viernes, 23 de abril de 2021

LA TERTULIA CON GUMERCINDO MORETTI

 

HOY, EN EL DÍA DEL IDIOMA

LA TERTULIA CON  GUMERCINDO MORETTI
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz 
Escritor Colombiano

Hoy 23 de abril de 2021,  siglo XXI, vamos a tertuliar de la historia de la vida con un escritor amigo llamado Gumersindo Moretti. En el devenir de un canicular sol en esta hermosa costa caribe, envidia de los fríos vientos de las cordilleras, nos hacemos en el bunker de su casa, Moretti siempre me dijo que tenía un bunker disponible para tertuliar con sus amigos y en especial con mi persona, porque tanto a él como a mí, nos gusta el arte, la cultura e historia de las familias.

Somos muy parecidos en conceptos culturales e historias familiares; taburete en mano subimos al bunker, sorprendido, pensé que nos íbamos a meter en una cueva rodeados del nivel freático de la tierra, no fue así, subimos al cuarto piso del edificio 4 A; al abrir la puerta de madera fina (Tulúa), con tintilla brillante, cual sorpresa, vi dos madrinas de matarratón sembradas e inclinadas, esperando el espaldar de unos taburetes de cuero de vaca barcina.

-       Siéntate.  ponte cómodo- dijo.

En eso gritó con las dos manos en la boca haciendo bocina:

-       Ohhhhh Catherine.

De la cocina sale la hermosa mujer, inspiración del tema musical “Vallenata”, con dos totumas llenas de café, de marca Castilla, revueltos con bicho (Platanitos), recogido de los playones de la Vieja Villa, buen sabor y buena combinación, sin químicos, ni brujitos.

En el orden del día, habían dos temas jamás contados, del historial de los dos escritores; a calzón quitao, después del delicioso tinto bien preparado por Catherine, encendimos dos tabacos negros y amargos, doblados por las manos de mujeres obreras, en las tabacaleras de Ovejas, Sucre, para ambientar el lugar.

El sitio estaba compuesto por diez metros cuadrados, cinco hamacas colgadas en los clavitos, una nevera de palo, taqueadita de chicha de maíz, diez cubetas de helados de tamarindo  y de cola con leche, cinco botellas de gaseosas llenas de agua helada que estaban esperando al profesor Benjumea,  otro amigo que rondaba ese lugar; un tablero empotrado en la pared, de color verde, en donde recibían refuerzos los hijos de Moretti, una radiola y unos 100 LP.

Hablemos de nuestros apellidos-, inicia la tertulia Gumersindo Moretti. - El mío es Italiano, lo trajo un marinero que entró por Riohacha cachi bacheando mercancías varias y como el boom era la ciudad de Santa Cruz de Mompox, allá fue a tener a lomo de mulo, de pueblo en pueblo, hazte tú la imagen de los turcos, que no eran turcos, eran libaneses con pasaporte turco, vendiendo telas finas. Unos se quedaron en la Guajira, esos son los Morelli, hay uno que es poeta  compositor en La Jagua del Pilar, la tierra de mi compadre Osvaldo Ramírez- Finalizó con plena lucidez sobre su origen.

Tomó una pequeña pausa y Moretti continuó diciendo:

Cuando abrí mis ojos ya iban cinco generaciones, mi persona es la sexta, cuando ese señor pisó terreno colombiano estaba la guerra de los mil días en su apogeo, usted sabe, mi amigo, que en este país nunca y jamás van a dejar de pelearse; cuando no es por una cosa, es por un lugar territorial. Los españoles no les permitían a los criollos trabajar en oficios decentes, solo era para amarrar ganado, bogar por los ríos y obedecer, no ha cambiado nada el panorama, porque ahora son los puros criollos que copiaron de los extranjeros, la mima “ñeee”.

Me cuentan los viejos que alcance a conocer, que después de esa guerra, los españoles les dieron permisos a los puros criollos a navegar y comerciar por las márgenes de los ríos La Magdalena, Cauca y San Jorge y vea para qué les cuento, salieron disparados de esa diáspora de cuatro calles rectangulares y a temperaturas de cuarenta grados, en donde las damas de la sociedad se echaban fresco en la cara con abanicos de lujo que traía el señor Moretti de Riohacha y Maicao.

La mayoría de hombres compraron una canoa enteriza y se embarcaron con mercancías varias, útiles en esa hermosa región, insólitos: Piedra de amolar, toldos,  petates, rulas, cuchillos, sal de mar o gruesa, panela, plátanos, cocos, esterillas, angarillas, pitas para elaborar el chinchorro y la atarraya, anzuelos, medicinas tradicionales, telas, tacos de baterías, linternas entre otros,  compradas en la Albarrada de Magangué, centro del comercio regional.

Analicé todo lo dicho por Moretti y decidí responder:

Nací a las diez y treinta de la noche, cinco minutos después asomó la nariz chata Ernesto, mi hermano, el gemelo imaginario, en la calle de las Avispas un 23 de Abril de 1953, ambos somos hijos legítimos de Juan Manuel Cadrazco Rodríguez-Villarreal  y la hermosa indígena Cándida Rosa Díaz Arroyo, en la lejana  población con título de Villa, San Benito Abad, en el Departamento de Bolívar, al igual que usted estimado escritor, mi apellido es extranjero, lo trajo un aventajado en la arquitectura o la Ingeniería Civil de origen español, de nombre Francisco Javier y de apellido Carrasco, nacido en Belalcazar, Córdoba, Andalucía, España en 1745 (POSIBLE), pero sus raíces son de la tierra de Jesucristo, de esa zona convulsionada donde antes peleaban con espada, hoy revientan bombas, pero no las de marca  Sempertex; vino ordenado por la corona española para construir Iglesias y casa coloniales en la ciudad histórica de Santa Cruz de Mompox, tuve la dicha, el honor y la satisfacción de ocupar el lugar en nombres y apellido de  Francisco Javier Cadrazco Román, hijo legítimo de Francisco Javier Cadrazco García (Calderón) e Isabel María Román Madera, fui trasladado a ese hogar en el corazón de La Placita.

Te cuento, mi estimado colega, que esa historia casi nadie la sabe, se la he contado a dos de mis hijos que pernotan en mi hogar y a mi estimada esposa  de origen vallenata. Lo que sucedió es que Francisco Javier Cadrazco Román se murió a sus doce años, de disentería, entonces se trajeron para la placita a mi “apá”, Juan Manuel, a los ocho años, porque su madre María Leonor Rodríguez Villarreal falleció y como su tío Francisco Javier no tenía hijos, “chupundun”, para allá lo empacó su papá Arcadio Modesto Cadrazco García (Calderón), Juan Manuel  se crió al lado de su tío Francisco Javier (El Cuba), unos días después que nací, me pasaron también para la placita y claro me separaron de Ernesto. Bueno, fue para bien, porque Ernesto siempre vivía peleando con mi persona, antes y después de nacer.

Me he sentido orgulloso de mi nacimiento, de la crianza que recibí de mi apellido de la gran Familia Cadrasco, unos escritos con S, otros con Z,  ahora el Kadrazco con K, pero somos los mismos, con las mismas personas, el entorno de crianza en los pueblos tienen en la sociedad sellos de arriba y de abajo, de arriba los apellidos empotrados en la cosa pública y el ganado, los de abajo, los agricultores, pescadores, artesanos, ojo, te estoy hablando, mi estimado escritor, en las primeras décadas y tercio medio del siglo XX, porque en la contemporaneidad el cutarro se volteó y se derramó la leche de los tanques  Inagrarios, esos que le cercenaron los tres dedos a bombo Mocho, integrante de la famosa Banda 19 de Marzo de Laguneta.

Mi pueblo, mi patria chica, hermosa con sus doce ensenadas de agua dulce, emanada de las montañas, caños y arroyos, impresionante ver el Magdalena en la desembocadura del rio Cauca, haciendo hoyitos de remolinos, sacar un chinchorro cargado de bagres y pacora, darme el lujo de acostarme al lado de uno de ellos, siendo más pequeño mi persona; la camaradería de los villeros, en especial de mi progenitor mamándole gallo a todo el que encontraba, la berraquera en el trabajo, la fama de cada uno de ellos, ya fuera pescando, ordeñando, amanzanado ganado o tumbando montañas a estajo para que los ganaderos de la época sembraran hierba para sus animales, de eso estoy completamente orgulloso, mi estimado Gumersindo Moretti.

Las letras de la cultura se las copie a mi madre Isabel María Román, mi mayor inspiración poética,  del Cuba sus consejos, su lucha por hacer de mí una persona con valores, recto y correcto en todas mis decisiones, con mentalidad abierta, buscando el camino del bienestar familiar, años después me enteré que esos padres, tuvieron a bien legitimarme con sus apellidos Cadrazco Román, en su matrimonio católico en el año 1958.

De mi entorno en La Placita, mis recuerdos, los mayores me cuidaban, me alimentaban mis vecinos, que siempre pasaban la famosa sarapa a mi hogar, compuesto por los dos ancianos  y mi persona. En el diario trajinar, mi estimado escritor, habían días de lluvia, el famoso “chis chis”, que no dejaba  juntar el fogón, las chiribitas mojadas; otros días de resplandor, el astro rey a mil en candela, noches de luna llena,  estados de luna nueva, esa que revuelve el cuerpo el pensamiento y el alma.

Hubo bullying, por la supuesta desventaja de tener unos padres ancianos, pero a decirte verdad esos pereques como le llamaban antes, rebotaban porque tenía una coraza de oro y plata en mi crianza, no importando llevar unos zapatos rotos en la suela tapando el hueco con un cartón, solo se notaba cuando me arrodillaba detrás del altar para cruzar de izquierda a derecha la Santa Biblia en el altar, cuando ayudaba al sacerdote a oficiar la Santa Misa; por todo eso mi estimado escritor Gumersindo Moretti, ahora cincuenta años después, cuando pernoto a mi bello pueblo, sonrío cuando me echan una mirada de reojos, de la cabeza a los pies y preguntan que si mi persona es el Cubita, ese negrito de afros, criado en la placita por la niña Chave y el viejo Cuba. “Ha lugar”,  es mi contestación.

Así transcurrieron los años, mi estimado Moretti, con mi quinto año de Primaria no certificado, unas clases robadas, montado en los barrotes de hierro de las ventanas del seminario, un poco de Filosofía y Teología Católica, en un día de lluvia, mi Padre me empujó y me echó a volar del hermoso nido, calientico, confortante y amoroso de mi hogar, quedaron los dos cáñamos en la sala en donde guindaba mi hamaca, con cinco parches blanco de lona remendados por mi madrastra Ángela María, el recuerdo vivo en mi mente de esas dos criaturas que mi Dios me puso en mi camino de la vida.

Tenía  que hacerlo, en ese pueblo no había lugar para mí. Él, mi viejo, tenía muchas aspiraciones que su hijo amado fuera una gran persona que contrarrestara su pobreza de plata, porque de mente estaba “al peluche”,  superara el mínimo vital del corte y venta de una carga de leña seca para poder subsistir en la década de los cincuenta y sesenta, montado en su burrito bayo.

Ya para despedir esta tertulia caribeña, histórica y familiar, te cuento, mi escritor Moretti: apareció Ernesto, mi hermano gemelo;  le prometí a mi progenitora en el lecho de su muerte que cuidaría de él, lo mismo que a mis hijos y esposa, me rasparía las rodillas y codos por sacarlos adelante, con educación y valores, unos se acogieron a esos consejos de padre, al igual que los recibía de mi padre Francisco Javier “El Cuba”.

Hoy, 23 de abril cerrando la cuenta en años de vida, son sesenta y ocho perlas del collar de mi existencia, ruego a mi Dios me conceda unos años más, para ver al mundo seguir volteando el cutarro de leche.

Feliz Cumpleaños Gumersindo Moretti, feliz Cumpleaños Ernesto, mi hermano gemelo imaginario, feliz día del idioma y recordemos al más grande escritor colombiano, Gabriel García y Márquez, en la eternidad.

 

 

 

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