SE FUE LA LANCHA
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
Increíble, pero cierto, en el
siglo pasado comenzando a despuntar esa hermosa época de los 70, cuando la música
salsa y la africana, el trinche de alambres, pantalones terlenka,
camisas chinas mangas largas y botas de vaqueros, eran la moda Quillera, los
teatros a cielo abierto presentaban las mejores películas Kunfú, las diecisiete
primaveras de Olimpo estaban en su mejor momento, sucedió este hecho.
Sus madre tenía La Patria
Potestad sobre el Joven y lo mandó a
pagar el servicio Social obligatorio establecido por el Estado Colombiano,
después de graduarse como bachiller, se estrenó Olimpo el uniforme de la Policía
Nacional, en esa modalidad, los llamaban los “Chúcaros”, o Auxiliares de Policía.
Con todo el brío de la juventud,
un uniforme llamativo y revestido de autoridad, Olimpo cumplió con su ciclo de
preparación en La Academia Policial y fue asignado al Departamento de Policía
del Atlántico, al mando de un oficial y cinco suboficiales de la Institución,
prestaban servicios Sociales como dirigir el tránsito en horas pico, hacer presencia
en los eventos deportivos y en las calles de la Arenosa.
Todos las noches Olimpo y dos
compañeros más, se escapaban de la concentración, después que la diana
anunciaba la hora de acostarse, el suboficial pasaba revista y anotaba en el
libro de minutas todo bajo control, momento que aprovechaban los tres inquietos
Chúcaros y se salían por el patio y cada uno de ellos dormía placido en su
casa.
Hasta que un oficial en turno se
le dio la magnífica idea de levantar a los auxiliares y ponerlos a dar vueltas
y vueltas en la plaza de armas, un cuadro de terreno escarpado cubierto con
brea en mal estado, al llamar por lista, faltaban, Olimpo, Tomás y José, dieron
la orden de llegar a sus casas y traerlos, así se hizo, llegaron dormidos los
tres angelitos envueltos en sábanas, despertaron cuando el oficial gritó,
Chúcaros levantarse y todos los presentes rieron a carcajadas.
Por ese hecho fueron castigados y
vigilados, al suboficial que anotó en el libro todo bajo control, le hicieron
una anotación en su hoja de vida, que le atrasó su ascenso, este mismo
policial, cargaba a su lado a el auxiliar Olimpo para donde quiera que se movía
durante su servicio.
En esos días llegaron a la
Institución unas camionetas automáticas que por su forma y tamaño parecían unas
lanchas y así se quedaron, una de ellas fue asignada a la atención de los
Auxiliares Bachilleres o Chúcaros y su jefe el Sargento Piñares, el mismo que
cargaba a Olimpo de llavero.
Para un Domingo bien temprano
había una orden escrita del comando, era de ir a las playas del atlántico a
recoger la basura que bota el río de la magdalena al mar, todos los auxiliares
a cumplir la orden, el Sargento Piñares en su vehículo la lancha y el auxiliar
Olimpo a bordo, llegaron al sitio asignado y cada uno comenzó su trabajo
social, recoger basura, la Lancha fue estacionada en un empinado a orillas del
mar que por cierto estaba picado, con olas de más de diez metros de altura que
repicaban en el barranco y escupía agua en la Lancha.
Olimpo dio aviso al Sargento que
a la Lancha le estaba cayendo agua de mar, perjudicial para el latón y la
pintura, el auxiliar era el encargado de lavarla y brillarla, Piñares se saca
las llaves del bolsillo derecho y se las entrega a el auxiliar Olimpo y la vez le pregunta ¿Tu sabes manejar?, con un sí
de cabezas el joven afirmó, más no pronuncio palabra alguna, quítala de allí y parquéala
debajo de un árbol.
Como ordene mi Sargento, contestó
Olimpo, se subió en la camioneta, le dio estárter y fun, fun, fun, metió cambio, aceleró, y SE FUE LA
LANCHA, salió a velocidad de cien kilómetros
por hora, rebasó el barranco y en cámara lenta voló por los acantilados a una
altura aproximada de ocho metros, los presentes llegaron a la orilla del
acantilado y presenciaron como la Lancha se hundía haciendo burbujas blancas.
Que paso con el auxiliar, se
ahogó, se preguntaban, llegaron los bomberos, la Infantería de marina de
Colombia, la Cruz Roja, la Defensa Civil, la grúa sacó la lancha sin su
tripulante, duraron cinco días buscando a él joven auxiliar Olimpo, su mamá
desconsolada y sus compañeros lo extrañaban, el Sargento cargaba con la
responsabilidad de haber ordenado mover La Lancha, sin comprobar que el
auxiliar sabía manejar y muchas cosas más que tenía que declarar ante el Juez
57 de Instrucción Penal Militar, en la Central Policial.
Declararon a el auxiliar
desaparecido y a su mamá la indemnizaron, treinta y ocho años después, Olimpo
y sus nueve hijos varones y una hembrita, se aparecieron en casa de su mamá
anciana a quien le costó trabajo creer que ese señor era Olimpo.
Como escritor e investigador por
casualidades un amigo y vecino del auxiliar me tiró la chiva, que olimpo el
chúcaro que tiró la lancha al mar estaba vivo, libreta en mano llegue a su casa
y lo indagué, me dijo que él no cerró la puerta del carro y que cuando aceleró
y vio que en vez de reversa había
arrancado hacia adelante, se tiró y en cuclillas llegó al matorral y se
desapareció del lugar del hecho.
En su angustia por lo sucedido,
llegó a su casa se cambió de ropa, cogió las prendas de su mamá que se
encontraba trabajando de enfermera, las empeñó y se largó para donde su padre que vivía en
Venezuela, por los periódicos se enteró de todo lo que sucedió en Barranquilla
y la televisión mostraba el momento en que SE FUE LA LANCHA.
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