sábado, 28 de febrero de 2015

PANDEROS Y PANDERETAS

PANDEROS Y PANDERETAS
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe














Contaban los mayores, que sus mayores les contaron, que en el arraigo popular, heredado de nuestra raza indígena Zenú, la fabricación de los panderos de yuca, había una señora llamada Cayetana, descendiente de la raza, famosa por la elaboración de panderos, pan de coco, pan de queso, parpichuelas, hojaldras y peto de maíz cariaco.

A todo lo que hacía para vender y mantener a sus dieciséis hijos, le ponía el toque del sabor, imposible de resistir a no comprarle cualquiera de estos artículos comestibles.

Los más famosos eran los panderos elaborados con almidón de yuca, huevo criollo y anís, por eso era que cuando la señora Cayetana pisaba el parque principal, las aglomeraciones eran tan grandes, que la autoridad eclesiástica de la Iglesia Católica, le prohibía a Cayetana, llegar antes o en misa al parque, porque los feligreses se salían de la iglesia a comprar los panderos y el cura quedaba solo, con el monaguillo.

Ya esa pelea del español con la indígena Zenú, estaba casada, porque Cayetana no le prestaba atención al cura y lo desafiaba, con su grito popular.

“Hay panderos, pan de coco y peto de maíz cariaco”.

Por todas las calles de los pueblos de la Región Caribe, se escuchaba el pregón de las mujeres vendedoras de los famosos y agradables al paladar, los panderos.

Los españoles a través de la iglesia católica, introdujeron las Panderetas, instrumento de percusión usado para acompañar la misa las procesiones y los villancicos en navidad, con un toque Andaluz.

Una vez, salió bien temprano, Cayetana, con su pesada ponchera de aluminio, llena de panderos, pan de coco, de queso y hojaldras, venia por la calles, pregonando su mercancía.

Por la misma calle, venia el cura con la procesión y los fieles a la misma hora, sonaban las panderetas y Cayetana gritaba panderos, panderos y sonaban las panderetas.

El cura, al ver a los fieles y la Banda de música Sabanera, que se aglomeraron alrededor de Cayetana, no le quedo mas, que unirse a la comitiva de los panderos, los panes de queso y de coco, las parpichuelas, acompañadas de un peto de maíz cariaco, dejando la ponchera que llevaba  Cayetanna, completamente vacía, acompañada de un público entusiasta, herencia de la triétnica  raza, que caracteriza al pueblo costeño.

Alguien del público entusiasta gritó: se prendió el fandangooooo, en la esquina de la placita.

Dieron la orden a que sonara la música, y del centro del estómago y los pulmones de los asistentes, salió un grito fuerte, gueeeeepajeee.

Cayetana meneaba sus polleras y bailaba al revés de las manecillas del reloj, con la ponchera de aluminio en la cabeza, y de allí de este famoso encuentro entre la procesión y Cayetana, fue el primer fandango  que se bailó en el pueblo, duró tres días con sus noches a peso de vela de cuba encendidas que se derretían en las manos de las mujeres alegres y bailadoras, de la región caribe.


Sus habitantes se agolparon en la famosa esquina de la placita del barrio el prado, bailaron, gozaron de la fiesta más popular de la región sabanera y la popularidad de Cayetana por sus Panderos y la tradición religiosa de un pueblo, sonando las Panderetas.

Hoy, les rindo honores a las mujeres trabajadoras, alegres bailadoras, en especial a la matrona y popular Cayetana, al fandango, y a los Panderos y Panderetas, para recordar las historias de  mi pueblo.


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