LA APUESTA ENTRE DOS COLOSOS DE LA PESCA ARTESANAL
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano de la Región Caribe
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano de la Región Caribe
Era normal, que entre los
pescadores de rio, se hicieran apuestas al que sacara más Bagres, Sábalos y
Pacoras, siempre habían discusiones sanas en el parque principal del pueblo los
días domingos en la noche, como también habían pescadores aventajados que
cargaban el rotulo en su frente, por la cantidad de peces que se colgaban en
sus redes.
De eso hace ya medio siglo,
Toño Ñame y Pablo Yuca, dos amigos dedicados a la pesca en verano y en invierno
vendían los productos por el cual se les apodaba, salieron el día lunes en sus
canoas de diez varas, quince hombres y sus respectivos chinchorros, surcando
las aguas de las ensenadas que hacia el rio San Jorge, buscando el sitio exacto
donde la concentración de peces era mayor.
La apuesta estaba echada,
Pablo Yuca, desafío a Toño Ñame, en el parque principal, que el lunes sería el
ganador, en sus redes caerían los mejores y más grandes sábalos de la historia
de la Villa, un hermoso pueblo de la depresión Momposina, perteneciente en esa
época al departamento de Bolívar.
A la media noche del lunes
iban empatados, 50 sábalos cada uno, a las cuatro de la mañana del día martes
se hizo el último conteo y Toño ñame, iba en desventaja con un sábalo menos.
Pablo Yuca, se sonreía y
dejaba ver su diente de oro con el reflejo de la luna, ese era su mejor
presentación, vociferaba en todo el pueblo la hazaña de haber sacado una chorla
de oro de las profundidades de la playa de cholen, sitio de un asentamiento
indígena del cacique Tacazuan, antes de que el Alcalde del municipio ordenara
abrir una boca al rio para que se inundara una bonita región agrícola. Pablo
mandó a fundir el oro de veinticuatro quilates, se colocó su diente y con el
resto de plata mandó a elaborar la red de pesca.
A las cinco de la mañana del
día martes, recogieron los chinchorros de pesca y emprendieron el viaje de
regreso al pueblo, Toño Ñame, venia tranquilo, era un buen ganador y un buen
perdedor, su mano derecha era nada menos y nada más que “El compae Sico”, hombre
de lidia como los toros cebú de la región, él sabía que las cosas no iban a
quedar así, le colocó el brazo en el hombro a su amigo Toño y le dijo las
siguientes palabras:
No se preocupe compadre, que
todavía no hemos perdido, coja el centro de playa rica y después hablamos,
seguían las canoas de Pablo y Toño, paralelas, separadas a una distancia de
diez metros, en el rostro de Pablo Yuca, se veía la alegría, ahora su diente de
oro brillaba con los primeros rayos de sol.
Era común ver los peces
saltar alrededor de las canoas en marcha, alguno de ellos caían dentro de
ellas, pero lo que sucedió en ese instante solo se cuenta después de cuarenta
y nueve años, por un joven que hacia parte de la cuadrilla de pesca de Toño
Ñame.
A la distancia se asomaban del agua dos hermosa aletas de color plateado
que emitían destellos de luz con el inmenso sol del día, eso vio a la distancia
Compadre Sico, le hizo señas a su compadre Toño, quien llevaba el timón del
Johnson, lo direccionó hacia los peces y a los cinco minutos, bajo la mirada
atónita de todos los presentes, dos sábalos de cuatro metros cada uno saltaban
sobre la canoa de Toño Ñame, quien por su pericia logró estabilizar la canoa,
los demás cayeron como patos al agua.
Al llegar al puerto, miles
de curiosos esperaban el desenlace de la apuesta, entre esos dos colosos de la
pesca artesanal, bandera roja en un asta, traía la canoa de Toño Ñame, en señal
de ganador, celebraron con júbilo la sana apuesta, en buen gesto, amistad y
compañerismo, Toño le regaló el Sábalo ganador al pueblo, lo mismo hizo Pablo
Yuca, y así de esa manera quedaba la apuesta empatada y el pueblo, los declaró
ganadores.
Hermosa historia de nuestros publos rivereños, que hoy dian les ha tocado dedicarse a la cria de peces ya que los rios estan tan contaminados que no permiten que los peces se reproduzcan y menos que se desarrollen. Y que espiritu de competencia tan sanops de esos hombres de pueblo, poruqe la gente de pueblo si que es de buen corazon
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