sábado, 10 de junio de 2017

EL TÍO



EL TÍO
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano- Zona Norte

En la espesa vegetación de la Sierra Nevada, zona de la etnia Kankuamo, el Tío salía con su hermana La Pelo Tostao, así le decía el cariñosamente, salían a cazar animales de monte para el sustento familiar, él le debía, al que sabemos la vida, a cambio de poderes, mujeres y ron.

Vestía pantalón arregazado abarcas y pare de contar. Por sus malcriadeces en el pueblo, una vez lo fueron a buscar La Policía de Carabineros, eran como cinco, a sabiendas de los poderes que utilizaba el Tío, lo llamaron por su nombre y él los mandó a entrar, tan pronto traspasaron el umbral de la puerta se transformaron, le recibieron un trago de ron de panela y perdieron la cordura y la mentalidad, a los quince minutos salieron todos, el Tío llevaba una escoba al hombre, simulando un Fusil, marchaba y animaba la marcha, detrás los cinco policías en fila india, con la carabina al hombro y su uniforme en izada, en pantaloncillos marcharon por todo el pueblo y fue el hazme reír de la gente.

Después el Tío salió para donde la señora Liliana, ella vendía ron, ese día no le quiso fiar, que hizo el Tío, se sentó al frente de la casa de Liliana, debajo de un frondoso árbol, pidió prestada una olla de barro y le agregó una manguera, la conecto al árbol y esta estilaba el ron de la señora que no le quiso fiar, a la hora, todo el tonel de ron de la tienda de la vecina estaba vacío.

Por esas osadías, volvieron los carabineros con la intención de llevárselo para el calabozo, eran unos cien uniformados, nuevamente tocaron la puerta de la vivienda y la hermana, la pelo Tostao, les gritó que se fueran, que ella no respondía por lo que les pudiera pasar.
Al Tío, cuando le gustaba una mujer, así tuviera marido, le pedía permiso y se la llevaba para las fiesta de tres días y después se la regresaba al marido , sin ningún problema.
Hasta que llegó el susodicho y se lo llevó.

Ese día, se fue con su hermana la Pelo Tostao, a cazar animales de monte, para el sustento de la familia, llevaba una escopeta con cartuchos preparados, le disparó a un venado y mando a su hermana que lo recogiera, le hizo señas que se callara, que venía un animal raro, se le paró al frente, lo miraba fijamente y cada minuto los ojos del animal eran más grande y brillantes.

Comprendió el Tío que era el susodicho, se agachó levantó un pedazo de palo o madera, lo introdujo en la recamara de la escopeta y disparó al animal, este retrocedió del impacto y se incrustó en un frondoso árbol, solo le quedó afuera el hocico para exhalar fuego.

Al minuto, el árbol no le quedó una sola hoja, el follaje se aumentó como colchón de doble fas, a la hora estaba completamente seco el árbol, a los cinco días sus ramas cayeron y solo quedó el tronco, con el animal botando llamas.

Después de eso, el Tío se murió, pero antes de hacerlo, la hamaca se movía sola y en el fogón de leña, había una gran olla de barro con agua hirviendo, se supone que era para pelar a los carabineros. Con él se cierra el siclo de los tres hombres malos.


La tradición sigue su curso, dentro de la etnia Kankuamo, hay una espera para llegar a la máxima altura del saber espiritual y conocimiento ancestral, (Mamo), entre ellos la bella Tía, por herencia sigue su hijo y más tarde un hermoso niño de cuatro años, que ya sus ancestros le han dado señal de su grandeza espiritual, su mamá le dice por dónde andará tu papá, él contesta, no te preocupéis mamá, ya el viene y a los tres minutos, llega su padre, un guía espiritual de una gran familia, hacedor del bien e hijo del Creador.

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