LOS PASOS ACOMPASADOS
POR LA VIDA
Por Francisco Cadrazco Díaz
Escritor Colombiano. RELATOS.
La verdad que no he tenido la precaución de
contar los pasos que he dado en esta vida, pero sé que son muchos, porque el
calendario y el almanaque de Bristol, están marcando hasta hoy 68.5 abriles,
quizás recuerdo ciertos pasos por la intrincada, con barro rojo, en cueros original con la
marca ADN y otros por calles amplias, avenidas, con la frente en alto, pisando
con humildad para no maltratar a las hormigas, diminutos seres creados por mi
Dios.
Sopesando él debe con el haber contable, son
más los debes que el haber, para un saldo positivo.
Primero le doy gracias a mi Dios, por traerme a este mundo, bajo el vientre de
mi madre, quien no de gracias por esta osadía de preñarse y cargarnos por nueve
meses en esa bolsa a ojos del que dirán “otra vez preñada’.
Ya llevas cinco, tú qué piensas”.
Sin saber que faltaban siete más.
Hoy elevo una plegaria para que el creador tenga con bien a ese ser que me trajo al mundo,
lo demás que haya sucedido, son pasos de vida. Ahora si les voy a contar hechos
reales dando pasos por la vida. Sé quién me acompaña y quien pone puentes para
que siga en esta vida dando pasos, unos cortos, otros gigantes que me asombran,
que me hacen pensar, esos pasos los di yo, un ser diminuto que pasa
desapercibido en la Sociedad, pues sí. No soy la persona que le corresponde
decirlo.
Una vez en mi juventud, estando de pesca
acompañado de mi Padre, un anciano metido en los sesenta Octubres y otros familiares,
en horas de la noche se formó una tormenta, con rayos y centellas, un diluvio
de agua a las cuatro de la mañana en una ensenada a una hora de mi pueblo La
Villa, que duró dos horas, nos refugiamos bajo los árboles, por tener la mala costumbre de no cerrar los ojos
con los rayos eléctricos, vi esa figura de candela que me dijo, te salvas por
estar bajo el regazo de tu padre, eres afortunado.
Otra vez, caían al suelo ojivas de plomo, me
pasaban al derredor de mi cuerpo y ninguna me tocó, a mi lado cayeron mis
compañeros heridos, corrían gente de un lado a otro, me sentía protegido por
ese ser que hoy goza de la eternidad.
Otra vez, por situaciones de ubicación en la
ciudad, venía de trabajar y no había transporte, me embarque en el bus 11, o
sea a caminar y cuando llegaba a mi aposento veo a la distancia dos figuras
humanas de gran tamaño que venían hacia mi persona, de rapidez entone en latín
el Padre nuestro y las dos figuras se abrieron a la orilla de la calle, con el
reojo miré hacia atrás y salieron despavoridos calle abajo.
A los pocos días de ese último suceso, un
conocido porque no lo voy a llamar amigo, esos los tengo contados y no llegan
al quinto, me aborda y me dice, supe que te iban a atracar, ya tenían la pico
de loro lista si ponías resistencia, pero de un momento venías acompañado por
un hombre de casi dos metros, figura
imponente y desafiante, quien era ese
señor, subí el labio derecho de mi boca y la ceja izquierda en forma de
satisfacción, a sabiendas quien es mi protector. Por todo esto, me cuido de
andar fuera de los parámetros de la Ley y el Orden Constitucional, estos pasos
de vida, se los cuento a mis hijos y mis
nietos, para que pisen en las señas que
van dejando mis abarcas sabaneras tres
punta.