sábado, 10 de enero de 2015

LA APUESTA DE TÍO BURRO CON MANO MORROCOYO

LA APUESTA DE TÍO BURRO CON MANO MORROCOYO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.















Rifa, un burro brioso y juguetón, mañoso en su andar, cuando estaba de mal humor, se orillaba a la cerca de alambre de púa, para quitarse la carga que llevaba más el peso de su dueño.

Cuando lo liberaban de la carga, lo bañaban y lo soltaban para que descansara, rebuznaba, tiraba coces y emprendía veloz carrera a los playones, donde lo esperaban las burritas y sus hijos.

En un día de descanso de tío burro, se tropezó con mano morrocoyo en el camino, lo miró en su andar y se dijo:

Mano Morrocoyo vamos a apostar a que yo soy más veloz que usted.

A lo que mano morrocoyo sin pensarlo le contestó:

Que vamos a apostar y desde donde comienza y termina la carrera.

Desde el cayo de la tía hasta el pueblo, apostaremos a que si pierdo la carrera, no rebuznaré durante dos meses, arriaré el agua y no me juntaré con las burras durante ese periodo de la apuesta.

Y tu mano Morrocoyo, si pierdes la apuesta, te pierdes de este territorio y te llevas los tuyos.

Tío burro daba por seguro ganarle la apuesta a mano morrocoyo, lo desluciría delante de los demás animales.

Aceptada la apuesta, megáfono en mano, el parlanchín del pueblo anuncio la carrera de velocidad entre el Rifa y mano morrocoyo.

Mano Morrocoyo, sabía de antemano que en la meta de llegada, lo que había eran morrocoyos y que alguno de ellos sacaría la apuesta con tío burro.

Contaron, uno, dos y tres y salieron en gran carrera, dejando tío burro a mano morrocoyo rezagado, este al ver que la apuesta estaba perdida, se echó a dormir debajo de un árbol de algarrobo.

Cuando el burro llegó a la meta, un ciento de morrocoyos, estaban apostados en la raya de llegada y se burlaban de Rifa, el burro avispado.

A los cinco días de haber hecho la apuesta, rifa se sentía mal y se tiró al suelo y se hizo el muerto.

Se regó la noticia, de la muerte de tío burro el Rifa, nombre que recibió de su dueño, porque se lo ganó en una rifa, el morrocoyo se enteró de la muerte de Rifa y acudió a su entierro.

Cuando estaban para tirar al burro en un zanjón, tirarle tierra encima, se acercó a él mano morrocoyo, le cogió la oreja derecha y en voz baja le dijo que había hecho trampa el día de la carrera.

Rifa al escuchar tremenda confesión de mano morrocoyo, dio un brinco, se sacudió y patio al morrocoyo, quedando este en la zanjón y con las patas hacia arriba, en espera de que alguien lo volteara, para poder andar.

Ante la autoridad confesó mano morrocoyo su estrategia para dejar en entredicho las osadías de Tío Burro, a sabiendas de que por su condición y estructura corporal era imposible ganarle la carrera a un asno brioso, mañoso y avispado como Rifa.

Sacaron a mano morrocoyo del zanjón, por orden de la autoridad y le impusieron el castigo a mano burro, de cumplir la apuesta.

Moraleja: No subestimes la capacidad, condición y ventajas, que tú, crees tener, sobre los demás.

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