sábado, 20 de mayo de 2017

MI HIJO SICO, DE PASEO POR EL CEMENTERIO



MI HIJO SICO, DE PASEO POR EL CEMENTERIO
Poor Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Costa Norte

Al igual que el miedoso del negrito en Aguas Blanca Cesar Colombia, hay un personaje que se las tira de bravo y dice que no le tiene miedo a nada, ni a nadie, me refiero a mi gran amigo el hombre  de la guitarra mágica, nacido en Urumita con el cuento de la gallina subida en el palo de mango, que le cayó en la cabeza, pero eso es de bocas hacia afuera, la franqueza del compadre Sico, está a prueba de balas y torpedos, siempre ha dicho que es miedoso, de eso no cabe duda, en especial a las Iglesias y los cementerios, más cuando era monaguillo que le tocaba ayudar a enterrar a los muertos y cerrar la basílica menor del señor de los milagros en la villa a las ocho de la noche.

Vea que las costumbres han cambiado con el transcurrir del tiempo, cincuenta años atrás. No se veían humanos vivos transitando por el cementerio en horas de la noche, amén de visitar a los seres queridos que ya partieron hacia la eternidad, o el día de los difuntos a llevarles flores, encenderles velas y limpiar sus tumbas.

En mi vida, he recibido sustos, buenos y malos, hablemos de los malos, por ejemplo, el día que el burro moro, rebuznó a mitad de camino cargado de leña, y con mi persona encima hurgándolo de los pelitos del lomo para que aligerara el paso. Ese día en especial supe lo que es hablar un burro, pero como no me creyeron.

O la vez que me resbalé de la boca del volcán el tesoro en San Antero Córdoba, y fui a dar a diez metros en tres patas, por la terquedad de no soltar un frasco bocón de vidrio lleno de lodo. Una voz me decía, no lo dejes caer mijo Sico.

Pero para morirse de susto, ver a una mujer vestida de blanco blanco, atravesando el cementerio de norte a sur a las cuatro y cuarenta y cinco de la mañana, hay que tener “cojones”, más que alza una de las manos con guantes blancos y chalina en su cabeza, me saluda sin conocerme…

Me tenían en una silla plástica sentado y dándome agua de azúcar, cuando abro mis ojos color miel, me preguntan mi nombre y seguido que hacía en el cementerio a esa hora, ya recuperado y con mis seis sentidos en función, recuerdo a la mujer vestida de blanco que nuevamente venia hacia mí con un pocillo con café tinto cerrero, de esos que levantan el ánimo.

No me tenga miedo, dijo, estoy viva todavía, lo que sucede es que vivo del lado atrás del cementerio y por no dar esa vueltona…. Atravieso todas las mañanas el cementerio cuando voy para misa de cinco, todas las personas lo hacen, hay una entrada al fondo.

Ahora dijo la mujer de blanco, ¡Quién es usted, es forastero?. Bueno podría decir que si soy forastero, le contesté, tengo cincuenta años aproximadamente que me fui de acá, vengo muy poco, porque solo tengo a los viejos que me criaron, en el cementerio, al milagroso y medio pueblo que son mis familiares, soy el Cubita de la placita, criado desde niño por Isabel Román y Francisco Javier Cadrazco García (Calderón).

La señora de blanco exclamó “Haaa tu eres mijo Sico”. Si señora así me decía mi mamá, me abrazó se presentó con su nombre y apellidos y salió siendo mi familiar, nacida diez años  antes de mi partida de mi hermoso pueblo “La Villa de San Benito Abad”.



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