LA PATRULLA LOCA
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
En este hermoso país, como
en muchos otros hay personas altruistas, con muchos deseos de servir a la
sociedad que los rodea, prestando un servicio público en donde prima el interés
general sobre el particular, en un prestigioso colegio de bachillerato, habían
unos cinco jóvenes en edad de 18 a 21, a
punto de graduarse, ellos decidieron estudiar en la universidad pública
Filosofías y Letras, a petición de su profesor en la materia, se presentaron a
exámenes de admisión más de un millar, para solo aceptar 55
alumnos, estoy seguro que sus exámenes traspasaron el umbral exigido por el
alma mater, pero como aquí en Colombia cada estamento del estado tiene nombre
propio y preferencias, los deseos y metas trazadas por los cinco jóvenes, se
truncaron, no aparecieron en la lista de admitidos.
Ellos venían a estudiar y
ser unos profesionales, ya se pintaban dictando clases de Filosofías y letras
en un Colegio, en una universidad, hablando de Can, Sócrates, Tales de Mileto,
Platón, Aristóteles, Heráclito, Anaxímenes, Anaximandro, Pitágoras, San Agustín
de Hipona, Karl Marx, Friedrich Engels, Jean-Paul Sastre, José Ortega y Gasset
y otros, comiendo tiza y afilándose la garganta con unos traguitos de ron
blanco, el teso de esa hermosa época.
Al ver que no estaban entre
los escogidos en la U. bajaron las dos cuadras que los separaba de la
universidad al comando de la policía en el departamento del Atlántico, en donde
había un gran letrero en verde y blanco que decía: Jóvenes de Colombia, ingresa
a la Policía Nacional para que le sirvas a tu patria, prestando un servicio a
la Sociedad.
No había de otra porque los
cinco jóvenes salieron de sus humildes hogares y ya estaban a cinco tabacos de
distancia, para regresar con el rabo entre las piernas y ser la burla de todo
un pueblo, como dice un popular refrán, pueblo pequeño infierno grande. Ellos
eran la esperanza de sus padres, de sus hermanos y de todita su familia.
Subieron los cinco escalones
y llegaron a la guardia, los recibió el comandante, los hizo pasar a la oficina
de reclutamiento y desde ese momento ya se pintaban la cabeza rapada y vestidos
de verde oliva, haciéndole mofa al Presidente de Cuba Fidel Castro.
Alistaron su documentación y
a los quince días, sin el consentimiento de sus padres se encontraban en la
Escuela de Policía Antonio Nariño de la calle 17 con carrera 6, barrio Simón
Bolívar de Barranquilla. El primer inconveniente surgió cuando los mandaron a
motilar esa hermosa cabellera que traían de la civil, eran unos jóvenes
rebeldes que no se dejaban tumbar el cabello del peluquero, mandaron a traer al
sargento de guardia y fue la primera vaciada que se llevaron, después de
motilados no se conocían duraron una semana para saber quién era quien.
Buenos estudiantes de los código de policía, código civil, penal, la
constitución política de Colombia, ética y valores y la parte militar, como
venían de la provincia se la quisieron montar los Barranquilleros, pero como la
unión hace la fuerza y la costumbre es ley, se amoldaron a la situación y
salieron graduados de Policía de Vigilancia, por sus buenas calificaciones y
comportamiento se quedaron en el Departamento de Policía Atlántico. Diez días
de permiso para presentarse a laborar, decidieron los cinco visitar y enfrentar
la realidad de la vida ante sus padres que los hacia estudiando en la
universidad.
De regreso decidieron
conformar la Patrulla Loca y salir a las calles a enderezar a los torcidos,
cobrar los impuestos por espacio público, por establecimientos de cantina y a todo
el que se cogían mal parqueados en la vida, le aplicaban el código
correspondiente a la infracción o delito cometido. Eran amigos del inspector
del permanente sur, un lugar horripilante parecido a un chiquero de marranos,
ubicado al frente de la entrada de la cervecería Águilas, las multas no daban
espera y a las dos horas estabas en los calabozos de la municipal a órdenes de
un juez de la república.
Cogieron tanta fama y hacían
tanto bien a la sociedad que las condecoraciones y medallas no cabían en el
pecho, colgadas con unos broches, como también se presentaban muchas quejas de personas que manifestaban
inconformidad por sus actuaciones, el
comando decidió trasladarlos por separado para otros departamentos. Piedrahita
y Fonseca el Loco, para la Guajira, Parking Luna y Ambrosiano, para el Chocó, Luther
se retiró por voluntad propia y entro a estudiar a la universidad en la carrera
de derecho y a los cinco años de sacrificio era un prestigioso abogado que
enderezó su camino y la rebeldía de adolescente pasó sin dejar secuelas en su
vida.
Cuarenta y un años después
el doctor Luther, se encuentra con una figura humana de aproximadamente 1.80 centímetros
de estatura, encorvado, con poco pelo en su cabeza, camisa manga larga a rayas
verticales, lo aborda y le pregunta: Disculpa, ¿ tu pertenecisteis a la
patrulla loca?. El individuo lo mira fijo a los ojos, hizo un recorrido mental
durante cuatro décadas y lo ubica a la edad de 20 años, lo asoció con la famosa
patrulla y le contesta, herda código, refiriéndose a que fue su compañero
militar, yo lo hacía a usted muerto.
Se citaron para hablar de la
patrulla Loca, aquella famosa ley, sin códigos ni normas que enderezo el rumbo
de muchos jóvenes de la época y a personas que se encontraban delinquiendo por
no tener oportunidades ni guías de progreso en este hermosa país, de eso hacen
cuatro décadas.
Parking el alto es sastre de
profesión y Luther el bajito de estatura
es abogado, administrador de empresas y está pensionado, además es escritor,
ambos con un gran corazón, con sentido de pertenecía hacia una ciudad que los acogió,
hoy siguen luchando cada uno desde sus profesiones para que cada día este mundo
sea mas viable para los humanos.
Piedrahita y Ambrosiano,
fueron dados de baja en una emboscada a la patrulla donde andaban prestando
servicio a la comunidad, hoy son viajeros del tiempo en la eternidad, Fonseca
El Loco, se retiró voluntariamente de la policía y andaba por la puerta de la
universidad, ahora no se sabe dónde está, los dos miembros de la extinta
patrulla loca lo andan buscando.
Las tertulias por aquellos
años mozos, son el pan de cada tarde, entre estos dos señores metidos en 60 y
62 años de edad, refiriendo los cuentos y anécdotas sobre el camino que
cogieron sus cinco vidas, sus sueños de ser Filósofos y la conformación de “La
Patrulla Loca”.
Recordando viejos
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