sábado, 25 de septiembre de 2021

UNA BROMA A MI VIEJO

 

UNA BROMA A MI VIEJO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor

La Mona Angella, hermana del Velocípedo Maracucho, era una Esbelta mujer, de talla grande, cintura de guitarra, su padre la tenía controlada porque le gustaba el baile  se les escapaba en un cerrar de ojos del viejo. Pero que va, siempre se salía con las suyas  se iba de farra. A las nueve de la noche su papá la llamaba donde estaba hablando con sus amigas y amigos: Angella, venga a acostarse, le contestaba: Ya voy apáaa, le decía a sus amigas, muchachas no se vallan sin mí ya vengo, voy a dormir al viejo que estaba pendiente, cierre con tranca esa puerta, ya el viejo estaba en su cuarto, sonaba la puerta, sonaba la tranca y silencio total.

A los quince minutos, cuando el viejo estaba roncando con el parlante roto, Angella se levantaba sigilosa, tomaba los zapatos y salía en cuclillas, la puerta no estaba atrancada, menos la tranca colocada en forma horizontal, cogía calle y le dejaba una luz a la puerta con una chancla atraverzada, regresaba con sus amigas a las cuatro de la mañana, Cerraba la puerta con cuidado, atravesaba la tranca y nuevamente en cuclillas a su cuarto, eso si el velocípedo, su hermano la cuidaba.

El velocípedo Maracucho tenía un vacilón con una muchacha, siempre llegaba a la casa a buscarlo. Una noche como a las siete, llegó una esbelta muchacha preguntando por el velocípedo, la atendió el viejo que ya estaba un poco corto de vista y a oscuras: Buenas noches dice la muchacha, el viejo le contesta buenas noches, está el Mono, si señorita ya se lo llamo, le pasó una banca de madera y la mandó a sentar, siéntese aquí señorita, el viejo se le acercó y sintió el perfume para mí, de Palmolive, era un perro rejugado con las mujeres.

Cuando el viejo sale a buscar al Velocípedo, la Joven que era Angella, su hija le dice: Apáaa, no me conoce soy su hija Angella, el viejo se devuelve, se quita la Abarca y le grita Madeciosea puñetera y le lanza la abarca con rollete, directo a la nalga derecha, antes de coger la puerta, por ultimo le grita: Aquí no vienes a dormir.

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