sábado, 10 de octubre de 2015

CARAMBOLAS VILLA Y BOLAS, PALO POR LAS COSTILLAS, JUAN DÉJALA PASAR

CARAMBOLAS VILLA Y BOLAS, PALO POR LAS COSTILLAS, JUAN DÉJALA PASAR
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe



La elegancia de Jesús Polo en la forma de jugar Billar de tres bolas, las atacapiruetas, hacían que sus contendores cogieran rabia y por su puesto perdieran el partido o chico de Billar, en su juventud Jesús era un mamador de gallo, toda la plata se la jugaba en Billar y por sobre de él pasaban carros y carretas.

Cuenta Licho Cumplido, que no era cumplido porque a todo el mundo le quedaba mal, que Jesús se levantaba bien temprano y cuando Luis Figueroa quería subir la cortina metálica a su negocio ya estaba en la puerta, esperando al primer marrano que se le acercaba.

Su estrategia era darle a ganar los dos o tres primeros partidos y después los levantaba a jugadas nunca vistas en ese juego, se subía a la mesa y atacaba con un solo brazo, milimetrada las bolas con su ojo izquierdo y cantaba carambola de la azul a la roja con globo hacia la azul y así salían las carambolas.

No había un cristiano a un mil  kilómetros a la redonda que le ganaran un chico de billar a Jesús Polo, pero como a todo puerco gordo le llega su san Martin, se presentaron al pueblo Villa y Juan, dos contrincantes expertos en la materia de la calle de la Albarrada de Magangue que traían una canoa taquiaita de plátano.

En el puerto preguntaron por las mesas de billar y quienes eran los fuertes en el juego, vendieron los plátanos y se fueron derechito a jugarse la plata de los plátanos, con la descripción que llevaban de Jesús Polo lo invitaron a jugar.

El billar estaba lleno de personas en espera del marrano como decían vulgarmente, pero sin ofensas ni vulgaridades, todos se miraron, Villa pidió cervezas para todos los presentes, Figueroa mandó a traer canastas vacías para depositar las botellas ya consumido el líquido y con la doble intención de meter unas cuantas sin consumir para sacarse el día a costillas de los marranos de Magangue.

Se regó la bola en el pueblo y todos concurrieron a ver perder a los dos forasteros, Jesús se dejó ganar los tres primeros partidos, ya iban cincuenta canastas de cervezas consumidas, Villa y Juan se miraban y se secreteaban, cuando comenzó el juego de verdad:

Carambola de Villa por la banda derecha, bola blanca pisando tres bandas decía Juan animando a su compañero de fórmula, y así era, ya iban setenta canastas de cervezas y Jesús miraba a su compañero Carambola, estaban embolatados no sabían si se dirigían a Carambola en persona o carambola al atacar, bueno la cosa estaba tres contra diez, ganando los magangueleños que seguían atacando y nuevamente gritaba Villa:

Carambola Villa y bola, Juan déjala pasar.

El récord era de tres a veintiuno, tremenda paliza para Juan Polo y Carambola, pero las estrategias y los planes era no dejarse ganar y menos pagar las canastas de cervezas y con qué plata, si ninguno de los dos refiriéndome a Jesús y Carambola, trabajaban.

Dicho y hecho Juan dejó pasar una carambola, como lo había anunciado Villa, esa era su jerga de juego y ellos pensaron que ya tenían el partido ganado, pero no, venia Jesús con Carambola a darle vuelta al marcador, se pusieron de acuerdo con Figueroa y mandaron a traer del depósito cien canastas de cervezas solo con las botellas y las colocaron en las columnas de las ya consumidas, eso se parecía a los bafles del pick el Sibanicú en Quilla.

Frías vienen, frías van, ya los ánimos estaban caldeados, y decían los presentes como es que Jesús se va a dejar ganar de esos forasteros, Carambola decía calma pueblo calma, necesitamos silencio para pensar las jugadas, todo quedó en silencio, ataca Carambola, comienza la mamadera de gallo, frotaba el taco, se pasaba polvo de tiza por las manos, le juntaba al taco, miraba las jugadas, hablaba solo, milimetrada las bolas y el desespero de Villa y Juan era total, el marcador estaba dando la vuelta, veintiuna a sesenta.

Cuando los magangueleños vieron las cosas malucas, contaron las canastas que se bebieron y las clavijas que metieron, se miraron y gritaron:

SE ARMÓ LA GORDA.

Comenzaron a repartir palo por las costillas a los contrincantes y presentes, salieron por la puerta de atrás del billar y se perdieron por las largas calles empolvadas del pueblo.

Jesús y Carambola se dirigieron al puerto fluvial donde estaba la gran canoa de los plátanos, le soltaron la cabuya del ojo de buey y canalete en mano la traspusieron en el ojo de agua, un sitio tranquilo de aguas cristalinas donde se bañaban los mayores con totuma.

La multitud alcanzó a los dos forasteros, lo llevaron a la autoridad para que pagaran los daños causados y las contusiones a los presentes en la mesa de billar, quedaron debiendo y les salió barata, el capital, las ganancias de los plátanos y la canoa pasaron a manos de Figueroa, Jesús Polo y Carambola, más la multa de la autoridad, fue el último chico de billar que se jugó Jesús, los forasteros tuvieron que coger el camino real para venir a dar a corozal a pies.

Después de este suceso, quedó el dicho mal dicho en el pueblo:

CARAMBOLAS VILLA Y BOLAS, PALO POR LAS COSTILLAS, JUAN DÉJALA PASAR.


No hay comentarios:

Publicar un comentario