domingo, 20 de noviembre de 2022

EL CABALLO RELINCHÓN

 



EL CABALLO RELINCHÓN
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Esa noche de octubre,  a  la luna la cubría una espesa nube negra, que viajaba del norte hacia el sur de la ciudad, con destino desconocido, en el patio grande de la casa había una guadua de unos tres metros  en el final un bombillo de 25V, cubierto en la parte de arriba con una cubierta de zinc, para protegerlo del agua, cuando llovía. 

El papa Páez era un muchacho inquieto que no le temía a la oscuridad, esa noche se levantó a orinar, al fondo del gran patio vio un objeto que alumbraba y le causó curiosidad, avanzaba sigiloso hacia él, hizo la comprobación, se trataba de una olla de aluminio que en tiempos pasado se regocijaba de ser la reina para un sancocho de hueso de rabo de res, hoy fungía como una potera rellena con estiércol de animal y una mata de orégano medicinal, que con el paso de las nubes le permitían a la luna encontrarse en ese punto con la luz de la bombilla haciéndole sombra al objeto de metal. 

De regreso el papa a mitad de camino escuchó un relincho de caballo, aligeró el paso y como  rayo en velocidad  buscaba  la puerta de entrada hacia su la morada, pero no la encontró, hasta allí le llegó su valentía, un “Hay mi Madre”. Se dio de frente con un caballo color azabache (negro brillante), amarrado a soga corta en una esquina del patio, que le relinchaba para que le diera un mazo de hierba fresca, porque a eso lo mandaba su padre, después del arduo día de trabajo, sustento del hogar. Sus padres escucharon el grito y el caballo relinchando en el patio, linterna en mano salieron apresurados al patio y entre claro y oscuro, contemplaron la escena del papa inconsciente y el caballo lamiéndole la cara. 

Su madre trajo la botella de contra y con un paño se la pasó  por la nariz respiradero y volvió en sí, pero estaba atolondrado vociferando incoherencias de esta y la otra vida.

Al día siguiente, narró por primera vez, este cuento del Caballo Relinchón.

 


sábado, 5 de noviembre de 2022

EL INGENIERO DOMADOR DE MULOS

 


EL INGENIERO DOMADOR DE  MULOS
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Hay Artes que se heredan de nuestros Padres, es el caso del Ingeniero, al lado de su progenitor  desde niño, lo vio batallando con mulos cerreros, el animal más peligroso de montar y amansar, como todo arte tiene su ciencia en particular, el Ingeniero a sus doce años, ya sabía el resabio de esos híbridos, especialistas para cargar y sacar los alimentos de las montañas, adaptados a la adversidades del terreno. 

En el relevo generacional tomó las riendas del oficio y se fue posesionando y posicionando que agarró fama en la región de los montes de María la Alta en Bolívar, habían meses que domaba treinta mulos cerreros, o sea uno por cada día, tan pronto se apoderaba de la rienda y el cabresteo, tres vueltas de campana en un corral de madera, era mulo manso, disponible para subir a la sierra y bajar con dos bultos de ñame espino más el jinete encima.

Adquirió el ingeniero un terreno de unas cuarenta hectáreas y las sembró de pan coger  seguía domando vestías, hasta que una tarde noche le llegaron a su rancho, le mostraron un reloj con cronometro con punto muerto de 24 horas, para que abandonara lo que con mucho sudor adquirió.

Acá en Barranquilla tenía un tío, agarró su maleta de acordeón, cuero de babilla y se vino para la mole de cemento, con sus manos forradas de sobre cayos por su actividad anterior, su hablado campesino y su mente en pausa, fue a dar a una escuela de mecánica automotriz y por allí inicio su viaje a la Ingeniería. Mi persona no lo conocía a pesar que tiene su taller a tres cuadras de mi hogar, allí fui a tener en busca de una solución a mi cacharrito Ford. Sorprendido por sus conocimientos en el ramo, su fuerza corporal que no necesita un gato hidráulico para desmontar un motor de vehículo, para diagnosticar el comportamiento y funcionamiento de un motor, que lo apodan el Ingeniero, no entrega el vehículo hasta llevarlo a la perfección y el visto bueno de su dueño.

En todas estas comencé a indagarlo, como buen investigador del árbol genealógico familiar, logrando obtener toda esta valiosa información y apoyándolo Jurídicamente para la obtención y devolución de su tierra productiva, en manos de particulares, con la esperanza de mejorar su local y atender a más clientes.

 El Ingeniero, como le llamamos no pierde sus costumbres de los montes de María la Alta. Así vive el Ingeniero Domador de Mulos. Cerreros, entre tuercas  tornillos, mangueras y correas y lo más importante, una amplia sonrisa a la vida.


sábado, 22 de octubre de 2022

PIDIENDO PISTA

 

PIDIENDO PISTA
Por Francisco Cadrazco Díaz- Román
Escritor Colombiano

 

Por allá en los años 50 del siglo pasado, llegaron a la Villa unos gringos, con maquinaria pesada, con el fin de perforar los pantanos o playones y  conseguir petróleo crudo. Se instalaron en Palito, de inmediato rasparon cinco quilómetros lineales, paralelo con el camino que da a San Roque, corregimiento de la Villa. A esa pista de cascajo prensado le llamaban Aeropuerto de Palito, lo de palito por una finca ganadera que se encontraba en ese lugar.


Todos los jueves aterrizaba una avioneta procedente de Cartagena la capital del Bolívar grande a la cual pertenecía la Villa. Una multitud de personas entre ellas quien escribe,  atravesábamos el playón, unos cinco quilómetros de distancia del poblado y nos deleitábamos observando la planeación aterrizaje y de colaje de la nave, que venía cargada con mercancías, alimentos, repuestos y objetos personales de los trabajadores. Siempre nos traían algo de golosinas  los tiraban desde la escotilla, antes de bajar la inmensa escalera.


Como cuando lanzan en las corralejas las arropillas y los billetes de un peso, se formaba un polvorín al que más recogiera golosinas, después repartían un mercadito a las señoras que estaban presentes, les daban trabajo a los habitantes, con una buena paga. Pero un día jueves lluvioso la aeronave no planeo bien el aterrizaje e ignoro la pista y la calle de honor que hacíamos los presentes, pidiendo pista para aterrizar, sus motores eran una cola de humo negro,  dio tres vueltas en el aire y se precipitó a tierra a unas dos leguas de la pista. La multitud corrió a presenciar el percance, gracias al creador del mundo, No hubo heridos, menos muertos, lo que si se rocío con gasolina blanca fueron los comestibles, que con una retroexcavadora o cata pila en esa época, los enterraron en el lugar del siniestro.

Tiempo después fueron recogiendo la maquinaria, los aparejos, bolsa, cartones, muebles y enseres lo repartieron en la población que todos los jueves acudía a presencial algo no usual en la Villa. Parte de la maquinaria quedó abandonada en el aeropuerto, Hacen años atrás volví a mi pueblo y la pista ya estaba invadida y con nuevos propietarios.

 

En mi hogar, habían dos tambores de cartón con un aro metálico, que nos servía como escaparate para guardar la ropa y dos bancas de madera, que no quiero acordarme de ellas, ya que se convirtieron en mi cama de no dormir. Fue la herencia que recibió mi progenitor. Si alguno de mis lectores Villeros, se acuerdan de ese hecho, escríbanme porque del Aeropuerto de Palitos, se acuerda mi persona.

Si no contamos las historias en vida, se van perdiendo,  después no hay quien enderece el entuerto, decía mi padre “el cuba viejo”.


jueves, 6 de octubre de 2022

DE UN SUBTENIETE A UN SARGENTO MAYOR

 


DE UN SUBTENIETE A UN SARGENTO MAYOR
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano

Para ilustrar este cuento, comienzo por desglosar estos dos grados: Un Subteniente es el primer grado en la carrera de un oficial en las fuerzas militares y de policía y un Sargento Mayor, es el último grado de la carrera de Suboficial, ahora un subteniente o swich, como se les denomina dentro de la institución, lo carga un joven entre los dieciséis a los veintidós años, después de pasar por la escuela de oficiales Francisco de paula Santander, durante dos años, en esta me refiero a la policía nacional, o sea este joven viene con la teoría, no con la práctica porque el policía se hace intercambiando experiencia con la Sociedad, bueno eso fue lo que me enseñaron en la Academia.


Ahora un Sargento Mayor, es un policía con la más vasta experiencia en el ramo, ya ha pisado la Escuela Gonzalo Jiménez de Quesada seis veces, durante más de 30 años al servicio de la Sociedad y ha llenado más de un centenar de libros de minutas de órdenes de servicios a sus subordinados o colaboradores. Ambos policías, tienen mando sobre el personal, pero el Subteniente es más grado que un Sargento mayor y este formaría a la izquierda del joven.

Dicho lo anterior, comienza mi cuento, en unos ejercicios de disciplina dentro de la Institución Policial, el Sargento Mayor estaba en Instrucción y los colaboradores no le obedecían al pie de la letra sus órdenes, el Subteniente con esa fiebre de mando con que salen de la Academia, al observar la escena, entra en acción, ordenándole al Sargento Mayor entrar en la fila, para comenzar  los ejercicios.
Un señor de más de 40 años, con seis grados en su hombro, fuera de los años de Academia, con la panza grande de Sargento mayor, ya tetón, esperando su retiro, sería una falta de respeto de un joven de 20 años, ordenarle entrar a la fila y ponerlo al igual que los colaboradores a darle vuelta a una cancha de entrenamientos.


Eso fue lo que mis ojos vieron y mi mente observó en el corto tiempo de paso por esa institución policial: A la fila Sargento Mayor, grito el Swich, le contesta el Sargento Mayor, lo siento mi Subteniente, mi grado de Sargento Mayor, no me lo permite, respete mi antigüedad de más de cuarenta años, al servicio de la Institución Policial.



A la fila dije Sargento Mayor, en esos gritos del joven oficial, venia entrando el Coronel Comandante del Departamento de Policía Atlántico, paró orejas y escuchó al joven lanzándole improperios al anciano  Sargento Mayor, para mí, un policía distinguido (Dragoneante), sabía que el mando era del Subteniente, por ser un oficial, pero el contra peso del Sargento Mayor, las balanzas estarían a favor del Sargento, esperábamos los más de doscientos policías que estábamos en formación de orden cerrado (ejercicio).

Gritó el Coronel: A la fila Subteniente, el Sargento estaba al lado del Coronel, y escuche las siguientes palabras: Vea teniente, hay que saber impartir ordenes, es una falta de respeto que usted con dos años y medio en la Institución, envíe a la fila de orden público, a este Sargento Mayor, quien ha dado toda su vida al servicio de la Institución y la Sociedad, mi persona con grado de coronel y comandante de esta institución no puede tolerar estos irrespeto, usted tiene el mando sobre los demás, incluyendo al Sargento Mayor,  pero no le da facultad de faltarle el respeto a este héroe de la Patria.  Y sancionaron al Subteniente con una orden de arresto severo, en el casino de oficiales, continúe usted con el mando Sargento Mayor. Resulta que cuando un servidor de ese rango (Sargento Mayor),  pide su retiro, lo pensionan con el grado de Teniente Efectivo  de la Policía Nacional, un grado más,  por encima del joven subteniente.


domingo, 2 de octubre de 2022

UN ÁRBOL DE MANGO EN EL PATIO DE LA CASA

 


UN ÁRBOL DE MANGO EN EL PATIO DE LA CASA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
escritor Colombiano

Un frondoso árbol de mango, sus ramas se cargaban de frutos en invierno, las delicias y su sabor deleitaban el paladar de los estudiantes de las escuelas primarias femeninas y masculinas de la famosa placita de la Villa, punto focal del saber. Había dos Escuelas de Primaria.

Ese árbol se convirtió en amigo imaginario, tenía dos ramas extensas, bifurcadas por una horqueta a los dos puntos tres metros de altura, sitio que servía para estudiar de memoria las lecciones para luego soltar ese rollo de conocimientos en el salón de clases, porque la competencia no esperaba a que se rajaran, allí entraba el docente, con su tabla de madera de cuarenta por doce centímetros de longitud, por cuatro centímetros de altura, o sea que: 0.40 x 12 x 0.4 = igual a palmada  de la mano hinchada y roja.

El inmenso árbol también servía de refugio, cuando por peleas de niño en la famosa esquina de la casa de la niña pupo y frente al colegio de varones, se formaban las trifulcas, por desavenencias en el salón de clases, en esa época no le llamábamos bulín, sino peleas y simplemente peleas, allá el que se la dejara montar de los otros alumnos.

 Un grupo de muchachos que se escapaba a bañarme en el cantil, la chambita o los reventones, siempre había uno que le iba a avisar a los padre,  salían a buscarnos con un cáñamo de guindar hamacas, pero siempre teníamos un ángel que daba aviso de la presencia de los padres y emprendíamos carrera  a refugiarme en el copito del mango y hasta allí no llegaba ese cáñamo, como tampoco el sombrero vueltiao, la abarca, con que nos educaban en casa. Ese árbol frondoso de mango era para nosotros, como un segundo padre, el árbol nos daba sombra, cobija, comida y refugio, a veces nos poníamos  a conversar con él, lo que no podíamos hacer con los humanos y recibíamos  sus consejos de árbol sabio. A estas alturas de mi vida, ese hermoso árbol de mango tiene existencia en mi mente y es  un referente de mí ser.


LA GUITARRA SONORA

 



LA GUITARRA SONORA
Por Francisco Cadrazco Díaz Román
Escritor Colombiano      


Viniendo de Guartinajas por el camino viejo entre cayo de la tía y el siso, para salir al inmenso playón de la Villa, en mi burro bayo, como él se sabía el camino hasta la placita en donde se encontraba ubicada mi morada y como en todos los viajes llegaba de primero que mi persona,  después que cruzamos el arroyo la dorada, con su puente de tablas y listones de madera fina, escuche en la montaña el sonar de una guitarra, pero no cualquier guitarra, era armónica, sonora y bien afinada, con unas puntadas en el diapasón que enamoraba al oído de cualquier persona, sin pensarlo me tiré del burro y con mi cauchera y cien piedras en mi mochila me interné a la montaña, con mi oído fino direccioné mi andar hacia la Guitarra Sonora, caminé, caminé y caminé y en cada paso su sonido era más lejano, pero ya me atraía y por la distancia recorrida, no me podía devolver, seis de la tarde seguía en la montaña, hasta que vi luz en una choza de palma, de allí salía la melodía, la puerta de palitos se abrió de par en par, había una figura semihumana, con una guitarra con destellos de oro, contemple por un buen rato la escena, era agradable estar allí, me dijo la figura, estas melodías son para ti, te vi por el camino viejo y quise compartir con tu persona esta hermosa noche, sé que tienes buen oído para la música y te va a servir en tu vida, entra siéntate en el piso, dejó de tocar la guitarra y se dirigió a la cocina, en su fogón de leñas con tres bindes de termitas había una olla de barro y hervía un delicioso café tinto.  Sirvió en una diminuta totuma  y medio de beber.                  

Al día siguiente en horas tempranas de la mañana, estaba tocando la puerta de mi casa, solo recuerdo la conversación al llegar a la choza, el hermoso sonido de la guitarra,  lo demás no lo sé explicar, lo que si se explicar, fue que desde ese día se me quitaron los resabios de pelao  grosero, en mi hogar los dos viejos que me criaron, no me creyeron el cuento de la guitarra sonora, espero que ustedes mis lectores,  si me crean, porque la imaginación y la fantasía, caminan  más que la mente humana.


martes, 27 de septiembre de 2022

UNA DISCUSIÓN GEOGRAFICA, ENTRE UN LORO Y UNA PALGUARATA

 


UNA DISCUSIÓN GEOGRAFICA, ENTRE UN LORO Y UNA PALGUARATA
Por Francisco Cadrazco Díaz (Román)
Escritor Colombiano.

Como a todos los loros, que los humanos quieren domesticar, solo con el fin de repetirles frases groseras y a casi todos le ponen nombres de sus contrincantes, a Paul lo domesticaron en la Villa, vivía anclado en la rama de un árbol de totumo, cortándole  (hablando) la vida a todo el que por allí pasaba. A la Coque (de Coqueta), una palguarata nacida y domesticada donde Los De la Hoz, en Aguas Blancas Cesar, así como hablaban los humanos dueños así repetían estas dos aves de vuelo largo, pero que por domesticarlas ya no volaban. La Coque, llegó una vez para las fiestas del milagroso de la villa y por amistad de sus dueños pernotaron en casa de Paul, ese loro inteligente, que no comía de cuento porque hasta los gallos y gallinas le tenían miedo. Coque se quiso hacer amigo de Paul y este le dijo que hablara bien que no se entendía lo que decía, a lo que  la coque le contestó que se sacara ese pedazo de malanga que tenía atravesado en el galillo, que ella tampoco le entendía, llegó la noche y subieron a Coque a la rama de totumo donde dormía Paul, para que la zorra de la mata de palma no bajara a comérsela.

Cuando ya el pueblo estaba callado y los perros dejaron de ladran, se enfrascan Paul y Coque en una conversación discutida que su región era más bonita que la de la otra. Decía Coque con ese acento Vallenato: Veee pajarraco nosotros tenemos unos ríos que bajan de la sierra nevada de santa marta, con agua helada que congelan los huesos. A lo que Paul respondió, eso no es nada en comparación con el rio san Jorge y cauca que bajan de las montañas, el primero del nudo de Paramillo en Antioquia y desemboca en el magdalena arribita de Magangué. Y el cauca viene del macizo colombiano por allá en el cauca y desemboca a dos quilómetros del otro, al frente de pinillos bolívar. Veis loro parlanchín y quien te enseñó eso vee, a lo que Paul respondió que el para orejas y escucha al profesor Benjumea dictándole clases al cubita y este cuando viene de clases repite lo que le dijo el docente y de allí el aprende. Ambuua, vee, tu no conocéis el contrabando, un balneario de mi pueblo, tampoco conocéis al rio que divide a mi pueblo en dos y para que sepáis, allá arriba en la montaña ordeñan vacas y vierten la leche al rio, por eso baja de color blanco, de allí el nombre del pueblo “Aguas blancas”. Pero tú no te has bañado en la chambita, una laguna aquí cerquita y yo sí, replico el Loro. A lo que le contesta la Palguarata, vee loro embustero yo creo que tu solo te bañáis cuando llueve y ya cayáte que voy a dormir. A todas esas desde la sala de mi humilde hogar, en donde tenía mi hamaca guindada les grito Vee animalitos, ya cállense que no me han dejado dormir y me va contestando el Loro, cállate tu que esta conversación no es con vos, y la palguarata me dice, visteis, por estar escuchando conversaciones de aves, tomá, tomá. Ya ni los animales, nos quieren respetar.


UNA TRAVESIA ANCESTRAL

 


UNA TRAVESIA ANCESTRAL
Por Francisco Cadrazco Díaz (Román).
Escritor Colombiano.

 

Cuando los caminos a través de montañas y valles llegaban a algún destino específico, como el camino desde Codazzia (Codazzi) Cesar llegaba a Machiques Venezuela, a través de la manigua, acechaban tigres, culebras, arañas ponzoñosas, los campesinos colombianos de la región caribe se arriesgaban para ir a trabajar a las materas, como se le llamaban a las fincas. Centenares de hombres, con rulas y hachas, se abrían caminos para subir la serranía del Perijá y llegar a los montes de occa  traspasar la frontera. Hablaban en mí pueblo los que ya con experiencia habían recorrido ese camino, expuestos a los peligros de animales salvajes  de una tribu caníbal que pernotaban en esa región, en la plaza principal de mi pueblo referían sus anécdotas, por ejemplo el tigre que se devoró a Juepajé, un hombre de mediana estatura de tés morena, tosco en su andar  ligero de vocablo cultural costumbrista, han de creer ustedes que ese cuento me erizaban  los bellos del cuerpo  por su puesto esa noche no dormía bien. Pero resulta que el cuento no terminó allí, porque después que el felino devoró vivo a Juepajé, a este joven no lo pudo digerir, acordándose Juepajé que cargaba una navaja pico de loro, amarrada en su abarca derecha, como pudo se contorsionó  logró agarrar el objeto corto punzante y sin más demora le abrió el vientre al tigre y se escapó. Sus compañeros de rutina observaron impávidos como el felino se devoraba a Juepajé, solo alcanzaron a huir y salvarse. Cruzaron la frontera y daban por muerto a Juepajé su amigo y compañero de andanzas. Juepajé camino en medio de la manigua y fue a dar del lado de Venezuela, a la primera matera que encontró les narró con lujos de detalles y con poder de convencimiento todo lo ocurrido con el tigre de bengala en el camino hacia la frontera patria. Una joven que se encontraba en el lugar, le rogó a su papá que recibiera al joven, que lo pusiera a enrejar terneros pero que no lo dejara ir. Y se fue afianzando el joven al trabajo y la dirección que le confiaron los dueños, en especial la atención de la joven a quien le referías cuentos y le daba clases de su escaza primaria.

Llegó el día en que el dueño de la matera, viendo el comportamiento de Juepajé, le confió administrarla, ya la joven le había puesto el ojo a Juepajé, quien correspondía a su caprichos, en vuelta de un año el joven se casó con la dama  de inmediato heredó la mitad de todos los bienes a nombre de la joven. A su pueblo pernotaron los amigos del joven sin él, pero con la trama de que no quiso regresar, consiguió un buen trabajo y solo mandó saludos.

No había formas de comprobar esa cuartada, pero no estuvo mal, porque era un gran problema para ellos llegar con semejante noticia, además era común que en un cruce por esas montañas, los animales se comieran a los humanos y los humanos se comieran a los humanos (caníbales).

Llegó la pesca y se fue la pesca, hora de retornar a Venezuela, ya estaban contratados allá, por su buen comportamiento, solo faltaba Juepajé, cuando cruzaron la frontera se dieron de frente con la Matera en donde mandaba Juepajé, llegaron pidiendo trabajo, ya que estaba más cerca de donde ellos contrataron para el año siguiente.

Que sorpresa cuando el administrador les informa que iba a hablar con el dueño, que también era colombiano, sale la figura de Juepajé, con un sombrero tuchinero de 21 vueltas, con el letrero Juepajé. Los amigos se desplomaron  tuvieron que echarle agua lluvia fría que había depositada en un tanque de hierro.

Al despertar, su amigo Juepajé,  les narro la historia con el tigre de Bengala y su salvadora navaja pico de loro y los acogió para que le amansaran unas montañas para sembrar cosecha de caraotas venezolanas. Sus amigos, por perequera le llamaban: Don Juepajé.

Esta y muchas historias se narran de ese tenebroso camino de montañas enmarañadas entre Codazzia y Machiques Venezuela, una Travesía Ancestral.


lunes, 1 de agosto de 2022

GURUYONES CABEZA DE CERA (COYONGOS)

 

GURUYONES CABEZA DE CERA (COYONGOS)
Por Francisco Cadrasco Díaz Román
Escritor Colombiano

 

A comienzos de la década de 1960, despuntando mis siete años de edad, con los ojos bien abiertos, corría una fuente de agua llorada de la tierra, desde un punto llamado la ceja, de la parte atrás del seminario menor en mi bello pueblo San Benito Abad, cuando pasaba por la charca de María Correa, ( la casa más cerca a la charca),  a unos quince metros de mi hogar, ya llevaba corriente fuerte, los predios al derredor se anegaban  brotaban matas de bijao macho, para distinguirlo del hoja grande con que envuelven los pasteles, bueno allí en esa charca pernotaban las garzas, tanga, piscingos, barraquetes, carrao,  pato yuyo, gallitos de Ciénega y otras aves de agua dulce, se supone que venían a comer peses, sardinas, caballitos eléctricos, pero lo que más me gustaba era ver caer en manadas a los Guruyones Cabeza de Cera (Coyongos), esas aves gigantes y pesadas, semejantes a un helicóptero.

Como mi mente va delante de mi persona, he tenido que colocarle un bozal o cabresteo, de esos que le colocan a los mulos y caballos para poderlos aguantar. En una fecha específica de esos años, amaneció el fogón de leña de mi casa, en solo cenizas, había que resolver el desayuno, más el almuerzo porque ya estaba el tiempo rayando las doce meridiano, tomé la  rula colins de mi papá, tío y abuelo,  recorte con ella unas dos docenas de palos de matar ratón, bueno no iba a matar ratón, se la tenía a los Coyongos, con uno de ellos resolvía la semana de comida. Guardé en un saco de fique las dos docenas de palitos, me interné en la espesura del bijao, agachapado, en espera de los Guruyones, ellos caían a esa hora 01:00 pm, aproximadamente.

Pasó en su caballo José Morón y me preguntó que hacía en esa charca agazapado, le contesté pescando hicoteas, no me convenía que estuvieran transitando por ese sitio personas, porque así no bajaban del cielo los Coyongos, con paciencia de pescador de anzuelo y con un sol canicular, esperaba con la paciencia de Job, hasta que en el firmamento aparecieron unos diez Coyongos blancos, patas y cabeza negra, uno por uno fueron aterrizando  a la charca, preparado para lanzarles los maderos, cuan aborigen de mi raza Zenú, me levanté grite fuerte para confundirlos y en menos de tres segundos lance con fuerza las dos docenas de palos, con resultados satisfactorios, le pegué a dos Coyongos que aturdidos no pudieron alzar el vuelo, con la misma velocidad los neutralicé y orgulloso de mi Azaña y a esa corta edad, los colgué de sus patas y con un palo largo, uno de cada lado en mis hombros llegue a casa victorioso, había asegurado la alimentación de los dos ancianos y la mía. Sesenta años después de esa batalla a favor de la vida, hoy esa mente prodigiosa que mi Dios me regaló, se acordó de los Guruyones o Coyongos de esa famosa Charca, en mi bello pueblo “La Villa” de San Benito Abad en el Departamento de Sucre Colombia. Pásate por allá Veee, conocerla.


domingo, 26 de junio de 2022

BANDADAS DE COTORRAS (Cuentos y fabulas).

 


BANDADAS DE COTORRAS (Cuentos y fabulas).
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor


Todos los días a las 06:30 am, desde el Balcón de mi Hogar, Observo una Bandada de Cotorras en su peregrinar hacia el sur, en busca de alimentos, unas dos millar, van en parejas de hembra y macho, fieles hasta su muerte, llevan una larga conversación y no hay alma que las silencien, son de color verde verde, tienen una musculatura que les permite volar trayectos largos  remontar líneas de conducciones eléctricas como las de Corelca, corrientes de vientos alisios,  siempre me he preguntado, que hablan, que discuten, en su jerarquía, quien manda a quien, si hablan de política, futbol o religión, temas álgidos que dan a discusión.
Un día en particular observo que se devolvieron a su hábitat nocturno, después a los minutos regresaron vía al sur, concluyendo que se desorientaron y se separaron de las demás, ese día me entristecí, recordaba a San Francisco de Asís, en el pasaje de la historia sagrada, rodeado de aves, la cuestión no quedó allí, una tarde veo en el balcón una hermosa cotorrita que me hablaba, me acerque con sumo cuidado y logre agarrarla, notando que tenía una ala fracturada, la arropé con un paño y comencé a restablecerla ya que estaba mojada  temblaba de frio, busque el botiquín de primeros auxilios  le entablille su alita, la inmovilice , a los pocos días estaba mejor, no opuso resistencia a mis cuidados, ella me contaba que las conversaciones no eran de las que mi persona se imaginaba, narraban historias de vida, situaciones y momentos para recordar, hablaban de jerarquía, toma de decisiones  ejecución de las mismas, los peligros que afrontan con los humanos por la supervivencia con los alimentos (arroz, maíz, sorgo, frutas como mango, níspero, ciruelas  demás  manjares de su alimentación). Y que había un guía de correría, desde su habitad a los lugares donde encuentren alimentos, orden de partida y llegada, rutas a tomar, esquivar el peligro a través de unos códigos de conversación. A los pocos días alzó el vuelo y se integró a la bandada en busca de su compañera que había abandonado al estrellarse con una línea eléctrica de alta tensión por ir cotorreando.

Me dejo un escrito en clave, tres defecada en mi libreta de apuntes y entendí como una despedida, también dio gracias por no tenerla cautiva, esclavizada en una jaula, fue libre en mi hogar, en todas las esquinas de la casa interior encontraba una totumita con guineo, mangos, ciruelas y agua fresca cristalina.

Cada mañana asomado al balcón como siempre a la misma hora de la desbandada, espero su saludo al pasar por sobre el techo de mi hogar, se bajan un poco del grupo  me cotorrean al oído.

De regreso en las tardes vece hay estoy escribiendo en la ventana y las oigo pasar con su armoniosito canto, o hablado en idioma cotorrear.

Las aves, los animales y la naturaleza, son seres vivos creados por mi Dios, cada uno con una función específica, solo que no tienen cerebro desarrollado, privilegio de nosotros los humanos, que nos ha de servir para pensar en el bien y no en el mal al mundo.


miércoles, 8 de junio de 2022

UN GATO COMIENDO MAMON EN LA CALLE DE LA PAJUELA

 


 UN GATO COMIENDO MAMON EN LA CALLE DE LA PAJUELA
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano

Avanzaba la noche Sincelejana, en la calle de la Pajuela el rondero recorría la calle por tercera vez, en sus pensamientos recordaba, que en ella La mujer gordita y la flaquita se trenzaron por los cabellos, disputándose el amor de Calixto, ese compositor y acordeonero nacido en Valencia de Jesús Cesar y adoptado por la ciudad Cebuistica de Colombia. Hermosa composición del maestro que al enterarse por otros medios, afiló su mente y tatareo. ”Yo tenía una mujer gruesa y también otra flaquita, la gruesa al verse con fuerza se engañó con la flaquita, esta decía yo no soy Pambele pero te aseguro que no me voy a dejar quitar a Calixto. Dime que tienes tú  que no tenga yo. Dime que le das tú, que no le dé yo.  La flaquita abajo y la gorda arriba gritaba; quítenme a esta Sanguijuela”, mandó a buscar a su cajero estrella  y le dijo; Pega aquí, esa melodía la llamo Calixto “La Sanguijuela.             

Siguiendo con los pensamientos del rondero o celador recordaba que la gordita se le subió en la panza a la flaquita y la gordita  pedía auxilio, pero en un descuido de la gordita, la flaquita se le  prendió con los dientes al ombligo y la gordita  pedía auxilio, quítenme esta Sanguijuela,  vea tuvo que intervenir el rondero y soltarlas de los cabellos, quedándose cada una con un mechón en sus manos, como prueba de la arrastrada la flaquita se los llevó a Calixto y le dijo anoche arrastre a tu Gordita en la calle de la Pajuela, por eso ese sector es famoso  así como lo recuerda el rondero, al igual que los Sincelejanos.

Ya entrada la madrugada, el rondero realiza su recorrido de seguridad, mete el taco de luz hacia una rama de un árbol de mamón y observa detenidamente a un animal de color blanco con negro pegado a un gajo de mamón desconchando y  tragando pepas, al comienzo pensó que era un zorro. Después a una gigante rata, trató de espantarla pero el animal no se movió, sus ojos estaban rojos y su actitud desafiante.           

Comenta el Celoso que él no es miedoso, pero al no saber de qué animal se trataba, dio media vuelta y salió en busca de la escopeta 16 de dos cañones que reposaba en un escondite al fondo de la calle, al regresar, apuntar y disparar, el animal salió lanzado por los aires y maulló, el rondero dijo erda si es un gato, acto seguido y en el aire el rondero escucho que el gato le dijo, amigo disparates por un mamón., sabes que tengo siete vidas y agilidad para esquivar tus nervios. A la mañana cuando los almacenes abrían sus puertas en la calle de la pajuela, el celador afanado narraba su cuento, del gato comiendo mamón, pero desafortunadamente nadie le creyó.

Hoy lo apodan el Gato come mamón.

 


lunes, 18 de abril de 2022

LOS 3 AMIGOS, ENEMIGOS

 

LOS  3 AMIGOS, ENEMIGOS
Por Francisco Javier Cadrazco Díaz (Román)
Escritor Colombiano

 

 Ricardo Benítez,    Juan Cadrazco Rodríguez   y   Valerio Garavito Esta historia comenzó a orillas del río San Jorge, en un punto llamado Marralú, en el mes de noviembre, el río todavía estaba crecido, los pescadores tenían que esperar la baja, para poder hacer sus ranchos y limpiar el lance o sitio de pesca, en ese lapso de tiempo lo utilizaban para conseguir la comida de la tropa que pasaba de 20 personas, incluyendo los niños hijos del dueño del chinchorro. Otros pescadores se dedicaban a jugar cartas,  siglo, y dominó.  JUAN  CADRAZCO  RODRÍGUEZ  (El  Cuba)  y  RICARDO BENÍTEZ, siempre fueron buenos amigos y compañeros en el trabajo, ellos se inventaron el juego de matarse a tiros donde se encontraban, apuntándose con los dedos y disparando con la boca, ban, ban, ban, al que le daban tenía que caer y hacerse el muerto, si estaba pescando en el río, caía al agua y se iba bollado, ese día permanecía muerto y no le dirigía la palabra al que le disparó. El juego fue tomando grandes proporciones que se volvió una diversión entre los pescadores de San Benito a orillas del río San Jorge. Aquí se formaban unas balaceras y como no había autoridad de policía el zafarrancho era grande.

 Ese año al terminarse la pesca y retornar los pescadores a San Benito, llegaron esos dos amigos convertidos en enemigos.

 Juan Cadrazco Rodríguez, vivía en la placita y Ricardo Benítez en el corazón de Palo Alto, escenarios de las más cruentas batallas que yo haya podido observar, en el colegio narrábamos la batalla de Boyacá, la del Pantano de Vargas, pero está entre estos dos amigos de la Villa, era sensacional. Lo mismo que en Marralú, en la Villa fue tomando fuerzas, que se formaron dos bandos, los que le iban a él Cuba y los amigos de Ricardo, cada banda se encargaba de ubicar al enemigo y dar aviso al jefe de esta, para iniciar el tiroteo en cualquier parte del pueblo o donde se encontraban.

 Una vez Juan Cadrazco Rodríguez estaba en la Peluquería de Valerio Garavito, en Palo Alto a una cuadra de la casa del enemigo Ricardo, uno de sus allegados le fue a avisar que El Cuba estaba en casa de Valerio, se dieron aviso los dos bandos y acudieron al sitio para ver la escena entre los dos amigos. La lógica indicaba que a él Cuba le iban a dar plomo, por encontrarse en desventaja sentado en una silla de peluquería y con una capa colocada a estilo el Zorro. Lo que no se percataron fue que al cuba le avisaron que Ricardo venía a matarlo y cambio la escena con Valerio, siendo el peluquero El Cuba y el peluqueado Valerio, como ambos utilizaban sombrero vueltiao, había parecido entre los dos. La peluquería se llenó de curiosos que al estilo Oeste norteamericano presenciarían una de las batallas más cómicas de la historia de San Benito Abad.   Llegó gente de todos los barrios de San Benito a apoyar su líder en conflicto. Lástima que en esos años no existían las cámaras fotográficas para grabar las escenas.

 Sigilosamente Ricardo se acercaba a la peluquería, venía por la orilla de la cerca de Anita Parra con el dedo apuntando hacia el suelo, se suponía que traía el revólver cargado, detrás de él a la otra cera a pocos metros venia Pascual Garavito sobrino de Juan Cadrazco Rodríguez, también armado con su dedo apuntando a Ricardo, cuando este  se acercó a la peluquería sus allegados le hacían seña que Juan estaba sentado en la silla de espaldas hacia la puerta, cuando Ricardo llego al umbral de la puerta apuntando con su dedo anular y el pulgar de gatillo, Juan Cadrazco le dio la vuelta a la Silla y el primer pepazo lo recibió Valerio en el pecho, quedando muerto de la risa y respirando. Cada contrincante se atrincheró, balas vienen y balas ban, ban, ban.

 Por la placita pasó el señor José Morón y me avisó que a mi papá lo había matado Ricardo Benítez en la casa de Valerio, yo no sabía de esa enemistad de mi Papá con Ricardo, siempre los vi juntos sembrando Arroz y Maíz en madre de Dios y pescando en el río San Jorge. Ese día había tanta gente tirada en el piso (Muerta), la algarabía fue tan grande que mandaron a buscar a la policía, cuando esta llegó, se sorprendió al ver a la multitud riéndose y contando lo que había sucedido en casa de Valerio Garavito.

Desde ese suceso,    Valerio Garavito se enemisto con Ricardo Benítez y se fue conformando un Clan, interviniendo en las peleas Pascual Garavito, Ángel Benítez, Luis Alemán, Javier Bustamante, Teófilo Guillermo   Baldovino Cadrazco, Teófilo Gaibao, Efrén Benítez, Alfredo, León Mier, Arcadio Martínez Cadrazco, Javier Villarreal Cadrazco, Gilberto Villareal, Fidel Benítez, Luis y Antonio Goez y otros más. Las escenas eran a diario y el cualquier parte de San Benito. Recuerdo que el último hecho sucedido fue en el puerto a la orilla de la playa, en casa de Catalina Agames, quien tenía una tienda con una rancha donde pernoctaban los pasajeros que venían por el río de Cuibas, Doña Ana, Santiago Apóstol, Jegua, el Alférez, Los ponches, Rabón y el comercio que se hacía con Magangué Bolívar.

 Esa vez al igual que las otras le avisaron a Juan Cadrazco Rodríguez que Ricardo Benítez estaba en el puerto bebiendo, Juan se armó con su Col Caballo y 50 Balas en el cinto, calle arriba pasando por el Hotel San Benito, la Pensión Villalba, la esquina de Manuel Tous, en Casa de Segundo Rodríguez lo esperaban unos amigos, Julián Mier salió con su sombrero Vueltiao se lo amarro con un barbuquejo y se alío al Cuba, A Poncho León le avisaron que en el puerto había una balacera y se fue, Alejandrito Ortega dejo los pescados que había cogido esa noche y se fue para la orilla de la playa a presenciar la escena, de paso convidaron a Mañe Tovar, Conce Díaz. Los Mier y Pedro Contreras. La trama ya estaba montada, a Juan Cadrazco Rodríguez, lo subieron en una Canoa de Julián Mier en la Chambita y apareció de frente al puerto, cogiendo a Ricardo de espaldas ya que él lo esperaba por tierra.

 Para no alargarles la historia ese día sí estuvo la Policía presente en el hecho, obligando a los tres Amigos Enemigos a Firmar un Pacto de Paz y no Agresión ya que esas escenas en público se estaban convirtiendo en escándalos en la vía pública por la algarabía y risas del juego entre estos tres amigos.

 A mi persona lo que no me gustaba era que cuando Ricardo o Valerio Garavito me veían en la calle me disparaban y me decían que cayera al piso que estaba muerto, yo no caía al suelo, les decía en tono grosero que yo no estaba jugando, ellos me respondían que sí, porque era hijo del cuba y era su enemigo. A Valerio le cogí miedo y no fui más a motilarme a su peluquería, me mudé para donde Luis Alemán que era aliado de mi papa Juan Cadrazco Rodríguez, en mi inocencia de niño, daba por cierto la enemistad entre los tres Amigos.   Juan Cadrazco Rodríguez se mudó para Ayapel Córdoba, Ricardo y Valerio se hicieron amigos hasta que mi Dios los recoja. Estos hechos sucedieron en los años 1961 a 1964, en San Benito Abad Sucre, donde primaba la amistad, la familiaridad y el respeto entre personas, que hacían más feliz la convivencia en sociedad y borraba el desosiego y la lucha en familia por salir adelante en todas las manifestaciones de la vida, un pueblo amigo, unido por el bien común.