sábado, 3 de octubre de 2015

LA PATRULLA LOCA

LA  PATRULLA  LOCA
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región  Caribe


En este hermoso país, como en muchos otros hay personas altruistas, con muchos deseos de servir a la sociedad que los rodea, prestando un servicio público en donde prima el interés general sobre el particular, en un prestigioso colegio de bachillerato, habían unos cinco jóvenes en edad de 18  a 21, a punto de graduarse, ellos decidieron estudiar en la universidad pública Filosofías y Letras, a petición de su profesor en la materia, se presentaron a exámenes de admisión más de un millar, para solo aceptar 55 alumnos, estoy seguro que sus exámenes traspasaron el umbral exigido por el alma mater, pero como aquí en Colombia cada estamento del estado tiene nombre propio y preferencias, los deseos y metas trazadas por los cinco jóvenes, se truncaron, no aparecieron en la lista de admitidos.

Ellos venían a estudiar y ser unos profesionales, ya se pintaban dictando clases de Filosofías y letras en un Colegio, en una universidad, hablando de Can, Sócrates, Tales de Mileto, Platón, Aristóteles, Heráclito, Anaxímenes, Anaximandro, Pitágoras, San Agustín de Hipona, Karl Marx, Friedrich Engels, Jean-Paul Sastre, José Ortega y Gasset y otros, comiendo tiza y afilándose la garganta con unos traguitos de ron blanco, el teso de esa hermosa época.

Al ver que no estaban entre los escogidos en la U. bajaron las dos cuadras que los separaba de la universidad al comando de la policía en el departamento del Atlántico, en donde había un gran letrero en verde y blanco que decía: Jóvenes de Colombia, ingresa a la Policía Nacional para que le sirvas a tu patria, prestando un servicio a la Sociedad.

No había de otra porque los cinco jóvenes salieron de sus humildes hogares y ya estaban a cinco tabacos de distancia, para regresar con el rabo entre las piernas y ser la burla de todo un pueblo, como dice un popular refrán, pueblo pequeño infierno grande. Ellos eran la esperanza de sus padres, de sus hermanos y de todita su familia.

Subieron los cinco escalones y llegaron a la guardia, los recibió el comandante, los hizo pasar a la oficina de reclutamiento y desde ese momento ya se pintaban la cabeza rapada y vestidos de verde oliva, haciéndole mofa al Presidente de Cuba Fidel Castro.

Alistaron su documentación y a los quince días, sin el consentimiento de sus padres se encontraban en la Escuela de Policía Antonio Nariño de la calle 17 con carrera 6, barrio Simón Bolívar de Barranquilla. El primer inconveniente surgió cuando los mandaron a motilar esa hermosa cabellera que traían de la civil, eran unos jóvenes rebeldes que no se dejaban tumbar el cabello del peluquero, mandaron a traer al sargento de guardia y fue la primera vaciada que se llevaron, después de motilados no se conocían duraron una semana para saber quién era quien.

Buenos estudiantes de los  código de policía, código civil, penal, la constitución política de Colombia, ética y valores y la parte militar, como venían de la provincia se la quisieron montar los Barranquilleros, pero como la unión hace la fuerza y la costumbre es ley, se amoldaron a la situación y salieron graduados de Policía de Vigilancia, por sus buenas calificaciones y comportamiento se quedaron en el Departamento de Policía Atlántico. Diez días de permiso para presentarse a laborar, decidieron los cinco visitar y enfrentar la realidad de la vida ante sus padres que los hacia estudiando en la universidad.

De regreso decidieron conformar la Patrulla Loca y salir a las calles a enderezar a los torcidos, cobrar los impuestos por espacio público, por establecimientos de cantina y a todo el que se cogían mal parqueados en la vida, le aplicaban el código correspondiente a la infracción o delito cometido. Eran amigos del inspector del permanente sur, un lugar horripilante parecido a un chiquero de marranos, ubicado al frente de la entrada de la cervecería Águilas, las multas no daban espera y a las dos horas estabas en los calabozos de la municipal a órdenes de un juez de la república.

Cogieron tanta fama y hacían tanto bien a la sociedad que las condecoraciones y medallas no cabían en el pecho, colgadas con unos broches, como también se presentaban  muchas quejas de personas que manifestaban inconformidad por sus actuaciones,  el comando decidió trasladarlos por separado para otros departamentos. Piedrahita y Fonseca el Loco, para la Guajira, Parking Luna y Ambrosiano, para el Chocó, Luther se retiró por voluntad propia y entro a estudiar a la universidad en la carrera de derecho y a los cinco años de sacrificio era un prestigioso abogado que enderezó su camino y la rebeldía de adolescente pasó sin dejar secuelas en su vida.

Cuarenta y un años después el doctor Luther, se encuentra con una figura humana de aproximadamente 1.80 centímetros de estatura, encorvado, con poco pelo en su cabeza, camisa manga larga a rayas verticales, lo aborda y le pregunta: Disculpa, ¿ tu pertenecisteis a la patrulla loca?. El individuo lo mira fijo a los ojos, hizo un recorrido mental durante cuatro décadas y lo ubica a la edad de 20 años, lo asoció con la famosa patrulla y le contesta, herda código, refiriéndose a que fue su compañero militar, yo lo hacía a usted muerto.

Se citaron para hablar de la patrulla Loca, aquella famosa ley, sin códigos ni normas que enderezo el rumbo de muchos jóvenes de la época y a personas que se encontraban delinquiendo por no tener oportunidades ni guías de progreso en este hermosa país, de eso hacen cuatro décadas.

Parking el alto es sastre de profesión y Luther el bajito  de estatura es abogado, administrador de empresas y está pensionado, además es escritor, ambos con un gran corazón, con sentido de pertenecía hacia una ciudad que los acogió, hoy siguen luchando cada uno desde sus profesiones para que cada día este mundo sea mas viable para los humanos.

Piedrahita y Ambrosiano, fueron dados de baja en una emboscada a la patrulla donde andaban prestando servicio a la comunidad, hoy son viajeros del tiempo en la eternidad, Fonseca El Loco, se retiró voluntariamente de la policía y andaba por la puerta de la universidad, ahora no se sabe dónde está, los dos miembros de la extinta patrulla loca lo andan buscando.

Las tertulias por aquellos años mozos, son el pan de cada tarde, entre estos dos señores metidos en 60 y 62 años de edad, refiriendo los cuentos y anécdotas sobre el camino que cogieron sus cinco vidas, sus sueños de ser Filósofos y la conformación de “La Patrulla Loca”.



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