sábado, 14 de abril de 2018

ELÍAS Y PATRICIO, LA SABIDURÍA ANCESTRAL




ELÍAS Y PATRICIO, LA SABIDURÍA ANCESTRAL
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano


Estos dos personajes que pasan desapercibidos por este mundo, nacieron a medio ciento de tabaco negro ovejero de distancia, pero ambos tienen la malicia indígena y la ancestral cultura que regala la madre naturaleza a sus hijos que la tratan bien. Ambos llevan en su sangre la herencia materna, uno hijo de una mujer de raza Zenú y rasgos Wayuu, el otro hijo de una mujer de la etnia Kankuamo Atanquez, ambos usan una mochila de lana de chivo tejida por las manos artesanales de una mujer de la etnia. Saben que el mundo es para todos y que hay que servir, sin recibir.

Hablemos de Patricio, durante su niñez y juventud fue libre como un águila, surcaba los montes ríos y montañas, siempre acompañado de su padre abuelo, quien a cada paso que daba el muchacho iba acompañado por un consejo, cada hoja, cada rama y cada árbol, servía para algo en la vida, cada animal vino a este mundo a cumplir una misión, al igual que un humano, pero había una prueba a todo esa enseñanza.

A Patricio se  lo alcanzo la noche entre el camino de Guartinaja, Cayo de la tía y el Siso, andando por el camino viejo, ya con sus saberes encima Patricio se dijo mentalmente si cojo por el  camino lo más probable es que me voy a encontrar con alguien desagradable, se encomendó al altísimo señor, cerro sus ojos, trazó línea recta y avanzó, pase lo que pasare, pero esa prueba había que superarla, se sumergió con su cuerpo el arroyo la dorada, atravesó el palo de mango de puerco o de hilaza más frondoso que había en la finca palo negro, le piso la cabeza a la boa contrita más vieja del siso, ya a la entrada al pueblo se topó con su amigo el Nello montes de Occa, se saludaron  y preciso fue a dar a la placita.

Mientras tanto Elías, su más entrañable amigo, en otra época de la vida, y con unos años menos que patricio, pero con la sabiduría ancestral, heredada de su Madre, Tíos, Abuelos y Tatarabuelos y másss, también volaba como un águila y como el Gavilán Mayor, a sus escasos años, ya sabía del bien y del mal, donde ponen las palomas, las codornices y las perdiz.

Se ganaba la vida al igual que Patricio, escondido para no dar a conocer su sabiduría, era el ayudante de una prestigiosa mujer en Patillal, a la que el maestro Gilberto Alejandro Durán Díaz le dedicó una canción, eso si todo lo que se ganaba se lo entregaba a su madre, ella con su sabiduría ancestral y haber que contestaba Elías, le preguntaba que donde se ganó esa plata, no importando la repuesta del muchacho, ella sabía cómo y dónde se la ganaba.

Una noche de luna llena, Elías puso en práctica todo lo aprendido, también se lo cogió la noche y en vez de coger carretera de Patillal a Atanquez, como era un joven tímido no quería que lo vieran por la carretera, mentalmente se encomendó al Altísimo señor dueño del mundo y de la vida, trazó línea recta y partió la sierra nevada con lo poco que alcanzaba a ver con la oscuridad,  atravesó la Malena, ríos y quebradas, roncaban los tigres, leones y la Panteras, Chiflaban las volantonas, las culebras se apartaban de su camino, los arboles le hacían reverencia por el vendaval que estaba ocurriendo, ya adelantado de camino,  observó a cuatro personas tiradas en la montaña, sin vida, época de violencia, atravesó camino minado,  se tropezó con personas uniformadas, que no notaron su presencia, en la madrugada llegó a casa.

Ambos tienen algo en común, son honrados y trabajadores, se sacan el pan de la boca para dárselo a los más necesitados, dejan su palabra empeñada, hasta que se cumpla la misión.

Estos dos personajes en sus vidas nunca se habían visto, pero cada uno actúa de la misma manera, Elías con su conocimiento ancestral y Patricio guiado por la malicia indígena y por los sabios consejos de su papá. Cuando actúan juntos ambos se  miran y saben que es lo que es.

Ellos, acortaron las distancias y por casualidad se toparon a un cuarto de tabaco negro ovejero del camino de la Vida.


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