sábado, 7 de noviembre de 2015

SE FUE LA LANCHA

SE FUE LA LANCHA
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe


Increíble, pero cierto, en el siglo pasado comenzando a despuntar esa hermosa época de los 70, cuando  la música  salsa y la africana, el trinche de alambres, pantalones terlenka, camisas chinas mangas largas y botas de vaqueros, eran la moda Quillera, los teatros a cielo abierto presentaban las mejores películas Kunfú, las diecisiete primaveras de Olimpo estaban en su mejor momento, sucedió este hecho.

Sus madre tenía La Patria Potestad sobre el Joven y lo mandó  a pagar el servicio Social obligatorio establecido por el Estado Colombiano, después de graduarse como bachiller, se estrenó Olimpo el uniforme de la Policía Nacional, en esa modalidad, los llamaban los “Chúcaros”, o Auxiliares de Policía.

Con todo el brío de la juventud, un uniforme llamativo y revestido de autoridad, Olimpo cumplió con su ciclo de preparación en La Academia Policial y fue asignado al Departamento de Policía del Atlántico, al mando de un oficial y cinco suboficiales de la Institución, prestaban servicios Sociales como dirigir el tránsito en horas pico, hacer presencia en los eventos deportivos y en las calles de la Arenosa.

Todos las noches Olimpo y dos compañeros más, se escapaban de la concentración, después que la diana anunciaba la hora de acostarse, el suboficial pasaba revista y anotaba en el libro de minutas todo bajo control, momento que aprovechaban los tres inquietos Chúcaros y se salían por el patio y cada uno de ellos dormía placido en su casa.

Hasta que un oficial en turno se le dio la magnífica idea de levantar a los auxiliares y ponerlos a dar vueltas y vueltas en la plaza de armas, un cuadro de terreno escarpado cubierto con brea en mal estado, al llamar por lista, faltaban, Olimpo, Tomás y José, dieron la orden de llegar a sus casas y traerlos, así se hizo, llegaron dormidos los tres angelitos envueltos en sábanas, despertaron cuando el oficial gritó, Chúcaros levantarse y todos los presentes rieron a carcajadas.

Por ese hecho fueron castigados y vigilados, al suboficial que anotó en el libro todo bajo control, le hicieron una anotación en su hoja de vida, que le atrasó su ascenso, este mismo policial, cargaba a su lado a el auxiliar Olimpo para donde quiera que se movía durante su servicio.

En esos días llegaron a la Institución unas camionetas automáticas que por su forma y tamaño parecían unas lanchas y así se quedaron, una de ellas fue asignada a la atención de los Auxiliares Bachilleres o Chúcaros y su jefe el Sargento Piñares, el mismo que cargaba a Olimpo de llavero.

Para un Domingo bien temprano había una orden escrita del comando, era de ir a las playas del atlántico a recoger la basura que bota el río de la magdalena al mar, todos los auxiliares a cumplir la orden, el Sargento Piñares en su vehículo la lancha y el auxiliar Olimpo a bordo, llegaron al sitio asignado y cada uno comenzó su trabajo social, recoger basura, la Lancha fue estacionada en un empinado a orillas del mar que por cierto estaba picado, con olas de más de diez metros de altura que repicaban en el barranco y escupía agua en la Lancha.

Olimpo dio aviso al Sargento que a la Lancha le estaba cayendo agua de mar, perjudicial para el latón y la pintura, el auxiliar era el encargado de lavarla y brillarla, Piñares se saca las llaves del bolsillo derecho y se las entrega a el auxiliar Olimpo y la  vez le pregunta ¿Tu sabes manejar?, con un sí de cabezas el joven afirmó, más no pronuncio palabra alguna, quítala de allí y parquéala debajo de un árbol.

Como ordene mi Sargento, contestó Olimpo, se subió en la camioneta, le dio estárter y fun,  fun, fun, metió cambio, aceleró, y SE FUE LA LANCHA,  salió a velocidad de cien kilómetros por hora, rebasó el barranco y en cámara lenta voló por los acantilados a una altura aproximada de ocho metros, los presentes llegaron a la orilla del acantilado y presenciaron como la Lancha se hundía haciendo burbujas blancas.

Que paso con el auxiliar, se ahogó, se preguntaban, llegaron los bomberos, la Infantería de marina de Colombia, la Cruz Roja, la Defensa Civil, la grúa sacó la lancha sin su tripulante, duraron cinco días buscando a él joven auxiliar Olimpo, su mamá desconsolada y sus compañeros lo extrañaban, el Sargento cargaba con la responsabilidad de haber ordenado mover La Lancha, sin comprobar que el auxiliar sabía manejar y muchas cosas más que tenía que declarar ante el Juez 57 de Instrucción Penal Militar, en la Central Policial.

Declararon a el auxiliar desaparecido y a su mamá la indemnizaron, treinta y ocho años después, Olimpo y sus nueve hijos varones y una hembrita, se aparecieron en casa de su mamá anciana a quien le costó trabajo creer que ese señor era Olimpo.

Como escritor e investigador por casualidades un amigo y vecino del auxiliar me tiró la chiva, que olimpo el chúcaro que tiró la lancha al mar estaba vivo, libreta en mano llegue a su casa y lo indagué, me dijo que él no cerró la puerta del carro y que cuando aceleró y vio que en vez de reversa  había arrancado hacia adelante, se tiró y en cuclillas llegó al matorral y se desapareció del lugar del hecho.

En su angustia por lo sucedido, llegó a su casa se cambió de ropa, cogió las prendas de su mamá que se encontraba trabajando de enfermera, las empeñó  y se largó para donde su padre que vivía en Venezuela, por los periódicos se enteró de todo lo que sucedió en Barranquilla y la televisión mostraba el momento en que SE FUE LA LANCHA.


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