EL DOCTOR CHARANGA
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Caribeño Colombiano
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Caribeño Colombiano
En la mesa número cinco, de
la única cantina del pueblo, se encontraban cuatro hermanos departiendo y
divirtiéndose jugando un partido de dominó, eran Juancho, Nelson, Abel y José
David, todos hijos de Diamantino, el hombre más rico de plata y corazón, de
todita la región, en sus tierras fértiles sembraba tabaco negro, millo, sorgo,
maíz y caña de panela, de vez en cuando unas hectáreas las destinaba para el
oro blanco, es decir, el algodón.
Nadie, podía decir que los
muchachos que se encontraban jugando habían tenido problemas en el pueblo, a lo
contrario eran amigables, educados y respetuosos, la niña Margot, su madre los
tenia bien sincronizados, con Dios y con los hombres.
Era un día marcado en el
almanaque de Bristol con luna llena en la noche, asoleado y tranquilo, en el
calendario anual que regalaba la empresa Piel Roja, etiquetado con la cabeza de
un indio americano, rezaba, mes de marzo, día martes, fecha 13, año 1913.
Ese día cumplía años de
vida, nada más y nada menos que, ”El Doctor Charanga”, un prestigioso Abogado
que estudio su carrera en la Universidad de Cartagena, donde sus padres lo
mandaron con el esfuerzo más grande de su vida, ejerció su profesión y se
desempeñó bien en un puesto público, pero sucedió un hecho que lo marcó para
toda su vida, el trago, las borracheras y las peleas a puño limpio que
realizaba, cada vez que perdía la cordura por el licor, hasta el punto de
perder a su esposa en un accidente de tránsito en carretera hacia su pueblo.
Después de ese episodio, el
trago y las parrandas en su casa eran frecuentes, conjuntos vallenatos de
prestigio, adornaban la terraza interna de su morada, los que se dicen amigos y
hasta los enemigos compartían sancochos y parranda.
De allí, el remoquete de
“Doctor Charanga”, quien gustoso y orgulloso aceptaba el prestigioso y
desprestigiado abogado, que en otrora fue una eminencia en el ramo del derecho.
Ese famoso día, llegó el
doctor charanga acompañado de sus súbditos bebedores de ron regalado a la
cantina donde se encontraban los hermanos Z, apodados así por la primera letra
de su primer apellido Zapata, todos en el pueblo y sus alrededores los conocían
con esa letra en mayúscula y la referencia de buenos profesionales cada uno en
su ramo: Juancho médico, Nelson Abogado, Abel Odontólogo y José David
Administrador de empresa y de la hacienda de su padre la que producía la
plática para educarse vivir bien y darle trabajo a la mayoría de hombres del
campo en la región.
El Doctor Charanga se situó
con sus seguidores en la mesas dos y tres, muy cerca de los hermanos Z.
saludaron a los presentes y estos devolvieron la cortesía a tan prestigioso
abogado y de buena familia en el pueblo.
Llamaron al mesero y
ordenaron licor, tandas viene y tandas van, tanto de ron en las mesas dos y
tres como en la mesa número cinco, siendo aquí las tandas de dominó y sin un
trago, solo jugaban por diversión.
Cuando ya el mostrador de
licores pelaba la tabla del fondo y las botellas encanastadas sumaban cinco,
cada canasta de 12 botellas, comenzó el problema en la única cantina del
pueblo, los secuaces comenzaron con una burla hacia los hermanos Z, que con
gran disimulo y previendo lo que sucedería, se levantaron al unísono, pagaron
la cuenta de cuatro gaseosas Kola Román y el valor de los partidos de dominó,
todo en total sumaron quince reales en moneda de la época.
Los hermanos Z, llegaron a
su casa en la plaza del pueblo, le comentaron a sus padres ya ancianos de la
burla del doctor Charanga y la decisión de salir del sitio, almorzaron y
decidieron salir todos en compañía de sus padres hacia la hacienda “Los
caracoles” a una hora de distancia del pueblo, durmieron allá y en la mañana
cuando el capataz fue a llevar la leche, regresó con la noticia que al doctor charanga y sus secuaces los habían asesinado en la cantina.
Los pormenores de la
trifulca, la contó Hermes el mudo, (Acto 1),quien fue testigo de lo sucedido, a
través de señas, balbuceos, trompadas que el mismo se daba en la cara y en todo
el cuerpo, buscaba botellas, miraba a los presentes entre ellos el Juez, la Secretaria
del Juez, los Investigadores, estos le señalaba que la reventara hacia la pared,
sacaba revolver del cinto y disparaba, el mismo caía como muerto, estando vivo,
después se levantaba y seguía disparando, hasta que cogió la puerta, se montó a
caballo y se marchó, lo tuvieron que ir a buscar para que ampliara su
indagatoria, porque ya iba saliendo del pueblo y disparando hacia atrás, como
en las películas del oeste americano.
Siguió el mudo explicando con señas lo
sucedido esa noche en la cantina, salió a la puerta y acto seguida salió el
señor juez su secretaria y los investigadores que anotaban cada gesto del mudo
Hermes: (Acto dos). Se bajó del caballo, sacó el revólver, conto las balas, las
sopló, lo guardó en la pretina del pantalón caquis de gabardina, según Hermes,
y acto seguido entró a la cantina, echó mirada de reojos a todos los presentes,
se dirigió a la barra y pidió el ron más caro de la época, que era un ron
verde, fabricados en toneles en la hacienda Sal si puedes, propiedad del estado.
Bebió el trago se saboreó y carraspeó la garganta, solicitó otro y otro trago
hasta vaciar la botella, dio media vuelta y miró para las mesas dos y tres
atestaditas de envases de ron barato, escuchó las burlas de sus ocupantes,
sobre los hermanos Z, hacían como gallinas, cerdo y como perro regañado y apaleado.
Todas estas señas y
morisquetas, acompañadas de su actuación las captaban los investigadores y la
secretaria, el señor Juez solo observaba con mucha atención los relatos de
Hermes el mudo, testigo importante en esta desgracia, que el pueblo nunca jamás
había vivido y que nunca se repetirá, porque el juez anunció la presencia de la
Policía Departamental.
Por ultimo Hermes, (Acto 3),
demostró que el forastero fue provocado por los parroquianos de la mesas dos y
tres e hizo la demostración como cada uno sacó su revólver y dispararon, siendo
más rápido el forastero, que disparo seis
veces, impactando a los seis presentes, que cayeron al piso, esta seña
le costó a Hermes llevárselo para el puesto de salud, con chichón con boca y
manado sangre, al reventarse con el piso de la cantina.
Siguió la diligencia en el
puesto de salud, (Acto 4), donde Hermes pidió papel y lápiz y con una destreza
de pintor, dibujó al sujeto forastero, las zamarras y vestido, el sombrero y
las abarcas tres punta de las finas, al caballo y todos sus aperos, tan exacto
que el Juez dijo este es Abigail, un militar en retiro de la guerra de los mil
días, que meses pasados, había tenido un problema por burla con el Doctor Charanga, pasado de guarilaques.
Cerrando la indagatoria
llegó el mensajero del telégrafo con un mensaje para el Juez, que con una
parsimonia de empleado público, sacó los espejuelos y leyó en voz alta:
Le informamos señor Juez que el Doctor Charanga llego con signos vitales, fue sometido a una cirugía abdominal, se le extrajo la bala de calibre treinta y ocho largo y se encuentra fuera de peligro, firma el director del hospital, Hipólito Marriaga Vásquez, con registro medico 0035(Punto).
Con todo este mamotreto de apuntes, la secretaria del Juzgado Promiscuo Municipal del pueblo, se armó un expediente del caso llamado “El Doctor Charanga”, se le puso orden de captura a Abigail Orestes Cienfuegos Palacin y se colocó a trabajar como mensajero a Hermes Antonio Parques Maldonado, el mudo, en el juzgado.
Después de tres meses regresó
el Doctor Charanga al pueblo, saludaba a todo el mundo, cuando antes en su
borrachera nadie lo podía saludar o mirar, alquiló un local en la plaza, al
frente de los hermanos Z, a quien les pidió disculpa por la provocación en la
cantina, unas horas antes de la trifulca, quienes fueran los muertos, si no se
levantan de la cantina y se marchan para su casa, cacareando como gallinas, montó el doctor José Aníbal una oficina de
atención jurídica gratis al pueblo, para ventilar asuntos y problemas de la época en general.
Le devolvieron su título de
Abogado prestigioso, al defender a los hermanos Z, de una demanda al querer
quitarles sus tierras, con la presentación de escrituras falsas, después de la
muerte de su padre, airoso y con fundamentos convincente el Doctor José Aníbal
Bocanegra Mena, estudioso del derecho, egresado de la primera promoción de la
Universidad de Cartagena dictaba charlas los sábados en la tarde sobre las
consecuencias del licor y se colocaba como testigo de ese gran perjuicio por beber
licor y manifestaba que jamás volvería a saborear un trago, solo agua de panela
elaborada en la hacienda “LosCaracoles”, de los hermanos Z.
Hermes Antonio Parques
Maldonado, se pensionó como mensajero del Juzgado Promiscuo Municipal de Barquinera
Colombia, se casó con la Secretaria y procrearon tres hermosos hijos, que
hablan hasta por los codos, en referencia a su papá, todos estudiaron medicina
y ejercen su profesión en distintos puestos de salud de la región caribe
colombiana, donde los cuentos brotan como un manantial de agua fresca y corren
por sus afluentes.
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