domingo, 5 de junio de 2016

LA HISTORIA DEL MOCHO BLACHO

LA HISTORIA DEL MOCHO BLACHO
Por  Francisco Cadrazco Román
Escritor Colombiano de la Región Caribe

Me contaron que en un paraje rodeado de cardonales, quebradas y Sequías de regadío estaba el Caserío donde nació Blas, tan pobre de dinero que en esa región no se usaba, existía el trueque para todas las modalidades del comercio citadino, un muchacho de baja estatura, color blanco orejas grandes como las de un murciélago, se le fue llenando el cuerpo de bellos, y con esa figura se parecía a un mico mono, no se sabe cómo vino a dar tan lejos de su tierra, a unos  cincuenta tabacos negros de la época,  se le veía montado en un mulo  con dos tanques Inagrarios, arreando leche, agua y todos los comestibles que producía una finca de un blanco donde estaba concertado.

Con su apariencia física, todos los muchachos le llamaban el murciélago, tan pronto se desocupaba en las mañanas de sus quehaceres obligatorios, se colgaba de las ventanas del colegio de primaria y colocaba sus orejas al sonido de la voz del profesor, cuidadito le gritan algo a Blacho porque los levanto a fuete y regla, decía el educador, él entendía la situación del menor, del porqué no asistía a la escuela.

Era un hombre como de veinte años, a esa edad ya había perdido la dentadura delantera, llámese la defensa, de tanto pelar cocos con ellos, destapar cervezas y gaseosas y su favoritos comer mango de hilaza, o de puerco. Sus costumbres eran distintas a la del pueblo donde se encontraba, además era explotado y trabajaba más de las horas reglamentarias de ley. Hablaba poco y sus sonidos eran pausados.

Blacho se las llevaba bien con todos los muchachos, jugaban  trompo y bolita de uñita, les contó a sus amigos de juventud que era nacido en los cardonales que sus papás estaban allá, pero a él se lo trajo un señor  que vendía cortes para hacer pantalones.

Para saber dónde eran los cardonales y en esa época del mundo  juuuuu. Una vez que Blacho venía en su mulo sonso cargado con dos cantaros llenos de leche hacia el pueblo, de los matorrales salieron unos perros juguetones, el mulo creyó que eran tigres, levantó sus orejas a 180 grados, se sacudió y los cantaros cayeron a tierra, menos Blacho, el mulo lo llevaba arrastrado por una pierna colgado de un cáñamo y no obedecía frenos, cuando el muchacho quiso sacar el pie ya lo tenía fracturado.

Fue la última vez, en el pueblo que vieron a Blacho en el puesto de salud lleno de murciélagos en su techo, más a él que también le decían así por sus orejonas peludas, muy temprano al día siguiente se lo llevaron para Cartagena.

Pasados los años cuando varios jóvenes se trasladaron a la capital de la Región Caribe a estudiar, en una oficina pública, vieron a Blacho, caminando cojo de una pierna, con una figura de candado en la barba, se le acercaron y lo saludaron temerosos a que no fuera él.

Blacho, Blacho, se quedó fijamente observándolos y peló su diente de oro y les contestó 
“Hola muchachos”, espérame que vamos a charlar, ya regreso, llevaba en sus manos unas carpetas z, vestía pantalón de gabardina color beis, camisa manga larga de cuadros abotonada hasta el cuello, zapatos negros brillantes, cabello peinado con gomelina, dientes blancos ordenados y formados militarmente, uno de ellos era de oro de 24 quilates, completamente distinto a como era en el pueblo, hablaba fluido pero pausado.

Se había zafado del yugo opresor de sus antiguos patrones, buscó a su tío materno un guajiro que no se lo brincaba un chivo cerrero, además tenía plata hasta en dólares guardados en una bodega subterránea en el patio de su casa, y le contó lo sucedido.

Blacho con lo que escucho y captó en la escuela del pueblo, subido en la ventana, validó la primaria y el bachillerato a la vez, porque a decir verdad, antes si enseñaban, con regla y perrero, para bien de la juventud, entró a una universidad paga, de las mejores y se graduó de Abogado, no lo podían creer sus amigos, y ocupaba un alto puesto en la Gobernación.

Blacho una transformación de Vida, de valores y empuje, un hombre que salió de la nada, para convertirse en una persona educada al servicio de la Sociedad.

Aprovechó de su tío, la bonanza guajira y se educó, sus colaboradores le decían por debajo de cuerda “El Mocho Blacho”. “Al que le van a dar le guardan y si se demora se la tapan con dos platos de loza china”.


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