jueves, 27 de junio de 2019

SEIS PESOS DE SALDO, AL HABER






SEIS PESOS DE SALDO, AL HABER
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Faltando una hora para que el Astro Rey se ocultara, en la ensenada de Machado (sitio de pesca, río San Jorge), en donde se sacaban toneladas de Bagre y Pacora a peso de chinchorro en la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, su componente humano, todos de la misma familia, apellido adelante, apellido atrás, daba lo mismo.

Se formaban las características polémicas sobre la familia, el trabajo, la economía, la política y la religión, aquí afloraba la terquedad de ciertas personas, queriendo opacar las opiniones de los demás, sin una base fundamental, cimiento de una buena conversación, con altura, moderada, y con valores éticos.

Una tarde, el caporal mayor tocó el tema de la familia mientras regábamos el chinchorro para después jalarlo a hombros y alegrarnos del resultado de la pesca, dijo: “Si los hijos valoraran la crianza que se les da, el dinero que se les invierte, quedarían a deber a sus padres”.

El hijo mayor, terco como una mula en amanse, le contestó a su padre, delante de treinta hombres más, criados bajo el respeto y la obediencia: Vea Paa, no estoy de acuerdo con usted en su apreciación, cuidado y le saco la cuenta y me va a quedar debiendo, por allí se fue el hilo de la discusión, intervinieron varias personas, pero el circulo se volvió vicioso y durante veinticuatro horas de la jornada de pesca, no hubo poder de convencimiento entre el padre y el hijo, ambos cortados con la misma medida.

Terminada la ardua jornada, llegamos a el sitio de reposo, el progenitor hacia trazos numéricos en el suelo mojado con un léxico que no formaban palabras, total era llevarle la contraria a su padre y colgarse la placa de la identidad de terco.

Cuando la señora que atiende la cocina grito golpe de mano (a comer), ya el hijo mayor estaba ubicado en el puesto de la mesa que le correspondía a su padre, quien reclamó su trono, de inmediato el joven le dijo a su padre que ya había sacado la cuenta y que le quedaba debiendo seis pesos. No quiso argumentar del porque su padre le debía ese dinero de la crianza. Todos nos quedamos atónitos con la actitud del joven, hoy un adulto mayor, cuando se liquidó la venta de la pesca el día sábado, el hijo pretendía descontarle los seis pesos que la mente le indicaban, que su Padre le debía.

Ya con ochenta y cinco años de edad, su padre en la eternidad, sigue igualito a como actuó esa tarde de pesca, ese evento estaba olvidado por el tiempo pasado, pero siempre hay una persona que no olvida, más cuando es del entorno familiar. 

El joven sacó la cuenta de lo que el padre se gastó criándolo e hizo la cuenta contraria y a su favor, total era discutir el hecho sin fundamentos, para probar lo anterior, saque mi arma de la mente “La Palabra”, y narre la historia cuando llegó a mi pueblo “La Villa”, el primer vehículo, procedente de Corozal Bolívar, en el año 1904, narrado por una persona quien en esa época contaba con siete años de edad, ya lucida de mente para poder afirmar ese echo trascendental de la vida de un pueblo apartado de la civilización, porque los medios de transporte eran en animales como el caballo y el mulo.

Terminando de esbozar la historia, ripostó: vea historiador y escritor, yo nací en 1934 y recuerdo que mi padre me enviaba a corozal a comprar medicina y me transportaba en un caballo, no es posible que haya entrado un carro en 1904 a la Villa. Le contesté, tampoco creo que su padre le quedara debiendo seis pesos por la crianza que le dio. Después de este evento y sorprendido por la actitud del actor le conté a un amigo y este se fue en carcajadas, más sorprendido aún, sin saber los motivos, me dijo, vea primo ese tipo es el hombre que lleva la bandera de la terquedad en la Villa, todavía alega que su padre le debe seis pesos por la crianza que le dio.




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