LA LOMA DEL GUSTO
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano-Región Caribe
El alto de la mina, por Bosconia Cesar, La loma de la Venera, en Ovejas Sucre y La Loma del Gusto en Loma Seca, San Benito Abad, han sido promontorios de arena y barro rojos que causaron más de un problema a los conductores que por ellas transitaban.
Escritor Colombiano-Región Caribe
El alto de la mina, por Bosconia Cesar, La loma de la Venera, en Ovejas Sucre y La Loma del Gusto en Loma Seca, San Benito Abad, han sido promontorios de arena y barro rojos que causaron más de un problema a los conductores que por ellas transitaban.
Por la región de la Loma del
Gusto, no se podía transitar en horas de la noche, por varios factores
negativos, de este y del otro mundo, en especial cuando estaba llovido, era una
loma enjabonada, llena de fango y barro rojo, más lisa que resbaladero de
caimán.
Esas eran las palabras de
miedo y terror que contaba Teocrito Jaraba Meza, un anciano que vivía a tres
kilómetros de la loma y que cuándo llovía,
el en su mente un poco desequilibrada, contaba con lujos de detalles lo que
veía desde su morada.
Decían los mayores y los
menores escuchábamos con miedo y terror de todas las cosas que sucedían en la
loma del Gusto, llamada así, por todo el gusto que daba subirla en vehículo y
al mismo tiempo bajarla, como decía el cabo Leytón, se me quería salir el
corazón, allí la prudencia del conductor era subir la Loma despacio y a 20 R.P.M, y disgusto de los conductores que tenían que
transitar y superar la loma, después de un fuerte aguacero.
También decían los mayores,
que allí en la loma, el tigre se comió a una señora que venía para el puesto de
salud, con dolores de parto, también decían que allí se reunían los penitentes,
en semana santa y que un primo del mono, mató a su mujer y a sus hijos, picoteados
con una rula y muchas cosas más, para
llegar o salir del pueblo, cuando caía un fuerte aguacero sobre ella, había que
esperar que el Astro rey emitiera sus rayos con toda la potencia.
Teocrito nos contaba en el
parque principal del pueblo, cuando venía de su casa cerca a la loma que: Una
noche se despertó por el ruido de una nave espacial que se posó en la Loma del
Gusto a eso de las once de la noche de un domingo oscuro y bajo la lluvia.
El observó a la nave de
donde se bajaron unas personas extrañas, que corrían de un lado a otro de la
nave que no apagaba sus luces, bailaban y danzaban alrededor de ella, la empujaban
con sus manos, vociferaban y cantaban melodías celestiales, los perros de las
fincas cercanas aullaban de terror.
Después de un rato observando,
vio a otra nave que se posó en el camino delante de la otra y luego las
personas desaparecieron y las dos naves siguieron por tierra con vía al pueblo.
Al día siguiente el mono Jaraba
como lo llamaban, se acercó al sitio de la loma y observó unas huellas de
zapatos de gigantes, unas huellas de pies, de niños y mujeres, huellas de
tigres y panteras, perros y gatos cimarrones, abarcas suela de cauchos, latas
de embutidos con letras en japonés y un sinnúmeros de elementos no propios de
las tiendas comestibles del pueblo caribeño.
Joselito Abril, un
ducho conductor de esos caminos estaba
escuchando el relato del Mono Jaraba, a sabiendas de que el señor estaba Loco, más
cuando esa noche en referencia Joselito no se quería acordar ya que él fue el
protagonista y responsable de todo lo que en ese sitio de la Loma del Gusto
sucedió ese domingo, cosa distinta a lo que narró con lujos de detalles el mono,
tan buena la historia que los niños y jóvenes temblaban del miedo.
La verdadera historia
contada por Joselito, días después que se enteró que a Teocrito Jaraba Maza, se
lo habían llevado para el sanatorio de Turbaco Bolívar, por la perturbación de
lo que veía en la Loma del Gusto, siempre que llovía, desde su casa a tres
kilómetros distancia.
Esa tarde de Domingo, cuenta
Joselito Abril, salió de la capital, con treinta pasajeros conformados por
hombres mujeres y niños, además llevaban gallos, gallinas, perros y hasta gatos,
iban en la chiva la melón, ya entrada la noche el vehículo presentó fallas
mecánicas.
Joselito y su ayudante se
orillaron de la carretera y dictaminaron que la guaya del acelerador del
vehículo hizo corto circuito y se quemó, perdiendo el vehículo la aceleración y
por su puesto la marcha, para desvararse se consiguieron un bejuco y desde la
cabina hasta el motor Joselito aceleraba con la mano izquierda y manejaba con
la derecha.
Luego se presentó un fuerte aguacero
que preocupó al conductor, por el paso de la Loma del Gusto, el automotor
seguía su camino despacio, hasta que llegó a la Loma y no pudo subir, todos los
pasajeros se bajaron y procedieron a empujar el automotor a ver si lograban
superar la Loma, bajaron la carga, para quitarle peso, pero fue imposible. Las
luces del vehículo daban y encandilaban la casa del Mono Jaraba.
A la hora apareció el único
tractor de Marca Ferguson que había comprado el Blanco Pérez para rolear en su
finca de pastar Ganado y fue la salvación para la Chiva La Melón y sus
pasajeros el único trasporte público que
circulaba por esa vía.
Teocrito Jaraba Meza, se
encuentra mejorando de su mente senil, un agricultor que entregó todas sus
fuerzas de trabajo para criar a sus 7 hijos, que lo visitaban en el sanatorio,
lo mismo hacía Joselito Abril, al cual le tocaba escuchar el relato de los
ovnis y los extraterrestres de la Loma del Gusto, en Loma Seca, San Benito
Abad, mi querida tierra.
Las tres lomas citadas ya no
existen, los protagonistas, tampoco, solo está mi persona, uno de los niños que
escuchaba los cuentos de La Loma del Gusto, contados por El Mono Jaraba Meza, hoy, toco madera, con el fin de no acordarme en
las noches, de todo lo que decían los mayores, sobre La Loma del Gusto.