UN GATO COMIENDO MAMON EN LA CALLE DE LA
PAJUELA
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano
Avanzaba la noche Sincelejana, en la calle de
la Pajuela el rondero recorría la calle por tercera vez, en sus pensamientos
recordaba, que en ella La mujer gordita y la flaquita se trenzaron por los
cabellos, disputándose el amor de Calixto, ese compositor y acordeonero nacido
en Valencia de Jesús Cesar y adoptado por la ciudad Cebuistica de Colombia.
Hermosa composición del maestro que al enterarse por otros medios, afiló su
mente y tatareo. ”Yo tenía una mujer gruesa y también otra flaquita, la gruesa
al verse con fuerza se engañó con la flaquita, esta decía yo no soy Pambele
pero te aseguro que no me voy a dejar quitar a Calixto. Dime que tienes tú que no tenga yo. Dime que le das tú, que no
le dé yo. La flaquita abajo y la gorda
arriba gritaba; quítenme a esta Sanguijuela”, mandó a buscar a su cajero
estrella y le dijo; Pega aquí, esa
melodía la llamo Calixto “La Sanguijuela.
Siguiendo con los pensamientos del rondero o
celador recordaba que la gordita se le subió en la panza a la flaquita y la
gordita pedía auxilio, pero en un
descuido de la gordita, la flaquita se le
prendió con los dientes al ombligo y la gordita pedía auxilio, quítenme esta Sanguijuela, vea tuvo que intervenir el rondero y
soltarlas de los cabellos, quedándose cada una con un mechón en sus manos, como
prueba de la arrastrada la flaquita se los llevó a Calixto y le dijo anoche
arrastre a tu Gordita en la calle de la Pajuela, por eso ese sector es
famoso así como lo recuerda el rondero,
al igual que los Sincelejanos.
Ya entrada la madrugada, el rondero realiza su
recorrido de seguridad, mete el taco de luz hacia una rama de un árbol de mamón
y observa detenidamente a un animal de color blanco con negro pegado a un gajo
de mamón desconchando y tragando pepas,
al comienzo pensó que era un zorro. Después a una gigante rata, trató de
espantarla pero el animal no se movió, sus ojos estaban rojos y su actitud
desafiante.
Comenta el Celoso que él no es miedoso, pero al
no saber de qué animal se trataba, dio media vuelta y salió en busca de la
escopeta 16 de dos cañones que reposaba en un escondite al fondo de la calle,
al regresar, apuntar y disparar, el animal salió lanzado por los aires y
maulló, el rondero dijo erda si es un gato, acto seguido y en el aire el
rondero escucho que el gato le dijo, amigo disparates por un mamón., sabes que
tengo siete vidas y agilidad para esquivar tus nervios. A la mañana cuando los almacenes
abrían sus puertas en la calle de la pajuela, el celador afanado narraba su
cuento, del gato comiendo mamón, pero desafortunadamente nadie le creyó.
Hoy lo
apodan el Gato come mamón.
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