BANDADAS DE COTORRAS
(Cuentos y fabulas).
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor
Todos los días a las 06:30 am, desde el Balcón de mi Hogar, Observo una Bandada
de Cotorras en su peregrinar hacia el sur, en busca de alimentos, unas dos
millar, van en parejas de hembra y macho, fieles hasta su muerte, llevan una
larga conversación y no hay alma que las silencien, son de color verde verde,
tienen una musculatura que les permite volar trayectos largos remontar líneas de conducciones eléctricas
como las de Corelca, corrientes de vientos alisios, siempre me he preguntado, que hablan, que discuten,
en su jerarquía, quien manda a quien, si hablan de política, futbol o religión,
temas álgidos que dan a discusión.
Un día en particular observo que se devolvieron a su hábitat nocturno, después
a los minutos regresaron vía al sur, concluyendo que se desorientaron y se
separaron de las demás, ese día me entristecí, recordaba a San Francisco de
Asís, en el pasaje de la historia sagrada, rodeado de aves, la cuestión no
quedó allí, una tarde veo en el balcón una hermosa cotorrita que me hablaba, me
acerque con sumo cuidado y logre agarrarla, notando que tenía una ala
fracturada, la arropé con un paño y comencé a restablecerla ya que estaba
mojada temblaba de frio, busque el
botiquín de primeros auxilios le entablille
su alita, la inmovilice , a los pocos días estaba mejor, no opuso resistencia a
mis cuidados, ella me contaba que las conversaciones no eran de las que mi
persona se imaginaba, narraban historias de vida, situaciones y momentos para
recordar, hablaban de jerarquía, toma de decisiones ejecución de las mismas, los peligros que
afrontan con los humanos por la supervivencia con los alimentos (arroz, maíz,
sorgo, frutas como mango, níspero, ciruelas
demás manjares de su
alimentación). Y que había un guía de correría, desde su habitad a los lugares
donde encuentren alimentos, orden de partida y llegada, rutas a tomar, esquivar
el peligro a través de unos códigos de conversación. A los pocos días alzó el
vuelo y se integró a la bandada en busca de su compañera que había abandonado
al estrellarse con una línea eléctrica de alta tensión por ir cotorreando.
Me dejo un escrito en clave, tres defecada en mi
libreta de apuntes y entendí como una despedida, también dio gracias por no
tenerla cautiva, esclavizada en una jaula, fue libre en mi hogar, en todas las
esquinas de la casa interior encontraba una totumita con guineo, mangos,
ciruelas y agua fresca cristalina.
Cada mañana asomado al balcón como siempre a la misma
hora de la desbandada, espero su saludo al pasar por sobre el techo de mi hogar,
se bajan un poco del grupo me cotorrean
al oído.
De regreso en las tardes vece hay estoy escribiendo en
la ventana y las oigo pasar con su armoniosito canto, o hablado en idioma
cotorrear.
Las aves, los animales y la naturaleza, son seres
vivos creados por mi Dios, cada uno con una función específica, solo que no
tienen cerebro desarrollado, privilegio de nosotros los humanos, que nos ha de
servir para pensar en el bien y no en el mal al mundo.