BROCHE Y BOMBARDINO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe.
Bien temprano salió Mano Hipo
(Hipólito) de su casa en un burro mojino, barriga blanca, con destino al
pueblo, llevaba enganchado en las orejas de la angarilla, de un lado su mochila
tejida con pencas de guácimo y dentro de ella un sinnúmero de artículos
personales: Un ciento de tabaco negro, una Yesquera para encenderlos, cuatro
bollos de plátano envueltos en cascaron de maíz, un sarape de queso blandito, un
bangaño con agua fresca, un foco de baterías, una vela de cebo de vaca muerta, unos espejuelos
viejos envueltos en un pañuelo de seda, para leer las partituras musicales, media
libra de sal gruesa, un cordel y un anzuelo para pescar, si se presentaban
inconvenientes con la comida.
Del otro lado de la oreja de
la angarilla, llevaba nada mas y nada menos que su bombardino y un clarinete
desarmado, compuesto por cuatro partes, siendo la más pequeña la boquilla. Del
pueblo salió con sus compañeros de La
Banda de música Sabanera 25 en total, se embarcaron en un bus
interdepartamental a cumplir un compromiso, por espacio de cinco días.
Al llegar al sitio de la
fiesta, en la entrada del pueblo, había un letrero o valla publicitaria que les
daba la bienvenida y, se anunciaban cinco días de toros bravos y cinco fandangos
en horas de la noche, mano Hipo, era un amante de las fiestas bravas, en
especial a los toros de lidia, gran parte de su juventud la pasó en una
hacienda ganadera, lidiando con estos animales, el segundo día de toros eran de
la finca Papayal.
Repartió el sarape que
llevaba entre sus amigos y compañeros y les manifestó que estaba dispuesto a
dejar el bombardino y metérsele a uno de esos toros bravos y demostrarle a sus
compañeros que era un torero de verdad, ya que todos se burlaban por lo miedoso
que era, y a su edad, él no estaba para esas lidias, además en su casa habían
cinco personas que lo esperaban.
El director de la banda, le
hizo saber a mano Hipo, el descontento por querer abandonar la banda y su
bombardino que lo tocaba a las mil maravillas y hacia reventar de alegría al
público presente, pero no hubo palabras posibles de convencimiento a tan gran
hazaña, desde niño aprendió a tocar ese instrumento.
Dicho y hecho, a las tres de
la tarde del segundo día de toros, entre los cuarenta de lidia venia un astado
de seiscientos quilos de peso, color cenizo, Morrillo de binde, cachos grandes en forma de mata de
yuca sembrada inclinada, que al que se cogiera, no daría razón de quien era en vida,
por la manteada en esa época, daban cien
pesos, que alcanzaban para comprar una finca de trece hectáreas de tierra, esa
que necesitaba mano Hipo, para cultivar y no tener que prestarle terreno al
blanco Pocho, quien pretendía a una de
sus hijas.
Anunciaron por los alta
voces la salida del toro en mención, el precio de la manteada, la garrochada y
quien se atreviera a encerrarlo en el toril, ya mano Hipo, no se encontraba en
el sitio del palco donde la Banda sonaba sus porros, melodías que hacían guapirrear
al público presente, se encontraba parqueado como carro viejo detrás de la
puerta del toril viendo la faena de los hombres encargados de sacar el toro al
ruedo.
Sonaron las tres bandas al unísono
al ver salir a tremendo animal, quien se paseó por la corraleja y todos huían
despavoridos, se acercó mano Hito al palco de honor, llevaba una manta roja en
sus dos manos y su bombardino terciado a la espalda, y una pequeña mochila,
esto le llamó la atención al dueño del toro, el tipo con más dinero en la
región, mano Hipo le dijo que le multiplicara por cuatro su oferta de manteo al
toro.
El Dueño del fiero animal,
le preguntó a los que lo acompañaban, entre ellos a el negro rocha, quien era
ese individuo, quienes no dieron explicación, además con un bombardino terciado
a la espalda, que hacia ese músico allí, indagaron a las bandas que sonaban en
cada palco y comprobaron la procedencia de mano Hipo, a quien autorizaron el
manteo del toro.
Sacó su bombardino mano
Hipo, se llevó la boquilla a sus labios y entonó una hermosa melodía, todo
quedó en silencio, se acercaba mas y mas al fiero animal que escarbaba y estaba
próximo a embestir con sus astas al músico, pero esto no sucedió, un grito de
mano Hipo se escuchó en la corraleja Broche, Broche, el animal movía su cola
larga y peluda, bajaba su cabeza en señal de bienvenida, se dejó sobar su cara,
agarrar sus orejas, el mantero se subió sobre el animal, se acostó en su lomo,
sacó un tabaco, su yes quera y lo encendió, votaba bocaradas de humo y el toro
escarbaba de la rabia.
Apoteósico, sonaron las tres
bandas de música, aplausos por doquier bajo el asombro del dueño del animal,
que daba por descontado los cuatro sueldos ofrecidos, mas ser dueño de la
muchacha que pretendía, sin darse cuenta quien en realidad era el músico
torero.
Siguió la faena de mano
Hipo, se bajó del animal, sacó sal de ganado de su mochila, se la colocó al
toro sobre unas hojas de plátano y lo puso a comer, se dirigió hacia el palco
de honor y brindó por ellos, el alcalde municipal, el consejo en pleno, las
damas de honor y el ganadero, quien ordenó pagar la hazaña al músico mantero.
Mano Hipo, con señas les
dijo que esperaran que no había terminado la jornada, se volvió hacia el toro y
en un grito fuerte Heeee, Heeee y Heeee,
venga Broche, el toro levanto su cabeza sacudió los cascos hacia el palco de
honor levantó arena, mandándola hacia los miembros de honor, quienes tuvieron que
sacar sus pañuelos perfumados y limpiarse el rostro y luego ver una de las escenas más brillantes del toreo en
corralejas de la sabanas de bolívar, sucre y córdoba de mi región caribe
Colombiana.
Uno, dos y tres mantazos,
uno dos tres y cuatro mantazos, más arrodillada, de lado, de espaldas, de
frente y hole, hole y hole. Se le paro al frete y lo invito a entrar al toril.
Nuevamente sal gruesa en su
mano, le brindó mano hito al toro, quien comió de su mano, las bandas tocaban
porros y animaban la fiesta, la algarabía de los innumerables presentes y el
rumor de que mano Hipo, rezó al temido toro de la hacienda papayal de propiedad
del ganadero más rico de la región.
Recibió mano Hipo su premio
en efectivo de manos del ganadero, una banda tricolor de parte del Alcalde
Municipal, felicitaciones y besos por parte de las damas de honor y por último
el ganadero eufórico le dijo a mano Hipo, delante de los presentes que le
pidiera lo que quisiera, que con mucho gusto él lo cumplía.
Pidió Mano Hipo, sin
pensarlo, veinte hectáreas de terreno de la hacienda Papayal, un ternero de un
año hijo del toro manteado por él.
Al preguntarle el ganadero quien
era, Mano Hipo le contó que en tiempos pasados lo despidieron de su finca, sin
causa justificada, delante de la esposa del ganadero le informó que era el
padre de la joven a quien él pretendía y que el toro que manteo era huérfano y
él lo alimentaba con agua de panela, sal gruesa y le tocaba un viejo bombardino
que su abuelo dejó enganchado en un horcón de la casa en la hacienda
mencionada, además lo bautizo con el nombre de broche, debido a que no había
broche en la cerca que no abriera por muy fuerte que fuera, para escaparse de
la hacienda.
Mano Hipo, lo nombraron Administrador de la finca papayal, recibió su
paga cuando lo despidieron y siguió tocando su bombardino y acompañando a sus
amigos en la Banda, ahora es respetado, cuando narra sus cuentos e historias,
como la de Broche y Bombardino.
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