia, la cuestión  era a otro precio.

Por esos gallos peleando, Euclides y Prudencia habían tenido un encontrón días pasados, ya que el gallo de Prudencia tenía las espuelas grandes y afiladas porque era un gran gallo de pelear  que había recorrido varias galleras, en cambio que el gallo de Euclides era basto, sus espuelas eran toscas y romas, pero con la ventaja de pegar mas fuerte por su corpulenta figura y su imponente cresta.

Después del segundo conteo, el basto de Euclides notó la figura diminuta del gallo de Prudencia, aparto los pollos y polluelos del camino, las gallinas culecas y los polluelos recién venidos a este mundo y, sin mediar palabras lo enfrentó.

Las gallinas cacarearon y se formó un alboroto en el traspatio de la casa de Euclides, solo se escuchaba, dale bastían, dale bastían, no te dejes ganar de ese enano, tu mandas en este gallinero.

Prudencia, escuchó el ajetreo de los animales y pensó que la zorra, se estaba comiendo a las gallinas, escopeta en mano con doce cartuchos salió a su patio, camino diez pasos y vio a Euclides animando a su gallo basto, en contra del fino, el que le daba a Prudencia para la comida, ya que toda pelea en la gallera se la ganaba.

Lo que Prudencia no vio, era que Euclides estaba apartando los gallos, cogiendo al fino para tirarlo al patio vecino, para evitar una pelea más con su vecina Prudencia.

“Quieto Euclides, no te muevas que te vuelo la oreja izquierda”, vociferó Prudencia desde su patio, a esa voz, el hombre soltó al gallo fino, levanto las manos y le dijo a Prudencia:

“Que vas a hacer mujer, solo estaba apartando los gallos para evitar una muerte del basto”, a lo que la mujer contestó, “si eso es lo que quiero, que tu gallo muera”.

No había terminado de pronunciar la palabra, cuando se oyó un sonido Q”ueeeeeeeooooo, era el gallo fino de Prudencia que caía al piso, dando vueltas como ruleta sin control, ambos humanos miraron la escena y se dieron cuenta que el gallo basto de Euclides, había matado al fino de Prudencia, solo quedaba desplumarlo meterlo a la olla, colocarlo al fogón de leña con los condimentos característicos de los pueblos y acompañarlo con yuca harinosa, arroz blanco y pare de contar.

Prudencia se pasó al patio de Euclides, recogió su gallo fino, le dio auxilio boca a boca, notó que tenía pulso, lo colocó debajo de una totuma y comenzó a darle toques, por espacio de medio día,  Prudencia lloraba a su gallo, en la nochecita le fue retirando despacio la totuma, sonrió y pensó en la venganza a su vecino.

Euclides corrió a refugiarse en su casa, antes de que Prudencia apretara el gatillo de su escopeta Wínchester calibre 12, niquelada y no salió hasta que llegó la autoridad, el inspector de policía a arreglar este entuerto entre los vecinos del barrio tripa larga.

Prudencia era una mujer soltera, eso sí de armas tomar, heredado de su padre, quien era un gran oficial de caballería de la hacienda Cocoa, usaba botas largas de cuero, acostumbrada a tomar decisiones, como la de ser la Esposa de Euclides a las buenas o a las malas, lo que el hombre no sabía eran las intenciones de la mujer, porque cada vez que se encontraban se decían barbaridades, sopretesto de la pelea de sus gallos.

Conciliaron delante del Inspector de Policía del corregimiento, tasaron el valor del gallo fino, la indemnización a Prudencia, debido a que el gallo era su sustento diario, en suma total, prudencia pidió la hacienda de Euclides, mas cien cabezas de ganado, por la muerte del gallo fino.

Euclides sorprendido y viéndose arruinado por Prudencia, le pidió matrimonio delante del inspector, para arreglar de una vez por todas sus diferencias de gallos, de peleas y de vecinos, ambos estaban solteros, a Euclides lo único que no le cuadraba era el mal genio de Prudencia, tenía que trabajarla mucho, amansarla como yegua cerrera y vivir feliz con su vecina y sus gallos.

Se casaron Euclides y Prudencia, mandaron a tumbar la cerca de palitos que separaban a los dos vecinos, así sus gallos y gallinas tendrían espacio para crecer y alimentarse mejor, lo que notaron fue la desaparición del gallo basto de Euclides, le preguntaron a las gallinas y no dieron razón, entonces como los niños no mienten,  le lanzaron la pregunta a un polluelo, grande y avispado, que sin respirar dijo:

“Mi papá se fue, porque él no acepta ni tolera a la madrasta Prudencia, además el presentía que lo iban a sacrificar el día del matrimonio, también dijo que no se prestaría para peleas, entre el gallo basto de Euclides contra el gallo fino de Prudencia, mi tío papujo trajo razón, que habían visto en el cruce de la gallera, al gallo fino de Prudencia y el bastían (perdón) o sea mi papa, bebiendo ron en la cantina de la Tica.


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