LA APUESTA DE TÍO BURRO CON MANO MORROCOYO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.
Rifa, un burro brioso y juguetón, mañoso en su andar, cuando estaba de mal humor, se orillaba a la cerca de alambre de púa, para quitarse la carga que llevaba más el peso de su dueño.
Cuando lo liberaban de la
carga, lo bañaban y lo soltaban para que descansara, rebuznaba, tiraba coces y
emprendía veloz carrera a los playones, donde lo esperaban las burritas y sus
hijos.
En un día de descanso de tío
burro, se tropezó con mano morrocoyo en el camino, lo miró en su andar y se
dijo:
Mano Morrocoyo vamos a apostar
a que yo soy más veloz que usted.
A lo que mano morrocoyo sin
pensarlo le contestó:
Que vamos a apostar y desde
donde comienza y termina la carrera.
Desde el cayo de la tía hasta el pueblo, apostaremos a que si pierdo la
carrera, no rebuznaré durante dos meses, arriaré el agua y no me juntaré con
las burras durante ese periodo de la apuesta.
Y tu mano Morrocoyo, si
pierdes la apuesta, te pierdes de este territorio y te llevas los tuyos.
Tío burro daba por seguro
ganarle la apuesta a mano morrocoyo, lo desluciría delante de los demás animales.
Aceptada la apuesta,
megáfono en mano, el parlanchín del pueblo anuncio la carrera de velocidad
entre el Rifa y mano morrocoyo.
Mano Morrocoyo, sabía de
antemano que en la meta de llegada, lo que había eran morrocoyos y que alguno
de ellos sacaría la apuesta con tío burro.
Contaron, uno, dos y tres y
salieron en gran carrera, dejando tío burro a mano morrocoyo rezagado, este al
ver que la apuesta estaba perdida, se echó a dormir debajo de un árbol de
algarrobo.
Cuando el burro llegó a la
meta, un ciento de morrocoyos, estaban apostados en la raya de llegada y se
burlaban de Rifa, el burro avispado.
A los cinco días de haber
hecho la apuesta, rifa se sentía mal y se tiró al suelo y se hizo el muerto.
Se regó la noticia, de la
muerte de tío burro el Rifa, nombre que recibió de su dueño, porque se lo ganó
en una rifa, el morrocoyo se enteró de la muerte de Rifa y acudió a su entierro.
Cuando estaban para tirar al
burro en un zanjón, tirarle tierra encima, se acercó a él mano morrocoyo, le
cogió la oreja derecha y en voz baja le dijo que había hecho trampa el día de
la carrera.
Rifa al escuchar tremenda confesión de mano morrocoyo, dio
un brinco, se sacudió y patio al morrocoyo, quedando este en la zanjón y con las
patas hacia arriba, en espera de que alguien lo volteara, para poder andar.
Ante la autoridad confesó
mano morrocoyo su estrategia para dejar en entredicho las osadías de Tío Burro,
a sabiendas de que por su condición y estructura corporal era imposible ganarle
la carrera a un asno brioso, mañoso y avispado como Rifa.
Sacaron a mano morrocoyo del
zanjón, por orden de la autoridad y le impusieron el castigo a mano burro, de
cumplir la apuesta.
Moraleja: No subestimes la
capacidad, condición y ventajas, que tú, crees tener, sobre
los demás.
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