CARAMBOLAS VILLA Y BOLAS, PALO POR LAS COSTILLAS, JUAN DÉJALA PASAR
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano – Región Caribe
La elegancia de Jesús Polo
en la forma de jugar Billar de tres bolas, las atacapiruetas, hacían que
sus contendores cogieran rabia y por su puesto perdieran el partido o chico de
Billar, en su juventud Jesús era un mamador de gallo, toda la plata se la
jugaba en Billar y por sobre de él pasaban carros y carretas.
Cuenta Licho Cumplido, que
no era cumplido porque a todo el mundo le quedaba mal, que Jesús se levantaba
bien temprano y cuando Luis Figueroa quería subir la cortina metálica a su
negocio ya estaba en la puerta, esperando al primer marrano que se le acercaba.
Su estrategia era darle a
ganar los dos o tres primeros partidos y después los levantaba a jugadas nunca
vistas en ese juego, se subía a la mesa y atacaba con un solo brazo, milimetrada
las bolas con su ojo izquierdo y cantaba carambola de la azul a la roja con
globo hacia la azul y así salían las carambolas.
No había un cristiano a un
mil kilómetros a la redonda que le
ganaran un chico de billar a Jesús Polo, pero como a todo puerco gordo le llega
su san Martin, se presentaron al pueblo Villa y Juan, dos contrincantes
expertos en la materia de la calle de la Albarrada de Magangue que traían una
canoa taquiaita de plátano.
En el puerto preguntaron por
las mesas de billar y quienes eran los fuertes en el juego, vendieron los plátanos
y se fueron derechito a jugarse la plata de los plátanos, con la descripción
que llevaban de Jesús Polo lo invitaron a jugar.
El billar estaba lleno de
personas en espera del marrano como decían vulgarmente, pero sin ofensas ni
vulgaridades, todos se miraron, Villa pidió cervezas para todos los presentes,
Figueroa mandó a traer canastas vacías para depositar las botellas ya consumido
el líquido y con la doble intención de meter unas cuantas sin consumir para
sacarse el día a costillas de los marranos de Magangue.
Se regó la bola en el pueblo
y todos concurrieron a ver perder a los dos forasteros, Jesús se dejó ganar los
tres primeros partidos, ya iban cincuenta canastas de cervezas consumidas,
Villa y Juan se miraban y se secreteaban, cuando comenzó el juego de verdad:
Carambola de Villa por la
banda derecha, bola blanca pisando tres bandas decía Juan animando a su
compañero de fórmula, y así era, ya iban setenta canastas de cervezas y Jesús
miraba a su compañero Carambola, estaban embolatados no sabían si se dirigían a
Carambola en persona o carambola al atacar, bueno la cosa estaba tres contra
diez, ganando los magangueleños que seguían atacando y nuevamente gritaba
Villa:
Carambola Villa y bola, Juan
déjala pasar.
El récord era de tres a
veintiuno, tremenda paliza para Juan Polo y Carambola, pero las estrategias y
los planes era no dejarse ganar y menos pagar las canastas de cervezas y con qué
plata, si ninguno de los dos refiriéndome a Jesús y Carambola, trabajaban.
Dicho y hecho Juan dejó
pasar una carambola, como lo había anunciado Villa, esa era su jerga de juego y
ellos pensaron que ya tenían el partido ganado, pero no, venia Jesús con
Carambola a darle vuelta al marcador, se pusieron de acuerdo con Figueroa y
mandaron a traer del depósito cien canastas de cervezas solo con las botellas y
las colocaron en las columnas de las ya consumidas, eso se parecía a los bafles
del pick el Sibanicú en Quilla.
Frías vienen, frías van, ya
los ánimos estaban caldeados, y decían los presentes como es que Jesús se va a
dejar ganar de esos forasteros, Carambola decía calma pueblo calma, necesitamos
silencio para pensar las jugadas, todo quedó en silencio, ataca Carambola,
comienza la mamadera de gallo, frotaba el taco, se pasaba polvo de tiza por las
manos, le juntaba al taco, miraba las jugadas, hablaba solo, milimetrada las
bolas y el desespero de Villa y Juan era total, el marcador estaba dando la
vuelta, veintiuna a sesenta.
Cuando los magangueleños
vieron las cosas malucas, contaron las canastas que se bebieron y las clavijas
que metieron, se miraron y gritaron:
SE ARMÓ LA GORDA.
Comenzaron a repartir palo
por las costillas a los contrincantes y presentes, salieron por la puerta de
atrás del billar y se perdieron por las largas calles empolvadas del pueblo.
Jesús y Carambola se
dirigieron al puerto fluvial donde estaba la gran canoa de los plátanos, le
soltaron la cabuya del ojo de buey y canalete en mano la traspusieron en el ojo
de agua, un sitio tranquilo de aguas cristalinas donde se bañaban los mayores
con totuma.
La multitud alcanzó a los
dos forasteros, lo llevaron a la autoridad para que pagaran los daños causados
y las contusiones a los presentes en la mesa de billar, quedaron debiendo y les
salió barata, el capital, las ganancias de los plátanos y la canoa pasaron a
manos de Figueroa, Jesús Polo y Carambola, más la multa de la autoridad, fue el
último chico de billar que se jugó Jesús, los forasteros tuvieron que coger el
camino real para venir a dar a corozal a pies.
Después de este suceso,
quedó el dicho mal dicho en el pueblo:
CARAMBOLAS VILLA Y BOLAS, PALO
POR LAS COSTILLAS, JUAN DÉJALA PASAR.
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