domingo, 2 de octubre de 2022

UN ÁRBOL DE MANGO EN EL PATIO DE LA CASA

 


UN ÁRBOL DE MANGO EN EL PATIO DE LA CASA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
escritor Colombiano

Un frondoso árbol de mango, sus ramas se cargaban de frutos en invierno, las delicias y su sabor deleitaban el paladar de los estudiantes de las escuelas primarias femeninas y masculinas de la famosa placita de la Villa, punto focal del saber. Había dos Escuelas de Primaria.

Ese árbol se convirtió en amigo imaginario, tenía dos ramas extensas, bifurcadas por una horqueta a los dos puntos tres metros de altura, sitio que servía para estudiar de memoria las lecciones para luego soltar ese rollo de conocimientos en el salón de clases, porque la competencia no esperaba a que se rajaran, allí entraba el docente, con su tabla de madera de cuarenta por doce centímetros de longitud, por cuatro centímetros de altura, o sea que: 0.40 x 12 x 0.4 = igual a palmada  de la mano hinchada y roja.

El inmenso árbol también servía de refugio, cuando por peleas de niño en la famosa esquina de la casa de la niña pupo y frente al colegio de varones, se formaban las trifulcas, por desavenencias en el salón de clases, en esa época no le llamábamos bulín, sino peleas y simplemente peleas, allá el que se la dejara montar de los otros alumnos.

 Un grupo de muchachos que se escapaba a bañarme en el cantil, la chambita o los reventones, siempre había uno que le iba a avisar a los padre,  salían a buscarnos con un cáñamo de guindar hamacas, pero siempre teníamos un ángel que daba aviso de la presencia de los padres y emprendíamos carrera  a refugiarme en el copito del mango y hasta allí no llegaba ese cáñamo, como tampoco el sombrero vueltiao, la abarca, con que nos educaban en casa. Ese árbol frondoso de mango era para nosotros, como un segundo padre, el árbol nos daba sombra, cobija, comida y refugio, a veces nos poníamos  a conversar con él, lo que no podíamos hacer con los humanos y recibíamos  sus consejos de árbol sabio. A estas alturas de mi vida, ese hermoso árbol de mango tiene existencia en mi mente y es  un referente de mí ser.


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