EL TÍO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Zona Norte
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Zona Norte
En la espesa vegetación de la
Sierra Nevada, zona de la etnia Kankuamo, el Tío salía con su hermana La Pelo Tostao,
así le decía el cariñosamente, salían a cazar animales de monte para el
sustento familiar, él le debía, al que sabemos la vida, a cambio de poderes,
mujeres y ron.
Vestía pantalón arregazado abarcas
y pare de contar. Por sus malcriadeces en el pueblo, una vez lo fueron a buscar
La Policía de Carabineros, eran como cinco, a sabiendas de los poderes que
utilizaba el Tío, lo llamaron por su nombre y él los mandó a entrar, tan pronto
traspasaron el umbral de la puerta se transformaron, le recibieron un trago de
ron de panela y perdieron la cordura y la mentalidad, a los quince minutos
salieron todos, el Tío llevaba una escoba al hombre, simulando un Fusil,
marchaba y animaba la marcha, detrás los cinco policías en fila india, con la
carabina al hombro y su uniforme en izada, en pantaloncillos marcharon por todo
el pueblo y fue el hazme reír de la gente.
Después el Tío salió para
donde la señora Liliana, ella vendía ron, ese día no le quiso fiar, que hizo el
Tío, se sentó al frente de la casa de Liliana, debajo de un frondoso árbol,
pidió prestada una olla de barro y le agregó una manguera, la conecto al árbol
y esta estilaba el ron de la señora que no le quiso fiar, a la hora, todo el
tonel de ron de la tienda de la vecina estaba vacío.
Por esas osadías, volvieron
los carabineros con la intención de llevárselo para el calabozo, eran unos cien
uniformados, nuevamente tocaron la puerta de la vivienda y la hermana, la pelo
Tostao, les gritó que se fueran, que ella no respondía por lo que les pudiera
pasar.
Al Tío, cuando le gustaba una
mujer, así tuviera marido, le pedía permiso y se la llevaba para las fiesta de
tres días y después se la regresaba al marido , sin ningún problema.
Hasta que llegó el susodicho y
se lo llevó.
Ese día, se fue con su hermana
la Pelo Tostao, a cazar animales de monte, para el sustento de la familia,
llevaba una escopeta con cartuchos preparados, le disparó a un venado y mando a
su hermana que lo recogiera, le hizo señas que se callara, que venía un animal
raro, se le paró al frente, lo miraba fijamente y cada minuto los ojos del
animal eran más grande y brillantes.
Comprendió el Tío que era el
susodicho, se agachó levantó un pedazo de palo o madera, lo introdujo en la
recamara de la escopeta y disparó al animal, este retrocedió del impacto y se
incrustó en un frondoso árbol, solo le quedó afuera el hocico para exhalar
fuego.
Al minuto, el árbol no le
quedó una sola hoja, el follaje se aumentó como colchón de doble fas, a la hora
estaba completamente seco el árbol, a los cinco días sus ramas cayeron y solo quedó
el tronco, con el animal botando llamas.
Después de eso, el Tío se
murió, pero antes de hacerlo, la hamaca se movía sola y en el fogón de leña,
había una gran olla de barro con agua hirviendo, se supone que era para pelar a
los carabineros. Con él se cierra el siclo de los tres hombres malos.
La tradición sigue su curso,
dentro de la etnia Kankuamo, hay una espera para llegar a la máxima altura del
saber espiritual y conocimiento ancestral, (Mamo), entre ellos la bella Tía, por
herencia sigue su hijo y más tarde un hermoso niño de cuatro años, que ya sus
ancestros le han dado señal de su grandeza espiritual, su mamá le dice por
dónde andará tu papá, él contesta, no te preocupéis mamá, ya el viene y a los
tres minutos, llega su padre, un guía espiritual de una gran familia, hacedor
del bien e hijo del Creador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario